EL PODER AERONAVAL: EL F35 UNA MUESTRA MÁS DE LA GRAVE SITUACIÓN DE NUESTRAS FUERZAS ARMADAS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

Mi amigo y compañero el coronel del Ejército del Aire y del Espacio, Julio Serrano Carranza, colaborador de este blog y del libro recién editado De soldado a general, me hace saber que en su ejército hay un aforismo que dice «El jamón serrano y el avión americano«. Por algo será.

La Infantería es la reina de la batalla, pero en la guerra, incluso ella, siempre se mira al cielo. ¿Amigo o enemigo?

Tanto para un buen ataque como para una eficaz defensa se necesita superioridad aérea y a día de hoy este es un concepto sin límites en el aire-espacio, por el que todos luchan, el dominio de ese lugar decisivo.

Hemos asistido a guerras sin infantería visible (aunque sobre el terreno haya habido unos «hombrecillos verdes» o asimilados) como la reciente de Irán donde no ha habido botas en el terreno (que sepamos) y donde la primera medida de ataque del ejército de Israel fue acabar con las defensas antiaéreas y con todos los aviones iraníes antes de que ninguno alzase el vuelo. Después, ya el cielo estaba libre y todo era posible para cumplir el objetivo: acabar con su producción nuclear y crear un caos de derrota moral cuyas consecuencias aún tendremos que ver. Una guerra ganada desde el continuo aire-espacio.

La incertidumbre llega sorpresivamente desde ese lugar, aire-espacio, lo que ha llevado a los ejércitos, al menos por ahora, a suprimir las grandes formaciones terrestres de ataque que pueden ser mermadas por un enjambre de drones. La tecnología es una batalla que se libra en las retaguardias para crear una máquina invencible y los parámetros de investigación se centran en plataformas que dispongan de todo el poder, de manera que puedan ejercerlo lejos y con fuerza decisiva. Las formas de destrucción, antes que tener que hacer uso del arma atómica, evolucionan para lograr la sorpresa que consiste precisamente en eso: obligar a combatir al enemigo en el lugar o en el momento para él inesperados o en emplear medios o procedimientos por él desconocidos. Ya los hay solo a la espera de la decisión de usarlos. Sorpresa.

Todo esto como comprenderán es el gran secreto de las naciones que guardan y no comparten o solo lo hacen con naciones en las que tiene confianza plena, fundamentalmente en su política. España no sabe nada. Doy fe.

Queda prácticamente todo dicho. A día de hoy el poder aeronaval, si China no demuestra lo contrario, que no lo hará por ahora, está en los Estados Unidos de América. Nadie se acerca en el escalafón a ese poder tecnológico, ni en cantidad ni calidad.

Una de esas plataformas de poder es sin duda el avión de combate. El de Estados Unidos se llama F35 en sus distintas versiones, dotado de una tecnología incomparable y a día de hoy insuperable. Sin rival. No hay lugar de la superficie terrestre o marítima que no pueda ser alcanzado por el poder de un F35. Cuenta con pocos enemigos para batirle desde tierra, desde el mar o el aire. Su poder tiene pocas limitaciones y está dotado de desconocidas capacidades en guerra electrónica, radar e integración con otras plataformas. Una revolución en el arma aérea. Quedan  muchos años por delante hasta que otro pueda suponer un reto frente a él

Para su proyección cuenta Estados Unidos con bases o instalaciones en cerca de 5.000 lugares repartidos por el mundo además de once portaviones en servicio activo, diez de la clase Nimitz y uno de la clase Gerald Ford.

Que es muy caro es algo evidente, aunque tanto en guerra como si hablamos de disuasión lo barato suele dar disgustos irreparables. Los ha habido cerca nuestra, pero nadie quiere asumir una investigación.

Para defenderse militarmente es necesaria una inversión que exige tiempo y dinero. No se puede estar en la permanente discusión y cambios de criterio que llevan no solo a la indefensión, sino a asumir riesgos para el personal que maneja las armas por su antigüedad y falta de mantenimiento y renovación. Así es la Defensa en España: un capricho político y un interés solo para enriquecerse.

