Rey don Sancho, Rey don Sancho
no digas que no te aviso
que de dentro de Zamora
un alevoso ha salido;
Se llama Bellido Dolfos
hijo de Dolfos Bellido,
cuatro traiciones ha hecho
y con esta serán cinco.
Si gran traidor fuera el padre,
mayor traidor es el hijo;
gritos dan en el real
que a don Sancho han mal herido;
muerto le ha Bellido Dolfos,
gran traición ha cometido;
desque le tuviera muerto
metiose por un postigo,
por las calles de Zamora
va dando voces y gritos:
Tiempo era, doña Urraca,
de cumplir lo prometido.
El Día de las Fuerzas Armadas (pasado 7 de junio) el paracaidista que tradicionalmente desciende con la bandera de España lo hizo también con una que representaba el X aniversario del reinado de Felipe VI.
El jefe de la Casa del Rey, Camilo Villarino, junto al alcalde de Madrid, ha presentado en la Plaza de la Armería del Palacio Real la Carrera Popular del X Aniversario.
Supongo que será el broche a un conjunto de actos más bien pobres y sin mayor repercusión del X Aniversario del reinado de Felipe VI. No les puedo decir cual era el objetivo de ello, no lo sé, pero parece más bien un querer sin querer. En mi opinión un error. ¿Olvidar lo anterior?
Lo que nadie dice ni parece que vaya a producirse, que a mi juicio debería convertirse en un acto de Estado, es la celebración de esa fecha mágica y de gran trascendencia para nuestra historia: el Cincuentenario de la proclamación de Don Juan Carlos como Rey de España 1975-2025.
De ello apenas se ha hablado, sino para celebrar una serie de actos partidistas y de enfrentamiento por parte del Gobierno por la muerte del que fue Jefe del Estado, el generalísimo Franco.
Si no recuerdan mal la Corona volvió a España hace cincuenta años. Fue en «Sesión Extraordinaria y Conjunta de las Cortes españolas con el Consejo del Reino celebrada el día 22 de noviembre de 1975 para recibir juramento y proclamar Rey a S. A. R. Don Juan Carlos de Borbón y Borbón«.
Desde mi punto de vista, lo digo con rigor y con la carga que tiene mis palabras por servicio personal y familiar, celebrar los diez años del reinado de Felipe VI ha sido un error que ha pretendido desviar la atención del verdadero sentido que cobra la fecha del 22 de noviembre de 1975 con la llegada al Trono de Don Juan Carlos. Esa es la fecha a celebrar.
La Monarquía española, guste o no, no son diez años, ni siquiera veinticinco, ni cincuenta de reinado, sino miles de años. Pero si queremos recordar y festejar un aniversario de estos últimos años por su enorme carga simbólica deberíamos irnos a los cincuenta años y no a los diez. El protagonista es el Rey Don Juan Carlos y su actual situación eclipsa la historia sin otra razón que no sea la de un partido de desalmados que quieren volver a 1931 y borrar toda la historia posterior.
No lo tomen a broma. Como comprenderán sentar a estas alturas mi postura ni me va ni me viene. Es solo una cuestión histórica, quizá política, para nuestra tristeza, tan clara y rotunda que hay que tener ojos para ver y oídos para escuchar. Quien los tenga y no tenga miedo.
Nunca había visto, no tiene ningún sentido, la celebración de los diez años de un reinado y más este con la sonora ausencia o mención al Rey de España durante los cuarenta años anteriores: Don Juan Carlos de Borbón. ¿Se trata de olvidar su figura? Mal hecho. Se les volverá en contra.
El Cincuentenario sí sería un buen momento para que un pueblo de buena voluntad, como es el español, entrara en el análisis, la fundamentación de nuestro día de hoy y de mañana, acudir a la intelectualidad, a la historia, a la sabiduría popular, para sustentarnos en lo bueno y corregir nuestros errores.
No para enfrentarnos de nuevo.
No es bueno ocultar la historia que no es ni ha sido de uno, sino del conjunto de los españoles. Hay como un intento absurdo e imposible de borrar años que han servido para sentar las bases de la convivencia y la unidad de España que de manera abrupta y repentina queremos olvidar, acabar con ellos y junto a ello acabar con España.
No le demos más vueltas. El patente y sonoro olvido es solo por y para eso. Construimos hace cincuenta años lo que creíamos una España fuerte, segura y en convivencia, pero aires de revancha trajeron el enfrentamiento, no por voluntad de la mayoría de los españoles, sino provocados por un partido que pide venganza, revancha.
No. No son diez años. No. No a los intentos de un fraude histórico que a ningún lugar nos lleva. Es un error que se volverá contra el que lo intenta.
Debe de volver la historia, que es de todos, buena mala o regular, que así es España, cinco años buenos, cinco malos, diez regulares; que no se vuelva a jugar con la división y la ruptura de España.
Alguien debía decirlo. ¡Vaya! Entre tanto cobardica me ha tocado a mi. Anda que no hay otros para agradecer. Lo haré por tantos que guardan silencios cobardes y ahora reniegan después de haber tenido que pasar por el neurocirujano tras doblar tanto la columna en reverencias inversoras ante Su Majestad el Rey. ¡El Rey! El de la Constitución aprobada por los españoles en 1978. No miremos para otro lado, no juguemos con la Corona. Porque si la memoria no me falla allí empezó todo, incluidos los pelotas de turno que vieron que el que a buen árbol se arrima…
Todos se acercaban, llena estaba España de salvadores patrios que ahora viven escondidos, pero con buenas rentas y secretos incontables. Todo se sabrá. Los había que buscaban fortuna y los que buscaban un título, sí, un título que no un titular. Allí se intercambiaban los puros amén de otras dádivas, pero era la fluida relación Zarzuela-Moncloa la que por encima de todo y de todos supo mantener la unidad de España y olvidar frustraciones del pasado que a ningún lugar nos conducían. No nos hagamos daño. Así empezó España a andar.
Un Rey Don Juan Carlos que supo ver con claridad lo que detrás de la niebla se escondía. Cometió un error: creer que en España te puedes fiar del primer pelota que se te acerca. Le ocurrió a su padre y a su abuelo, víctimas de los más cercanos. Puede seguir ocurriendo. Para ser traidor hay que conocer muy bien el terreno por donde te mueves. Aquellos, aún vivos, lo pisaban con fuerza y aplomo.
¡Qué coincidencias! Los diez años del reinado de Don Felipe se juntan con los cincuenta del Rey Don Juan Carlos. Los próximos son los mismos, las mismas intenciones. Un alevoso salía, cuando otro entraba. Lo han visto mis ojos. Nos hemos dado las manos.
No son diez años. Son la Historia de España. Toda la historia.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
11 junio 2025

