LA CABRA DE LA LEGIÓN (General de División Rafael Dávila Álvarez)

A petición de algunos lectores reproduzco el artículo LA CABRA DE LA LEGIÓN

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La cabra mascota de la Legión

Un día me atreví a preguntarle:

«Excelencia, ¿por qué en los desfiles lleva la Legión un borrego como mascota? No lo encuentro lógico».

Respondió inmediatamente:

«Inadmisible: en mi Bandera llevábamos un jabalí».

Muchos se preguntan sobre el origen de las mascotas en la Legión y más concretamente porqué la cabra es la más popular. No hay una explicación clara y definitiva sino muchas anécdotas, unas documentadas y otras no.

hombres«Inadmisible: en mi Bandera llevábamos un jabalí».

Es una de las pocas pistas certeras que tenemos sobre el tipo de mascotas en los orígenes de la Legión. Son palabras de uno de sus fundadores y jefe de la misma: el Comandante Franco.

Lo relata el doctor Vicente Pozuelo Escudero en su libro «los últimos 476 días de franco

». Forma parte de uno de los diálogos que mantuvo con el Caudillo en Agosto de 1974 en el Pazo de Meirás.

Existen numerosas historias sobre los orígenes de las mascotas de la Legión y ninguna lo suficientemente clarificadora. Nadie sabe a ciencia cierta cuales son las razones que han llevado a que sea la cabra la que goce de mayor popularidad. La opinión de Franco, como fundador y jefe de la misma, tiene gran valor. No parece que le gustase mucho la cabra como mascota.

Inadmisible, dice con rotundidad. No hay duda: no aprueba este tipo de mascota.

Voy a darles mi opinión, una más. Cada legionario tiene la suya.

El origen de las mascotas entre las unidades militares no tiene mayor misterio. Desde Flandes acompañaban a los soldados en su largo caminar. Hombre y animal, mascota, se hacían mutua compañía y en ocasiones solucionaban entre ambos algunos problemas logísticos. rocroi3

Les contaré una anécdota. Estando en Operaciones Especiales realizamos una práctica de combate en nieve. Estábamos en los aledaños de Pineda de la Sierra (Burgos); para dormir cada equipo construyó su propio iglú. Después de la primera noche nos llamó el Alcalde alarmado porque habían desaparecido todos los perros del pueblo. Nadie pensó que nosotros tuviésemos algo que ver, pero el alcalde conocía esa querencia que tienen los perros hacia los campamentos. Y en el campamento estaban. Los avispados soldados, conscientes del frío que se pasa en el iglú, habían convencido a los numerosos canes del municipio para que durmiesen, a la vez que calentaban, en tan peculiar estancia.

Aquella misma mañana tuvieron que dejar los perros el campamento, muy tristes por abandonar tan rentable compañía. Cada uno cumplía su misión y obtenía el fruto a su trabajo, unos calor y otros alimento.

Algún otro tipo de mascota y en adversas circunstancias puede convertirse en alivio y menú de subsistencia, en alimento, pero eso no sería una mascota sino otra cosa. De ahí que la historia de la gallina como primera mascota que hubo en la Legión, y que llegó a ser nombrada cabo interino, es difícil de asumir. Más bien parece que alguna gallina de un aduar cercano quiso ser legionaria y, cabo o no, acabó cocinada, que cada uno está para lo que está.

17405847-un-jabali-los-legionarios-mascota-en-el-sur-de-espanaPaco, Braulio, Magán, Nerón, Pepito, Kike, Ratky, son conocidos nombres de mascotas de las Banderas y que han pasado a ser historia legionaria. Son monos, loros, osos, carneros, borregos, jabalíes, los que han formado parte de esa historia; otros muchos son fruto del imaginario popular.

Deducimos que en los primeros años de la vida de la Legión no se prodigaban las mascotas. De la vida en aquellos campamentos sabemos que eran inundados de perros, algunos asilvestrados, y que había que sacrificar.BANDERA_OVEJA_MONO

La primera vez que se cita al borrego es el 11 de julio de 1922 en el campamento de Rokba Gozal, compartido con los Regulares. Al regresar de las operaciones encuentran el campamento inundado de ovejas; durante la operación, un ganado ha llegado al pie del campamento; los rancheros y enfermos se los han repartido, y a la vuelta de la jornada, al bullicio de los soldados se unen los balidos de los innumerables borregos.

Suponemos que no acabarían con el rebaño entero y alguno de ellos pasó de ser reserva logística a convertirse en mascota. ¿Será este el origen de la aparición del borrego como mascota de los legionarios?