Se supone que la tecnología, las armas y los procedimientos son compartidos entre países aliados. En la armas hay un principio fundamental y es no disponer de diversidad en los modelos para evitar el desconcierto en el abastecimiento y mantenimiento. Una logística única y compartida es la clave para que la maniobra táctica sea sostenida por la logística y ese principio cada vez es más exigente. Europa, y por tanto la OTAN, es un claro ejemplo de incapacidad logística. Hay que acudir al único socio fiable. Todo está basado en el sistema estadounidense y entre el conjunto de sus 32 miembros no hay una total integración ni en armas ni procedimientos. No se comparte tecnología ni se comparte Inteligencia, no hay industria común, solo se trata de aparentar una unidad de combate muy lejos de alcanzar su máxima eficacia. Europa en materia de Defensa es una torre de Babel y no precisamente por sus lenguas.

El caso de España es único en la Alianza por  nuestro particular modo de entender la Defensa. Aquí no hay armas, sino proyectos. Hay planes, magníficos planificadores y mejores soldados, pero no hay ejércitos para el combate ni la disuasión, sino políticos encabezando manifestaciones. Pero hasta en eso hemos sido vencidos por Marruecos. El que quiera entrar que pase, la puerta está abierta. ¿Para qué queremos aviones o portaviones? ¿Mali? o ¿el Báltico? El Mediterráneo nos queda muy lejos. España sufre la lenta derrota, agonía,  de una invasión que afecta a su integridad territorial, a su soberanía y a su cultura y tradición. España no se defiende, sino que hemos aceptado la derrota. O la hemos propiciado.

Hoy, en estas cosas de las armas y la defensa, el protagonista es el arma aérea, el F35 rechazado por España sin una explicación lógica y argumentos de peso, incluso sin haber escuchado la opinión de la Armada y del Ejército del Aire y del Espacio o tomar la decisión contraria con una enorme carga de sectarismo político. Dios quiera que no tengamos que comprobar los errores cometidos en estos últimos tiempos en materia de Defensa, porque lo pagaríamos muy caro. Hacia ello vamos.

Las consecuencias del rechazo de este avión, que es el futuro para nuestro poder aeronaval son graves.

El Ejército del Aire y del Espacio ha trazado un plan para continuar con el F18 hasta 2030 pero es la hora crítica de encontrar su sustituto que a día de hoy no lo hay en el mercado. El proyecto europeo conocido como Sistema Aéreo de Combate del Futuro (FCAS), liderado por Francia, Alemania y España no hace sino acumular retrasos y ambicionar intereses más allá del militar y en cualquier caso no estará operativo al menos hasta 2040. Este ambicioso proyecto tiene como objetivo desarrollar un avión de combate de nueva generación, así como un sistema de sistemas que incluya drones y otras plataformas aéreas. El FCAS se espera que esté operativo en 2040 y busca garantizar la autonomía estratégica y la soberanía tecnológica de Europa. Además, y esto es lo más grave, no existe el proyecto de un modelo de avión embarcado. Por tanto ahí viene lo más grave del abandono del F35: nos quedamos sin poder naval proyectable. No hay avión para sustituir a los actuales Harrier que embarca la Armada. Su sustitución no puede esperar y es urgente una renovación con aviones modernos con capacidad de embarque.  Si no es así perderemos el poder aeronaval.

Los dirigentes políticos están ahora, como siempre, señalados por algo tan grave como dejarnos indefensos, sin disuasión ni credibilidad, sin futuro como nación. La apuesta más inteligente, el F35, ha sido rechazada sin saberse muy bien el porqué, aunque nadie duda de nuestra postura antiamericana. Era la adquisición mejor valorada y casi imprescindible dada nuestra posición estratégica en el sur.

El buque  LHD Juan Carlos I está capacitado  para operar con el F-35B y esa era la apuesta decidida que ahora rompe el ministerio de Defensa sin alternativa a la vista. El Ejército del Aire y del Espacio tendría ya un sustituto del F18 con  las mismas características que la Armada con lo que las ventajas en mantenimiento e interoperabilidad es evidente.

En resumen: adiós al poder aeronaval español y, por tanto al terrestre, a nuestra capacidad de disuasión.

España ha renunciado a su capacidad de Defensa. Siempre nos quedará la Infantería: ustedes, los que aman a España.

No es el problema de uno u otro avión. Es mucho más grave. Es un problema de ideología. El partido en el Gobierno de España, de manera sectaria, sigue la política antimilitarista, antiotan, antialiados con las naciones de su entorno y solo piensa en un mundo donde su poder quede vinculado a una ideología basada en la moda subversiva más reciente por lo que apuesta por una desmilitarización del sur de Europa, que, siendo de su responsabilidad, ha dejado de mala gana y peores maneras en manos del Reino Unido, EEUU y ahora de Marruecos.

