Herzi Halevi Jefe de Estado Mayor del Ejército de Israel dejará su cargo el próximo 6 de febrero. Ha ganado la guerra. Perdió la del 7 de octubre y la formación, valor e integridad del militar no le permite alzarse con ninguna victoria, sino que, una vez el deber cumplido, asume su responsabilidad y da paso a un nuevo jefe. Repetimos con insistencia que después de una batalla perdida nada hay más triste que una ganada. El general Halevi tendrá un lugar de honor entre sus compañeros por vencer, asumir la derrota del 7 de octubre y tratar a las dos de la misma manera.
Un nuevo general se pondrá al frente de la Fuerza de Defensa de Israel (FDI) para asumir un avanzado concepto sobre cómo hacer la guerra, dentro de una visión más actual y eficaz de la Defensa y Seguridad de Israel. Ha sido mucho el sacrificio y el esfuerzo para dejarlo todo en manos de la incertidumbre o del azar. Nada será igual en la Defensa de Israel y pocos se atreverán a intentar de nuevo atacarla.
El cambio militar no responde únicamente a lo tecnológico ni a la organización de la Fuerza, que también, sino a una nueva mentalidad, un concepto más audaz de la Defensiva para evitar una inasumible espera a ser atacado después de permitir que tu enemigo se haya armado ante tus posiciones.
No necesitan ustedes revisar ningún manual de los que se estudian en las Academias Militares para entender la nueva orientación defensiva de la FDI, simplemente leyendo al cada vez más actual Clausewitz entenderán que «es la idea colectiva, integral, la que posee el criterio de la defensa, es decir, la espera y la reacción». Podemos esperar sigue diciendo Clausewitz «una carga sobre nuestras bayonetas [..] pero para que el que se defiende haga también la guerra, debe asestar golpes, es decir, dedicarse a la ofensiva. Así, la guerra defensiva comprende actos ofensivos».
En la guerra moderna, en el futuro, no será válida una defensa a la espera ya que se han invertido los clásicos conceptos según los cuales para atacar debes ser superior en fuerzas y armas. Ni superioridad aérea ni armamentística ni humana; nada parecido, hoy la ofensiva no pasa por los tamices de la teoría militar de la guerra ni esta respeta las leyes y normas morales que regulan los enfrentamientos. No es suficiente la espera por muy preparada que esté. No es suficiente la reacción después de haberte herido en lo más hondo. Hay que adelantarse a la acción para que si no es evitable del todo, al menos sí la sorpresa y el ataque directo al corazón de la nación. Pasó en el olvidado 11S en los Estados Unidos, se ha repetido en otros lugares, y llegó el 7 de octubre a Israel. La Defensa no es esperar el ataque. Hay que adelantarse.
Desde el punto de vista de Israel la situación se hace mucho más compleja al estar físicamente rodeada de la incertidumbre, de un enemigo gaseoso, sin normas ni leyes, envuelto en la bruma del gentío, en la permanente doctrina del lamento.
Israel, tarde, con mucho dolor, se ha dado cuenta de que en estos años se fue forjando alrededor de su cintura, de su nación, un cinturón armado dispuesto a explotar en el momento apropiado. Vivía Israel bajo un polvorín. Horadados sus cimientos, colocadas las cargas de explosivos sobre su base de sustentación, rodeada de obstáculos y con los objetivos señalados, humanos para más dolor, su Defensa de nada sirvió. Después del ataque terrorista se encontró rodeada por verdaderos ejércitos desplegados en todas sus fronteras, un enemigo que se había armado incluso delante de las narices de las humanitarias tropas de la ONU. Tuvo que replantearse muchas tácticas, movilizar todos sus recursos, moverse internacionalmente por un mundo de incomprensiones, someterse a las críticas más feroces, mientras sus secuestrados y torturados habitantes eran manejados como mercancía para el trueque.
La batalla tiene tres aspectos, uno de orden estratégico que lo es en su concepción y planeamiento, táctico en su ejecución y de índole logística en su preparación y alimentación. Ninguno de los aspectos de esta guerra tiene un antecedente claro que sirva para aplicarlo a ella. Los clásicos factores de la decisión (acto por el cual el jefe manifiesta sus intenciones), la misión y la situación, en nada se parecían en este enfrentamiento a las de un clásico Teatro de Operaciones. Una misión muy mediatizada por las circunstancias de conjunto, una situación de difícil análisis para poder determinar la capacidad y posibilidades del enemigo, incierto, envuelto en brumas, entremezclado, un enemigo inmaterial, escondido en agujeros infernales, un ambiente hostil por todas partes, una geografía imposible para el combate, campos sin enemigo que lucha en las poblaciones, enterrado, refugiado entre mujeres, niños y ancianos con los que se protege como escudos humanos. Unos medios de difícil aplicación en el conjunto de las operaciones. Incertidumbre a cada paso.
Así se ha desarrollado esta experiencia de la que ahora se sacan lecciones aprendidas para afrontar militarmente el futuro.
El aspecto estratégico de la batalla no ha terminado. Se trata de no permitir volver a que les rodeen de nuevo, libertad para todos. Es necesario por ello replantearse la Defensa y Seguridad en ese orden estratégico.
La táctica de las nuevas FDI será práctica y asumiendo las enseñanzas aprendidas en esta dura guerra. La Logística ha sido una buena prueba, pero ahora habrá que regresar a la normalidad, desmovilizar sin perder seguridad y transmitir tranquilidad a una población muy cansada de vivir con una guerra que cada día entraba por sus puertas y ventanas. Hay que acabar con el miedo de todos. Asegurar la vida y la convivencia.
Nada fácil es la tarea que le espera al pueblo de Israel. La fuerza le acompaña; y no son palabras.
Un nuevo Ejército surge de esta guerra, con más experiencia y con un concepto defensivo que se resume en evitar el golpe antes de que se produzca y para ello no se puede limitar a la Defensiva, sino que esta debe ser más activa, lo que supone sus riesgos porque la prevención puede llevarte más allá de tus fronteras. Hay muchas formas de hacerlo, por eso hay que saber y organizarse.
El cambio militar está en marcha, lento pero imparable. Israel respetará la tregua, firmará acuerdos, creará las condiciones para una paz estable y duradera, pero no volverá a caer en la inocente defensa pasiva.
De nada servirá este cambio militar, si no está acompañado del político. Israel ha ganado la guerra. Ahora debe ganar la paz. Quizá sea más difícil.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
24 enero 2025

