NORMANDÍA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

No fue Normandía un día D a la hora H. Eso queda muy bien para contar historias. La cruda y dura realidad es otra menos peliculera, más sangrienta y dolorosa, olvidada en las escenificación de lo que no fue. No les voy a hablar del desembarco; para ello están las redes sociales llenas de datos e historias más o menos acertadas. El desembarco fue la consecuencia de un trabajo de años, de un metódico planeamiento, de una voluntad férrea de victoria y de la unidad de Doctrina sin injerencias políticas e infiltraciones de ese enemigo invisible que corroe hoy los Estados Mayores.

Me quedo con las historias iniciales sin tantos datos como ahora salen a relucir, la mayoría inventados con el paso del tiempo.

La guerra requiere una observación muy metódica de profesionales de las armas sin las interpretaciones, más allá de su aportación bajo el signo militar, de la industria, la economía y la política. La industria del armamento quiere vender, la de la economía provocar para mantenerse, y la de la política conservar el poder a costa de cualquier resultado. Lo militar busca exclusivamente vencer.

Todo ello ahora se repite. Entonces unos políticos derrotados, al menos dejaron hacer a los militares que recuperaron el terreno que la política no supo defender en su imprevisión. Como la de ahora que se repite.

Al comienzo de la II Guerra Mundial se habían descartado los desembarcos dado el desarrollo de la Aviación. Nadie estaba al día de este tipo de operaciones; si acaso Japón. Hubo intentos de menor envergadura, muy aislados, que no se pueden tener en cuenta como verdaderas operaciones de desembarco (Noruega, norte de África, Sicilia o Mesina). Normandía era otra cosa. Fueron años de preparación desde que los pensadores militares se dieron cuenta que solo quedaba la  posibilidad de victoria si eran capaces de poner el pie en las costas de Europa ahora perdidas y dominadas por los alemanes. Pero América estaba muy lejos y para maniobrar desde Inglaterra eran necesario crear los medios, ocultarlos y dominar un mar no de fácil navegación; y algo más importante: unidad de Doctrina y tiempo para desarrollar un plan.

El órgano de mando y planificación se creó ya en 1940. Los parciales entrenamientos, pruebas y estudio de factores son largos y tediosos; desde 1942 Lord Louis Mounbatten se hace cargo del proyecto. Hubo que partir casi de cero, crearse el órgano y la maquinaria necesaria, desde barcazas de desembarco a buques adecuados para la aproximación, puertos en la mar de imposible anclaje, rompeolas, armas como tanques anfibios, toda una revolución de la táctica y el armamento, de los procedimientos y en el planeamiento de los Estados Mayores. Se llevó a acabo durante años una auténtica revolución en lo militar. Ello condujo a la victoria y para ello fue fundamental dejar hacer a los militares.

Una misión una única voluntad, secreto y sorpresa para:

<<Realizar partiendo del Reino Unido una operación dirigida a conquistar en el Continente una base desde la cual desarrollarse nuevas operaciones ofensivas. En aquella deberán existir facilidades portuarias suficientes para el mantenimiento de una fuerza de 25 a 30 divisiones, y para permitir que esta masa sea incrementada por formaciones de apoyo al ritmo de 3 a 5 divisiones por mes>>. Era la operación naval “Neptuno” que preparaba o engendraba a la Operación “Overlord” que requería presentarse en el momento y punto decisivos. El dominio del mar, la superioridad aérea y el bombardeo estratégico llevado a cabo que rompió las comunicaciones alemanas en Francia hicieron posible lo definitivo: poner en tierra y abastecer una fuerza terrestre que creó la superioridad. Tierra, Mar y Aire.

No está lejana la lección y es posible que de nuevo tenga  que desarrollarse algo muy similar.

Por lo pronto dejamos anotado un factor del que nunca nadie habla y que quizá habría que tener en cuenta hoy, ahora. Será o no será la victoria.

Norman Mailer en su novela Los desnudos y los muertos pone en boca de un general americano en plena guerra en el Pacífico: «Nosotros tenemos el nivel más alto del mundo y, por consiguiente, los peores soldados». Dura sentencia que entonces y ahora se repite.

Eisenhower antes del desembarco de Normandía ordena instruir a sus soldados porque dice que son muy buenos deportistas, pero no combatientes. Es muy difícil para occidente asumir el rol de soldado. Vamos más camino de convertir los ejércitos en unas ONG,s. disciplinadas y obedientes a las que espanta la lucha armada. Pero otros se benefician de esa cultura y rompen la armonía de las relaciones. No es posible confiarse y ser la bella Europa que desaparece entre sus quimeras por irresponsables políticas que han acabado con la cultura.

En Europa suena el eterno vals mientras olvida que no se conoce una nación poderosa en los campos de la ciencia, el pensamiento, la economía y la cultura sin el poder de  las armas.

