DEFENSA DE LA PATRIA Y EL DEMÉRITO DEL MÉRITO MILITAR General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

No sé muy bien el significado de «Defensa de la Patria», en la nuestra, España: ¿Mantenerla unida? ¿Su integridad territorial? ¿Que sea de todos los españoles? ¿Que sea soberana? ¿Fronteras abiertas?

Mi duda surge cuando en la Constitución leo una cosa y la contraría. O leo mal, que eso puede ocurrir. Porque si la Constitución dice que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española y da a las Fuerzas Armadas la misión de garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional y a la vez permite romper con la (¿indisoluble?) unidad  de la nación, atacar desde las instituciones su integridad territorial y el ordenamiento constitucional, incluso una vez hecho, se salta el ejecutivo lo dicho por el judicial y se aplaude a los delincuentes, algo es que está fallando o a algunos nos están tomando el pelo.

Entre ellos a las Fuerzas Armadas y no porque tengan que intervenir en este desaguisado entre poderes, que ellas nada pueden —tampoco deben—, sino que hay que poner las cosas claras. ¿O mejor dejarlo en la duda para salvar los intereses propios caso de? No sería la primera vez. Se lo explico otro día.

Veamos la definición de Fundamento: «Principio y cimiento en que estriba y sobre el que se apoya un edificio u otra cosa».

Visto lo cual habrá que cambiar el principio y cimiento de la Constitución. No es la indisoluble unidad de la Nación española su fundamento. Es decir: rompamos el texto constitucional y fundamentémoslo en otro principio, la idea de la nación de naciones por ejemplo o el tan conocido: «España invertebrada».

Creo que el fundamento más acertado sería: «Vamos a contar mentiras»

A continuación habría que cambiar el artículo 8 de la Constitución para que nos empecemos a entender. Para no engañar a nuestros pobres soldados que juran ante la Bandera cosas que no se cumplen. Soldados a Letonia, Malí y Turquía, banderas del mundo, luchas internacionales, guerra de las galaxias y soldados del amor. Aquí no hay fronteras ni nada -incluso ni España- que defender.

Puede que no quieran Constitución sino aquella Ley de Defensa de la República, tan democrática, y que muchos anhelan.

¿Quiénes mandan en España? Los delincuentes en una zona, otras están a la que salta y por algún lugar se han colado los que usaban el pimpampum.

La noticia cercana es que Alemania implanta un servicio militar voluntario de «defensa de la patria». Pretende reforzar a sus Fuerzas Armadas ante las diversas situaciones de crisis de todo tipo a las que su nación puede enfrentarse.

Constará de un periodo de instrucción de unos siete meses y después sus miembros quedarán en situación de reservistas durante seis años.

Lo han bautizado con el nombre de «Un año para la patria» y no contemplan ninguna misión en el exterior.

Ni engañan ni se engañan.

Si quieres mili vete a Alemania.

Aquí ni Constitución ni fundamento. Ni artículo 2 ni 8: poder, solo poder. España está en venta a trozos. De «un año para la patria» aquí en un año sin patria.

Por si había alguna duda el Gobierno, y sus compinches, en un gesto de solidaridad, de perdón, sin revancha, en concordia, sin venganza, entregan a los delincuentes la libertad para seguir delinquiendo; y lo hacen sin ajustarse a lo que dice la justicia, porque la trinidad poderosa del Gobierno acepta el reto del separatismo en lucha y le abre la puerta para que rompa España. Entren y hagan o deshagan.

Siguiendo con la incoherencia en todo lo que pasa en España en estos desconcertantes momentos, el ministerio de Defensa concede la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco al Presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) que a continuación sale en apoyo de los indultos. Raro es que no lo haya hecho con la Gran Cruz al hombro y arrastrando la desvergüenza.

«En atención a los méritos y circunstancias que concurren en las personas que a continuación se relacionan…

Vengo en conceder la Gran Cruz del Mérito Militar con distintivo blanco a las siguientes personas:

Don Antonio Garamendi Lecanda».

