Don Pijote no era rico, pero al menos alto, hidalgo de cuna, tanto que casi no cabía en sí. Sancho, que luego surgió lo de Chanclas, no era pobre, pero al menos de poca comida desde su nacimiento. Eso les hacía, siendo iguales, distintos, como el caballo y el burro, de cuadra y pesebre. Distintos por dentro, esa diferencia que se nota en cosas, no todas, ya que la gordura o la finura no distinguen ni siempre significan, ni dignifica comer más o menos, ni de más o de menos. Quizá sea cuestión de comer mejor o peor.
Sancho Chanclas quería mandar porque le había oído a D. Pijote «que es bueno mandar, aunque sea a un hato de ganado». Así él llegó al paraíso donde la luz y la gasolina eran gratis, y te seguía una cohorte de pelotas sin futuro. Todo era divino, pero aburrido porque ocurre que la luz nunca encontró a la oscuridad ni el agua al alcohol; el día nunca recibió en sus salones a la noche y la caverna no escuchó los gritos de la taberna. No había redes porque los peces y las aves no conocían más allá de su momento y nunca sabían si era ayer o mañana, solo entonces.
Un día de esos de ensoñación, el Sol amenazante y la noche como siempre, Sancho Chanclas tuvo una iluminación y llegó a decir: «Lo elegíaco, lo ceremonial, no rigen para los inmortales» lo que a don Pijote hizo sudar por tener que entregarse al pensamiento. Uno llevaba ese día un lacoste, el del cocodrilo, y el otro una camiseta blanca de tirantes y entre sí había envidia por querer ser y usar lo contrario.
Cambió el mundo en esos arrebatos de temporada, por el cambio climático, y llegaron olas desconocidas y murieron los dinosaurios —otros aparecieron— y Madrid hubo que ocuparla por la Moncloa y Guadalajara; en el Jarama no había puentes para cruzarlo y fue un lugar de veraneo a la italiana. Ese Madrid que nunca está en lucha, pero contra él todos.
A D. Pijote le gustaba repetir «y, y…», que no dejaba de añadir «y», porque así tomaba aire, que no tenía más oxígeno que el de un cerebro necrosado de tomar tanto el sol en las alturas, más de los tres mil metros de altitud, y con la bacinilla puesta que no le cubría apenas. Además como saltaba para encestar subía aún más. Sancho era distinto, siendo el mismo, porque era bajito y se cubría con sombrero de paja que compartía con su burro, que no subía más de cien metros, con lo que nunca pudo llegar a nada. Además Chanclas se ponía muy nervioso porque él andaba despacio y Pijote hablaba sin hablar porque hablaba para él y se escuchaba él. Así que no había manera de subir ni bajar que solo subía Pijote; y Sancho nada. Nada, de nada se enteraba. Nada decía una y otra vez. Otra vez nada; repetía.
Como D. Pijote era de familia de siempre, muy amplia y mundial, de partido con muchos hijos repartidos por los mundos, por las rusias y las alemanias, las de agosto del día 23 de 1939 de no agresión, decía, a Sancho —que este nunca escuchaba más de un minuto seguido, y hacía bien—, que él castigaba con obras no con palabras, pues no era suficiente al desdichado la pena del suplicio y había que añadir las malas razones. Perdonar nunca y siempre escribir, los que saben, la historia, para que sea tan alta como nuestras miras, porque el patio de nuestra casa no es particular y cuando llueve no se moja como los demás. Para eso hay que estar siempre en vigilancia y que nadie se cuele, que enseguida se nota porque huele a los ajos que come, y a cebolla, con ribera del Duero; también a solomillos veganos. La morcilla ya dijo D. Ángel que se repite; como la guerra.
La justicia del Pijote era él, aguantarle a él, su altura (de miras) y cambiarle el colchón porque le olían los pieses cuando jugaba al baloncesto.
Tenía un espejito en un lugar escondido y oculto llamado Moncloa, con un bosque repleto de lobos y manadas de hienas, y todas las mañanas consultaba con el espejito, pero Chanclas desde que supo que se llamaba así, que fue de siempre, le decía que Gilgamesh también buscó la inmortalidad y nada. Que le habían hablado de un tal Borges que tampoco, y que a Sócrates no le gustaba preguntar a otros, sino que se preguntaba y respondía él solo. Así que Pijote no escuchaba. Solo miraba al espejo. «Existe un rio cuyas aguas dan la inmortalidad; en alguna región habrá otro río cuyas aguas la borren», dijo un día Sancho, que lo traía escrito de un amigo que se lo regaló. Pijote dijo: Eso no va con nosotros, somos el río primero, somos socios, y una cuerda nos une a unos y a otros hasta el fin que para nosotros nunca será.
