ROJOS Y AZULES. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

«Eres más rojo que el capote de Cagancho», el Amapolo, o simplemente Fulanito el Rojo. Cosas así y de la otra manera que retrataban aquella época que parecía olvidada y que tuvo la resaca de que la cúpula militar fuese alcanzada por rojos y azules en una alternancia que ni las naciones otanistas se creían, pero guardaban la distancia por si acaso enrojecía el panorama. Claro que la mezcla de dos colores primarios como el rojo y el azul da como resultado un violeta feo y sucio. Ahora se entiende mejor el panorama del cuadro que lucimos en la pared presidencial de nuestra casa con ese efecto tan lúgubre y que nos arrincona a lo secundario.

En España siempre hubo tendencia al rojo porque se pensaba que eran los pobres, los perseguidos y porque el toro siempre embestía al trapo colorao y como el amarillo suavizaba la situación se ciñeron al capote de grana y oro. Nada de grana, nada de gualda, como corrigió D. Camilo, roja y amarilla, y rojos y azules nada tienen que ver con los colores de España, sino con otras cosas y menesteres que parecían olvidados hasta que los rojos dijeron «¡Hemos ganao, hemos ganao, el equipo colorao!» y querían ganar después de aquella goleada que pretenden resucitar para que el partido comience con el árbitro comprado.

El rojo gusta en España porque la gota de sangre hace al héroe y no las lágrimas que pretenden enrojecer como ella.

Cuando practicábamos la lucha de guerrillas los que llevaban el papel de guerrilleros lucían un brazalete rojo y las fuerzas convencionales azul.  Sería por la vida dura en el monte, la falta de cobijo y alimentos y su vida siempre huyendo; para los pueblos y lugareños los del brazalete rojo eran sus favoritos y todos querían lucir aquella prenda tan distinguida mezcla de bandolero, guerrillero o maquis como a algunos les recordaba. En uno de esos actos populares un sargento prendió en el brazo de un chiquillo unos de aquellos brazaletes rojos y sin el debido cuidado pinchó el bracito de niño de donde brotó un hilito rojo sin que aquel chaval pronunciase la más mínima queja. Gotas de héroe.

Somos en cualquier caso un poco contra el poder constituido y no atraen las tropas convencionales viviendo en sus campamentos, que comen en caliente y duermen en sus tiendas. No tienen el atractivo de los del brazalete rojo que Dios sabe dónde y cómo vivían. Como los jabalíes.

El último maquis que murió en España fue el Piloto, por allá en la Sierra de los Ancares donde vivió en los años sesenta y que nunca fue un maquis, sino más bien un bandolero que vivía y comía a costa de los robos, asaltos y del temor que infundía.

Todo le fue bien y la gente ni denunciaba ni iba contra nadie. Allá cada cual y ¡mientras no moleste más de la cuenta!

Hasta que se enfrento al cura y le prendió fuego. Eso sí que no. Por ahí no pasamos y a los pocos días el Piloto dejó de pilotar aquella vida que entre hombre y alimaña se había construido.

Tuve ocasión de ver un homenaje que se le rindió en Becerreá, por rojo, y organizado por los rojos de la zona y alguno llegado de Madrid que aprovechó para darle al pulpo o a la empanada y de postre sardinas asadas con cachelos después de una cachucha la noche anterior.

Pregunté en la zona por el personaje y ni los viejos del lugar sabían quiénes eran aquellos y jamás habían oído hablar del Piloto.

Pensé que estábamos como siempre: o la censura o la historia. La memoria histórica que resucita rojos por doquier y que en la España auténtica aún está a salvo de las mentiras. Cada vez menos.

Con los rojos ya se sabe: ganan ellos, unos pocos, pierdes tú, que somos casi todos.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

30 mayo 2022

3 pensamientos en “ROJOS Y AZULES. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

  1. Buenos días, mi General, y todos; mi padre me habló de un tal Juanín, uno de aquellos maquis, esondido en el monte por los alrededores de Comillas, Santander, también «se pasó», atentó contra la GC de la zona, creo que matando uno, perdió el poco apoyo popular que tenía, y lo cazaron. Con otros nombres y adornos hicieron una película muy novelada sobre su (últimos años) vida, por cierto protagonizada por Pepa Flores, Marisol. Los exteriores los filmaron en el mismo pueblo y parajes.

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  2. Mi General : Magnífico relato, yo siempre he sido “ AZUL como EL CIELO”.y moriré así.
    Después de haber besado “ LA BANDERA”, sería una traición, no saber morir por ella.🇪🇸🇪🇸🇪🇸 ¡¡¡ TODO POR LA PATRIA Y SU BANDERA !!!

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  3. A las órdenes de V. E., mi General.

    El eterno juego con esos dos colores. Lo llevo oyendo desde que tengo memoria. Y está tan arraigado, que hasta en el Parlamento, antes llamado Cortes, quedó señalado y delimitado para siempre. Y por si no fuera suficiente recordatorio, llegó un payaso ignorante desde el país del frío, y decretó que la Selección Española de Fútbol, se llamara «La Roja», con todos los jugadores uniformados de riguroso rojo cereza, que no de sangre, que es más obscuro.

    Si con eso creyó que sus ancestros habían ganado la guerra, pues para qué perder el tiempo y amargarle más la vida tratando de explicarle que no; que la guerra la ganaron, por goleada, los «azules».

    Y luego, anda por ahí suelto, mucho daltónico que todo lo ve de color rojo y no distingue más.

    ¡¡¡Viva España!!!.

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