Cuando un proceso revolucionario/subversivo se encuentra en el tramo final de su desarrollo la internacionalización del “conflicto” se hace necesaria si se quiere una ocupación del poder efectivo.
En el “proces” catalán, alcanzado el quebranto de la estructura del cuerpo social, trastocados los principios en los que se fundamenta la convivencia cívica, y obtenido un cierto equilibrio aparente de fuerzas con el poder central, así como el dominio de las masas y control de las calles, todo apuntaba a un cercano éxito para la secesión si se hubiera logrado un cierto apoyo internacional. No ha sido así; al contrario, lo que han obtenido ha sido un fracaso monumental y seguramente sea esta la causa del presente “impasse” en el que nos encontramos después de la entrada en vigor del artículo 155 de la Constitución.
En cualquier tipo de guerra, incluida la subversiva o revolucionaria, hay un principio básico de actuación que consiste en que una vez lograda la disminución de la capacidad del enemigo es necesario consumar su destrucción. Tal parece que en el momento presente, con la entrada en vigor del ya citado artículo, y descabezada la dirección del proceso, era el momento de la aplicación de ese principio incidiendo sobre un elemento tan vital como lo son los medios, en este caso sobre la TV3 y radio Cataluña, medios básicos de la propaganda sediciosa y separatista. No ha sido así, al menos mientras escribo estas líneas, y es evidente que una decisión como esta no puede deberse a la ignorancia del Gobierno del Sr. Rajoy, sino a una especie de acuerdo con no se sabe quién. Ciertamente un misterio que unido a la convocatoria de unas elecciones que por su cercanía no van a reunir ni por asomo las condiciones mínimas de ecuanimidad y sosiego que unas elecciones libres requieren y que no parece que vayan a solucionar nada.
Por otra parte llama la atención la pasividad y tranquilidad con las que los adoctrinados seguidores del independentismo –especialmente los antisistema– han acogido las duras medidas impuestas por el Gobierno tal que si respondieran a una clara indicación de quienes los manejan para mantenerse quietas.
Cualquier avezado estudioso de las doctrinas subversivas sabe que el proceso está sujeto a variaciones en función de las circunstancias de cada momento y es completamente normal la superposición, acortamiento, supresión o desdoblamiento de etapas incluyendo retrocesos bruscos hasta, incluso, tener que empezar de nuevo en el punto inicial. Es lo que se conoce en términos de la subversión como el baile del minué: dos pasos adelante y uno atrás.
En mi opinión la no intervención de los medios base de la propaganda subversiva, así como la convocatoria de unas elecciones tan cercanas en el tiempo, lo único que van a conseguir es dar un balón de oxigeno de suma importancia a los instigadores del reciente golpe de estado habido en Cataluña. Para mí un error garrafal de libro.
Y si a todo esto añadimos la que me temo enorme dificultad que el poder judicial va a tener para acusar a nadie de rebelión, traición o sedición a la vista de lo que se puede leer en el código penal, a propósito de estos delitos, que para serlo deben ir acompañados de tumulto o violencia – y no parece que la haya habido – mucho me temo que aquí se va a ir de rositas hasta al apuntador salvo algunos pardillos como el Sr. Trapero a quien bien han engañado.
Bien sabe Dios cuanto me gustaría equivocarme en todas estas hipótesis que no son otra cosa que el fruto de la pormenorizada lectura de la teoría subversiva y de cuanto estoy observando.
Uno tiene la impresión de que no existe una clara voluntad de vencer a la subversión sino más bien una voluntad mediatizada por los intereses partidistas del PP, PSOE y C,s superpuesta al interés general de los españoles.
No recuerdo bien quien dijo aquello de que comprendía la cobardía, admiraba la valentía y odiaba profundamente a los oportunistas pero lamento encontrarme ahora en esa tesitura y es que no acabo de comprender bien todo cuanto está sucediendo.
Por supuesto que en estos momentos soy de la opinión de que hay que estar con el Gobierno en estos momentos difíciles más no puedo abstraerme, a la vista de lo que veo, a que aquí hay algo que no me encaja para nada.
¿Escepticismo derivado del estudio o instinto del veterano que ya ha visto muchas cosas extrañas en esta nación?
Según avancen los días y se sucedan los acontecimientos quizás se aclaren mis dudas. Veremos.
Juan Chicharro Ortega
General de Infantería de Marina (R.)
Blog: generaldavila.com