En la milicia el humor ha sido en numerosas ocasiones una forma de expresar con aguda crítica situaciones que no podían tener otra forma de expresión que la fina burla de la ironía. Lo dejó plasmado el General Bermúdez de Castro en su antológico libro Milicia y humor. El humor, la anécdota como arte, historias convertidas en historia.
La vida militar está llena de anécdotas, unas veces divertidas y amables, otras duras, desgarradas, pero todas, al haber sido compartidas, el tiempo las ha transformado en entrañables recuerdos.
He contado en la prensa y en el blog varias de ellas y para facilitar su lectura he creído conveniente agruparlas en un único artículo.
No tengo la menor duda en empezar con la del legionario que fue capaz de conversar con Franco con mayor habilidad que este en Hendaya. Venía el Caudillo de una cacería en Jaén cuando, en un alto técnico en Despeñaperros, le avisaron de la presencia de un individuo que insistía en saludarle porque había sido legionario suyo en Ceuta y aseguraba conocer mucho a S. E. Franco no tuvo inconveniente, es más, le reconoció al instante, haciéndole pasar un momento al interior del coche. El Caudillo se interesó por su vida y al final de la conversación se ofreció a prestarle ayuda si algo necesitaba. El astuto legionario nada pidió para él, pero sí para un íntimo amigo de la zona que era guardia civil y que al ser de Melilla, donde tenía a su familia, se encontraba muy decaído. Tomó nota el Ayudante y al poco tiempo el guardia salió destinado a Melilla para su sorpresa y estupor ya que nada tenía que ver con aquella ciudad . El legionario, consumado cazador furtivo, se quitó de encima al guardia civil antes de que acabase detenido ante la persecución a la que le tenía sometido.
Doy fe de la anécdota contada por vía directa del que la presenció.
Ser piloto requiere unas condiciones que deben ser revisadas periódicamente para obtener el correspondiente certificado de vuelo. Un General del Ejército del Aire acudió a su reconocimiento habitual y se encontró con el diagnóstico del oftamólogo:
– Mi General, lo siento pero vuecencia no ve muy bien. No voy a poder firmarle el certificado.
El General sin inmutarse le contestó:
– Mire usted Capitán si veo bien, que le veo a usted destinado en Villa Cisneros.
Asunto resuelto.
Quizás esta anécdota tenga que ver con aquél piloto que en un Junkers regresaba a Tánger después de haber dejado en Sevilla a un grupo de legionarios durante los comienzos de la Guerra Civil.
La tripulación se reducía al Capitán piloto y mecánico. Al empezar a notar fallos en el avión el Capitán le ordenó al mecánico que fuese a por los paracaídas. La situación cada vez se agravaba más; pasaba el tiempo sin que el mecánico apareciese por la cabina. Los gritos del Capitán debieron oírse en tierra y al fin acudió el mecánico, eso sí, con su paracaídas ya puesto.
– ¡¿Qué pasa con los paracaídas?!
Rotunda respuesta:
– Mi Capitán es que el suyo no aparece por ninguna parte.
Al final no fueron necesarios. Sin comentarios.
Las Academias militares son el lugar donde más anécdotas se concentran. A modo de muestra contaré la del Comandante profesor, gran persona, que por un accidente en unas maniobras había perdido la audición. Los cadetes, ante la sordera del profesor, solían solicitar permiso para entrar en clase con cierta maldad cambiando la reglamentaria frase:
-«¡¿Mi Comandante, da usted su permiso»?!, por:
– ¡¿Mi Comandante me compra usted un piso?!
– Pase, pase… Caballero.
Respondía siempre amablemente el profesor.
Pero en cierta ocasión la contestación del Comandante fue una desagradable sorpresa para el Cadete de turno.
– ¡¿Mi Comandante, me compra usted un piso?!
– Sí Caballero, como no, pero se lo empezaré a pagar cuando salga usted de corrección (especie de calabozo donde se cumplían los arrestos más graves).
Se había comprado un sonotone.
No quiero alargarme porque hay para un libro.
Tuve un soldado de Monforte de Lemos que siempre estaba pidiendo permisos para irse a su pueblo. Debía de tener un buen patrimonio en tierras y andaba metido en juicios con su vecino por problemas de lindes. Un día regresó muy contento diciéndome que ya lo había arreglado todo y que no volvería a pedir más permisos.
Después de contarme la historia del pleito le nombré Cabo.
Mi querido soldadito durante el desarrollo de la causa consultó con su abogado la posibilidad de enviarle un jamón y buen vino al Señor Juez para conseguir una resolución satisfactoria. El abogado le dijo que ni se le ocurriese ya que el magistrado era muy recto y que iba a ser contraproducente. El juicio se enredó y todos lo daban por perdido, incluso el abogado se retiró del caso.
Pasado el tiempo se encontraron soldado y abogado que le preguntó por el resultado del juicio. Su sorpresa fue grande al enterase que lo había ganado.
– Pero hombre, ¿cómo conseguiste ganarlo?
