COMANDANTE JUAN JIMÉNEZ BARRIOCANAL. EN RECUERDO A MIS SARGENTOS General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

Carta del comandante Juan Jiménez Barriocanal a su hijo David, sargento de inafantería

Llevo varios días con la carta que el comandante de infantería, Juan Jiménez Barriocanal, dejó escrita antes de morir a su hijo David, sargento de infantería. La he leído y meditado varias veces. Me la he tragado hasta los tuétanos. Con ella dentro he vuelto a los lugares donde se perciben los horizontes que reconocen a los centinelas que se relevan en la vigilancia de las virtudes del deber. Es inútil para el que no ha estado allí que busque ese lugar. Es una dignidad solo alcanzable después de largos años de servicio.

Juan abrió el libro de esta sencilla historia como Caballero Legionario Paracaidista, duro oficio de soldado paracaidista donde se acostumbró a  convertir en virtud, el calor, el frío, el hambre, el sueño y el cansancio. Servir en los Ejércitos, su vocación y sino. Con esfuerzo, buscando el tiempo que no tenía, ingresó en la Academia General Básica de Suboficiales. Talarn, Toledo. Allí se forjó en el oficio del mando, en el escalón donde no es posible esconder ni esconderse, donde se manda con el ejemplo, donde nadie es más que otro sino hace más que el otro.

Los primeros años de la ‹‹Básica›› tuve el honor de ser profesor de aquellos hombres. Nunca aprendí tanto, ni viví enseñanza tan seria y auténtica como en aquella donde, con aquellos hombres, tenías que cerrar libros y reglamentos y decirte: o te das tú, entero, lo que eres y vales, o tu labor no dará fruto. Esperaban todo de ti, sencillo y claro como las largas marchas y los fríos amaneceres. No fue aquello nada sencillo. Por eso lo recuerdo y añoro, porque jamás hubo una falsa enseñanza ni nada que fuese imposible con aquellos alumnos. Todo lo aprendí de ellos. El comandante Barriocanal era uno de ellos, de la VI promoción, de una raza de hombres a los que el Ejército debe mucho de lo que ha sido durante estos años difíciles y de lo que ahora es. Hombres especiales. Son la base, el cimiento, la raíz. Son el todo de nuestro ejército. Lo demandó el honor y obedecieron, lo requirió el deber y lo acataron. Letras escritas no por el poeta sino con el ejemplo de la dureza, del sacrificio, de la autenticidad, de cada soldado que vive tan de verdad su vocación que es capaz de dejar escrito lo que el comandante Juan Jiménez Barriocanal en sus últimos momentos le dejó escrito a su hijo David, sargento de infantería. De soldado a soldado. De padre a hijo. Una herencia eterna, el saber maduro, la vida que se va, sin lágrimas, con dolor… Un día más en la cuenta atrás. Uno más y vendrán otros. El relevo está asegurado. La antorcha pasa de mano en mano con el fuego cada vez más brillante.

A España servir hasta morir

Una penúltima lección que recibo de estos hombres que aún tengo el honor de que me llamen ‹‹mi capitán››.

Hoy después de tantos años, con la fatiga de la última marcha, antes de llegar a la meta vuelvo a gritar:

‹‹¡Guerrero, la canción!››…

‹‹Somos los cabos primeros que vinimos de Talarn. ¡Madre mía, vaya cambio!… Esto sí que es trabajar… ››. Sonaba como un trueno aquella voz de la compañía…

Y aquellos hombres olvidaban el cansancio, olvidaban el esfuerzo y el sacrificio… y cantaban, como hoy siguen cantando… con Juan, para Juan. Para David y tantos hijos que nos siguen en vocación. Centinelas que se relevan en la vigilancia del deber.

‹‹Hola David:

Te tengo que hacer uno de esos encargos un poco siniestros (de ahí el nombre de la carpeta), pero para ti, al estar en el gremio, será fácil de entender.

