La Academia de Infantería de Toledo es casa y alma de cualquier infante, de soldado a general. No es lugar de privilegio ni de visita protocolaria, es un vaticano de la Infantería española donde se encuentran Pedro Calderón con Baltasar Queija en un abrazo que recuerda al del Tajo con la imperial Toledo.
Y éstos que en la Academia Toledana
sienten que se apodera de sus pechos
con la épica nobleza castellana
el ansia altiva de los grandes hechos
Lo demás son zarandajas momentáneas, actos protocolarios de hoy donde alguna infantería moderna se hace fotos, pero no reza ni sabe
besar la Cruz aquella
que forma con la enseña de la Patria
el arma con que habrán de defenderla.
La Infantería, la de a pie y sin dinero, pero siempre con su Virgen Inmaculada, que cumple, según nos anuncian, 175 años desde que abrió Escuela para que no se olvidasen las hazañas de una religión de hombres honrados que canta
Ardor guerrero vibre en nuestras voces
y de amor patrio henchido el corazón
Se ha celebrado el 175 Aniversario fundacional de la Academia de Infantería. Fue allá por 1850 cuando abrió el primer Centro de Enseñanza del Arma: el Colegio de Infantería, origen de la actual Academia de Infantería. Pasó por el Hospital de Santa Cruz, Hospital de Santiago y Casa o Fonda de Caridad, de la ciudad de Toledo, se cerró en 1869, volviéndose a abrir en 1875 en el Alcázar de Toledo. Más tarde el General Franco ordenó la construcción de la actual Academia de Infantería inaugurada en 1948.
El Alcázar ha quedado, o debería, como imagen del heroísmo de la Infantería y del pueblo toledano. Sigue siendo espejo para cualquier infante. Eso creemos, aunque no lo aseguramos porque no hay peor enemigo que el olvido o la mala memoria.
De los actos conmemorativos de tantos años de Colegio, pocos infantes se han enterado. No se nos ha mandado una mínima reseña como recordatorio de los hechos. «Que somos muchos no es escusa», sino desidia, porque como dijo D. Camilo José Cela, la Infantería no es la masa sino la compañía. En el mundo de la Inteligencia, incluso artificial, hay sobrados métodos para llegar hasta el último de los infantes. Solo es querer y para eso hay que saber.
La Academia de Infantería celebro sus 175 años. A su manera y con la sociedad civil, con su Toledo y autoridades, que eso está muy bien siempre y cuando no se olviden de los que nos hemos formado como infantes para el combate, con ardor guerrero, los que quedan que no son tantos como para no hacer un toque de llamada
que aún te queda la fiel Infantería
que, por saber morir, sabe vencer.
Esa Academia es nuestra y no del Director ni del Mando de Enseñanza ni del Jefe del Ejército ni de la ministra de Defensa. Es de los infantes que allí se han formado, subido por Cerro Cortado y sudado hasta el vértice Torrejones cantando entre olivares, crípticos como los alcaravanes de aquellas tierras solo para infantes curtidos en las cosas
del deber, de la Patria y del Honor. ¡Honor!
¿Habrá otra manera de ser infante? Porque creo saber que en esa Academia, de la Infantería, de todos los infantes…
‹‹No se ha visto en todo el mundo
tanta nobleza compuesta,
convocada tanta gente,
unida tanta nobleza… ››
¿Ya no es aquel soldado vago al frio y al calor? Claro que «quien no haya sido soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se cansa, aún le faltan muchas horas y muchas leguas para cansarse».
Las armas hacen ruido. Mucho ruido. Ser Infante ya no es ser del Arma de Infantería, ahora es una especialidad.
Silencio…
…el arma con que habrán de defenderla
¿Una especialidad? ¿Qué será eso? ¿Una parte? ¿Una limitación? Cuando ser infante es todo en la milicia. Lo son todas las Armas en su base principal. Especialidad es de serlo todo acabar siendo nada. La Academia de Infantería ¿es una especialidad?
¿El Alcázar de Toledo es una especial historia prohibida?
Pues miren, soldado o general, es lo mismo porque a ningún infante de a pie nos han invitado, que no cabemos, somos muchos, pero ni siquiera el recuerdo, unas líneas en los medios. Nada; silencio de nuestra Academia, a nadie se lo han dicho y con su pan y sal se lo coman. En cualquier caso esa es la buena noticia: Somos muchos, somos Legión.
Fueron los Tercios. Pasó algo parecido en el Centenario de la Legión. En silencio. Cien años de historia sin que a nadie se le haya ocurrido recuperar aquellos cien años. Era infantería.
A lo mejor en estos 175 años alguien habrá tenido un recuerdo para el Alcázar de Toledo, tan vinculado a nuestra historia de infantes.
Somos muchos y no hay sitio para todos. No se puede invitar a todos. ¿Somos masa o compañía? Desviemos el disparo y bajemos la distancia de tiro. Menos infantes y más silencios, que pasen desapercibidos. Al fin y al cabo es una especialidad.
175 años en silencio. Muchos infantes en España, la mayoría, y pocos se han enterado. Mucha autoridad civil, muchos juramentos, pero los infantes huérfanos de la autoridad que da ser infante: «Quien no haya sido soldado de Infantería quizá ignore que cuando el hombre se lanza, cuando el hombre se calienta la sangre, lo más difícil es pararlo y enfriarlo. Porque el otro secreto de la Infantería es el de calentar el aire con la mirada y darse cuenta de repente que la batalla terminó cuando el soldado creía que estaba empezando. Que nunca mejores temples se conocieron ni en más gallardo menester se emplearon».
Han asistido los Coroneles de todos los Regimientos de Infantería de España. ¿Todos o los de los escasos Regimientos que quedan ? Hemos estado quizá en ellos representados.
Queda un mes para celebrar la Patrona del Arma. Recuerdo.
«Resuenan pífanos marciales y aún nupciales en la última y más profunda revuelta de nuestros oídos, y aún se estremece, gracias a Dios, ese último nervio que en los cuerpos de los bien nacidos se guarda, como oro en paño, para que vibre en las ocasiones solemnes. En el día de la Patrona, por ejemplo».
O en el Aniversario de sus 175 años de historia.
¡Viva la Infantería!
Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
10 noviembre 2025