– Pues muy fácil, hice caso de su consejo y le envié el jamón y el vino al Juez, pero a nombre de la parte contraria.
¡Qué bien hice en nombrarle Cabo! Fue uno de los mejores que he tenido a lo largo de mi vida militar. Listo, leal y cumplidor al máximo.
En fin, la milicia escuela de la vida, donde alguno se declaraba joyero de profesión y lo que hacía eran joyos hasta el legionario que en su red social se anuncia diciendo: «director, escritor, cantante, poeta, pintor, actor, compositor, escultor… y ni aún así triunfo, así que ¡LEGIONARIO!». Es textual.
Anécdotas, humor, ingenio. Humor e ingenio requieren la facultad de discurrir; en la milicia suelen ir unidos. La vida sonríe cuando con ingenio se comparte lo bueno y lo malo.
Es parte fundamental de la milicia: compartir.
Espero haber compartido con ustedes una sonrisa.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
26 julio 2021
A la Orden de V.E., mi General:
– Gracias mi General, porque he empezado el día riéndome a mandíbula batiente con el artículo de V.E. de hoy!!!
– En la medida de lo posible, buen verano para todos y
¡¡POR DIOS Y POR ESPAÑA A MI REY FELIPE VI, Y A SS.AA.RR. LA PRINCESA DE ASTURIAS DOÑA LEONOR Y A LA INFANTA SOFÍA, SERVIR HASTA MORIR!!
¡¡DESPERTA FERRO, SEMPER FIDELIS, VIVA ESPAÑA, VIVA EL REY, VIVA LA LEGIÓN!!
Esperanza González de Fonseca Marco
Dama Paracaidista de Sanidad Militar
¡¡SANTIAGO Y CIERRA ESPAÑA!!
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Mi respetado y muy querido GENERAL,
¡INMENSA GRATITUD POR ENDULZARNOS LOS MINUTOS MATUTINOS!. Siempre un poco de humor AGRADA y alegra la vidilla.
Recuerdo que una anécdota curiosa me pasó con V.E, al confundir una de sus fotos con un amigo hijo de un Cor. Interventor. (F. Colomo, el Director de Cine, su padre intimo del mío). Cuando mostré la foto a mi hermana coincidía en que era él y no V.E. Estas pequeñas cosas colaboran a establecer lazos de cotidiana amistad en nuestra existencia.
Virgilio lo dejó claro en las Geórgicas : FELIX QUI POTUIT RERUM COGNOSCERE CAUSAS» ( Dichoso aquel que puede conocer las causas de las cosas).
Reiterando enorme gratitud, FELIZ VERANO para todos.
A la orden de V.E
VIVA EL REY
VIVA TIERRA MAR AIRE G.CIVIL Y CNI
VIVA Y ARRIBA ESPAÑA
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A las órdenes de V. E., mi General.
Genial. Sobre la conversación del General con el Capitán Médico Oftalmólogo, conocí a ambos. Al primero porque durante casi seis años y siendo él todavía Tte. Coronel, y un servidor un modesto Sargento imberbe, estuve bajo sus órdenes y con mucha proximidad, pues el suelo de la torre de control en la que yo hacía mis servicios desde el comienzo del crepúsculo matitino hasta el final del vespertino, era a la vez el techo de su despacho de Jefe de Enseñanza de una Escuela de Pilotos. Excuso decir que era muy aconsejable y sano «andar con pies de plomo» y no hacer ruído. Y sí, muy típico de él ese tipo de ocurrencias, pero, de verdad, no creo que hubiera cumplido su advertencia. En el fondo, era un pedazo de pan; sólo que, como además era un gran aficionado a la caza y tenía muy buena puntería, era proverbial su tendencia a exagerar el tamaño y peso de las piezas que cobraba, así como sus hazañas en vuelo durante la guerra. Cazaba una liebre, y según él aquello era un elefante. En una ocasión, a la hora de las batallitas, nos contó que había pasado con el avión a lo largo de un túnel del ferrocarril de varios kilómetros, cosa imposible por la estrechez del túnel y la envergadura del avión. Pero, bueno, con eso no hacía mal a nadie y divertía; y, lo mejor, él era consciente de que nadie le creía a pesar de reirle sus ocurrencias. Y al segundo, porque por allí, el Centro de Investigación de Medicina Aeroespacial, ahí es nada el título, teníamos que pasar una vez al año, o cada seis meses dependiendo de la edad que se iba cumpliendo, todos los que estábamos sujetos a una licencia aeronáutica, militar o civil. Las cosas eran muy rigurosas y no había lugar para «hacer la vista gorda», valga la expresión, ante nadie, pues la responsabilidad de los médicos era muy grande.
La nécdota es absolutamente cierta y todavía debe continuar siendo motivo de comentario jocoso. ¿El resultado?. En aquella época, no sé ahora, a determinadas edades y con según qué categoría y empleo miitar, la licencia era un bonito y entrañable documento a conservar en la cartera o expuesto en el despacho o en casa. Pero lo de volar, ya era historia. Con lo cual tampoco tenía mayor transcendencia, por una vez, evitar el exponerse a tener que mirar más allá del horizonte a simple vista.
