FELIZ NAVIDAD
Creo recordar que fue en el año 2013 cuando por primera vez desde estas páginas les felicitaba la Navidad. Los primeros de la lista eran los soldados. Por su humilde y poderoso servicio en cada rincón donde España los necesita.
Estos dos últimos años han sido muy duros lo que ha requerido acudir a la movilización general para una lucha desigual contra un enemigo invisible y casi desconocido: el virus (enfermedad que ataca a la condición moral y física).
Todos nos hemos convertido en soldados y hemos tenido al mando muy buenos y malísimos (los más) generales. Por ello los combates no cesan y la guerra sigue en pie.
A pesar de ello y de ellos no podemos ni debemos olvidar a todos y cada uno de los luchadores que nos han servido en primera línea de combate frente a este enemigo desconocido. Héroes anónimos.
La movilización general para esta guerra abierta y enigmática ha creado un multidisciplinario ejército de variadas uniformidades. Siguen en la lucha y con nuestro agradecimiento debe ir el impulso de toda la sociedad que no se resigna a una mala dirección, sino a una eficaz colaboración para vencer al enemigo.
Azar e incertidumbre son factores que participan en cualquier guerra.
No sabemos qué va a pasar. Hagamos una pausa vigilante.
EL MISTERIO DE LA NAVIDAD
En estas fechas mejor olvidar esa inquietud y refugiarnos en este momento de luz. Es la única razón de la Navidad: luz.
Un momento para abrir la puerta. ¿A quién? La pregunta solo tiene una respuesta: al Misterio. Misterio es algo positivo e interno, sin revelación posible, causa de escándalo para un mundo que solo entiende de realidades prácticas, útiles y al alcance rápido de la mano. La satisfacción inmediata. Es la atracción del árbol del bien y del mal. La manzana tentadora.
No es tiempo la Navidad para esos jolgorios de evasión, sino todo lo contrario, para entrar dentro en el silencio de uno mismo y dejarse absorber por el misterio que después de dos mil años sigue inamovible, inabarcable y más candente nuestra necesidad de él.
Tiempos recios en los que el consuelo espiritual, tan tradicional entre nosotros, parece que también se bate en retirada y la soledad nos asola. Antes brillaba la estrella y se posaba sobre ti, aunque no la buscases veías su luz, pero ¿hoy?: ¿Por qué oculta? ¿Por qué se ocultan los mensajeros?
Es necesaria más que nunca la proximidad, la intimidad con nosotros mismos alejados de redes sociales y de tan atrayentes como inservibles promesas.
Entiendo la Navidad como un imposible, posible solo en ella: «Dejad todas vuestra preocupaciones a Dios, porque él se preocupa de vosotros» (1 Pedro 5:7).
Es el bello e intrigante capítulo VI de San Mateo: «No estéis, pues, preocupados por el día de mañana, porque mañana ya habrá tiempo de preocuparse. A cada día le basta con sus propios problemas» (Mateo 6.34).
Todo está dicho. No es fácil la propuesta, pero existe y es posible alcanzarla, como nos explica en una bella descripción del capítulo de San Mateo Sören Kierkegaard Los lirios del campo y las aves del cielo.
Aunque sea solo un día, el de la Navidad. Pueden ocurrir prodigios; y ocurrirán.
‹‹Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. Como el centinela espera la aurora…›› (Salmo 129).
Confíenos en los centinelas y solo hagamos oídos al susurro del sacrificio, el esfuerzo individual, y tomemos con alegría el relevo cuando se nos requiera. Tiempo de vigilia.
Sombras. «Podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás» (Ex 33, 23).
Ora et labora. Este es momento del Ora sin olvidar mañana el labora.
Feliz Navidad os deseo, uno a uno; a vuestro rostro de amigo me dirijo con la humildad del necesitado y el perdón en mis manos y corazón. Que a todos solicito.
Es Navidad. La única manera conocida de ser feliz es creer en el Nacimiento.
Precisamente cuando todo parece muerto.
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
24-25 diciembre 2021
Blog :generaldavila.com