Es la actualidad de Madrid, lluvia y congresos por todas partes. Saldrán a hombros. Ellos se lo guisan, ellos se lo comen.
En las orillas del Manzanares suele verse a las gaviotas. En este ‹‹febrerillo el loco›› los charranes han ocupado su lugar. El diccionario de la RAE trae como primera acepción de charrán la de pillo, tunante. Los nombres tienen su aquel. ‹La Caja Mágica›› es uno de ellos. También Vistalegre.
Al PP no le gusta lo de militantes, son más de afiliados. Solo la Secretaria General, la ubicua, además de afiliada milita entre la tropa.
Lo de la Caja Mágica tiene su explicación más allá de sacar del sombrero charranes en vez de gaviotas. Mágico tiene que ser un partido que tiene el don de convertir quince minutos en una prolongada cumbre de poder o lograr que su única militante-afiliada, ministra de defensa, tenga el don de la ubicuidad. Magia con el tiempo y el espacio. No vienen de ninguna parte, han llegado de repente. El pretérito no va con ellos. No eran ellos, eran otros.
Vistalegre tiene la mirada en sus orígenes lejanos sin saber muy bien cómo, desde el pretérito, afrontar el futuro sin cambiar de canción. Da miedo. No se habla, se arenga. Es el lenguaje de los truenos. No son la evolución, como alguno pretende aparentar. Su nombre es revolución. Vistalegre es una mueca bajo la máscara de democracia que pretende dejar claro quién manda aquí y allá. La autoridad no se cuestiona. Un disciplina más fuerte que la militar.
Todos, desde el Manzanares a Carabanchel, gritan ¡unidad! Lo mismo que ni cumplen ni hacen cumplir. Dime de lo que presumes y te diré de lo que careces. Se ven grietas en aquellos que eran la derecha y se resquebraja la que fue, es y será la izquierda. Si solo fuese eso no estaríamos preocupados. Lo que preocupa es lo inconsistente de un discurso de unidad que nada tiene que ver con la realidad. Entre ellos es su problema. La de nuestra historia y futuro es la preocupante.
Hay diferencias que unen. El poder es una de ellas. Alcanzado, todo cambia. Unos se olvidan de lo que fueron y defendieron. Otros mimetizan su pasado al que no renuncian y someten a la militancia -aquí sí que no hay afiliados- a su más férrea disciplina.
El sonido de la calle no parece llegar ni a la caja Mágica ni a Vistalegre. Las multitudinarias aclamaciones suelen acallar el ruido de la realidad.
Decía el general Patton: ‹‹Cuando todo tu Estado Mayor te da la razón es que ninguno te escucha››.
Pero saldrán a hombros.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
12 febrero 2017




