LA RESACA DE LA CONSTITUCIÓN. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Este artículo fue escrito el pasado mes de febrero. He cambiado el título. No cambio ni una coma más del contenido. Es actualidad y cada día se van cumpliendo sus negros presagios. La sociedad civil asiste a la defunción de la nación española con la misma inoperancia de un rebaño de mansos corderos. El lobo es el pastor y el hedonismo la religión.

A punto de bajarme en la próxima estación doy un aviso: el tren les dejará en un lugar inhóspito y querrán volver a su patria. Será ya tarde cuando amanezcan en la frialdad de los hielos y la incertidumbre de un lugar donde todos serán sospechosos. Solo lucirán las hogueras donde se queman los libros abrazados a la libertad. Los culpables seremos todos por no haber escrito lo suficiente a la vez que abríamos nuestra inteligencia para percibir el daño. Entre imbéciles todos son sospechosos.

Pablo dijo a los de Éfeso

que había que soportar a los imbéciles,

mas Pablo vivió en el mundo antiguo;

no había best-sellers, televisión, periódicos;

no era entonces su consejo

impracticable

(Antiqua imbecilitas. José Jiménez Lozano).

 


Convencidos ­­de que el gran problema del futuro de España eran las autonomías, conocedores de los antecedentes históricos que arrastrábamos, nuestra transición quedó tambaleante cuando unos cuantos sabios elaboraron una Constitución a sabiendas de que tarde o temprano iba a estallar y saltar por los aires llevándose a España por delante. Lo sabían; y si no, es que no eran los más adecuados para semejante labor.

La Constitución de 1978 fue un intento de armonizar sensibilidades opuestas, que traía un mensaje de paz a los hombres de buena voluntad. Pronto se vio que eso, en España, es imposible.

El fanatismo se armó de pistolas que asesinaron a cerca de mil personas para después entrar en la fase del infame olvido una vez que los asesinos han conquistado las instituciones y son apoyados desde el poder establecido con el honroso título de hombres de paz.

Siguiente paso: romper la unidad de España a través del separatismo burgués, agresivo y amenazador, con el apoyo internacional de sectores harto conocidos.

Superada la fase de la violencia física, la de matar (suponemos y deseamos), hemos entrado en ello: consiste en poner cara de buenos y reclamar unos  derechos (¿derecho a decidir?) inexistentes cuya única finalidad es desunir España y acabar con la convivencia. Para ello se abrazan a los que apoyaron -y apoyan- la primera fase y los invitan a su casa a comer en la misma pocilga.

Todo ello, primera y segunda fase auspiciada desde el poder, el que da manejar las instituciones y apoya el silencio de la tibieza cobarde de muchos, por no decir de casi todos. Pocos se salvan de la mediocridad, o traición, con resultados que veremos en muy poco tiempo, menos del que pensamos.

El proceso pronto entrará en su tercera fase: controlar los medios (ya están acabando el ciclo), modificar la Ley (están en ello), legalizar el delito, eliminar esta Constitución que consagra la forma política de la nación como Monarquía parlamentaria. Ni nación, ni monarquía, ni religión; que son los tres grandes retos que afrontan los nuevos estalinianos: Largo Caballero transformado en Zapatero y convertidos ambos en el transformer Sánchez, aderezado, al fin, con dosis de todo pelaje del extremismo comunista. Malas hierbas.

El gran error de la democracia fue: <<Pan para hoy, hambre para mañana>>. Echaron migas a los gorriones que ahora se han convertido en buitres leonados.

El gran error fue de inocencia estudiantil, de desconocimiento de la historia de este pueblo al que el comunismo se le coló de rondón y anda detrás de él como la hiena tras la carroña.

Aquella Constitución se elaboró con un gran error, y no fue el de las nacionalidades del artículo 2, que también, sino el no haber legislado  para evitar que el separatismo renaciese fuerte y seguro en sus aspiraciones. Sabían y sabíamos que esto ocurriría, pero se miró para otro lado para salvar aquel momento. Nadie tuvo el valor y la fuerza de decir y legislar que España es soberana, independiente, que su integridad territorial está por encima de cualquier capricho separatista; así como el ordenamiento constitucional. Decirlo no era suficiente. Había que llevarlo al Código Penal.

Para cubrirse se inventaron el artículo 8. Calmaban, en principio, el arreón que se temía. Creyeron que le daban fortaleza a la unidad de España, a su integridad territorial: <<Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional>>. ¿Y qué?, ¿para qué? De nada sirve. Papel mojado. Una burla constituida tras un juramento: ¡Soldados! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor…! Cumplir y hacer cumplir la Constitución (?). ¿Un brindis al sol? No hay artículo 8 si la voluntad política negocia con la integridad territorial y la unidad de España. Porque como todos sabemos de aquellos tiempos: <<El poder tiene recursos para todo… ofrece muchas posibilidades. Todo el secreto está en saber manejar los dispositivos legales>>. España en manos de los separatistas. La zorra en el gallinero. El dueño de las gallinas tiene escopeta, pero sin munición.

