«NO SE HA MARCHADO QUE LE HEMOS ECHAO» Rafael Dávila Álvarez

Ahora se llama trending topic a lo que es tema de moda o marca tendencia.

La tendencia en España está a la vista de quien quiera verla. El último en enterarse: el protagonista; ya se sabe.

«No se ha marchado, que lo hemos echao», decían los de Pacto, los que querían entrar en el Palacio fantasmagórico —de ser Real a Nacional—, de la historia al comic, que no es lo mismo; y, para colmo, sin rendir cuentas a los reyes Godos que se alineaban en sus puertas.

Aquella era una República que dejó a España sin republicanos, si es que alguna vez los hubo. Le llamaban república del pueblo y, claro está, en un pueblo lo máximo es el alcalde y el cabo de la Guardia Civil (quedan pocos de esos pueblos). Hasta incluso el bueno de Pedro Rico, que iba a ser alcalde de Madrid, de España según el dictamen de las municipales, había saludado en las Ventas como si de un matador se tratase. Había ganado en el burladero donde era aplaudido mientras arrastraban el manso.

Eran municipales y las convirtieron en alfonsinas, borbónicas, callejeras, verbeneras, virulentas, tanto que de barrio en barrio iba la fiesta sin saber quién era el festejado.

«El rey debe abandonar la ciudad al ponerse el sol». Claro que aquello no era por los votos, sino un pacto, la república del estoy hasta los mismísimos.

Ahora hay más votos y más hartura, menos pactos, más realidad vivida o sufrida, sobre todo hartura de la demasía de faltones. Más que hasta los mismísimos.

Pues nada que Tezanos e Iván, mire usted, ni una a derechas, claro. En la interpretación de hoy, 6 de mayo, centran su análisis en el que han «echao», sin caer en la cuenta que para ellos: «yo, que dejé con el gobierno los deseos de ser más gobernador, no dejé la gana de ser conde, que jamás tendrá efecto si vuesa merced deja de ser rey, dejando el ejercicio de su caballería, y así vienen a volverse en humo mis esperanzas». Cuidado que volverá. Humo sus esperanzas. Sabemos que se va; nada sabemos de lo que se lleva. El condado está en sus entrañas y volverá a por el título.

Claro que: donde las dan las toman. Eso pasa en los madriles que viene a ser España en castizo.

—Señor mío, alce vuestra merced la cabeza y alégrese, si puede, y dé gracias al cielo que, ya que le derribó en la tierra, no salió con alguna costilla quebrada; y pues sabe que donde las dan las toman.

¡Con Dios!

Entonces Azaña que fue uno de los que se hizo un lío, que ya lo era, va y dice aquello de la «República de taifas» y de querer cambiarlo todo se queda en Benicarló a contar su velada; sin que nadie le escuche. Puede que no se enterase de que con el que habían «echao», el XIII de los Alfonso, se iba también él.

Esto ha durado en demasía. Claro que nos hemos hartado y, en tromba, Madrid se ha convertido en España.

Hartos de la libertad al dictado, de la ruina, del todo dirigido, del hable usted así y no asao, de vea usted esto y no lo otro; lea, lee lei, leo, leu; a, e, i , o, u borriquito como tú. Del casuplón, de Vallekas es mi casa, de criados por aquí, vasallos por allá; ¡Que no! Que esto es Madrid, y de España el sentir.

El pueblo de Madrid, en representación de España y en estos momentos en que la Patria está en peligro, españoles acudid a salvarla…

En castizo, como alguien ya dijo: «Hasta los cojones de todos nosotros», así que «no se ha marchado, que le hemos echao». Donde las dan.

El de la Moncloa, y sus dos patas, Iván y Tezanos, bien harán en darse por enterados. No: no se ha enterado de que en el bolsillo del dimitidor va él hundido hasta el forro.

El de Génova también ha de enterrase por el bien de todos. .

En Madrid al frío le llaman fresco, pero no verás a un madrileño desabrigado o desprevenido.

Donde las dan las toman…

¡Aymé! ¡Estos de la caverna y la taberna!

¿Qué dónde reside el secreto de la victoria? Se lo diré.

Alejandro Magno va a ver a Diógenes de Sinope:

—«Pídeme lo que tú quieras. Puedo darte cualquier cosa que desees…».

Contesta Diógenes

—«Por supuesto. No seré yo quien te impida demostrar tu afecto hacia mí. Querría pedirte que te apartes del sol. Que sus rayos me toquen es, ahora mismo, mi más grande deseo. No tengo ninguna otra necesidad…».

No empujen, retírense un poquito y déjennos en paz.

Por último: no se fíen del que dice que se va. A saber lo que se lleva.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

6 mayo 2021