¿FUERZAS ARMADAS DEL GOBIERNO O DE LA NACIÓN? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

«Dejemos que aparezca, tiene que aparecer un gran genio. Se pondrá a la cabeza de la máquina y le dará el impulso necesario».

Recojo la cita de la Enciclopedia del Arte de la Guerra dirigida por el general Antonio Martínez Teixidó y  la colaboración de los coroneles José Romero Serrano y José Luis Calvo Albero, editada por Planeta.

Atribuida al general francés Jacques-Antoine-Hippolyte, conde de Guibert (1743 -1790), recobra todo su valor en estos momentos de desconcierto en todos los órdenes y no solo en el militar.

El general y pensador vio la necesidad de profundizar aplicando la razón al incierto futuro de una guerra que se venía encima como caballo desbocado. Hay un cambio radical que este genio militar predice y al poco tiempo se cumple. Solo era el principio del fin de las guerras del pasado. Todo será y es ya distinto. No hay unos soldados para la guerra y en el otro lado unos ciudadanos ajenos a ella. La guerra es de todos, la hacen todos, es algo nacional, se hace con pasión y voluntad de vencer y todos se movilizan en defensa de la nación. Fue entonces algo nuevo, pero su estudio y puesta en práctica alcanzaba de lleno al pensamiento militar y ahora es un hecho para necesariamente meditar. La guerra alcanza de lleno a todos y quieras o no estás en ella involucrado. La guerra del futuro requiere un gran genio, pero ya no será algo militar, sino un gran ejército de pensadores más allá del resultado de las armas, porque ni siquiera conocemos las armas. Es una incógnita que forma parte del futuro impredecible y no creo que aparezca un nuevo conde de Guibert. Tampoco el genio que él anunciaba. Necesitamos filósofos que nos alcancen, honrados pensadores que nos guíen y lleven a la meditación de nuestras pulsiones y no gobernantes con interés por dominar nuestra voluntad.

Guerra, política, economía o poder económico, ¿alguien sabe a estas alturas cual es la diferencia? Guerra total en la que entramos todos como piezas de un juego de intereses, ¿de quiénes?; desde luego no de los que mueren en la guerra, de las armas, la política y la economía.

La guerra del futuro tiene una característica que se nos ofrece ya con descaro y desvergüenza, pero que aceptamos porque no nos queda otro remedio, incapaces voluntades dispersas. Divide y vencerás. No era lo que creíamos. Los ejércitos no eran nacionales, sino ideologizados.

Lo que vivió Europa fue un espejismo que ahora alcanza su gran dimensión en el mundo. Todos participamos en un devenir tan incierto como tenebroso, porque se han roto los ejércitos y convertido en algo privado que responde a intereses no nacionales, sino políticos y económicos. Las guerras las sufren todos, pero las enciende y dirige alguien (es) muy ajeno a los intereses nacionales. Todos morimos en la guerra, con o sin armas.

Necesitamos un gran genio que aparezca y deje claro cual es el futuro de la guerra o si mejor sería pensar en los ciudadanos y cumplir las leyes y no imponerlas a base de la destrucción y límites en la libertad.

Se vislumbra una nueva forma de hacer la guerra, desconocida, aunque ya vemos que a la par surge otro futuro para la política y ambas, guerra y política, que son economía, convergen en una: ideología.

Si nos vamos al terreno de los ejemplos prácticos el caso de España es paradigmático.

La unidad de criterios sobre temas de Estado como la Defensa y la política Exterior lejos de vivirse en consenso da bandazos de un lado a otro en función, no de un Gobierno, sino de una ideología. En materia de Defensa nunca ha habido acuerdo entre partidos y las diferencias afectan a la misma esencia y misión de las Fuerzas Armadas.

El ejemplo es claro y contundente cuando repasamos la misión constitucional de las Fuerzas Armadas que les asigna la función de cuidar de la independencia nacional, la integridad territorial y el ordenamiento constitucional.