Legionarios de la Compañia Austria en el destacamento Piper Camp conversan con un soldado francés en las afueras de Skopje dentro de la misión "Cosecha Esencial" de la OTAN

Más adelante, ya en Melilla, el 8 de agosto de 1921, el convoy a Sidi-Hamed sufre una emboscada: los legionarios y Regulares escalan las laderas y el enemigo huye escarmentado; el fuego ha sido intenso pero milagrosamente solo nos han matado un perrito. Nos lo cuenta Franco en Diario de una Bandera. ¿Era una mascota el perrito que muere en combate con sus legionarios? Siempre hay un perro que sigue a los soldados detrás del bagaje, como lo hacían vivanderos, mochileros, niños y mujeres. Es el perro que nunca muere, algo más que una mascota, el de los Tercios de Flandes y el de los Tercios de ahora, el que siempre ronda por el cuerpo de guardia o espera a la puerta de la cantina.12172

No tenemos más referencias de esa época: la aparición del borrego inundando un campamento legionario, el perrito que muere en combate y el jabalí del que habla Franco.

Por los años treinta vemos ya al carnero instalado como primera mascota de la Legión. Hay suficientes pruebas gráficas de ello. El año 1933 cuando el Presidente de la República visita Ceuta, le rinde honores la Legión formando con ella su mascota, un enorme carnero blanco que acompaña a los gastadores.

No dejará ya de aparecer el carnero, borrego o cabra, como mascota de la Legión en diversas formaciones tanto dentro de los acuartelamientos como en las calles de la ciudad.

Miembros-Legion-decada_ECDIMA20141008_0008_16Va más allá de la anécdota la crónica que Tomás Borrás publica en ABC el día 27 de octubre de 1934:

El Ejército ha contagiado su energía a una población que se hacinó hambrienta, enferma y aterrada durante diez días en los sótanos mientras temblaba el suelo sordamente.

Sale, como los convalecientes, con un poco de júbilo infantil y se va, en su puerilidad de resucitado, detrás del cabo de la Legión, al que sigue el carnero mascota con fidelidad de perro. El cabo busca sus flirteos, entra en los cafés, y el carnero, libre y dócilmente, va detrás y acepta galletas y azúcar. Hasta que le molestan y ataca, porque sabe que atacar debe ser el espíritu de una mascota legionaria.

Otra crónica de 1969 escrita por Benigno González, también en ABC, describe el homenaje de Sevilla a la Legión con la entrega de una reproducción del Pendón de la ciudad a la V Bandera. En ella alude a las patillas y las barbas, el borrego, los tatuajes y termina diciendo: se suministró un pienso extraordinario al borrego mascota.

Borrego, cordero, carnero, cabra… Miren el diccionario. El borrego es un cordero de entre uno o dos años; el cordero es el hijo de la oveja que a su vez es la hembra del carnero.

Carnero era el nombre más adecuado, el de borrego el más generalizado, aunque el tiempo ha popularizado a la cabra. Me quedo con el nombre de carnero pero acepto encantado el de la cabra. Ambos son arietes, máquinas militares que se caracterizan por su potencia de choque. Cabra o carnero son sinónimo de acometividad , ligereza, movilidad, austeridad y dureza. En definitiva, animales que ofrecen mucho y piden poco. Perfectas mascotas para la Legión.

cabraleSe equivoca quien piensa que referirse a la «cabra de la Legión» es un modo de expresión peyorativo. El pueblo sabio y soberano sabe lo que elige y lo que dice. No suele equivocarse y está demostrado que, a pesar de los pesares, la Legión y su cabra siguen siendo queridas y admiradas por ese pueblo soberano.

Lo que queda claro es que a la Legión nadie le mete las cabras en el corral. Vuelvan a consultar el diccionario.

General de División (R) Rafael Dávila Álvarez

Fue publicado por primera vez el 11 mayo 2015

Blog: generaldavila.com

 

SOLDADOS ESPAÑOLES. SOLO ALGUNOS EJEMPLOS Y RECUERDOS. HAY MUCHOS MÁS. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

