Hace cinco años que nos dejó, pero no se ha ido del todo. Seguimos recurriendo a su síntesis, a su método, al libro escrito en cada uno de sus dibujos, a su humor y sabiduría.
Marqués de Daroca, dibujante, humorista, escritor, periodista, académico… y soldado.
Pocos recuerdan esta faceta de don Antonio Mingote. Participó en la guerra civil española en el bando nacional y en la Academia de Transformación de Guadalajara se hizo oficial. Estuvo destinado en la Escuela de Aplicación y Tiro de Infantería y en la División Acorazada ‹‹Brunete››. Alcanzó el empleo de capitán ascendiendo a comandante en la reserva y obtuvo el empleo de teniente coronel honorífico de Infantería por sus servicios distinguidos. Se le concedió la Gran Cruz del Mérito Militar y la distinción especial de los Premios Ejército. Siempre permaneció cerca de sus compañeros, de su querido Ejército.
‹‹En mi caso, la vida militar me ha disciplinado y me ha permitido autoexaminarme››.
Recuerdo su definición insuperable de la táctica: ‹‹La táctica se resume en una sola frase: acércate al enemigo procurando que no te vean››.
‹‹Mingote y el Ejército. Una vida en cuatro actos›› fue el título de una exposición que se hizo en el Museo del Ejército en Toledo.
Espléndida y merecida. Un entrañable recuerdo.
Mingote: Este país necesita un repaso
Pero hoy, a los cinco años de su muerte, tengo que confesarles que la mejor viñeta, la que más me impresionó, y sigue haciéndolo, del genial humorista, fue la que el ABC publicó en su portada el 14 de octubre de 1983. Encabeza este recuerdo. Mírenla y juzguen. Sigue siendo un resumen perfecto de lo que eran y son estos asesinos de la ETA. No lo olvidemos.
Cada dibujo de Mingote es parte de nuestra historia, de nuestros momentos y sentimientos. Hoy, cuando las imágenes nos inundan y pierden valor, también la palabra, la de honor, nada mejor que recurrir al recuerdo y lectura de los libros del gran Mingote, sus viñetas. Un soldado de Infantería. Como tantos en nuestra historia.
Una vez le oí decir: ‹‹Este País necesita un repaso››.
Mi teniente coronel, en ello estamos. Pero pasa y pasa el tiempo y todo sigue igual. O peor.
A tus órdenes maestro.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
5 abril 2017
Creo que fue el primer soldado de Franco en entrar en Barcelona en Enero del 39, ¿se adelantó a ver a unos parientes? No lo se. Que alguien que conozca la anécdota la cuente.
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Gran recuerdo a un gran hombre en todos los sentidos.
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Irrepetible D.Antonio Mingote, humorista, metafórico, inteligente, agudo y Español Cabal por encima de todo.
Gracias D. Rafael, por traernos a la memoria, la figura de éste Español excepcional, que jamás pasará al olvido de nuestra generación.
Pasó al retiro con dos estrellas de 8 puntas en su bocamanga, pero ahora disfruta de todas las estrellas celestiales.
D.E.P D. Antonio Lingote, referente de una España Unida, que necesita » un repaso»
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Si, el justamente famoso Mingote, requeté, alférez de requetés ( de un tercio aragonés, no sé cual), fue el primer combatiente nacional que entró en Barcelona, para visitar a su madre que residía allí, admirado y bien recibido (el separatismo y el rojerío ya habían huido o estaban huyendo, para evitar el cerco); regresó a su compañía y en la mañana siguiente entró de nuevo en Barcelona, en la entrada oficial de las tropas nacionales. Terminada la guerra, siguió la carrera militar en la Academia de Transformación. D. Antonio Mingote, marqués de Daroca, militar, intelectual y artista; español ejemplar, debe ser recordado para que las nuevas generaciones lo conozcan y lo vean como digno ejemplo a seguir.
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Mi Padre fue compañero suyo, la promocion de los canutos!!!!
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Efectivamente, fue un hombre, un gran hombre, rico en virtudes, o mejor dicho, pleno de virtudes, civiles y militares, artísticas, intelectuales, castrenses, domésticas y literarias; una persona agradecida social y laboralmente también debido a su fidelidad absoluta a «ABC», a sus credos, a su espíritu, a sus obligaciones, a sus labores, a su arte, a su estilo, a su disciplina, a la amistad, al compañerismo, a su conducta, a su profundo respeto, y al enorme cariño que ponía en todo lo que hacía y en todo lo que creía. Compañero de mi padre en el «teatro de operaciones» (léanse «pacazos»), nunca lo tuteé, debido a la diferencia de edad existente. Su recuerdo ha de ser eterno, porque la historia está para eso, para eternizar todo lo dignamente eternizable, y don Antonio supera con creces todas esas virtudes.
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