EL CRISTO DE MENA, LA II REPÚBLICA Y EL JEFE DE LA LEGIÓN General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Coronel Juan José de Liniers y Muguiro

‹‹Gracias por la lealtad de que siempre me habéis dado pruebas y por la certeza que tengo de que seguiréis siempre siendo un modelo de disciplina››.

Estas irónicas palabras estaban incluidas en el mensaje de despedida que el Rey Alfonso XIII dirigió el 14 de abril a los militares.

No hay la menor duda de que la proclamación de la República se hizo de manera arbitraria y como consecuencia de unas elecciones municipales que nada tenía  que ver con un cambio de Régimen. Nunca hubo una victoria en las urnas ni una Constitución votada por el pueblo. La legitimidad brilló por su ausencia, pero el Pacto de San Sebastián había conseguido su objetivo: derrocar al Rey. Los de la legitimidad todavía andan buscando como respaldarla e intentando convencer de lo que nunca ocurrió.

Después vino lo peor. La Ley de la Defensa de la República (auténtica ley mordaza), la violencia en las calles, dirigida de manera especial contra la Iglesia Católica, la agitación permanente… Un mal comienzo que nada bueno presagiaba. ‹‹ ¡No es esto, no es esto!››, ¿lo recuerdan?, pero era ya tarde.

No hubo muchos defensores de Alfonso XIII ni él tampoco los requirió, pero sí que hubo militares que desde el primer momento vieron que su sitio no era aquel y prefirieron dejar las filas del Ejército. Entre ellos estaba el Jefe de la Legión.

Iglesia de Santo Domingo en Málaga 1931

Mandaba en aquellos días la unidad más emblemática del Ejército español, la Legión, el coronel don Juan José de Liniers y Muguiro, que había sido jefe fundador de la V bandera ‹‹Gonzalo Fernández de Córdoba›› el 1 de noviembre de 1921.

En el momento de la proclamación de la II República el coronel Liniers se encontraba en Madrid en el curso de ascenso a general. El día 15 se entera de la marcha de S.M. el Rey y no tardó ni un momento en tomar su decisión. Puso un telegrama al ministro de defensa Azaña comunicándole su dimisión como Jefe de la Legión y pidiéndole el pase al retiro. El ministro le contestó de inmediato y con gran indignación. Le decía que la petición la cursase por el conducto reglamentario desde su lugar de destino y residencia, Riffien, donde se encontraba su unidad la Legión.

El coronel Liniers tenía muy clara su decisión y volvió a enviar otro telegrama al ministro, esta vez diciéndole que así lo haría, pediría el retiro desde su unidad. No quedó ahí la comunicación sino que le expresaba que la  despedida sería ante sus legionarios formados y dando los vivas reglamentarios hasta entonces:

¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!

‹‹Le aseguro señor ministro que serán contestados con el mayor entusiasmo por todos los legionarios››.

Recibido el telegrama y sin soltarlo de la mano el ministro concedía el retiro inmediato al Jefe de la Legión.

El coronel don Juan José de Liniers y Muguiro tuvo el honor de ser el primero en la historia en acompañar al Cristo de la Buena Muerte con el inicial desembarco de la Legión y posterior desfile por las calles de Málaga. Así se inicia el vínculo entre la Legión y su protector:  el Cristo de la Buena Muerte.

Cristo de Mena

La quema de conventos y destrucción del Cristo de Mena

La llegada de la II República iba a terminar con los desfiles procesionales. El 11 y 12 de mayo de 1931 ardían todos los templos de Málaga. El Cristo de la Buena Muerte, el de Mena, fue quemado con saña. Con el Cristo legionario fueron destruidas 15 tallas de Pedro Mena.

El coronel Liniers fue el primero y el último que, junto a sus legionarios, dio escolta y desfiló con el Cristo de Mena, el de La Buena Muerte y Ánimas. El año 1930 se realizó el primer desembarco y la Legión desfiló, con su Coronel al frente, dando escolta al Cristo recién alistado, al Cristo Legionario, el de Mena.