No hay la menor duda que concurren méritos y circunstancias: Defensa de la Patria.

Demérito patente. Para mérito el del centinela que espera la aurora.

No voy a hacer como esos que dicen que la devuelven y luego la ponen en la vitrina de su casa.

La mantendré en mi currículo, pero jamás al lado de esos méritos y estas circunstancias. Ha cambiado todo a peor, a mucho peor.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

21 junio 2021

Blog: generaldavila.com

LA LEY DE DEFENSA DE LA REPÚBLICA Rafael Dávila Álvarez

Era tal el desatino de aquellos gobernantes, pactados en «nosotros y contra los demás» e impactados por su propia revolución y ser, ellos, el acabose de España que: temieron.

Tuvieron tanto miedo, que se dijeron: blindémonos y a la cárcel todo lo que se menea. Dictaron una ley y se asignaron vigilancia: la ley contra la Ley y como era tan clara la desvergüenza legal, tan ilegal, dijeron hagámosla Ley; y la hicieron.

Después, viendo que ni por esas iban a estar tranquilos y era difícil mantenerse en el ganar sin ganar, se dijeron: Hagamos lo que haríamos nosotros y declinemos el verbo «poder»: insultemos, señalemos, atribuyamos delitos, golpeemos, peguemos, lancemos de todo y detrás de cada palabra un ladrillo, escrito o no; y pillemos. Pintemos las paredes y las mentes de agresiones contra nos y vos y hablemos desde los montes y valles, de la 1 a la 6, pasando por la 2, la 3 y la 100, que no haya una sola montaña donde no resuene la voz, la nuestra, que clama injusticia y desorden. Apaguemos el resto, que paguen y paren. Si hay que sacar una ley que lo apoye la sacamos y que la firme quien tenga que hacerlo que ya nuestros actos la rubricarán. Lo hicieron y se ciscaron en la Ley y en todos los otros.

Duró aquella ley un tiempo suficiente. La ley de Defensa de la República se había hecho constitucional, acababa con toda libertad expuesta en la mismísima Ley, la Constitución, que venían a ser lo mismo porque eran del mismo cuerpo, pero esa era su interpretación de la Ley. Duró mientras pudo y allá por el año 1933 se sacaron de la manga una ley de Orden Público con la claridad del horizonte puesta en las urnas. Claro que cuando estas fallaron y ya no tenían ese gancho de izquierda, y se había metido en la urna el voto de derechas, dijeron ¡eso no!: la Revolución. Y nos plantamos en octubre de 1934.

Después llegó lo que tenía que llegar y la historia se detuvo en un paréntesis de sangre.

Jugar con la Ley en ocasiones consiste solo en interpretarla. Aprobar una Constitución y guardarse el poder del designio: a los interpretadores. El actor que no cumpla con su papel queda inhabilitado ipso facto.

Toda interpretación conlleva el que pueda ser entendida de diferentes modos y eso es todo un arte, pero artistas de la ley haberlos haylos, además de interpretadores que hoy están en la ley mañana en el escenario.

La Ley de la Defensa de la República, era una medida de excepción y ha sido sustituida por algo más democrático: los Comités de Defensa de la República que no dictan ley, sino que la imponen.

Al final ¿de qué se trata? Miren a su alrededor, si es que les dejan:

—Control de medios;  adiós a la libertad de prensa.

—Dominio y absoluto control de la Enseñanza.

— De la Iglesia Católica no digo nada ya que ella calla.

—Nacionalismo. Barra libre, pero sin revolución que para eso estoy yo.

—Por último y no más grave, crear una sociedad amansada, controlada y apesebrada. Apesadumbrada también.

Del Gobierno y los ejércitos hablaremos otro día.

¿Les suena? No consentirán ser perdedores. Estén preparados porque la van a liar.

No sé si liar viene de ley o más bien de atar y bien atado.