Podríamos preguntarnos por qué la misión de las Fuerzas Armadas que, debidamente jerarquizadas, forman parte del Ejecutivo no fueron incluidas en el Título IV relativo al Gobierno y a la Administración y lo fueron en el Título Preliminar. El tema tuvo encendidos argumentos en favor y en contra en el debate parlamentario, pero se llegó a la conclusión de no incluirlo en el Título IV ya que eso hubiese sido lo normal solo en una situación de aceptación del fundamento de la Ley: la unidad de España. Preveían los constitucionalistas que no iba a serlo y así ha sido. Creyeron que era más apropiado otorgar a las Fuerzas Armadas «un rango constitucional, al margen del Ejecutivo». Se traduce que la misma Constitución debía proteger  su fundamento: la unidad de la Nación. Acertaron el diagnóstico. A día de hoy no se acepta la unidad de España, aunque de poco ha servido el artículo 8: Octubre 2017. Indulto. Amnistía. Un delincuente marca de cerca al Gobierno y lo tiene maniatado.

No se acepta el fundamento de la Ley que se interpreta por un Tribunal que no es jurisdiccional y que sentencia en contra del Supremo: Unidad de España. Integridad territorial. Respeto a la Constitución. Se interpreta no se respeta su fundamento. No pasa nada. Eso no es corrupción constitucional. Se puede acabar con la unidad desde dentro. Caballo de Troya. Quizá sea esa la forma más sibilina y cruel. Sin reacción.

La corrupción que corroe a este Gobierno será castigada, tendrá graves consecuencias y la misma nación española quedará tocada y humillada por culpa de estos personajes. La corrupción legal, constitucional, nos hundirá como nación y el articulado de la Constitución ya vemos que no podrá detenerlo. No hay Poder que sea capaz de defender el fundamento de la Ley que a todas luces se incumple bajo la corrupción que supone la autodeterminación. Parece que tenemos que pensar en unas nuevas Fuerzas Armadas que ya no están para lo que la Constitución ordena, sino para adoptar la ideología gobernante, para un mandato no recogido en la Ley. Su misión principal ha desaparecido, la unidad de España vuelve al Título IV y será o no será en función de lo que dicte el Gobierno mayoritario e interprete un tribunal no jurisdiccional.

Todo es simbólico. El Rey, la bandera, las Fuerzas Armadas y España. La mismísima Constitución parece simbólica. Todo es y se maneja de acuerdo con un Gobierno que a todos nos ha ideologizado, incluidas las Fuerzas Armadas que han desaparecido en la práctica de su lugar predominante en la Constitución, han perdido su rango constitucional, al margen del Ejecutivo.

En las Fuerzas Armadas no se puede estar alejado de la realidad que fundamenta su razón de ser. Quizá sea un error en la interpretación ¿o lo fue de los constitucionalistas?, pero hoy el fundamento de la Constitución debe ser defendido diga lo que diga el intérprete o su porquero. Estos Ejércitos lo son de la nación y no del Gobierno.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

15 diciembre 2025

ESPAÑA EN MANOS DE UNA BANDA CONSTITUCIONAL. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Es conocido el proverbio latino Inter arma enim silent leges (En las guerras las leyes callan). No hemos pensado un momento siquiera que en la paz supuesta que impone una democracia, cuando un parlamento es okupado por transformados representantes, las leyes son manipuladas y no callan sino que son sustituidas por una corrupción generalizada que abarca a todos los Poderes. Ninguna Institución se libra.

Dan miedo los representantes cuando lo son de ellos, única y exclusivamente, de su peor condición, y dividen entre los suyos y los otros. Porque eso ocurre cuando ya no hay Estado, solo unos que gobiernan con todo el Poder dejando detrás de ellos al Estado que solo aparece en días de fiesta, eso sí con soldados y banderas y un jefe al frente. Ni uno ni los otros van más allá de una teoría obligada de la Defensa cuando el supremo gobernador se ha hecho dueño del ataque y la defensa.

La mayoría de los señalados por encima del Estado son hombres que no poseen la más mínima dignidad personal con la que poder afrontar su papel político. Pero ahí están como fiel reflejo de lo que dice su mayoritaria voluntad. Dudo mucho de que la corrupción se exprese en esos términos.

Ahora, cuando creíamos que estaba España a punto de que el prodigio sucediese, es cuando están más fuertes porque ven muy cerca la amenaza. Es el momento peor. Se ven vencidos, han roto España y no tiene perdón. Saben que les han cercado. Nunca ataques a los desesperados. Morirán contigo. Dales una salida porque son más rebaño, más unidos y próximos a su mastín protector. «No fuerces hasta el límite a un enemigo que se encuentra en una situación apurada«. Ten cuidado con los cebos que te presenta. Nada une más que la corrupción, un vínculo más fuerte que el familiar. Máxime  cuando es moral.

