VELÁZQUEZ
ISABEL DE BORBÓN A CABALLO. 1635-36
Museo del Prado
En este lienzo se aprecia fácilmente como en él intervinieron varias manos, ya que el vestido de la reina y la gualdrapa del caballo están realizados tan minuciosamente que no corresponden con el estilo de Velázquez por esos años.
Se piensa que la obra la iniciaría el maestro antes de irse a Italia en 1629, la continuaría otro autor en un estilo diferente y la finalizaría el sevillano en 1635, especialmente la cabeza de la reina y la del caballo. Precisamente en ambas zonas se aprecia la soltura característica de Velázquez en la década de 1630, destacando el mechón de pelo que cae sobre la cabeza del animal.
El fondo de paisaje también podría ser de mano del maestro. Y todo esto es lo que trato de reflejar en mi soneto.
SU SELLO
(Soneto)
Lujosa una gorguera luce al cuello,
de oro va su saya recamada;
de estrellas su jubón, plata bordada,
y discreto un tocado en su cabello.
De su arte el paisaje es un destello,
y a otros, al ceder la detallada
filigrana en las telas reflejada,
se reserva la impronta de su sello
en el cielo ambarino del ocaso,
en la hermosa cabeza, la mirada,
y en las blancas sus crines, lo impoluto;
en el brío y la fuerza de su paso
en ésa su elegancia reposada,
y en el sin par perfil del noble bruto.
LA RENDICIÓN DE BREDA. LAS LANZAS. 1635. Museo del Prado.
El 5 de junio de 1625 Justino de Nassau, gobernador holandés de Breda, entregó las llaves de la ciudad a Ambrosio Spínola, general genovés al mando de los tercios de Flandes . Su toma tras un largo asedio se consideró un acontecimiento militar de primer orden, y como tal dio lugar a una copiosa producción escrita y figurativa.
No es de extrañar que cuando se decidió la decoración del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro con una serie de pinturas de victorias obtenidas durante el reinado de Felipe IV se incluyera ésta que fue probablemente la más sonada, y que para representarla se recurriera a Velázquez, que respondió al reto creando una obra maestra, en la que da prueba no sólo de sus extraordinarias dotes descriptivas o de su dominio de la perspectiva aérea sino también de su habilidad para la narración .
Como han señalado numerosos estudiosos, no estamos ante un cuadro bélico al uso, en el que se recrea la victoria y se fomenta una visión panegírica. No hay generales triunfantes y ejércitos humillados. El pintor no soslaya la realidad bélica, y nos presenta un fondo humeante que nos habla de destrucción, guerra y muerte. Pero concentra nuestra atención en un primer plano en el que el general vencedor recibe, casi afectuosamente, la llave del enemigo vencido, en un gesto que es casi más anuncio del principio de la paz que del final de una guerra. Toda la composición tiene como objetivo subrayar ese gesto, y tanto el grupo de soldados holandeses (a la izquierda) como el de los españoles no hace sino enmarcar, acompañar y cobijar ese motivo principal, dirigiendo nuestra atención hacia él.
De todas maneras, no puedo por menos que arrimar el ascua a mi sardina, y de un compañero de Armas, Pedro de nombre y Calderón de la Barca por apellidos tomo los entrecomillados para rendir, como él, un pequeño homenaje, no ya a la Infantería, sino a toda la Milicia; ya sabéis, religión…
HONRADOS
(Soneto)
En liza combatieron frente a frente,
y ahora, vencedores y vencidos
enmarcan una escena, distinguidos
testigos de un hacer poco frecuente…,
testigos de ese modo deferente
en el que ante adversarios abatidos,
-su honra y su valor reconocidos-
la mano ésa tender, abiertamente.
Que “el crédito, el buen trato, la fineza”,
el honor, la lealtad, la cortesía”,
antes fueran con tal tino expresados;
pues ”Milicia”, lo dijo en su largueza
un soldado español de Infantería,
no es sino “religión de hombres honrados”.
(Continuará)
Blog: generaldavila.com
3 febrero 2018