¿Siguiente paso? Ya se oyen los gritos de la justicia callejera que tanto nos gusta practicar.
—<<No se ha marchao; que le hemos echao>>.
Gritan ahora:
Punto de partida: 1931. Acabemos con la farsa del paréntesis abierto que pretenden cerrar. Eso es todo. Una nueva España que no sea España. La ilegal victoria les duró pocos años; y no lo perdonan. Lo volvieron a intentar —1934—, cuando vieron que perdían el poder, pero como ni ellos mismos se ponían de acuerdo, hicieron lo de siempre: robar y perder.
Robar siempre roban. Oro o sentimientos; pero roban.
Dos incapaces no pueden llevar solos el peso de lo sucedido ahora. Hay algo que no encaja a ojos humanos, sí a los de halcón, en este drama que hoy se representa en España. Un drama que han puesto en escena, un policía corrupto, con mucho poder otorgado, y del que muchos se esconden porque temen. Una señora de dudosa ejecutoria en trabajos de cintura para abajo y experta en traiciones mercantiles. Y la dudosa intervención —sin aclarar por su parte— del Jefe de los Servicios de Inteligencia españoles que deberá devolver, hasta sus últimas consecuencias, la confianza en él puesta (¡qué grave error!). Una mezcla explosiva que alguien ha sabido manejar con acierto moviendo los hilos de un incapaz presidente del Gobierno adulado por los peores políticos de la historia de España (¡mira que los ha habido malos!) y un vicepresidente que será listillo, más bien oportunista, pero con escasa capacidad para poner en escena esta tragedia.
Echar a un Rey de su casa no es baladí. Sin imputación, sin acusación formal, sin sentencia. Escuchen: Un vicepresidente se atreve a decir que le prohíban salir de España y el presidente, en plan juez y parte, amo de España, se muestra, como si él fuese la Ley, benevolente con la Corona. ¿Quién se ha creído ser y qué poderes se arroga? Son presuntos, muy presuntos, cuando para ellos no existe la presunción de inocencia en los otros.
El mundo entero se asombra. Algunos españoles, más de lo que se piensa, desolados y dispuestos a presentar resistencia. Esto no puede quedar así y de hecho no ha hecho sino empezar.
¿Dónde está el origen? ¿El autor (es) intelectual (es)?
Me llaman de todas partes, asustados, preocupados, indignados, extrañados, curiosos, como si yo supiese más que ellos, ¿qué hacer?
Recurro a la memoria. Les avisé hace tiempo: <<La República la trajeron los monárquicos y, después, la perdieron los republicanos>>.
Pero lo que dijo Ortega se lo dijo así mismo y tampoco se hizo caso: <<Un Estado federal es un conjunto de pueblos que caminan hacia su unidad. Un Estado unitario que se federaliza es un organismo de pueblos que retrograda y camina hacia su dispersión>>.
La dispersión está de moda entre los posibles salvadores. ¿Qué les importa a ellos sino su estatus? ¡Vosotros dispersos tenéis mucha culpa! ¡Sí, vosotros!
En Gobernación ondeaba ya la bandera republicana. Habló el nuevo presidente del Comité Revolucionario, ya convertido en gobierno provisional de la República: <<El gobierno provisional de la República ha tomado el Poder sin tramitación y sin resistencia ni oposición protocolaria alguna…>>. Nos lo han regalado; le faltó apostillar.
A un paso: la violencia.
<<No es esto, no es esto>>. Pero ya era tarde.
Grita el rebaño: <<No se ha marchao; que le hemos echao>>.
<<Delenda est Monarchía>>. Ortega y Gasset, que se dice hombre de la calle, anima.
Se saltaron —una vez más— la legalidad. Ahora volverán a hacerlo.
Si yo fuese el Rey, antes de que sea tarde, diría:
—Me someto a referéndum.
Lo gana de calle.
Falta saber cuál será el siguiente paso del autor (es) intelectual (es) de esta tragedia. Hay muchos personajes ocultos que ya están barajando y repartiéndose las cartas.
Saben que la Corona no es uno, sino una; y por tanto continuidad. Ahora rota. Tocada. Falta hundirla. Eso buscan. Cerrar el paréntesis abierto por ellos mismos en el 31. Entonces les salió mal. Puede que a la tercera vaya la vencida. Incluso bendecida llegue la III: <<bajo palio>>.
Hay que adelantarse porque han ganado por la mano y siguen siendo mano.
Un amigo al que suelo consultar mis inquietudes me recuerda que en España desde 1812 hasta 1978 se sitúan siete Constituciones (la más duradera la de la Restauración -1876- que perduró 47 años) y ninguna ha seguido los pasos legales para su modificación o cambio. Todo ha sucedido de manera abrupta. Malos antecedentes; como para fiarse. El mal ya está iniciado. Tarde o temprano se saltarán la legalidad. Si no lo han hecho ya. Cuidado con la Constitución de 1978. No es necesario renovarla. Se la saltarán como acostumbrados están.
¿Quiénes? Nunca ha estado tan claro: un Gobierno que ha demostrado claramente sus intenciones y que se sostiene gracias a separatistas, comunistas, amparo de terroristas, y medios de comunicación afines, refugio de peligrosos autores intelectuales cuyo fin último es el poder mientras en más sitios mejor, y donde nunca se mida el comportamiento por reglas morales y legales, sino por las suyas.
Hay que adelantarse. Es la hora de dar un democrático puñetazo encima de la mesa. Si es que en España queda algo de dignidad política, popular, incluso, como decían antaño, judicial y eclesiástica.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
6 agosto 2020