FELIZ NAVIDAD Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

FELIZ NAVIDAD

Creo recordar que fue en el año 2013 cuando por primera vez desde estas páginas les felicitaba la Navidad. Los primeros de la lista eran los soldados. Por su humilde y poderoso servicio en cada rincón donde España los necesita.

Estos dos últimos años han sido muy duros lo que ha requerido acudir a la movilización general para una lucha desigual contra un enemigo invisible y casi desconocido: el virus (enfermedad que ataca a la condición moral y física).

Todos nos hemos convertido en soldados y hemos tenido al mando muy buenos y malísimos (los más) generales. Por ello los combates no cesan y la guerra sigue en pie.

A pesar de ello y de ellos no podemos ni debemos olvidar a todos y cada uno de los luchadores que nos han servido en primera línea de combate frente a este enemigo desconocido. Héroes anónimos.

La movilización general para esta guerra abierta y enigmática ha creado un multidisciplinario ejército de variadas uniformidades. Siguen en la lucha y con nuestro agradecimiento debe ir el impulso de toda la sociedad que no se resigna a una mala dirección, sino a una eficaz colaboración para vencer al enemigo.

Azar e incertidumbre son factores que participan en cualquier guerra.

No sabemos qué va a pasar. Hagamos una pausa vigilante.

EL MISTERIO DE LA NAVIDAD

En estas fechas mejor olvidar esa inquietud y refugiarnos en este momento de luz. Es la única razón de la Navidad: luz.

Un momento para abrir la puerta. ¿A quién? La pregunta solo tiene una respuesta: al Misterio. Misterio es algo positivo e interno, sin revelación posible, causa de escándalo para un mundo que solo entiende de realidades prácticas, útiles y al alcance rápido de la mano. La satisfacción inmediata. Es la atracción del árbol del bien y del mal. La manzana tentadora.

No es tiempo la Navidad para esos jolgorios de evasión, sino todo lo contrario, para entrar dentro en el silencio de uno mismo y dejarse absorber por el misterio que después de dos mil años sigue inamovible, inabarcable y más candente nuestra necesidad de él.

Tiempos recios en los que el consuelo espiritual, tan tradicional entre nosotros, parece que también se bate en retirada y la soledad nos asola. Antes brillaba la estrella y se posaba sobre ti, aunque no la buscases veías su luz, pero ¿hoy?: ¿Por qué oculta?  ¿Por qué se ocultan los mensajeros?

Es necesaria más que nunca la proximidad, la intimidad con nosotros mismos alejados de redes sociales y de tan atrayentes como inservibles promesas.

Entiendo la Navidad como un imposible, posible solo en ella: «Dejad todas vuestra preocupaciones a Dios, porque él se preocupa de vosotros» (1 Pedro 5:7).

Es el bello e intrigante capítulo VI de San Mateo: «No estéis, pues, preocupados por el día de mañana, porque mañana ya habrá tiempo de preocuparse. A cada día le basta con sus propios problemas» (Mateo 6.34).

Todo está dicho. No es fácil la propuesta, pero existe y es posible alcanzarla, como nos explica en una bella descripción del capítulo de San Mateo Sören Kierkegaard Los lirios del campo y las aves del cielo.

Aunque sea solo un día, el de la Navidad. Pueden ocurrir prodigios; y ocurrirán.

‹‹Mi alma espera al Señor, más que el centinela la aurora. Como el centinela espera la aurora…›› (Salmo 129).

Confíenos en los centinelas y solo hagamos oídos al susurro del sacrificio, el esfuerzo individual, y tomemos con alegría el relevo cuando se nos requiera. Tiempo de vigilia.

Sombras. «Podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás» (Ex 33, 23).

Ora et labora. Este es momento del Ora sin olvidar mañana el labora.

Feliz Navidad os deseo, uno a uno; a vuestro rostro de amigo me dirijo con la humildad del necesitado y el perdón en mis manos y corazón. Que a todos solicito.

Es Navidad. La única manera conocida de ser feliz es creer en el Nacimiento.

