Los títulos nobiliarios que a militares concedió Franco pueden tener los días contados. La guerra no ha terminado. Es la hora de la venganza. Nobleza no obliga. El derecho de sucesión se paga caro.
Boecio decía que «si alguna cosa buena tiene la nobleza en sí, pienso yo esto solo: poner en necesidad a los de noble linaje que se esfuercen a seguir la virtud de sus antepasados». Ahora resulta que los ennoblecidos antepasados carecían de virtud. Deben renunciar a sus títulos.
Los soldados nunca persiguieron título alguno fuera de los propios de la milicia que son los que se van ganando con los méritos de cada uno. Porque como es harto conocido: ‹‹Este ejército que ves vago al yelo y al calor, la república mejor y más política es del mundo, en que nadie espere que ser preferido pueda por la nobleza que hereda, sino por la que él adquiere; porque aquí a la sangre excede el lugar que uno se hace y sin mirar cómo nace se mira cómo procede››.
Es poco conocido que aquellos títulos que repartió Franco entre sus soldados (creo recordar que fueron 17) no a todos gustaron por igual.
Hubo alguno que incluso se lo tomó como una ofensa al pensar que Franco no era nadie para concederlo y hasta que Don Juan no se lo reconoció no quiso usarlo. Otros, ni en las tarjetas de visita; sus descendientes, unos sí, otros no.
Marqués, conde o duque, no son condecoraciones militares, ni títulos de soldado, ni empleo alguno. Por ello hubo generales que nunca tiraron de título; incluso llegaron a decir que era un mote, una broma de última hora. El caso es que el título deseado de Capitán General, histórico y que consagra toda una trayectoria, fue concedido en vida solo a un general y no precisamente de los que estaban en el más alto escalafón durante la Guerra Civil. Titulación de soldado, suficiente título nobiliario.
Todo es historia, aunque hay que estar muy atento porque la exhumación de Franco es el comienzo de otra historia, una época de venganzas y juegos sucios que no ha hecho sino empezar. Se trata de reescribir la historia; ahora mandan los vengadores que elevan un monumento a su insostenible mentira con el relato de los asaltadores de tumbas llenos de rencor y odio. <<Les gusta un cementerio de muertos bien relleno…>>
Con ello hay que guardarse de los oportunistas porque, como es comprobable, el peor enemigo lo llevamos a nuestro lado.
El fuego amigo debe apoyar nuestro avance, pero si puede ser disparando contra el enemigo. Si puede ser, porque hasta ahora así no ha sido.
Marqueses, duqueses y condeses, deben preparar sus títulos nobiliarios para entregarlos en el ceremonial de la confusión o en el Tribunal Supremo de la historia, supremo juez de la misma. Puede que hasta de los empleos militares sean degradados y asistamos a la ceremonia de retirada de medallas, títulos, y empleos militares.
Sabemos dónde ha empezado todo esto. No sabemos dónde terminará.
¿En el marqués, en el conde, el duque, en el conde-duque?
¿Quizá más arriba? El arco se ha tensado. Pronto saldrá la flecha.
Por ahora la historia ha muerto y ya se sabe que en España a moro muerto gran lanzada.
Estén preparados.
<<Huele a sangre y cieno e impide respirar…>>
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
27 octubre 2019