Queda mucho por hacer antes del día D y eso que ya se conoce ese día y la hora H.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

 

LA GUERRA A LOS DOS AÑOS. UCRANIA (I) General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Poner fechas a los comienzos y finales de la guerra no deja de ser una boutade. Queda muy bien el titular: Dos años de guerra en Ucrania. Es no decir nada. ¿Cuándo termina?

Nos invadirán los think tank y los politicólogos dictarán sentencia. Los militares repetiremos unos cuantos lugares comunes sobre la guerra sin mayor información de campo que la pura especulación y todos tan contentos, pero la guerra seguirá, impertérrita, mortal, definitiva y humana.

Asistimos a un periodo de la evolución muy característico porque supone un cambio religioso, económico, social, y sobre todo científico -cosmológico- de los que con lentitud pero sin pausa se producen a lo largo de la historia de la humanidad y suponen un antes y un después. Una gran evolución, más que revolución, de consecuencias impredecibles.

Son periodos lentos, pero imparables y llegan con o sin trágicas consecuencias. Ahora llámenlo pospetróleo, cambio tecnológico, llegada de extraterrestres o globalización, pero algo está ocurriendo y está llamando a las puertas; inevitablemente. La guerra forma parte de ello. Esa guerra que a pesar de lo que Clausewitz dijo, y todos repiten, no es la continuación de la política por otros medios, sino que me atrevo a recoger en mi libro El nuevo arte de la guerra que todo lo que lleva, supone, empieza y finaliza en la guerra es un acto más de la economía, consustancial con el hombre: produce, consume, se reproduce y muere. La economía lleva el nombre de guerra desde que en la Ilíada se escenificó una aparente lucha por el idilio de Helena y Paris cuando la causa era la menis, la cólera, el resentimiento, que hizo recurrir a las armas. ¿Por qué la misma causa de entonces: cólera?

El hombre antes de pensar, realiza un acto de posesión: alimentarse y reproducirse: eso es la guerra. Las causas fundamentales de la guerra siempre fueron biológicas o económicas. Todo poder, el dominio sobre otros hombres, lleva cólera, resentimiento, injusticia.

No fue política, sino esa economía impulsiva que estimula el deseo de extenderse, alimentarse, reproducirse, que inunda con su raza otros campos y paisajes. Para lograrlo y defenderlo necesitaron el trigo que alimenta y el estaño que endurece. Ahora es lo mismo.

No hay cambios: siempre hay quien domina, muestra su poder y nos predispone a la guerra. Un mundo dividido en «dos pulsiones fundamentales: las eróticas, que tienden a conservar y a unir, y las agresivas, que tienden a destruir y a matar».

Eso fue lo que encendió la cólera y el resentimiento de Aquiles porque en el juego de las pulsiones además siempre hay quien todo lo da contra el que todo lo quiere. En eso se resume la vida y la muerte, la guerra: cólera entre los que todo lo quieren y para ello hacen uso de los que todo lo dan. Porque no todos tienen la capacidad de ser guías y lideres de la alimentación y reproducción. Deben de seguir a otros y aceptarlos como jefes.

Recordar a Hobbes no vendría mal: «Cuando el mundo se encuentra sobrecargado de habitantes el único remedio es la guerra, que provee a cada hombre, ya sea con la victoria o con la muerte». Las dos vienen a ser equivalentes. Heráclito de Éfeso se nos había adelantado: «la guerra es el padre y el señor de todas las cosas. Y a unos hace libres y a los otros siervos”.

La ONU está rota. El mundo por tanto. Europa es fuerte políticamente, pero ha descuidado su Defensa y se forma a base de un conglomerado de naciones con intereses muy diferentes, incluso enfrentados. La libertad no nos une, lo anglosajón tampoco. El Mediterráneo se ha llenado de piratas que lo atraviesan con sus productos.

Es ahora cuando más que nunca podemos entender que «la paz no es la ausencia de guerra, es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia». Virtud imposible mientras las desigualdades relacionan los intereses y se usan las armas para imponerse. Desigualdades que endurecen el corazón de los hombres.

Norman Mailer en su novela Los desnudos y los muertos pone en boca de un general americano en plena guerra en el Pacífico:«Nosotros tenemos el nivel más alto del mundo y, por consiguiente, los peores soldados». Dura sentencia que entonces y ahora se repite. Eisenhower antes del desembarco de Normandía ordena instruir a sus soldados porque dice que son muy buenos deportistas, pero no combatientes. Es muy difícil para occidente asumir el rol de soldado. Vamos más camino de convertir los ejércitos en unas ONG,s. disciplinadas y obedientes a las que espanta la lucha armada. Pero otros se benefician de esa cultura y rompen la armonía de las relaciones. No es posible confiarse y ser la bella Europa que desaparece entre sus quimeras por irresponsables políticas que han acabado con la cultura.

Este ha sido el comienzo de la guerra que ya va para los dos años. El hundimiento mientras suena un eterno vals.

<<No se conoce una nación poderosa en los campos de la ciencia, el pensamiento, la economía y la cultura sin el poder de  las armas>> (El Nuevo arte de la Guerra).