Me gustaría presentarme ante el Padre Eterno (ya sé que no es tu onda, pero ya me disculparás) como si de un nuevo destino se tratara.

Debo iniciar ese viaje con uniforme de presentación, ya sabes, camisa blanca, corbata negra, guantes blancos.

  • No quiero llevar divisas, ante el Padre Eterno no puedo ser más que un soldado español que quiso servir a su País; qué más da la graduación.
  • No quiero llevar condecoraciones ni más curso que el paracaidista. Solo el rokisqui, que me enseñó los valores de la milicia que tanto he amado y a la que tanto debo.
  • Preocúpate de que mis zapatos estén brillantes, y mi aspecto sea el que corresponde. Pásame revista como ese buen sargento que eres y del que tanto me enorgullezco.

Puede que mi camino pase por un horno, pero ya sabes, pasaremos… como debe ser.

Te quiero con todas mis fuerzas hijo…››.

Juan Jiménez Barriocanal murió el día 25 de Julio día del Apóstol Santiago, patrón de España.

Ya no hay nada más que decir, nada que añadir.

Querer a España, su pasión eterna. / Servir en los Ejércitos, su vocación y sino. / No quisieron servir a otra bandera, / no quisieron andar otro camino, no supieron morir de otra manera».

General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

Blog: generaldavila.com

31 julio 2017

24 pensamientos en “COMANDANTE JUAN JIMÉNEZ BARRIOCANAL. EN RECUERDO A MIS SARGENTOS General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

  1. A tal señor, tal honor. No se puede rendir mejor honor a un soldado excepcional que ha hecho su postrer desfile en este mundo. El comandante Jiménez Barriocanal era sin duda un magnífico soldado de la Infantería Española, como acredita la carta póstuma con las instrucciones para su hijo, que constituye a su vez la última lección de moral militar. En momentos procelosos para la historia de España debemos tener confianza, sabiendo que seguimos contamos con unos soldados como Barriocanal, forjados en un pasado cercano en el que se rendía culto a nuestra gloriosa tradición militar.

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  2. Buenos dias mi genera :
    Impresionante historia de un soldado excepcional..que he leido con detenimiento.. gracias.
    Un saludo.
    Josefa Lopezdel moral Beltran.

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  3. Mi querido general… qué bello lo que ha escrito y que bello lo de mi compañero Barriocanal a su hijo… hoy más que nunca me siento orgulloso de ser Caballero Legionario Paracaidista.
    Con la emoción a flor de piel y las lágrimas de veterano… deseo fervientemente que el Cristo de los paracaidistas, mi Cristo, tenga en su Gloria a su soldado con el rokisqui ganado a pulso, con su ejemplo aquí en la tierra y con su sencillez y humildad que siempre le caracterizó.
    Que Descanse En Paz el Caballero de La Seda y del Aire.

    Pedro Motas

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  4. Sin palabras mi Capitan…Gracias a Dios seguimos en la marcha de la vida gracias, también,a ejemplos vivos. Cansados, doloridos…mayores pero con la misma fe y mayor coraje que en aquellos años de juventud y aprendizaje.
    Un abrazo muy fuerte mi querido Capitán.

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  5. No tengamos ninguna duda de que EL PADRE, que ante todo es padre y justo, recibe con amor inmenso a los que han cumplido con su deber en su paso por este mundo.
    Antonio Benitez.
    D.G. ( R )

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  6. Buenos días, mi General:
    Leí esta carta hace unos días, dado que navegó por la red como si de un velero se tratara. Me quedo mirando este espacio, con barra horizontal intermitente, tratando de seguir escribiendo pero no puedo. Vuecencia narró los acontecimientos de manera magistral, dada las circunstancias.
    «Cuando llegue mi hora, yo podré decir que fui un C.L.P.»

    Sin otro particular, quedo a sus ordenes.