Todo ello limitando el poder de otros inocentes (¿o peor?) partidos de la oposición al hacerse de manera sagaz con el poder mediático, el tecnológico y el de las armas. No es necesario repetir los nombres y apellidos de los que ostentan dicho poder. Los repito cada día. La oposición ni se entera porque cuando a ella le toca el turno solo buscan que los generales se pongan firmes a su paso a la vez que acaban con las mejores unidades de la historia. ¿Lo recuerdan?

No. No es el F35 ni un portaaviones, ni tampoco el submarino (si es que lo hay), ni el vehículo para una infantería que va a pie y sin dinero, o con vehículos chinos, sin radios ni municiones. No.

No es perder el control del Estrecho, nuestro mayor poder estratégico; no es tampoco renunciar a Gibraltar y a nuestra integridad territorial por muy grave que sea. Contra ello queda al menos escrito un mandato constitucional que esperamos se cumpla algún día si esto sigue a la deriva.

La gravedad del asunto es ahondar, como intencionadamente hacen, en un antimilitarismo consistente en modelar la mente de nuestros oficiales y suboficiales desde  sus primeros pasos en la Academia para que se sientan menos militares y más gestores; que no piensen en combatir a un enemigo ,sino a la naturaleza, al viento al aire o al fuego. Mentalidad de jóvenes entusiastas de la ayuda humanitaria y del reparto de medicamentos o golosinas, que en el ámbito internacional impartan cursos de español o de costura. Que canten canciones de paz y armonía.

Todo eso está muy bien. Pero eso no es un Ejército.

Me da igual el F35, el portaviones o el submarino, el vehículo terrestre o el calibre de las armas. Me preocupa la irresponsabilidad en la formación de nuestros mandos cuando los relámpagos de la guerra se ven de noche y de día. De esa irresponsabilidad y de otras como la pérdida de la integridad territorial no la tienen solo nuestros políticos.

También la tienen nuestros militares. Que cada cual asuma su responsabilidad en estos tiempos de incertidumbre y desolación para la unidad de la patria. España.

Para Golpe de Estado el dado en octubre de 2017 y aprobado ni más ni menos que por un Tribunal Constitucional. Es un ejemplo de que no hay necesidad de ningún golpe a lo militar. Algo vetusto y demasiado novelado. Solo es exigible que cada cual cumpla con su deber que en la Constitución está tan claro que ni a los niños de primaria hay que explicárselo, aunque el llamado Tribunal Constitucional no lo entienda.

En el negocio de las Armas hay mucho golpista enmascarado que juega al borde de las fronteras. Armas sin frontera.

Como punto final debo decirles que me queda una gran duda: ¿será que no queremos comprar el F35 o realmente es que los Estados Unidos de América no nos lo quiere vender.? Dado el peso que tenemos internacionalmente en lo político-militar y lo fiables que somos, adivinen ustedes.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

13 agosto 2025

 

 

MILITARES: ¿GUERREROS DEFORMADOS POR EL INDUSTRIALISMO? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

«La Patrulla»: Obra de Ferrer Dalmau

La bofetada que la OTAN le ha dado en la mejilla izquierda a España debería hacernos meditar sobre nuestra postura internacional en materia de Defensa y en política Exterior. De paso no estaría de más tener un recuerdo para nuestros soldados que son los primeros en acudir a tapar la herida en cuanto surge una crisis internacional.

Como ya saben a la importantísima reunión de la OTAN con los máximos representantes de la industria de Defensa europea y norteamericana España no ha sido invitada.  La Alianza Atlántica no ha incluido a ninguna empresa española. En el plan para alimentar la guerra España no cuenta.

Quizá sea uno de los momentos más graves en nuestra errática Defensa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. No verán ni oirán nada en la campaña electoral. La Defensa no da votos, no interesa. Está supeditada a la industria.

¿Nuestros Ejércitos? La pregunta encierra un hecho clave.