Fue el gran error: no blindar la unidad de España, su integridad territorial, con la Ley, de manera que cualquiera que plantease su ruptura fuese reo de delito. De grave delito. No debería existir un grupo político que desde dentro, cual caballo de Troya, se convierta en destructor de España, que su planteamiento sea la independencia desde el separatismo. Legislar así, penar a todo el que se constituya contra la unidad e integridad territorial, era, es, y debe ser, constituirse en defensa de la unidad de España y su integridad territorial. Se les olvidó a los padres de la Constitución. ¿O no?

Creo que ya es tarde. Vemos que ni el artículo 116, ni el 155; mucho menos el 8, sirven para evitar que la locura separatista-independentista se produzca. De nada nos vale la Constitución si la voluntad política es contraria. Cuestión de tiempo.

Parece que el dicho popular: <<el que hace la Ley hace la trampa>>, en este caso, y en otros muchos, se cumple. De entrada ya están moldeando la ley a su antojo. Sedición, rebelión, como recuerdo de la ley de defensa de la República, al margen de los tribunales. Toda una pieza de legalidad.

De aquellos polvos estos lodos. La casa patas arriba. Menos mal que aún queda algo de casa.

Pronto habrá mudanza. Vayan embalando. Todo consentido, dialogado, aprobado y legalizado.

¡Vaya error! ¿O no? Dijeron y escribieron: España , su unidad como única Nación, independiente, soberana, íntegra territorialmente, respetuosa con el orden constitucional. Se lo dieron como  misión a las Fuerzas Armadas. ¿Para qué? Se olvidaron de la Ley y cualquiera puede predicar, legislar y, desde dentro, hacer lo contrario. Hasta conseguirlo ante la asombrada mirada de los que nos creíamos que la Ley protegía la unidad de España y su integridad territorial.

Ni la Ley, ni los cañones.

«El golpe de estado es el rayo que fulmina antes de que el trueno pueda ser escuchado» (Gabriel Naudé).

¿Oyen algo? Silencio. Sigan esperando. Esto se acaba.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

24 febrero 2020. Hoy peor: 10 diciembre 2020

ME SOMETO A REFERÉNDUM Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

¿Siguiente paso? Ya se oyen los gritos de la justicia callejera que tanto nos gusta practicar.

—<<No se ha marchao; que le hemos echao>>.

Gritan ahora:

<<¡No se ha ido,
que le hemos barrido!
¡No se ha marchado,
que le hemos echado!>>

Punto de partida: 1931. Acabemos con la farsa del paréntesis abierto que pretenden cerrar. Eso es todo. Una nueva España que no sea España. La ilegal victoria les duró pocos años; y no lo perdonan. Lo volvieron a intentar —1934—, cuando vieron que perdían el poder,  pero como ni ellos mismos se ponían de acuerdo, hicieron lo de siempre: robar y perder.

Robar siempre roban. Oro o sentimientos; pero roban.

Dos incapaces no pueden llevar solos el peso de lo sucedido ahora. Hay algo que no encaja a ojos humanos, sí a los de halcón, en este drama que hoy se representa en España. Un drama que han puesto en escena, un policía corrupto, con mucho poder otorgado, y del que muchos se esconden porque temen. Una señora de dudosa ejecutoria en trabajos de cintura para abajo y experta en traiciones mercantiles. Y la dudosa intervención —sin aclarar por su parte— del Jefe de los Servicios de Inteligencia españoles que deberá devolver, hasta sus últimas consecuencias, la confianza en él puesta (¡qué grave error!). Una mezcla explosiva que alguien ha sabido manejar con acierto moviendo los hilos de un incapaz presidente del Gobierno adulado por los peores políticos de la historia de España (¡mira que los ha habido malos!) y un vicepresidente que será listillo, más bien oportunista, pero con escasa capacidad para poner en escena esta tragedia.

Echar a un Rey de su casa no es baladí. Sin imputación, sin acusación formal, sin sentencia. Escuchen: Un vicepresidente se atreve a decir que le prohíban salir de España y el presidente, en plan juez y parte, amo de España, se muestra, como si él fuese la Ley, benevolente con la Corona. ¿Quién se ha creído ser y qué poderes se arroga? Son presuntos, muy presuntos, cuando para ellos no existe la presunción de inocencia en los otros.

El mundo entero se asombra. Algunos españoles, más de lo que se piensa, desolados y dispuestos a presentar resistencia. Esto no puede quedar así y de hecho no ha hecho sino empezar.