El año siguiente, 1931, es protagonista del cartel de la Semana Santa de Málaga. Pero el ambiente es distinto. El aire está denso y ya se vislumbra una primavera roja de odio y dolor. Unos aplauden, otros gritan y silban. Como «escandalizantes y provocadoras» califican algunos medios las imágenes procesionales.  Un mes más tarde, el 12 de mayo de 1931, el infierno de odio y fuego que asola a España, a la España cristiana y católica, llega a Málaga, a Mena, y el Cristo Crucificado, el de la Buena Muerte, el de los legionarios, es arrojado a la hoguera. Los pequeños demonios bailan a su alrededor. Creen haber culminado su obra. ¡No! No han quemado al Cristo de Mena, solo fue una madera lo que ardió. El Cristo refugiado en tantos corazones no se perdió. El Cristo como buen legionario aceptó el reto y supo esperar. Se oyó un grito desgarrador: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Era un rezo, una oración, un  lamento que fue escuchado, el que convierte la muerte en Resurrección. Por eso es el Cristo de la Buena Muerte, por eso le rezan y protegen los legionarios. Aquí está de nuevo la Legión, aquí están para rezarte estos soldados, Caballeros que cantan ser novios de la muerte sabiendo que allí estás Tú, esperándonos en nuestro cielo legionario. No abandonar jamás a un hombre…

Los que habéis hecho este desfile procesional bajo la imagen del Cristo legionario sabéis de lo que os hablo y del significado de mis palabras.

No está de más terminar este recuerdo, como pedía despedirse el coronel Liniers, con los gritos reglamentarios:

Cartel de la Semana Santa de Málaga en 1931

¡Viva España! ¡Viva el Rey! ¡Viva la Legión!

¡Viva el Cristo legionario de la Buena Muerte!

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

Se publicó el13 abril 2017

XXX ANIVERSARIO DE LA LEGIÓN: «FUNDÉ LA LEGIÓN PORQUE LA VIRGEN SIEMPRE ME HA TRATADO CON MUCHO CARIÑO». General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Somos muchos los que no conocíamos estas palabras del general don José Millán-Astray, porque, aunque algunos quieran olvidarlo es él, y solo él, el fundador de la Legión. Me llegan sin buscarlas, desconocidas. En las páginas de un libro olvidado ha aparecido el recorte del periódico. Razones habrá.

Son palabras enmarcadas en una entrevista que don Jaime Torner Cervera, periodista y escritor, corresponsal del diario Pueblo, hizo al fundador de la Legión en su XXX  Aniversario. Se publicaba un viernes 22 de septiembre de 1950.

Tengo la certeza de que añadir algo a la entrevista es desnaturalizarla y quitar protagonismo a un documento periodístico de enorme valor, ahora 70 años después, en el Centenario de la Legión. Es por lo que la expongo tal y como se publicó, sin añadir ni quitar ni una coma.

<<El periodista encontró al general legionario como siempre: erguido, procurando no perder un centímetro de la estatura que recibió de la Naturaleza. Con su rostro enjuto, enérgico, cincelado a martillo. Y esa forma suya de hablar, tan peculiar en él, tan inapelable y rotunda, esa voz legionaria que parece que no pudo nunca dejar de ser otra cosa que una herramienta de mando. No se concibe (¡ni siquiera en la edad temprana del general!) otro timbre de voz diferente. Al verle así, entero, desbordante de vitalidad, se encuentra la confirmación de las palabras que en Roma le dirigió S.S. Pío XI en un audiencia privada: <<Te bendigo, tú que eres conductor de muchedumbres>>.