Lo siento, y perdón por tantos recuerdos.
¡¡¡Viva España!!!
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Muy buenas anécdotas , mi General
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Refrescante recordatorio, mi General, y buenos días a todos. En cierta ocasión estuvimos alquilándole un piso a una Coronela del US Army destinada en Europa, Alemania, creo. Y la señora estaba suscrita al Reade’rs Digest como casi todos los militares destinados por aquí, y como había domiciliado la subscrición en el piso que nos había alquilado, recibíamos la revista nosotros, y tenía, creo recordar que hacia el final, en las últimas páginas, una sección dedicada al Humor Militar. Existía también esta sección en la edición en Español, el «Selecciones» del Reader’s Digest.
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Unas anécdotas sumamente interesantes y divertidas. Muchas gracias por compartirlas.
Un saludo a todos.
Pedro Dalmau.
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Gracias por darnos un poco de humor a esta tragedia que nos ha traído de este gobierno a nuestra España.
Inicio de la pandemia no era necesario la mascarilla, primer verano de la pandemia, sale el presidente para colgarse alguna medalla diciendo hemos vencido al virus, a raíz de esa afirmación aumentan los contagios.
Segundo intento para colgarse una medalla, fracasa contra a taca contra fuerte ola este Sr. muestra dotes de ser un gafe.
Tercer intento cuando los resultados son muy favorables, sale diciendo que nos podemos quitar la mascarilla, la dote de gafe empieza ir en su contra quinta ola del virus, lamentable lo de este presidente, esperemos que no salga para colgarse una medalla con las ayudas de Europa, pues las gafara
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Mi General: Me parece fantástico, un poco de humor. Me siento más joven al leer esta maravilla.
Solo puedo aportar un recuerdo, que me sale, no sé de donde.
La clase de Equitación, era magnífica, la mayoría éramos unos pardillos, y las caídas demasiado frecuentes. El profesor perfecto y nadie podrá negarlo. Solía decir, cuando íbamos por el aire “ Caballero, agárrese a la borla del gorro”. Nos reíamos sin que apenas se notara.
Que tiempos tan felices. Éramos jóvenes y con toda la vida por delante. Estos recuerdos me hacen sonreír.🇪🇸🇪🇸🇪🇸
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Muy Buenos y simpático lo de hoy, mi General.
Buenos los comentarios, de todos. Saludos y Gracias.
Saludos con afecto y agradecimiento, General Dávila.
Josefa D.P. Socorro López del Moral Beltrán
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Agradecimiento a Vuecencia, mi General por proporcionarnos este rato de alegre añoranza. Como mi querido compañero de armas, Hervias, doy fe de la anécdota -popular en el Ejercito del Aire del «exceso de visión» de aquel General que pasaba el reconocimiento médico para continuar con la aptitud para el vuelo. Cualquiera de nosotros y mas si hemos tenido el Honor de servir en una Unidad especial podría contar mil y mas anécdotas que a diario se producían en el acuartelamiento o en el desarrollo de las actividades y ejercicios, Y mi última anécdota o sorpresa, como se quiera llamar ha sido la de encontrar un veterano camarada de filas de la misma Unidad en que serví de forma inolvidable a mi Patria con Soldados de características especiales por lo sobresaliente. Fue mi curiosidad, pues al advertir su llamemos querencia por el Ejercito del Aire, «navegue» para encontrar algo sobre su identidad, y de repente salto a mi vista aquella inolvidable edificación, inacabada de la que sobresalían todavía hierros de su estructura como prueba de ello. con comentarios sobre la UNIDAD. que fue; hoy día, ostenta el alto Honor de formar a una parte de la juventud universitaria española para su futuro servicio a España . NO REDUJO EL MERITO DEL FIN QUE HABíA CUMPLIDO EN SU OCUPACIÓN ANTERIOR..
No podre olvidar nunca mi vida en aquellos últimos seis años de mi empleo de Teniente. y después, por esos azares del destino, recibí en la Base Aérea de Getafe , en la Compañía bajo mi mando a un grupo de diez o doce paracaidistas pendientes de juicio por diversos delitos que por haberse disuelto la Unidad y en espera de la necesaria resolución judicial, fueron encuadrados en aquella. Y allí, a pesar de su situación, dieron prueba sobrada de su procedencia en sus meritorios hechos. lo que me llevó a decisiones algunas fuera de mi competencia dada su situación que pudiera haberme causado algún disgusto serio, pero acerté en su lealtad y fidelidad en la palabra. Nunca me fallaron, a mí, a su Teniente del Escuadrón.
Mis mejores deseos para ellos, esten donde estén.Tengo la seguridad de que son hombres de bien.
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Gracias, mi General.
Hay que poner de vez en cuando un poco de chispa a la vida.
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