¿Dónde está el origen? ¿El autor (es) intelectual (es)?

Me llaman de todas partes, asustados, preocupados, indignados, extrañados, curiosos, como si yo supiese más que ellos, ¿qué hacer?

Recurro a la memoria. Les avisé hace tiempo: <<La República la trajeron los monárquicos y, después, la perdieron los republicanos>>.

Pero lo que dijo Ortega se lo dijo así mismo y tampoco se hizo caso: <<Un Estado federal es un conjunto de pueblos que caminan hacia su unidad. Un Estado unitario que se federaliza es un organismo de pueblos que retrograda y camina hacia su dispersión>>.

La dispersión está de moda entre los posibles salvadores. ¿Qué les importa a ellos sino su estatus? ¡Vosotros dispersos tenéis mucha culpa! ¡Sí, vosotros!

En Gobernación ondeaba ya la bandera republicana. Habló el nuevo presidente del Comité Revolucionario, ya convertido en gobierno provisional de la República: <<El gobierno provisional de la República ha tomado el Poder sin tramitación y sin resistencia ni oposición protocolaria alguna…>>. Nos lo han regalado; le faltó apostillar.

A un paso: la violencia.

<<No es esto, no es esto>>. Pero ya era tarde.

Grita el rebaño: <<No se ha marchao; que le hemos echao>>.

<<Delenda est Monarchía>>. Ortega y Gasset, que se dice hombre de la calle, anima.

Se saltaron —una vez más— la legalidad. Ahora volverán a hacerlo.

Si yo fuese el Rey, antes de que sea tarde, diría:

—Me someto a referéndum.

Lo gana de calle.

Falta saber cuál será el siguiente paso del autor (es) intelectual (es) de esta tragedia. Hay muchos personajes ocultos que ya están barajando y repartiéndose las cartas.

Saben que la Corona no es uno, sino una; y por tanto continuidad. Ahora rota. Tocada. Falta hundirla. Eso buscan. Cerrar el paréntesis abierto por ellos mismos en el 31. Entonces les salió mal. Puede que a la tercera vaya la vencida. Incluso bendecida llegue la III: <<bajo palio>>.

Hay que adelantarse porque han ganado por la mano y siguen siendo mano.

Un amigo al que suelo consultar mis inquietudes me recuerda que en España desde 1812 hasta 1978 se sitúan siete Constituciones (la más duradera la de la Restauración -1876- que perduró 47 años) y ninguna ha seguido los pasos legales para su modificación o cambio. Todo ha sucedido de manera abrupta. Malos antecedentes; como para fiarse. El mal ya está iniciado. Tarde o temprano se saltarán la legalidad. Si no lo han hecho ya. Cuidado con la Constitución de 1978. No es necesario renovarla. Se la saltarán como acostumbrados están.

¿Quiénes? Nunca ha estado tan claro: un Gobierno que ha demostrado claramente sus intenciones y que se sostiene gracias a separatistas, comunistas, amparo de terroristas, y medios de comunicación afines, refugio de peligrosos autores intelectuales cuyo fin último es el poder mientras en más sitios mejor, y donde nunca se mida el comportamiento por reglas morales y legales, sino por  las suyas.

Hay que adelantarse. Es la hora de dar un democrático puñetazo encima de la mesa. Si es que en España queda algo de dignidad política, popular, incluso, como decían antaño, judicial y eclesiástica.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

6 agosto 2020

FUERZAS ARMADAS Y EL ARTÍCULO 8 DE LA CONSTITUCIÓN. UN GRAN ERROR. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Convencidos ­­de que el gran problema del futuro de España eran las autonomías, conocedores de los antecedentes históricos que arrastrábamos, nuestra transición quedó tambaleante cuando unos cuantos sabios elaboraron una Constitución a sabiendas de que tarde o temprano iba a estallar y saltar por los aires llevándose a España por delante. Lo sabían; y si no, es que no eran los más adecuados para semejante labor.

La Constitución de 1978 fue un intento de armonizar sensibilidades opuestas, que traía un mensaje de paz a los hombres de buena voluntad. Pronto se vio que eso, en España, es imposible.

El fanatismo se armó de pistolas que asesinaros a cerca de mil personas para después entrar en la fase del infame olvido una vez que los asesinos han conquistado las instituciones y son apoyados desde el poder establecido con el honroso título de hombres de paz.

Siguiente paso: romper la unidad de España a través del separatismo burgués, agresivo y amenazador, con el apoyo internacional de sectores harto conocidos.

Superada la fase de la violencia física, la de matar (suponemos y deseamos), hemos entrado en ello: consiste en poner cara de buenos y reclamar unos  derechos (¿derecho a decidir?) inexistentes cuya única finalidad es desunir España y acabar con la convivencia. Para ello se abrazan a los que apoyaron -y apoyan- la primera fase y los invitan a su casa a comer en la misma pocilga.