El general encuentra en su despacho madrileño -faltan paredes para colocar tantos recuerdos, banderas, trofeos, retratos, listas gloriosas…- un marco adecuado a su personalidad. Ni siquiera el traje de paisano, chaqueta oscura y pantalón blanco, con el que se hunde en su sillón (civil) de cuero, consigue arrebatarle un gramo de marcialidad. Se comprende enseguida que Millán-Astray no ha podido nunca dejar de ser un gran soldado. El nombre, además de militar, que le corresponde exactamente, es el de gran patricio.

El general recibe al periodista con gran afabilidad. Está muy contento, porque ha recibido telegramas llenos de entusiasmo de los legionarios  con motivo del XXX cumpleaños de la Legión, a la cabeza, el del teniente general alto comisario laureado Varela, que desde Riffien le felicita comunicándole que han hecho cabo legionario a su hijito José Enrique Varela Ampuero. También ha recibido de los coroneles jefes de los Tercios de la Legión y de capitanes generales, generales, gobernadores y otros antiguos legionarios.

El general pregunta de pronto:

-Torner, ¿de dónde eres?

-Soy bilbaíno, mi general.

-Pues es lo mejor que se puede ser.

Claro que el general, a pesar de su tono inapelable, lo dice porque es muy amable. Y añade:

Mira Torner, perdóname: Te tengo que decir que a través de mi larga vida, cuando me han hecho alguna interviú, lo mismo si eran periodistas españoles que extranjeros, he pedido y siempre lo obtuve, no hacerme decir a mí nada que yo no dijera y a tener la bondad de mandarme las pruebas antes de publicar la entrevista. ¿Qué sabor político tiene tu periódico?

-Fundamentalmente, como lo dice su título, es amigo del pueblo.

Y el general, rápidamente dice:

Me suscribo a ese ideal. Amo al pueblo, si adulación, pero con amor entrañable, sufriendo con los que sufren, llorando con los que lloran yéndolos a ver, a conocer y a visitarlos en las habitaciones por llamarlas algo, ya que tendríamos que llamarlas “tugurios”. Amor cristiano para que no sepa la mano derecha lo que hace la izquierda. -:Si- continúa el general, con sincero entusiasmo-, pueblo querido, humildes queridos, obreros madrileños que cuando me ven me saludan con tan emocionado cariño. Alquitranadores de la carretera del Escorial, que cuando les hablé me hicieron una despedida legionaria, sin saber que lo hacían. Niños del barrio de Las Latas, que besan las manos a mi mujer. Y en los simpáticos barrios bajos, cuando mi coche se para en algún cruce para esperar el paso, me presentan sus hijos por la ventanilla, diciéndome: ¡Míralo! Yo amo al pueblo y no pido nada de él, como no sea amor. Nunca he ambicionado otra ambición que la servir a Dios y ser leal. ¡Lealtad!, excelsa y a veces penosa virtud.

Descansa el glorioso general unos segundos y continúa:

-Bueno, querido Torner, ya he hecho sin querer una arenga. Es que estoy inflamado por ser el trigésimo aniversario de la Legión. ¡La Legión! La que rescató Annual y enterró a los muertos insepultos, la que en Melilla dio el grito de liberación el día 17 de julio, la que tuvo 11.000 bajas en Marruecos, y en la Liberación diez mil muertos y treinta y cinco mil heridos, de ellos seis mil Caballeros mutilados. ¡La Legión! Con su Credo: Amor a Dios, culto a la Patria, al honor, al valor, al espíritu de sacrificio, a la cortesía. Que los legionarios somos pobres de dinero, que somos honrados, aunque el ser honrado es mérito ni debe decirse; pero en estos tiempos quizá el ser honrado va a ser un título tan escaso y elevado como antes los de duque, marqués o los señoríos.

-¿Quieres algo más, Torner?

-Ruego me diga, mi general, por qué creó la Legión?

-Me hablas de la Legión. La Legión es una religión. Un culto al honor, al valor, al sacrificio y a la disciplina.

