Las órdenes son la columna vertebral de un Ejército. No ordenar es desordenar y hacerlo tarde o mal es perder la batalla, incluso la guerra.
En la catástrofe de Valencia nunca hubo posibilidad de victoria, aunque es hora de preguntarnos si esta lucha contra la naturaleza pudo afrontarse en mejores condiciones. Va siendo momento del análisis aunque todavía no se haya resuelto la mayor parte de las tragedias personales. La Administración es lenta y desmemoriada y por ello creo necesario antes de que pase demasiado tiempo pensar en voz alta y enumerar aquello que desde el frío análisis pueda servir para próximas, que las habrá, tragedias. Nunca hablaremos de victorias porque después de una batalla perdida nada hay más triste que una ganada. Aquí siempre se pierde. ¿Pero se pudo y puede hacerse algo más y mejor?
La actuación de las Fuerzas Armadas ha sido impecable, dando un ejemplo de lo que significa «cumplirá su deber, obedecerá hasta morir» y «no abandonar jamás a un hombre en el campo hasta perecer todos». Ese espíritu del Credo de la Legión, hoy base de la formación y actuación de nuestros soldados, resume el sentir de todos y cada uno de ellos.
Todo funciona bajo un estricto control que se estructura con los mimbres de la obediencia y disciplina bajo una entrega absoluta confiada a la preparación para cumplir con el deber, sea este cual sea, dentro de una cadena jerárquica que funciona con pocas alteraciones bajo las órdenes del mando, órdenes que han de ser claras, que se entiendan, que se cumplan, que cada uno sepa lo que se le pide, y si es posible, por qué se le pide.
Así de sencillo: solo hay que ponerla en funcionamiento con una orden. Esa es la clave. El resto funciona con un rigor y eficacia sorprendente. Incluso ante un problema difícil, cuando no puedes consultar, se confía en la intuición, pues cuando se conoce el oficio y se está identificado con él, la intuición te marca el camino a seguir. No hay nada peor que el pánico o la inacción.
El día 29 de octubre a las 15.59 horas la Comunidad Valenciana solicitaba el despliegue de la Unidad Militar de Emergencias (UME). Esta unidad, actualmente, no depende operativamente de la cadena de mando militar , sino que lo hace directamente del titular de Defensa, es decir que está fuera de la estructura de las Fuerzas Armadas, actúa como mando independiente, un cuarto mando desmarcado de la estructura de mando: Jefe de Estado Mayor de la Defensa (JEMAD) como Mando operativo, y los jefes de Estado Mayor de los ejércitos y Armada, JEME, AJEMA y JEMA.
A esa hora de ese día un elemento de reconocimiento de esta Unidad de Emergencias se trasladó en minutos a la zona solicitada, Utiel-Requena, y dada la situación la jefatura de la UME decidió enviar 100 soldados que al llegar comunicaron situación de alto riesgo.
El general de la UME hizo uso de sus herramientas como son la Alerta Temprana y el Despliegue Adelantado que le permiten alertar a sus unidades desplegadas en Valencia, Sevilla, León y Madrid. Al atardecer, ya cercanas las 21.00 horas la Comunidad Valenciana solicitó la intervención de la UME en toda la provincia de Valencia. La noche del día 29 de octubre no hubo más presencia militar en la zona y fue cuando se activaron elementos exclusivamente de la UME, no otras unidades militares, para trasladarse a la zona de la catástrofe. Próximo al amanecer del día 30 se enviaron las instrucciones de coordinación para que las unidades de la UME desplegasen sobre puntos concretos del terreno. Lo hicieron cerca de 1200 soldados de Emergencias con su material específico y 2 de sus helicópteros.
La Directora General de Emergencias y Protección Civil se encontraba volando hacia Brasil.
A estas horas y dada la magnitud de la catástrofe desde la jefatura de la UME se empieza a solicitar ayuda a los ejércitos que según el jefe de la UME directamente él lo solicita al JEMAD y JEME,s. Esta ayuda en principio se limitó a varios helicópteros que se incorporaron a las labores de búsqueda, rescate y transporte además de un equipo de coordinación aérea.
El día 30 de octubre es la Unidad Militar de Emergencias la que sigue actuando y llevando el peso de la actuación militar sin que todavía se haya producido intervención de unidades pertenecientes a la estructura de los ejércitos, salvo los mencionados helicópteros. Están trabajando en la zona alrededor de 1200 soldados de la UME con sus medios más el apoyo de los helicópteros.
Así llegamos al día 31 de octubre sin variaciones al margen de las que suponemos que con toda seguridad tomaron los jefes de los ejércitos alertando a sus unidades por si se ordenaba su intervención. La situación no era para menos.
En ese momento muchos no damos crédito a lo que veíamos y escuchábamos. Era evidente que la situación se había desbordado y los servicios civiles de emergencia e incluso la UME eran insuficientes para controlar aquel escenario caótico. Solo había una solución que había que tomar con urgencia: la intervención de los ejércitos. Era cuestión de vida o muerte.