Hay leyes que «más que «de defensa de la Constitución son de ofensa a esta». Ampliable a defensores y ofensores.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

28 abril 2021

EL CRISTO DE MENA, LA II REPÚBLICA Y EL JEFE DE LA LEGIÓN General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Coronel Juan José de Liniers y Muguiro

‹‹Gracias por la lealtad de que siempre me habéis dado pruebas y por la certeza que tengo de que seguiréis siempre siendo un modelo de disciplina››.

Estas irónicas palabras estaban incluidas en el mensaje de despedida que el Rey Alfonso XIII dirigió el 14 de abril a los militares.

No hay la menor duda de que la proclamación de la República se hizo de manera arbitraria y como consecuencia de unas elecciones municipales que nada tenía  que ver con un cambio de Régimen. Nunca hubo una victoria en las urnas ni una Constitución votada por el pueblo. La legitimidad brilló por su ausencia, pero el Pacto de San Sebastián había conseguido su objetivo: derrocar al Rey. Los de la legitimidad todavía andan buscando como respaldarla e intentando convencer de lo que nunca ocurrió.

Después vino lo peor. La Ley de la Defensa de la República (auténtica ley mordaza), la violencia en las calles, dirigida de manera especial contra la Iglesia Católica, la agitación permanente… Un mal comienzo que nada bueno presagiaba. ‹‹ ¡No es esto, no es esto!››, ¿lo recuerdan?, pero era ya tarde.

No hubo muchos defensores de Alfonso XIII ni él tampoco los requirió, pero sí que hubo militares que desde el primer momento vieron que su sitio no era aquel y prefirieron dejar las filas del Ejército. Entre ellos estaba el Jefe de la Legión.

Iglesia de Santo Domingo en Málaga 1931

Mandaba en aquellos días la unidad más emblemática del Ejército español, la Legión, el coronel don Juan José de Liniers y Muguiro, que había sido jefe fundador de la V bandera ‹‹Gonzalo Fernández de Córdoba›› el 1 de noviembre de 1921.

En el momento de la proclamación de la II República el coronel Liniers se encontraba en Madrid en el curso de ascenso a general. El día 15 se entera de la marcha de S.M. el Rey y no tardó ni un momento en tomar su decisión. Puso un telegrama al ministro de defensa Azaña comunicándole su dimisión como Jefe de la Legión y pidiéndole el pase al retiro. El ministro le contestó de inmediato y con gran indignación. Le decía que la petición la cursase por el conducto reglamentario desde su lugar de destino y residencia, Riffien, donde se encontraba su unidad la Legión.

El coronel Liniers tenía muy clara su decisión y volvió a enviar otro telegrama al ministro, esta vez diciéndole que así lo haría, pediría el retiro desde su unidad. No quedó ahí la comunicación sino que le expresaba que la  despedida sería ante sus legionarios formados y dando los vivas reglamentarios hasta entonces:

¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!

‹‹Le aseguro señor ministro que serán contestados con el mayor entusiasmo por todos los legionarios››.

Recibido el telegrama y sin soltarlo de la mano el ministro concedía el retiro inmediato al Jefe de la Legión.

El coronel don Juan José de Liniers y Muguiro tuvo el honor de ser el primero en la historia en acompañar al Cristo de la Buena Muerte con el inicial desembarco de la Legión y posterior desfile por las calles de Málaga. Así se inicia el vínculo entre la Legión y su protector:  el Cristo de la Buena Muerte.

Cristo de Mena

La quema de conventos y destrucción del Cristo de Mena

La llegada de la II República iba a terminar con los desfiles procesionales. El 11 y 12 de mayo de 1931 ardían todos los templos de Málaga. El Cristo de la Buena Muerte, el de Mena, fue quemado con saña. Con el Cristo legionario fueron destruidas 15 tallas de Pedro Mena.

El coronel Liniers fue el primero y el último que, junto a sus legionarios, dio escolta y desfiló con el Cristo de Mena, el de La Buena Muerte y Ánimas. El año 1930 se realizó el primer desembarco y la Legión desfiló, con su Coronel al frente, dando escolta al Cristo recién alistado, al Cristo Legionario, el de Mena.