    Víctor Fraga, guardia civil y antiguo soldado C.LP.

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  7. Muchas gracias mi General por su artículo yo me despedí de mi querido amigo y compañero Juan así.
    Nos conocimos siendo unos jóvenes recién salido del nido, nos preparamos para la profesión más bonita del mundo con nuestro líder entonces Cte. Colldefors, dejamos parte de la juventud tú más que yo en nuestra preparación académica nos forjamos en la que siempre será nuestra unidad, una escuela de mandos la BRIPAC y en concreto en la II BPAC ROGER DE LAURIA «Juventud de España» allí nos separamos por cuestión de destinos pero nuestro espíritu de compañerismo nos mantenía unidos para siempre hemos estados separados por distancia pero unidos para toda la vida por el espíritu paracaidista el cual lo has dejado plasmado perfectamente en la carta a tu hijo, menuda lección de valentía nos ha dado Juan. Nunca te olvidare ni olvidaremos.
    !CAIDOS PARACAIDISTAS !
    !CON NOSOTROS!!

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  8. Muchas gracias, mi General por tan bellas palabras dedicadas a mi compañero y amigo Juan. Los que tuvimos la suerte de conocerlo, no nos ha sorprendido la forma de afrontar sus últimos momentos pues siempre fue un autentico caballero y queda demostrado con este acto de valentia despidiéndose de su hijo David y presentándose como él lo llamaba a su Padre Eterno…
    Juan, te has despedido con una bonita elección para todos nosotros…sabes que no te olvidaremos y que siempre estarás presente en nuestra oración Paracaidista….

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  9. A esto solo puedo decir, gracias Mi General por hacernos recordar, hasta donde puede llegar el amor de un soldado sin perder la compostura.

    ¡ CAÍDOS PARACAIDISTAS !
    ¡ CON NOSOTROS !

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  10. Mi General
    Agradezco, como compañero que fui, o mejor dicho, soy, de Juan J. BARRIOCANAL, sus palabras tan rotundas.
    Se nota que VE. Es perfecto conocedor de las virtudes de todos aquellos que nos formamos en la Academia Leridana.
    Gracias mi General.

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  11. Todo ha quedado dicho solo felicitar a ese equipo de patriotas en la despedida de un compañero Excelente, que en este mundo de pocos valora destaca. Gracias mi General por participarlo.

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  12. Gracias David, gracias a tu padre, ejemplo de honrado soldado, gran hombre y ejemplar en esto de la vida. Un buen padre que nos ha dejado imborrable huella desde la humildad e inteligencia,
    Un fuerte abrazo mi sargento.

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  13. Mi General,como antiguo Caballero Alumno de la VII Promoción, deseo expresarle mi agradecimiento por la calidad humana de sus palabras.Sin duda a pesar del tiempo transcurrido mantenemos un vínculo gracias a lo que Vds. nuestros profesores supieron transmitirnos.A sus órdenes mi General. A España Servir Hasta Morir!

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  14. MI general, sé que es tarde, pero acabo de enterarme hoy de la muerte de mi querido y admirado Teniente Juan Giménez Barriocanal (Giménez con «G», como él nos decía). Tuve el honor en septiembre de 1997 que fuera mi Jefe de Sección en el periodo de Instrucción de Alférez SEFOCUMA (IMEC) en el Acuartelamiento Alferez Rojas Navarrete (Alicante). Supo hacer sin esfuerzo y generosidad que 300 universitarios de distinto pensamiento amáramos aquello que hiciéramos y pusiéramos nuestra entrega en ello, ya fuera en la milicia o en cualquier aspecto de la vida posterior al periodo militar. Si V.E. lee estas líneas, me gustaría poder ponerme en contacto con su hijo y con el que fue en 1997 el Segundo Jefe de Sección, el Sargento Primero Buendía para enviarles mis condolencias y el gran recuerdo que guardo de una gran persona y un gran militar a iguales

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