Chanclas estuvo a punto de apuntarse a ese grupo o partido, que no sabía que era eterno, pero pensó en su burro que no era caballo, y decidió echar los papeles para notaría o fiscalía, así podría vivir eternamente mientras aprobaba que sería nunca jamás. Le esperaba el ejecutivo que sonaba muy bien, aunque mejor sonoridad tenía el judicial para presumir en su pueblo ante el juez de paz que se las traía tiesas con él.
Esto que les cuento sucedió con Homero, que fue una odisea que vino después de una Ilíada o liada, que no se sabe muy bien la que se armó allí en Troya por una mujer que debía ser muy guapa ¿o fueron varias?
Que mejor dejarlo porque las flechas volaban y hasta el Escamandro un día se salió de su sitio y aquello aún se recuerda. Ulises era muy listo y relata lo de don Pijote, pero el que más aprendió fue Calzas ya que fue inmortal, del que uno se acuerda. Don Pijote murió de un ataque de pijo cuando alcanzó el palacio y se lo encontró lleno de esos lobos, hienas y cuervos y empezó a subir la luz, y el gas, y el agua, y el vino, y la gasolina, y las hamburguesas de tréboles y sobre todo cuando a una manifestación de vacas que querían ser comidas le sucedíó otra de toros que querían embestir; y se dejó.
Todo fue y nada quedó; excepto Sancho Chanclas que sigue cada mañana madrugadora en un tren que nunca llega, y será eterno porque ni sabe de dónde viene ni a donde va. Se pregunta, ¿y qué más da si cuando llegue ya se habrá acabado todo y tendré que empezar de nuevo?
Pijote hace tiempo que dejó de interesar porque no sabe otra cosa que mirarse al espejo y creer que él son todos; y a todos, nadie se lo ha explicado, lo que les importa es lo del tren, que llegue pronto y la espera sea entretenida mientras lee eso de Homero, o de Diógenes.
Desnudos vinieron los dos, uno se prendó del mundo y el otro lo aborreció. Los dos querían ser inmortales, pero el tren, dicen de la vida, se los llevará a los dos.
Ninguno dijo nada para la posteridad ni nada buscaba Chanclas dejar en el monumento que se alza a la vulgaridad que está lleno y esparcido por las calles y museos.
¡Vaya usted a saber! ¡Velay!, y no me hagan mucho caso. Es el final de agosto y ya se sabe lo que viene después.
Rafael Dávila Álvarez
31 de agosto 2021
Blog: generaldavila.com
Excelente mi General, vaya descripción alegórica de la situación que estamos, los españoles, viviendo con el Presidente del Gobierno actual.
Enhorabuena.
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Mi respetado y muy querido GENERAL,
Ha llegado septiembre y LA LIBERTAD DE ELECCIÓN retorna por la senda otoñal. EL ESPIRITU Y LA MATERIA frente a frente Y LA RELATIVIZACIÓN DE LA VERDAD SE AMPLIFICA sin parangón.
DON PIJOTE se confunde enormemente, había leído demasiado y es un CABALLERO ANDANTE DE RAZÓN ESPARCIDA por su idealizado amor a la ÚNICA DULCINEA DEL PARNASO.
El apego materializado de SANCHO CHANCLAS le induce a la reflexión QUE LA INTEGRIDAD EN ALGÚN INSTANTE marca el sentido existencial.
EXCELENTE concepción de una MONCLOA titiritea. Al final la amistad entre DON PIJOTE Y SANCHO CHANCLAS supervive, porque el concepto de persona sigue siendo :SER SUBSISTENTE, SUJETO ÚNICO Y RADICAL DE SU PROPIA NATURALEZA, LO PERMANENTE Y ESTABLE, LO QUE DURA EN SU EXISTIR.
Reitero ENHORABUENA MI GENERAL.
«QUI INVENIT AMICUM INVENIT THESAURUM » ( Quien encuentra un amigo, encuentra un tesoro).
A la orden de V.E
VIVA EL REY
VIVA TIERRA MAR AIRE G.CIVIL Y CNI
VIVA Y ARRIBA ESPAÑA
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A las órdenes de V. E., mi General.
Todo está clarísimo, y con muy fino sentido del humor. Excepto lo del lío de Troya, pues existen dudas más que razonables de si aquella bellísima mujer, casi una diosa, según cuentan, fue raptada y ultrajada por un desalmado soberbio, o sí fue ella la que voluntariamente se marchó con él y dejó al marido con un peso añadido al casco de guerra.
