LOS VERSOS DEL CORONEL (II- 5) Félix Torres Murillo. Coronel de Infantería DEM (r)

 

 

 

 

LOS VERSOS DEL CORONEL (II- 5)

Félix Torres Murillo. Coronel de Infantería DEM (r)

VELÁZQUEZ

 LA FRAGUA DE VULCANO

1630. Museo del Prado

Otro cuadro de inspiración mitológica aunque, como ya se ha apuntado,  tratado de un modo bien distinto a como se acostumbraba en la época tanto en la composición como en la iconografía es éste, pintado hacia 1630 en su primer viaje a Italia y que  fue posteriormente comprado por Felipe IV en 1634.

El tema elegido está inspirado en las Metamorfosis de Ovidio: Apolo se acerca a la fragua de Vulcano para contarle la infidelidad de su esposa, Venus, con Marte. Al escuchar la noticia toda la fragua, que precisamente está trabajando sobre armaduras para el  propio Marte dios de la guerra se queda petrificada: esta sensación la ha conseguido perfectamente el artista.

Velázquez se ha puesto en contacto con el arte italiano como se observa en las anatomías de los ayudantes de Vulcano, situados en diferentes posturas para demostrar el dominio de las figuras. También se advierte el interés mostrado por conseguir el efecto espacial, recurriendo a disponer figuras en diferentes planos, ocupando todo el espacio, relacionándose a través de líneas en zig-zag. La luz también ha experimentado un sensible cambio al modelar con ella las formas de los cuerpos que revelan la estructura de los huesos y músculos bajo la piel, por no hablar de su incidencia, y así lo resalto,  en el acabado de los aceros.

Sobre el estrambote, volveremos a hablar en su momento.

 

PETRIFICADO

(Soneto con estrambote)

 

Apolo el dios, olímpico niñato,

cual un correveidile allá en la altura,

volando el muy chismoso se apresura

y a Vulcano en su fragua, ¡qué chivato!,

 

le viene con el chisme de inmediato,

 de que Marte su cliente, un caradura,

con Venus  aprobó la asignatura,

¡y en chico que no fuera el arrebato!

 

E incrédulo quedó, petrificado,

-turulatos los  cíclopes herreros-

absorto y boquiabierto el consentido

 

de flamantes apéndices ornado,

entre el fuego, los rayos y el bruñido

de imposible igualar en los aceros.

 

… Pero el mundo en su andar

sigue girando,

y ya el tipo en la revancha

está pensando.

 

(Continuará)

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