El año siguiente, 1931, es protagonista del cartel de la Semana Santa de Málaga. Pero el ambiente es distinto. El aire está denso y ya se vislumbra una primavera roja de odio y dolor. Unos aplauden, otros gritan y silban. Como «escandalizantes y provocadoras» califican algunos medios las imágenes procesionales.  Un mes más tarde, el 12 de mayo de 1931, el infierno de odio y fuego que asola a España, a la España cristiana y católica, llega a Málaga, a Mena, y el Cristo Crucificado, el de la Buena Muerte, el de los legionarios, es arrojado a la hoguera. Los pequeños demonios bailan a su alrededor. Creen haber culminado su obra. ¡No! No han quemado al Cristo de Mena, solo fue una madera lo que ardió. El Cristo refugiado en tantos corazones no se perdió. El Cristo como buen legionario aceptó el reto y supo esperar. Se oyó un grito desgarrador: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Era un rezo, una oración, un  lamento que fue escuchado, el que convierte la muerte en Resurrección. Por eso es el Cristo de la Buena Muerte, por eso le rezan y protegen los legionarios. Aquí está de nuevo la Legión, aquí están para rezarte estos soldados, Caballeros que cantan ser novios de la muerte sabiendo que allí estás Tú, esperándonos en nuestro cielo legionario. No abandonar jamás a un hombre…

Los que habéis hecho este desfile procesional bajo la imagen del Cristo legionario sabéis de lo que os hablo y del significado de mis palabras.

No está de más terminar este recuerdo, como pedía despedirse el coronel Liniers, con los gritos reglamentarios:

Cartel de la Semana Santa de Málaga en 1931

¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!

¡Viva el Cristo legionario de la Buena Muerte!

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

Se publicó el13 abril 2017

FUERZAS ARMADAS Y EL ARTÍCULO 8 DE LA CONSTITUCIÓN. UN GRAN ERROR. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Convencidos ­­de que el gran problema del futuro de España eran las autonomías, conocedores de los antecedentes históricos que arrastrábamos, nuestra transición quedó tambaleante cuando unos cuantos sabios elaboraron una Constitución a sabiendas de que tarde o temprano iba a estallar y saltar por los aires llevándose a España por delante. Lo sabían; y si no, es que no eran los más adecuados para semejante labor.

La Constitución de 1978 fue un intento de armonizar sensibilidades opuestas, que traía un mensaje de paz a los hombres de buena voluntad. Pronto se vio que eso, en España, es imposible.

El fanatismo se armó de pistolas que asesinaros a cerca de mil personas para después entrar en la fase del infame olvido una vez que los asesinos han conquistado las instituciones y son apoyados desde el poder establecido con el honroso título de hombres de paz.

Siguiente paso: romper la unidad de España a través del separatismo burgués, agresivo y amenazador, con el apoyo internacional de sectores harto conocidos.

Superada la fase de la violencia física, la de matar (suponemos y deseamos), hemos entrado en ello: consiste en poner cara de buenos y reclamar unos  derechos (¿derecho a decidir?) inexistentes cuya única finalidad es desunir España y acabar con la convivencia. Para ello se abrazan a los que apoyaron -y apoyan- la primera fase y los invitan a su casa a comer en la misma pocilga.

Todo ello, primera y segunda fase, auspiciado desde el poder, el que da manejar las instituciones y apoya el silencio de la tibieza cobarde de muchos, por no decir de casi todos. Pocos se salvan de la mediocridad, o traición, con resultados que veremos en muy poco tiempo, menos del que pensamos.

El proceso pronto entrará en su tercera fase: controlar los medios (ya están acabando el ciclo), modificar la Ley (están en ello), legalizar el delito, eliminar esta Constitución que consagra la forma política de la nación como Monarquía parlamentaria. Ni nación, ni monarquía, ni religión; que son los tres grandes retos que afrontan los nuevos estalinianos: Largo Caballero transformado en Zapatero y convertidos ambos en el transformer Sánchez, aderezado, al fin, con dosis de todo pelaje del extremismo comunista. Malas hierbas.