Lo único que han descubierto los políticos en España es que los Ejércitos, es decir las Fuerzas Armadas, son una rentable empresa que puede dar muchos beneficios, individuales también. Que eso de los soldados está muy bien, pero siempre y cuando sea por el material, el armamento que necesitan, la industria que a su alrededor se mueve, es decir su valoración económica y rentabilidad. Lo demás es muy costoso, poco rentable, cosa del ministerio de Defensa que debe manejar con firmeza y fuerte control. Pareciendo que hace y haciendo lo contrario de lo que parece.

Los hombres, los soldados, son algo muy incómodo de organizar, de renovar y de asegurar su futuro. Démosles tanques y aviones, barcos y municiones y ellos que se limiten a su manejo, sin tomar decisiones ni tácticas ni estratégicas. También es necesario que la tropa tenga fecha de caducidad no vaya a ser que ganen la guerra y que su moral sea definitivamente de victoria y lleguen a tener sentido Patrio, cuando lo patriótico debe de ser únicamente la cuenta de resultados.

El futuro que quieren para nuestros soldados es el de un funcionario más que fiche y que obedezca sin preguntar por sus armas: esas ya las negociamos nosotros desde el minisdef.

¿Soldados? ¿Política de personal? ¿Debate sobre el presente y futuro de nuestros soldados?

Deben ser lo que decía el sabio Ortega y Gasset: «Guerreros deformados por el industrialismo».

Eso se pretende y es mucho el camino ya andado.

La OTAN, Europa y los Estados Unidos de América no invitan a España en un foro de armas para la guerra, un foro clave no para la industria de armas, que también, sino para el prestigio de nuestros ejércitos. Un golpe bajo donde más duele.

Ahora surge el gran interrogante: ¿debemos fiarnos nosotros de Europa, de la OTAN, de los Estados Unidos de América? ¿Por qué no les invitamos a un foro de Defensa Colectiva y que nos den a conocer los límites?

A partir de este punto debemos poner sobre el papel los temas candentes y pendientes.

Empecemos:

—Ceuta, Melilla, y Peñones

—Archipiélago Canario

—Gibraltar. El Centro de Inteligencia y polvorín alli montado.

—Estrecho. ¿Quién lo controla; la OTAN no?

—Marruecos…

—El Sahel

—El Sáhara…

—Cataluña; ya saben.

—País Vasco; ya saben.

Déjense de armas y suban un escalón. Ese donde está la nación: España.

Nuestros soldados no son máquinas revestidas de armas. Tampoco un organismo de Protección Civil empleado en misiones que nada tienen que ver con la suya gastando y malgastando sus recursos en cometidos que corresponden a otros organismos.

Nuestros soldados no son guerreros mediatizados por la industrialización.

Son hombres, los mejores soldados del mundo, que lo único que requieren es ser recordados, valorados, y sobre todo estar bien mandados.

¿Quieren detalles?

Junto al lamento del horror de la guerra surge el negocio de las armas. Un gran negocio que como nunca antes ahora sale a los escaparates de las naciones en guerra o no. Los medios de comunicación se cobijan a su sombra y en una página cuentan los horrores de la guerra y en la de al lado muestran los beneficios de la industria del armamento con sus piezas más modernas y mortales.

No verán ustedes organizar un foro para hablar de nuestros soldados, de su futuro, de los sacrificios que se impone a sus familias. No se ven páginas dedicadas a esos apoyos de todo tipo necesarios para las tropas en combate y sus familias. Los soldados son los grandes desconocidos y olvidados. Parecen soldados virtuales. Dentro de poco asistiremos a una industria del armamento que te venda el carro de combate con su tripulación incluida y un repuesto de garantía. El cañón más los artilleros, el avión con piloto y mantenimiento incluidos, incluso te vendan a un general con su Estado Mayor sin estrenar… Si se dan una vuelta por la redes sociales verán que las Academias de Estado Mayor están en youtube impartiendo lecciones diarias.

Esta guerra se está convirtiendo en un negocio escandaloso y nadie hace sino atizar más el fuego e invertir en armas y municiones.

Aunque la fábrica de soldados esté desatendida. Pronto alguien se dará cuenta de su posible rentabilidad económica.

Los soldados combaten en el frente y mueren, las retaguardias polemizadas y distantes, las armas un negocio rentable.

Soldados: guerreros mediatizados por la industrialización.

Armas sí, soldados no.

Las armas dan dinero. Lo soldados… A lo mejor van camino de convertirse tambien en parte del negocio.

De nada sirven las armas sin el valor moral del soldado que las maneja. ¿O eso era antes?

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

19 junio 2023