Precisamente cuando todo parece muerto.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

24-25 diciembre 2021

Blog :generaldavila.com

PONGA UN CAGANER EN SU NACIMIENTO. General de División (R.)Rafael Dávila Álvarez

Quim Torra y Pedro Sánchez ya tiene caganer

Todos los años, con paciencia y dedicación, pongo el nacimiento en casa con la principal finalidad de transmitir a mis nietos esa tradición a la que conforme pasan los años más valor le doy. Espero que a ellos les ocurra lo mismo y que en el futuro no se conformen con los virtuales adornos o las luces que proyecten desde las pantallas táctiles de sus ordenadores.

Nunca debería faltar el ritual de extraer las figuritas que llevan un año envueltas en papel, comprobar las que se han roto, buscar el musgo, la tierra, el serrín; simular con el corcho las montañas, el cielo con papel y las nubes de algodón, mientras el agua corre por un río de papel de plata arrugada. Un conjunto de desproporcionados tamaños, imposibles perspectivas, anacronismos y contrastes; así es el nacimiento que aceptan las mentes de los más pequeños que todavía entienden la metáfora del paisaje. Tampoco falta el Castillo de Herodes donde se esconde el malo que nos perseguirá ya para siempre.

Recientemente se ha incorporado a nuestro nacimiento una figurita que yo desconocía ya que nunca estuvo en el que en mi niñez se montaba en casa. Figurita que al principio rechacé al pensar que no venía a cuento, pero las risas de picardía de mis nietos me hicieron aceptarla, y esconderla por el belén convirtiendo su búsqueda en un motivo de entretenimiento. Habrán adivinado que hablo del caganer, figura que según leo tiene sus orígenes a finales del siglo XVIII y que se ha convertido en tradición indispensable en los belenes catalanes. Nos dicen, y así lo entiendo yo, que no es una grosería ya que es una de las muchas metáforas del nacimiento. Esta en concreto significa el abono de la tierra para hacerla fecunda. Por eso se considera el caganer un símbolo de salud, prosperidad y felicidad para el año entrante. La figurita en cuestión, los recuerdos y la utilización práctica del abono, me han traído a la memoria una anécdota que tenía olvidada y que oí a mi madre siendo niño.

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Contaba mi bisabuelo que bajando hacia Sevilla hizo un alto técnico en un hotelito de Despeñaperros. Antes de almorzar y con la elegancia que le distinguía preguntó a la recepcionista del hotel por los aseos. Esta, a la vez que le señalaba una rústica puerta de madera, le entregó una cañita de aproximadamente un metro de longitud. Mi bisabuelo, aunque algo sorprendido por el ofrecimiento, prefirió no hacer preguntas y aceptarla con la misma naturalidad que a él se la habían ofrecido. Fue al abrir aquel portalón cuando rápidamente se percató del porqué del utensilio. El supuesto aseo de caballeros era un gallinero donde multitud de gallinas picoteaban alrededor de un fornido y arrogante gallo. Ponerse de cuclillas a calzón caído en aquel lugar expuesto a los ataques de las hambrientas gallinas, incluso someterse a la chulería del gallo del corral, requería, sin la menor duda, el uso de aquel utensilio para mantener a raya a cualquier gallina que osase acercarse por la peligrosa retaguardia que quedaba a culo pajarero. Mi bisabuelo, al ver el panorama se desinfló y para hacer algo de tiempo se entretuvo unos minutos sacudiéndole unos cañazos al chulo del gallo. Por si alguno está interesado, todavía existe el hotelito, aunque ahora el gallinero es un hermoso comedor de tres tenedores.

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Mira por donde la figura del caganer es más corriente de lo que nos parecía aunque, visto lo visto, este año entre mis nietos y yo hemos tomado la decisión de ponerle una caña en la mano del caganer no vaya a ser que se nos ponga chulo un pollo del corral. Porque cuando un pollo se quiere hacer gallo, y entiéndanlo como mejor les parezca, hay que tener cuidado ya que dice el refrán que no es buen año cuando el pollo pica al gallo.

Este viernes en Barcelona hemos visto con claridad quien era el gallo y quien el caganer. Iba con la varita en la mano.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com