El gran error de la democracia fue: <<Pan para hoy, hambre para mañana>>. Echaron migas a los gorriones que ahora se han convertido en buitres leonados.

El gran error fue de inocencia estudiantil, de desconocimiento de la historia de este pueblo al que el comunismo se le coló de rondón y anda detrás de él como la hiena tras la carroña.

Aquella Constitución se elaboró con un gran error, y no fue el de las nacionalidades del artículo 2, que también, sino el no haber legislado  para evitar que el separatismo renaciese fuerte y seguro en sus aspiraciones. Sabían y sabíamos que esto ocurriría, pero se miró para otro lado para salvar aquel momento. Nadie tuvo el valor y la fuerza de decir y legislar que España es soberana, independiente, que su integridad territorial está por encima de cualquier capricho separatista; así como el ordenamiento constitucional. Decirlo no era suficiente. Había que llevarlo al Código Penal.

Para cubrirse se inventaron el artículo 8. Calmaban, en principio, el arreón que se temía. Creyeron que le daban fortaleza a la unidad de España, a su integridad territorial: <<Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional>>. ¿Y qué?, ¿para qué? De nada sirve. Papel mojado. Una burla constituida tras un juramento: ¡Soldados! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor…! Cumplir y hacer cumplir la Constitución (?). ¿Un brindis al sol? No hay artículo 8 si la voluntad política negocia con la integridad territorial y la unidad de España. Porque como todos sabemos de aquellos tiempos: <<El poder tiene recursos para todo… ofrece muchas posibilidades. Todo el secreto está en saber manejar los dispositivos legales>>. España en manos de los separatistas. La zorra en el gallinero. El dueño de las gallinas tiene escopeta, pero sin munición.

Fue el gran error: no blindar la unidad de España, su integridad territorial, con la Ley, de manera que cualquiera que plantease su ruptura fuese reo de delito. De grave delito. No debería existir un grupo político que desde dentro, cual caballo de Troya, se convierta en destructor de España, que su planteamiento sea la independencia desde el separatismo. Legislar así, penar a todo el que se constituya contra la unidad e integridad territorial, era, es, y debe ser, constituirse en defensa de la unidad de España y su integridad territorial. Se les olvidó a los padres de la Constitución. ¿O no?

Creo que ya es tarde. Vemos que ni el artículo 116, ni el 155; mucho menos el 8, sirven para evitar que la locura separatista-independentista se produzca. De nada nos vale la Constitución si la voluntad política es contraria. Cuestión de tiempo.

Parece que el dicho popular: <<el que hace la Ley hace la trampa>>, en este caso, y en otros muchos, se cumple. De entrada ya están moldeando la ley a su antojo. Sedición, rebelión, como recuerdo de la ley de defensa de la República, al margen de los tribunales. Toda una pieza de legalidad.

De aquellos polvos estos lodos. La casa patas arriba. Menos mal que aún queda algo de casa.

Pronto habrá mudanza. Vayan embalando. Todo consentido, dialogado, aprobado y legalizado.

¡Vaya error! ¿O no? Dijeron y escribieron: España , su unidad como única Nación, independiente, soberana, íntegra territorialmente, respetuosa con el orden constitucional. Se lo dieron como  misión a las Fuerzas Armadas. ¿Para qué? Se olvidaron de la Ley y cualquiera puede predicar, legislar y, desde dentro, hacer lo contrario. Hasta conseguirlo ante la asombrada mirada de los que nos creíamos que la Ley protegía la unidad de España y su integridad territorial.

Ni la Ley, ni los cañones.

“El golpe de estado es el rayo que fulmina antes de que el trueno pueda ser escuchado” (Gabriel Naudé).

¿Oyen algo? Silencio. Sigan esperando.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

24 febrero 2020

TODO ESTÁ CONSUMADO General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Pedro Sánchez: el candidato

Cuando se consumó la exhumación de los restos de Franco de la Basílica del Valle de los Caídos, confundimos el gesto.