Todo es un circo ambulante  compuesto por titiriteros que logran que las cabras suban a la silla mientras suena una música como los cánticos de la Odisea.

Leo los artículos 1 y 2 del Título Preliminar de la Constitución y no necesito más para saber donde estoy y con quién me las he de ver.

TÍTULO PRELIMINAR

Final del formulario

Artículo 1

  1. España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
  2. La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
  3. La forma política del Estado español es la Monarquía parlamentaria.

Artículo 2

La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.

 

Nada es cierto. En el pueblo español no reside soberanía ninguna cuando los que gobiernan hacen su política, incluso en lo fundamental, sectorialmente,  para ellos y sus creencias. Es decir que gobiernan para la mitad, más o menos, mientras los otros son olvidados cuando no perseguidos. No hay Constitución, sino interpretación. Habrá normas jurídicas, insignes juristas, constitucionalistas, pero la cruda realidad es la ley de cada día, lo que se vive cada día. No hay más ley  que la imposición lo que está muy alejado de la división de Poderes y es así como  la dictadura se materializa con un Parlamento y un Tribunal Constitucional en mayoría sectaria. Todo dispuesto para el Golpe de Estado. Hasta la corrupción queda avalada por el manto constitucional en forma de amnistía.

En el Rey todo es discrecional. Culmina lo que otro decide dándole con su firma acto estatal, con la solemnidad propia. Más allá de los consejos y sugerencias regias hay poco, aunque sea una labor muy firme, decidida y trascendente. Muy limitada e incomprendida en periodos convulsos como el actual. Es difícil su labor de arbitraje y moderadora dado que su mayor función es la simbólica.

En la cotidianidad de la vida política no surgen interrogantes, hay ceguera constitucional y todo lo asumimos en aras a vivir entre el rebaño, aunque sea en un pasto distinto al que marca la Ley con tal de permanecer alimentado y esquilado. Lo malo es cuando viene el lobo y el mastín lleva bozal.

La forma política actual del Estado, la Monarquía, en su simbólica encarnación de todo un pueblo, ha sido intencionadamente puesto en duda y dividido entre regiones, incluso fomentado que no es el Rey de todos los españoles. Ello rompe la realidad interior y exterior de España y sobre todo acaba con la idea de España.

Eso es lo que se ha materializado después de la palabra del símbolo aquel 3 de octubre ante el Golpe de Estado dado desde la Generalidad de Cataluña. Todo ha seguido igual, los pasos de la ruptura con España avalados por  el Tribunal Constitucional. La figura del Rey, simbólica, desde luego, queda dañada, porque el símbolo ha sido atacado. Una nación se simboliza en su idioma, la bandera, su himno, y España en su Rey. Allí nada de eso queda.

La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de España.

Se atentó contra todo ello. Se delinquió desde dentro. Se juzgó para después borrar el delito. Se manipuló al Poder Judicial. No pasó nada. No hubo delito y si lo hubo queda borrado, olvidado, podemos ya dar el paso siguiente y volar la Constitución, su forma de Estado, sus Ejércitos, su Historia, su idioma y hasta su territorio. Lo ha dicho el Tribunal Constitucional. La Constitución es muda.

No hay fundamento, por lo tanto no hay Constitución, no hay Ley, sino interpretadores que avalan el delito y al delincuente, aunque este sea el Poder Ejecutivo.

Inter arma enim silent leges (En las guerras las leyes callan).

Lo que es rotundamente cierto es que en España las leyes se han silenciado, manipulado y adaptado a un Gobierno que puede estar inmerso en traición.

Desde luego camina entre el deshonor y la impunidad. Veremos hasta cuando, porque no todo está perdido ni todos dispuestos a perderlo.

Ya, al parecer, todo lo que diga la Constitución no es reconocible ni a tener en cuenta, pero es entretenido leer el artículo 102 del Título IV. Del Gobierno y de la Administración. Háganlo.

Las leyes callan.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

30 junio 2025