Vayamos en próximos artículos con el análisis de lo que la guerra hasta hoy ha dado.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

14 febrero 2024

HABLAN LAS ARMAS. ÚNICO IDIOMA SIN INTERPRETACIONES General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

«Al menos 82 niñas afganas han sido hospitalizadas tras ser envenenadas en dos escuelas en el norte del país. El ataque se produce después de que el régimen talibán incrementara el control sobre la educación femenina y prohibiera el acceso a las mujeres a secundaria y a la universidad. Hace dos meses, cientos de niñas también fueron intoxicadas en centros educativos, esta vez en el vecino Irán».

Acaba de suceder, es pasajera actualidad. Quizá ya ni sea.

No es la guerra la peor noticia que podemos leer, aunque las muertes sean irreversibles. La guerra llega, pasa y te lleva. Se va para volver mientras queda un recuerdo que dura pocas generaciones. No más. Hasta la próxima. Ni la guerra ha podido con la peor de las muertes: vivir abrazado a ella.

Recurro a Virgilio: La Eneida

«¿A qué recordar los crímenes infandos, a qué las viles hazañas de un tirano?

¡Los guarden los dioses para él y su estirpe!

Solía además atar los cadáveres con los vivos

juntando manos con manos  y bocas con bocas,

espantosa tortura, y en larga agonía los mataba

con horrible abrazo, cubiertos de pus y de sangre»

No queda en una simple metáfora. Hoy es lo mismo que entonces.

Permitimos que en muchos rincones del mundo los vivos nazcan ya muertos, conscientes de que están abrazados a la muerte.

Es Heródoto el que nos cuenta como el rey Darío II pregunta a los griegos que por cuánto dinero accederían a comerse los cadáveres de sus padres y le contestan: a ningún precio.

Al convocar a los indios Calatias que devoran a sus progenitores les preguntó por qué suma consentirían quemar los restos mortales de sus padres a lo que contestaron vociferando y blasfemando por semejante propuesta.

Píndaro dice que la costumbre es reina del mundo. Una reina mortal. La que te hace vivir atado a tu propia muerte: saber que no te está permitido saber es cruel sabiduría, insoportable conocimiento: ¡si al menos pudieses luchar! No es peor la guerra.

No permitir la educación, la libertad de saber y conocer es condenarte a vivir con tu cadáver y consentirlo nos hace cómplices.

Leo la crónica de un soldado español en Qala i Naw:

«Veo a un varón que circula unos pasos por delante de mujer añosa cargada con un fardo de leña de 12-15 kg? a la espalada. En un momento dado la mujer cae al suelo de rodillas, el varón retrocede, le da una patada y le increpa para que se levante y continúe. La escena se repite, el varón se adelanta de nuevo y la mujer le sigue cargada con la leña».

Pensar que la guerra es la continuación de la política por otros medios no resuelve el problema. Aquí no hay política, sino crueldad. ¿Será lo mismo?

La guerra es anterior a toda política y no es aceptable recurrir a la costumbre, como si ella encerrase ancestral cultura, para esgrimir argumentos inadmisibles, crueldades insoportables.

Todo esto que nos escandaliza está más cerca de lo que pensamos y adivinamos. A nosotros nos está permitido mirar un mapa. No sé si también interpretarlo.

Norman Mailer en su novela Los desnudos y los muertos pone en boca de un general americano en plena guerra en el Pacífico: «Nosotros tenemos el nivel de vida más alto del mundo y, por consiguiente, los peores soldados». Ahora que la guerra no es solo asunto de los soldados es hora de cambiar la última palabra y señalar a todos: soldados y a los que no lo son.

Porque esta guerra es de todos y la de todos.

Mientras salta el escándalo de que hay lugares en el mundo donde envenenan a las niñas en los colegios con ese afán de controlar su enseñanza y atarlas a su fatal destino, el control se extiende con métodos más sutiles que hacen creernos que vivimos en el paraíso de la libertad.

Podréis leer, hasta escribir podéis, pero no pretendáis ir más allá. Podréis ver un mapa de la situación geopolítica y económica, pero no se os dará la posibilidad de interpretarlo porque otros lo harán de distintas maneras; y nunca sabrás.

Y resuena a en mis oídos aquello: os lo debemos todo, pero no os daremos nada.

Las armas son el único idioma que todos entienden y practican: el lenguaje de las armas es el gran fracaso de la política, cuando el hombre ata a otros hombres a su propio cadáver; y eso empieza ocultando la lectura, la escritura, evitando el aprendizaje de métodos distintos a los de las armas, en definitiva pretenden darte a entender que eres una simple piedra arrojadiza que ellos tiran, pero esconden la mano.

El control sobre la educación femenina y prohibir el acceso a las mujeres a secundaria y a la universidad es peor que lo que se pueda describir.

Es la metáfora que viene: leer y escribir sin interpretar. Accederás a todo, pero nada podrás cambiar ni siquiera  interpretar.

Como ellos han decidido. Se te permitirá leer y escribir de manera modulada. No más allá.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 junio 2023