La fundé porque la Virgen siempre me ha tratado con mucho cariño y me inspiró el fundarla cuando más falta le hacía a la Patria, para que fuera el “arca santa donde estuvieran depositadas las esencias del heroísmo y de la disciplina, para abrirla cuando hiciera falta”. Ya comprenderás que estas palabras, aunque sean ciertas, solamente las puedo decir porque las pronunciaron los labios ya sagrados de aquel general tan grande, tan caballero y tan generoso que se llamó don Miguel Primo de Rivera.

-¿Qué le parece a usted mi general, como legionario austero el trato que les dan a los soldados americanos, de regalo y casi mismo?

-Pues francamente, hijo –y te llamo hijo también porque has estado en Riffien –los padres, cuando les regalan y miman a sus hijos, nunca les parece mal, y yo miro a los soldados como hijos y a los soldados americanos también porque también estuvieron en nuestra Legión y murieron por ella, y por cierto te voy a dar la copia del telegrama que dirijo hoy al Coronel Jefe del Tercio Duque de Alba II de la Legión.

Dice así:

“Coronel Jefe del Tercio Duque de Alba II de la Legión. Riffien. Ceuta.- Recibo tu felicitación. Con alegría celebro con vosotros XXX aniversario de la muy heroica, muy gloriosa, muy sufrida y muy austera Legión. Dediquemos una oración a nuestros diez mil muertos y un recuerdo cariñoso a nuestros treinta y cinco mil heridos, de ellos seis mil caballeros mutilados. Te pido que en acto reservado, íntimo, como a ti mejor te parezca, dedique la Legión un saludo fraternal a los quinientos caballeros legionarios de la Legión Francesa que han muerto en Indochina en estos días heroicamente, como mueren los legionarios cuando les llega el momento. ¡Viva la Legión Francesa! ¡Viva la Legión española!” Vuestro coronel fundador, Millán Astray”.

-¿Por qué cree, mi general que consigue electrizar a los soldados cuando les habla? -una pregunta algo obvia para quien conoce su contagiosa vitalidad-.

-Es muy fácil, a los soldados y a los que sean soldados, ir con la verdad, decirla y que los que te escuchan estén propicios a escuchar. Porque la electricidad, o lo que tú quieres llamar, es la verdad y el amor.

-Volviendo a la Legión, mi general, ¿por qué cree que el soldado legionario es el mejor del mundo?

-El soldado legionario no es que sea el mejor del mundo. Son así los legionarios de todas las Legiones; si están hechas con espíritu de verdadera Legión, son todas heroicas. La Legión Americana lo mismo, y ahora todos los que mueren en Indochina en su inmensa mayoría son legionarios. Es la recluta de aquellos trovadores que iban cantando poemas, y estos de ahora, además entregan la vida porque para ellos jugarse la vida es un poema. ¡Ah!, y si no es así y van solo por la paga, esos no son legionarios, son unos mangantes, y los mangantes jamás se han enganchado en ninguna Legión Heroica>>.

Jaime TORNER

No he encontrado ni creo encuentre nadie, mejor recuerdo y homenaje en este Centenario a La Legión. Siguen vigentes sus palabras, las últimas que pronunció su fundador en su XXX aniversario.

Aquellos trovadores que iba cantando poemas… y compusieron la más bella Ilíada de la historia de España: La Legión. La composición más importante de la historia militar española y fundamental pedagogía de milicia.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez (Fue general de la Legión entre 2001-2004)

Blog: generaldavila.com 

22 junio 2020

CENTENARIO DE LA LEGIÓN (72-6) DIARIO DE UNA BANDERA. COMANDANTE FRANCO. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez)

CENTENARIO DE LA LEGIÓN (72-6) DIARIO DE UNA BANDERA. COMANDANTE FRANCO. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez)

 

IMG_20151006_205346Los que amáis a la Legión, os interesáis por ella, o simplemente sentís curiosidad por saber lo que es y quiénes son los legionarios, estáis obligados a leer tres libros. El primero de ellos: ‹‹La Legión››, escrito por su fundador, el Teniente Coronel Millán-Astray. El otro: ‹‹Diario de una Bandera››, escrito por el Comandante Franco, lugarteniente del fundador y, junto a él, creador y ejemplo del espíritu de la Legión.