Todo ello, primera y segunda fase, auspiciado desde el poder, el que da manejar las instituciones y apoya el silencio de la tibieza cobarde de muchos, por no decir de casi todos. Pocos se salvan de la mediocridad, o traición, con resultados que veremos en muy poco tiempo, menos del que pensamos.

El proceso pronto entrará en su tercera fase: controlar los medios (ya están acabando el ciclo), modificar la Ley (están en ello), legalizar el delito, eliminar esta Constitución que consagra la forma política de la nación como Monarquía parlamentaria. Ni nación, ni monarquía, ni religión; que son los tres grandes retos que afrontan los nuevos estalinianos: Largo Caballero transformado en Zapatero y convertidos ambos en el transformer Sánchez, aderezado, al fin, con dosis de todo pelaje del extremismo comunista. Malas hierbas.

El gran error de la democracia fue: <<Pan para hoy, hambre para mañana>>. Echaron migas a los gorriones que ahora se han convertido en buitres leonados.

El gran error fue de inocencia estudiantil, de desconocimiento de la historia de este pueblo al que el comunismo se le coló de rondón y anda detrás de él como la hiena tras la carroña.

Aquella Constitución se elaboró con un gran error, y no fue el de las nacionalidades del artículo 2, que también, sino el no haber legislado  para evitar que el separatismo renaciese fuerte y seguro en sus aspiraciones. Sabían y sabíamos que esto ocurriría, pero se miró para otro lado para salvar aquel momento. Nadie tuvo el valor y la fuerza de decir y legislar que España es soberana, independiente, que su integridad territorial está por encima de cualquier capricho separatista; así como el ordenamiento constitucional. Decirlo no era suficiente. Había que llevarlo al Código Penal.

Para cubrirse se inventaron el artículo 8. Calmaban, en principio, el arreón que se temía. Creyeron que le daban fortaleza a la unidad de España, a su integridad territorial: <<Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional>>. ¿Y qué?, ¿para qué? De nada sirve. Papel mojado. Una burla constituida tras un juramento: ¡Soldados! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor…! Cumplir y hacer cumplir la Constitución (?). ¿Un brindis al sol? No hay artículo 8 si la voluntad política negocia con la integridad territorial y la unidad de España. Porque como todos sabemos de aquellos tiempos: <<El poder tiene recursos para todo… ofrece muchas posibilidades. Todo el secreto está en saber manejar los dispositivos legales>>. España en manos de los separatistas. La zorra en el gallinero. El dueño de las gallinas tiene escopeta, pero sin munición.

Fue el gran error: no blindar la unidad de España, su integridad territorial, con la Ley, de manera que cualquiera que plantease su ruptura fuese reo de delito. De grave delito. No debería existir un grupo político que desde dentro, cual caballo de Troya, se convierta en destructor de España, que su planteamiento sea la independencia desde el separatismo. Legislar así, penar a todo el que se constituya contra la unidad e integridad territorial, era, es, y debe ser, constituirse en defensa de la unidad de España y su integridad territorial. Se les olvidó a los padres de la Constitución. ¿O no?

Creo que ya es tarde. Vemos que ni el artículo 116, ni el 155; mucho menos el 8, sirven para evitar que la locura separatista-independentista se produzca. De nada nos vale la Constitución si la voluntad política es contraria. Cuestión de tiempo.

Parece que el dicho popular: <<el que hace la Ley hace la trampa>>, en este caso, y en otros muchos, se cumple. De entrada ya están moldeando la ley a su antojo. Sedición, rebelión, como recuerdo de la ley de defensa de la República, al margen de los tribunales. Toda una pieza de legalidad.

De aquellos polvos estos lodos. La casa patas arriba. Menos mal que aún queda algo de casa.

Pronto habrá mudanza. Vayan embalando. Todo consentido, dialogado, aprobado y legalizado.

¡Vaya error! ¿O no? Dijeron y escribieron: España , su unidad como única Nación, independiente, soberana, íntegra territorialmente, respetuosa con el orden constitucional. Se lo dieron como  misión a las Fuerzas Armadas. ¿Para qué? Se olvidaron de la Ley y cualquiera puede predicar, legislar y, desde dentro, hacer lo contrario. Hasta conseguirlo ante la asombrada mirada de los que nos creíamos que la Ley protegía la unidad de España y su integridad territorial.

Ni la Ley, ni los cañones.

“El golpe de estado es el rayo que fulmina antes de que el trueno pueda ser escuchado” (Gabriel Naudé).

¿Oyen algo? Silencio. Sigan esperando.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

24 febrero 2020