¡Que si la ley de memoria!, ¡que hay que ver!, ¡que a lo que hemos llegado!, ¡parece mentira!, ¡esto es la guerra!, ¡el valle no se toca!… ¡Ya!

Es triste recordar aquello del muerto al hoyo y el vivo… Simplemente es. Ahí está, ahí está.

No nos dimos cuenta que Franco era una escusa, simplemente el gesto, la señal de lo que vendría detrás. Mal agüero, y hasta me atreví a recordar el canto XII de la Ilíada:

<<y llevaba apresada entre sus uñas una roja serpiente color sangre…>>

Ahora se van descubriendo. Ellos y los otros. Casi todo.

Resulta que iban a ganar, pero no ganaron. Lo que no están dispuestos es a perder. Nunca lo sufrieron.

El gesto es lo que significa, es el aviso de lo que con él trae. Los restos de Franco se los llevaron a otra parte. Entre las condiciones: el olvido de la derrota -por ley- y  vuelta a empezar. No era solo vencer a Franco. Un mensaje que creo no necesita más explicaciones. Obviedad.

-Si hemos sido capaces de esto. No sabéis lo que os espera.

Se cerró todo aquello y lo que aquello trajo. Hasta la Navidad; convertida en acto pagano. Volvamos a los inicios y empecemos de nuevo. A los tiempos, no del futuro, no, sino a aquellos anteriores a la derrota. Desde ahí comencemos lo que no supimos ganar con honor. La calle es nuestra. Una vez más. Constituyámonos con aquella Constitución y la ley de defensa de nuestra República.

El Pacto no se llama de San Sebastián, pero nombre tiene.

¿Que la derecha defenderá…? , ¿qué? Como entonces y como ahora. Su parcelita.

¿Presidente? Lo habrá. Hasta Puigdemont podría, que prepara su regreso. O Pujol donde todo empezó de nuevo. Por ahora el que tenemos les ha servido. En bandeja de plata; grabada.

Nosotros, todos, sigamos mirando hacia aquel lugar donde nada se ve.

¡Hechos probados!, dice uno. ¡Discrepamos! dice el otro. Y así.

<<La realidad puede más que la realeza>>, dijo Sánchez-Guerra.

<<Antes de que el sol se ponga>>, conminó Alcalá Zamora.

Todo está consumado. Solo hacen faltan unas municipales.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 diciembre 2019

 

EL CRISTO DE MENA, LA II REPÚBLICA Y EL JEFE DE LA LEGIÓN General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Coronel Juan José de Liniers y Muguiro

‹‹Gracias por la lealtad de que siempre me habéis dado pruebas y por la certeza que tengo de que seguiréis siempre siendo un modelo de disciplina››.

Estas irónicas palabras estaban incluidas en el mensaje de despedida que el Rey Alfonso XIII dirigió el 14 de abril a los militares.

No hay la menor duda de que la proclamación de la República se hizo de manera arbitraria y como consecuencia de unas elecciones municipales que nada tenía  que ver con un cambio de Régimen. Nunca hubo una victoria en las urnas ni una Constitución votada por el pueblo. La legitimidad brilló por su ausencia, pero el Pacto de San Sebastián había conseguido su objetivo: derrocar al Rey. Los de la legitimidad todavía andan buscando como respaldarla e intentando convencer de lo que nunca ocurrió.

Después vino lo peor. La Ley de la Defensa de la República (auténtica ley mordaza), la violencia en las calles, dirigida de manera especial contra la Iglesia Católica, la agitación permanente… Un mal comienzo que nada bueno presagiaba. ‹‹ ¡No es esto, no es esto!››, ¿lo recuerdan?, pero era ya tarde.

No hubo muchos defensores de Alfonso XIII ni él tampoco los requirió, pero sí que hubo militares que desde el primer momento vieron que su sitio no era aquel y prefirieron dejar las filas del Ejército. Entre ellos estaba el Jefe de la Legión.

Iglesia de Santo Domingo en Málaga 1931

Mandaba en aquellos días la unidad más emblemática del Ejército español, la Legión, el coronel don Juan José de Liniers y Muguiro, que había sido jefe fundador de la V bandera ‹‹Gonzalo Fernández de Córdoba›› el 1 de noviembre de 1921.