Hay un tercer libro cuyas letras han quedado escritas con sangre en las ardientes páginas africanas: Valenzuela. El Teniente Coronel Valenzuela, Jefe de la Legión, muere al frente de sus legionarios como quisiera morir cualquier Jefe de la Legión que se pone al frente de sus hombres. Ya está escrita la historia de la Legión, la única: el sacrificio hasta la muerte si necesario fuera. Estos tres libros, escritos con sangre, sobre la tierra y sobre el papel, son las fuentes de la Legión explicada desde la cruda realidad del combate y la tragedia legionaria, historias de guerra y de hombres ante la guerra. Son el manual del soldado, el idioma del combate y el espíritu que renace.

Tendrá que escribirse el libro del Centenario de la Legión. El primer capítulo está ya escrito: Millán-Astray, Valenzuela, Franco.images Son el camino trazado, el ejemplo a seguir, el Credo ordenado cumplir ¡siempre!, hasta morir.

‹‹Diario de una Bandera›› no es la historia de una Bandera de la Legión, la del Comandante Franco. Va más lejos. Es la Legión que trabaja, combate y muere, es la  épica legionaria. En cada uno de sus hechos habla la Legión en romance.

Franco relata los comienzos de los legionarios, cada uno distinto, la mayoría envueltos en el olvido, los honores y la gloria. Ser Caballero no es baladí. Buscan, ni ellos lo saben,  galones o estrellas, aún a costa de la muerte. No todos lo logran, ni una cosa ni la otra. Ser Caballero legionario es un título que no todos pueden conseguir.

‹‹Diario de una Bandera›› está escrito por el Comandante Franco cuando el sentimiento legionario aflora. Es un relato épico del sufrimiento, del compañerismo, del amor a España y a su Bandera ganada con la sangre de los legionarios. Es historia de la Legión.

Octubre de 1920. Riffien, cuartel de legionarios.

Jura de Bandera. Quieren la suya. Teñirla con su sangre. Habrá que esperar.

Legionario, legionario soy

Y  mi niña dice, cuando a verla voy

¡Niño mío!, yo quiero ser la primera

Que se abrace a la Bandera ganada por la Legión.

Soledad, camaradería, algún combate… de boxeo. Aburre y cansa la quietud a estos hombres de guerra.

Trabajo a destajo. Ellos quieren ser infantes. África es escuela, nervio y alma de la Infantería.

¿Quiénes son esos soldados

De tan bonitos sombreros?

Es el Tercio de legionarios

Que llenan sacos terreros

29 de junio de 1921. Primer día de gloria. ¡Al fin!… Buharratz, Muñoz Crespo. Asoman los héroes: Torres Menéndez, Ortiz de Zárate, Arredondo, Monterito, cuarenta legionarios muertos.legmelilla--478x270

Ya se oye ¡La Legión! ¡La Legión!

22 de julio. ¿Qué sucede? Melilla. Le toca a la I Bandera, la de Franco. ¡En socorro de Melilla! El Fondak, a Tetuán. ¿Será posible? ¡Hay que seguir! ¡Hay que seguir! Sordos a la corneta hay que despertar  a los legionarios. Dos noches sin dormir, más de cien kilómetros en día y medio. La más dura marcha de una unidad de infantería, sin apenas descanso, algún sueño breve en la cuneta. La legión empieza a vivir y a sentir su Credo.

¡Melilla! Se entra cantando, La Madelón… No queda nada de la Comandancia General. Gritos de ¡Viva España! ¡Estos son soldados, que negros y qué peludos vienen!, mil comentarios, las emociones más grandes de la vida militar. Para esto se fundó la Legión.