Ante la urgencia ese día 31 a las 18.30 horas publico en este blog un llamamiento por si alguien lee: «No hace falta ser muy listo para darse cuenta de la necesidad de desplegar unidades militares en ayuda de la población y su infraestructura en las comunidades afectadas por la tormenta llamada DANA. Hace falta alguien que mande y ponga tranquilidad y eficacia en tanto desastre.
Desde un principio, como toda la vida se hizo, las unidades convencionales de los ejércitos, por número y organización, son las que pueden mantener calma en la tragedia, llegar a los recónditos lugares, retirar, desescombrar, organizar una situación caótica. No sé a qué esperan cuando tanta prisa se dan para enviarnos fuera, al extranjero.
Esto se hizo siempre, pero de un tiempo a esta parte parece que lo militar es mejor desmilitarizarlo. No es momento de discusiones políticas, tiempo habrá, pero suenan demasiadas voces irresponsables ofreciendo lo innecesario ahora y que en lugar de dar tranquilidad exacerban a la gente que sufre. Siento no tener edad para ponerme al frente de un pelotón, pero les aseguro que los únicos que pueden acelerar los tiempos y aliviar los sufrimientos son las unidades militares que cuentan con el personal idóneo, los medios, el talante, las ganas y la eficacia.
Den las órdenes y desplieguen las unidades militares necesarias si quieren llevar alivio y tranquilidad a la zona. Siempre se hizo así y la historia habla del alivio y el sosiego que produce la presencia de un soldado.
¿Por qué no se hace? ¿A qué esperan?
Esto es una guerra con graves consecuencias. Mientras más tarden peor. No digan que no se les avisó».
De inmediato me llegan noticias: 500 militares más se sumarán mañana (ya día 1) a los 1200 desplegados en la zona. Son las 19.15 horas del día 31.
Más de 48 horas desde el comienzo de la tragedia.
Informan que ha sido muy doloroso ver que pese a que lo han ofrecido la Generalitat Valenciana «les relegó a Utiel. Ahora quieren al Ejército».
Todo queda dicho. ¿Después de 48 horas? Cuesta creerlo y la impresión que recorre las unidades es de que llegan tarde. Es una Emergencia nacional, es necesario un mando único, una coordinación que no hay. Lo que se encuentran no es una emergencia, sino una catástrofe comparable a una guerra que ha desolado población e infraestructura. Ya no hay enemigo a quien batir, sino destrucción y muerte, solo queda ayudar en lo que se pueda y levantar el ánimo en medio de la desolación que a cada minuto se transforma en indignación.
La tragedia sigue. Ahora hace falta comprobar minuto a minuto lo ocurrido y asumir responsabilidades, pero sobre todo poner soluciones que no sean culpar al cambio climático cuando los muertos ya no pueden preguntar ¿por qué?
Nivel 3, Emergencia nacional, mando único, coordinación al más alto nivel. Cuantas preguntas a las que responder. ¿Política o ayuda?
Desde el punto de vista militar es necesario un juicio crítico y extraer las lecciones aprendidas: se ha llegado tarde. Otro porqué. Grave.
Sin ánimo de reproches es evidente que la situación estuvo en manos políticas y la Administración no hizo uso de las capacidades disponibles. Es de esperar que fuese error u omisión sin mala intención porque desde un principio se vio la gravedad de los hechos y la misma emergencia civil o militar se vio desbordada y sin capacidades para enfrentarse a aquel monstruo.
Lo militar estaba expectante y dispuesto. Seguro que avisaba y alertaba.
Hay que revisar los protocolos de actuación de la Unidad Militar de Emergencias, su dependencia y mando que debe integrarse urgentemente en la cadena de mando militar. Hay un mando operativo militar que todo lo coordina y esta es la ocasión. No estaría de más revisar los planes y métodos en emergencias y traer a colación los que durante toda la vida se llevaban a cabo desde los mandos regionales antes de crear la UME.
Cerca de 8000 soldados en la zona de la catástrofe más los apoyos obligados que deben prestar a sus tropas los Cuarteles Generales de los ejércitos requieren un esfuerzo operativo y logístico que habrá que analizar y que desde luego no se mandan desde la estructura de una unidad de emergencias. No es la vía telefónica la solución, sino la previsión de los apoyos y el mando único y coordinado de toda la estructura militar bajo su cadena de Mando operativo. La coordinación de algo tan grave se escapa no solo a una unidad de emergencias sino también a su mando y Estado Mayor. Esto no es una emergencia, sino una devastación como en la guerra.
Se ha puesto en tela de juicio la coordinación de las administraciones, que muestran su agotamiento y colapso, la mala intencionalidad política, pero también es manifiesto que hay fallos en la actuación militar y no precisamente por los ejércitos, su Mando y sus unidades, que han demostrado sus capacidades y entrega absoluta más allá de su deber, sino por la injerencia de la política en el mando militar.
Es hora de asumir responsabilidades políticas con la honradez que requiere aceptar haber sido incapaz de dirigir y coordinar la reacción a una tragedia para la que en teoría estábamos preparados. Sumidos en el caos.
«La negligencia individual provoca un perjuicio colectivo, y la diligencia propia produce un triunfo colectivo» (Alejandro Magno).
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
18 noviembre 2024
Blog: generaldavila.com