Todo por la ambición de presumir ataviada con el mayor tesoro conocido hasta entonces. Aquí también hay alguna mujer (que ya quisiera parecerse no ya a Helena, que eso sería apuntar a las estrellas, sino a Aldonza, la Dulcinea del Toboso), a la que no se oye ni se ve por permanecer en el anonimato, pero que muy bien podría ser la urdidora y causante de muchos de los entuertos que padecemos.
¡¡¡Viva España, mejor con una sonrisa!!!
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Con su permiso mi General.
Como no alcanzo a comprender todas sus palabras y referencias, mi corta experiencia me ha llevado a fijarme en lo del burro y el caballo. El burro, si lo atas a un olivo con una cuerda holgada se enreda el pobre dando vueltas y tienes que rescatarlo antes de que pueda hacerse daño. El caballo en cambio, levanta la cabeza y maneja el ronzal con gracia y soltura, sorteándolo admirablemente y con total seguridad, pudiendo permanecer sin problemas, días enteros mientras tenga hierba fresca. Ahora bien, al margen de su habilidad en el manejo de la cuerda, el caballo no tiene la resistencia del rucio, que además, es un animal muy aseado. Al que de ninguna manera le huelen los pies. Y si come un fruto salvaje, por su hocico escapa ligero el aroma de la fruta… se dice que los antiguos guerreros aplicaban a sus heridas la pasta que se formaba en el interior de los correajes de cuero que estaban en contacto con el borrico.
A las órdenes de V.E.
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Buenos días Mi General. Suculento y veraz su comentario al cual de adhiero. Muchas gracias y saludos para todos.
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Muchas gracias. No he escrito este artículo para que se entienda sino para que se lea. Todo lo que cada uno interprete es correcto. Esa es la magia de la escritura y la forma de disfrutar leyendo. Gracias a todos y saludos.
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Tarde por la tarde, buenos días, mi General y todos. Más le vale al Tren que no viene de ningún lado, ni va a ninguna parte, llevarse al Bipolar Pijote de las Sandalias todo entero y la vez, como si fuera uno, y con suerte, único e irrepetible.
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Mi General : Gracias por su aclaración en “pensamientos “.. Lo he leído varías veces y no he logrado entenderlo plenamente.
Pensé no escribir nada, para no parecer tonto del todo, pero pensé que sería un cobarde, y por eso estas letras en las que me retrato.🇪🇸🇪🇸🇪🇸
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Magnifico y agudo retrato de la realidad actual mi General.
Dios quiera que pase pronto todo esto de una vez para siempre. Por el bien de todos.
Los comentarios muy buenos, saludos a todos.
Saludos con agradecimiento, General Dávila.
Josefa del P.S. López del Moral Beltrán
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Buenas tardes; pues aparte de entender (o eso creo) mi General, lo que nos ha escrito hoy, con ese sentido de la ironía que tan bien se le da, lo he disfrutado plenamente.
No hay mucho que comentar, todo o casi todo está escrito ya, sólo aplaudir su estilo que ya sabe que me encanta, cualquiera que sea el que emplee, porque hoy va de ironía, pero cuando se pone serio también lo hace con contundencia y claro, es más comprensible, porque se acerca mucho más al cabreo agudo que padecemos todos y que nos revuelve las ideas que ya están llegando a su límite de aguante.
A mi, que la ironía se me suele dar bien, ya no puedo ni emplearla cuando de lo político tratamos, porque hemos llegado a un punto en el que no nos cabe más que tragar sin remedio hasta que Dios quiera o las circunstancias nos permitan sacar a D. Pijote y compañía de su burbuja dorada.
Yo, siento decirlo, nunca vi a D. Quijote como a un personaje digno de admiración, sólo soy una entusiasta del autor que retrató como nadie ha sido nunca capaz de hacerlo, nuestras virtudes y nuestros defectos, y creo sinceramente que D. MIguel de Cervantes conocía muy bien a su gente, e hizo un retrato en el que todos podemos mirarnos y siempre encontraremos algo con lo que podemos identificarnos, para bien y para mal., eso si, escrito en un castellano que creó escuela y del que todos hemos aprendido, aparte de esa filosofía de la vida tan particular pero siempre certera, en boca de un loco, que como sabemos son los que siempre dicen la verdad.
Ahora parece que el personal se acerca mucho más a la filosofía de Sancho, por aquello de dame pan y dime tonto, a ras de tierra, con o sin burro.
Una desgracia, qué quiere que le diga.
Afectuosos y respetuosos saludos, mi General.
Margarita Alvarez-Ossorio
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Gracias Luis. Digo que está escrito para leer y no para entender. Esa es la gracia. Abrazo
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