Nador, Monte Arruit… en la guerra hay que sacrificar el corazón ¡esperan tantas posiciones!

Las salidas son casi diarias y el aprovisionamiento de las posiciones requiere la presencia de la columna y librar combate con el enemigo. Como un chorreo van disminuyendo los efectivos de la Legión y Regulares.

El Atalayón, Caseta del Tren, Sidi-Hamed (solo Manolo, el valiente cantinero, visita a diario la posición)…

Los blocaos, el de la Muerte, Mezquita, Dar Amed (el Malo).

Dar Amed desaparece bajo los escombros. Antes, un Cabo y catorce legionarios, voluntarios,  han ido en su auxilio. Saben que van a morir. El legionario Lorenzo Camps, había cobrado días antes la cuota y no había tenido ocasión de gastarla, hace entrega de las 250 pesetas a oficial diciéndole:

  • Mi teniente, como vamos a una muerte segura ¿quiere usted entregarle en mi nombre este dinero a la Cruz Roja?

Recreación-de-la-gesta-de-TerreroEl cabo que los manda es el legionario Suceso Terreros cuyo nombre figura con letras de oro en el Libro de la Legión.

¡Así mueren los legionarios por España!

¡Casabona! Felicitaciones: ‹‹ Con su indomable valor, con su admirable amor patrio, con su incomparable pericia…››

¡Viva España! ¡Viva la Legión!, grita el bravo Blanes, abanderado de la primera Bandera. Se lo llevan gravemente herido.

Solo se ve a Millán-Astray. Lo manda todo cuando cae herido el bravo jefe de Regulares, González Tablas.

Nador, Tahuima, Sebt y Ulad-Dau…

El ardor de aquellas tierras se humedece con sangre legionaria. Cuatro bajas, veinte, cien bajas… ¡Viva la Legión! ¿Y si no se hubiese creado la Legión?

El 10 de octubre de 1921 es glorioso en la historia de la Legión. El Gurugú, de Segangan a Taxuda. Las bajas se multiplican. El enemigo con gran arrojo ataca por todos lados. Hace falta espíritu más que balas. Hasta los acemileros acuden al fuego.

El pecho descubierto de los legionarios parece blindado con acero

¡En avant! ¡En avant! Grita un legionario francés.

Se lucen las baterías gallegas ¡admirables! Se convierten en la artillería de la Legión.

Monte Arruit ¡al fin! No se puede describir el horrendo cuadro que se presenta. La mayoría de los cadáveres han sido profanados o bárbaramente mutilados… Sobre la fosa común un puñado de tierra. Y una oración legionaria. Porque juntos formamos bandera.

La Legión va creando su historia de bravura y lealtad.descarga

Y así, continúa el relato de guerra. Como entonces fue y como desde entonces se grabó en el alma legionaria. ¡Para siempre!

Pasan los legionarios por la plaza y se escucha a un grupo de soldados la inspirada canción del Legionario, de la que es autor el comandante Cabrerizo. Es uno de los cantos más bonitos hechos a la Legión:

Legionario, legionario,images

Canta alegre tu canción,

Que el cantar es legendario

En nuestra heroica Legión

Soy legionario de España

Que una hazaña sin rival

Daré al libro de su historia

Para ofrendarle la gloria

De otra página inmortal.

Páginas inmortales para nuestra heroica Legión. Tres jefes, los primeros: Millán-Astray, Valenzuela, Franco.2040

Muchos otros hemos mandado las tropas de la Legión. Es el honor de mandar sobre el valor. Nuestra base, la fuente de nuestro hacer, nuestro reglamento y conocimiento, está escrito en los libros y el ejemplo de sus tres primeros jefes: Millán-Astray, Valenzuela y Franco. Son la esencia y el alma de la Legión, lo que fue, lo que es y lo que será.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

26 enero 2020