En el momento de la proclamación de la II República el coronel Liniers se encontraba en Madrid en el curso de ascenso a general. El día 15 se entera de la marcha de S.M. el Rey y no tardó ni un momento en tomar su decisión. Puso un telegrama al ministro de defensa Azaña comunicándole su dimisión como Jefe de la Legión y pidiéndole el pase al retiro. El ministro le contestó de inmediato y con gran indignación. Le decía que la petición la cursase por el conducto reglamentario desde su lugar de destino y residencia, Riffien, donde se encontraba su unidad la Legión.

El coronel Liniers tenía muy clara su decisión y volvió a enviar otro telegrama al ministro, esta vez diciéndole que así lo haría, pediría el retiro desde su unidad. No quedó ahí la comunicación sino que le expresaba que la  despedida sería ante sus legionarios formados y dando los vivas reglamentarios hasta entonces:

¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!

‹‹Le aseguro señor ministro que serán contestados con el mayor entusiasmo por todos los legionarios››.

Recibido el telegrama y sin soltarlo de la mano el ministro concedía el retiro inmediato al Jefe de la Legión.

El coronel don Juan José de Liniers y Muguiro tuvo el honor de ser el primero en la historia en acompañar al Cristo de la Buena Muerte con el inicial desembarco de la Legión y posterior desfile por las calles de Málaga. Así se inicia el vínculo entre la Legión y su protector:  el Cristo de la Buena Muerte.

Cristo de Mena

La quema de conventos y destrucción del Cristo de Mena

La llegada de la II República iba a terminar con los desfiles procesionales. El 11 y 12 de mayo de 1931 ardían todos los templos de Málaga. El Cristo de la Buena Muerte, el de Mena, fue quemado con saña. Con el Cristo legionario fueron destruidas 15 tallas de Pedro Mena.

El coronel Liniers fue el primero y el último que, junto a sus legionarios, dio escolta y desfiló con el Cristo de Mena, el de La Buena Muerte y Ánimas. El año 1930 se realizó el primer desembarco y la Legión desfiló, con su Coronel al frente, dando escolta al Cristo recién alistado, al Cristo Legionario, el de Mena.

El año siguiente, 1931, es protagonista del cartel de la Semana Santa de Málaga. Pero el ambiente es distinto. El aire está denso y ya se vislumbra una primavera roja de odio y dolor. Unos aplauden, otros gritan y silban. Como «escandalizantes y provocadoras» califican algunos medios las imágenes procesionales.  Un mes más tarde, el 12 de mayo de 1931, el infierno de odio y fuego que asola a España, a la España cristiana y católica, llega a Málaga, a Mena, y el Cristo Crucificado, el de la Buena Muerte, el de los legionarios, es arrojado a la hoguera. Los pequeños demonios bailan a su alrededor. Creen haber culminado su obra. ¡No! No han quemado al Cristo de Mena, solo fue una madera lo que ardió. El Cristo refugiado en tantos corazones no se perdió. El Cristo como buen legionario aceptó el reto y supo esperar. Se oyó un grito desgarrador: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Era un rezo, una oración, un  lamento que fue escuchado, el que convierte la muerte en Resurrección. Por eso es el Cristo de la Buena Muerte, por eso le rezan y protegen los legionarios. Aquí está de nuevo la Legión, aquí están para rezarte estos soldados, Caballeros que cantan ser novios de la muerte sabiendo que allí estás Tú, esperándonos en nuestro cielo legionario. No abandonar jamás a un hombre…

Los que habéis hecho este desfile procesional bajo la imagen del Cristo legionario sabéis de lo que os hablo y del significado de mis palabras.

No está de más terminar este recuerdo, como pedía despedirse el coronel Liniers, con los gritos reglamentarios:

Cartel de la Semana Santa de Málaga en 1931

¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!

¡Viva el Cristo legionario de la Buena Muerte!

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

13 abril 2017