Abril de 1993, ya cumplidos los 20 años. Las tropas españolas y en concreto la Legión se encuentran en una cruel guerra llena de matices desconocidos y de variantes no estudiadas en las academias militares. Estamos casi recién llegados a Bosnia. No hay amigos, tampoco enemigos, y se exige neutralidad absoluta y equilibrio en las acciones y decisiones. Hay que aguantar cualquier presión, cualquier acto hostil, y sólo se autoriza a reaccionar después de que abran fuego sobre ti. Delicada situación que coarta la posibilidad de decidir de acuerdo con los cánones del combate; incluso es un riesgo para la vida de tus hombres. Pero son las instrucciones, las malditas reglas de enfrentamiento dictadas desde los despachos, los mismos despachos donde se sientan los culpables de muchas de las situaciones que acaban en guerras de encendidos odios. Odio entre culturas, odio entre familias, amigos y vecinos, odio tan cruel que las miradas matan tanto como las balas. No es una guerra fácil para un joven oficial que entiende de tácticas y despliegues para el combate pero que tiene que hacer gala de una diplomacia extraña en la que se dialoga con las amenazadoras bocas de fuego apuntándose unas a otras. Son sentimientos de un odio que a un auténtico soldado le desaparecen al ver los primeros inocentes muertos. Pero aquí portan las armas quienes no son soldados.

En esta situación un joven Teniente del Ejército español se enfrenta a una difícil decisión, quizás la más importante de su vida. Cerca de 200 croatas, muchos mujeres y niños, huyen de los milicianos musulmanes que la noche anterior han arrasado su aldea. El Teniente al mando de su sección, con 5 blindados y 35 legionarios es rodeado por las mujeres y niños que, aún despavoridos, piden su protección. Los milicianos musulmanes exigen su entrega. La decisión del Teniente no es fácil. Nadie se atreve a efectuar un ligero movimiento. La mirada legionaria y la firmeza del oficial, su actitud valiente y arrojada, logran salvar la vida de cerca de 200 personas. No necesitó muchas consultas ni órdenes al respecto. El espíritu de servicio y el honor le marcaron el camino a seguir. Con su decisión no sólo salvó la vida a aquellos inocentes sino que enseñó al mundo, a algún español también, quienes son los soldados españoles. Aquél joven Teniente no representaba a ninguna marca española, ni a la industria, ni a las empresas. Representaba a los Ejércitos de España herederos y depositarios de una gloriosa tradición. En aquellos momentos fue el embajador de su Patria ante el mundo y el mundo se asombró ante la hidalguía y el valor de aquél oficial y sus 35 legionarios.
El joven oficial de la Legión se llama José Luis Monterde Maldonado. Nada importa su nombre ni su vida anterior. Es su Patria, su Unidad y sus hombres los únicos que llevan nombre y en nombre de quien actúan.

No iba a pasar mucho tiempo hasta que de nuevo otro joven Teniente dejase su valor y heroísmo marcado para siempre en las tierras de Bosnia y Herzegovina. Trasladaba plasma sanguíneo y medicinas, es decir la vida, cuando una granada perdida de ese enemigo invisible e inexistente para la política, acabó con su vida. Era el Teniente de la Legión Arturo Muñoz Castellano, el primer caído en el combate por la paz y cuyo nombre preside la Plaza de España en Mostar junto a sus 22 compañeros que dieron allí su vida. De nuevo el deber, de nuevo “Cumplirá su deber, obedecerá hasta morir”.

Mayo del 2003, ya cumplidos los 20 años. La tragedia, indescriptible, imposible de asumir, cae sobre el ejército español. Un avión Yakolev con 62 militares a bordo se estrella en Turquía. Viajaban de regreso a España después de dejar lo mejor de cada uno durante cuatro largos meses en Afganistán. No hay palabras para describir aquella tragedia que ha dejado una huella muy oscura, negra como la noche, sobre nuestro sentimientos y razones sin explicar.

Era un 29 de Noviembre de 2003. El escenario, Irak. Ocho agentes españoles, ocho soldados españoles, caen en una emboscada y mueren siete de ellos. Un mes antes habían asesinado a otro de sus compañeros, José Antonio Vernal. Mueren combatiendo, lo hacen con honor y valor, heroico y distinguido. Dejé unos fragmentos a su recuerdo hace unos días. Quería refrescar la memoria de aquellos que ni recuerdan los actos heroicos o trágicos a los que cada día se enfrentan nuestros soldados. Es necesario agradecérselo y divulgarlo. Pero no es así. Por eso y por un sentimiento de reconocimiento a ellos escribo y escribiré hasta la saciedad. Les ruego que lo divulguen.

Hoy las guerras son crueles y sin códigos morales. Quien no es soldado quizás no entienda lo que digo. Las guerras de estos tiempos no acaban como la “Rendición de Breda” ni se desarrollan en los campos del honor. Nuestro compañeros muertos cayeron en una vil emboscada ante un enemigo que no entendía de la honra en el combate. Cuando los que combaten son soldados, la honra del enemigo es compatible con la dureza de la guerra. Hoy es obligado recordar a nuestros soldados, nobles instrumentos de la Patria, España, al servicio de la paz y seguridad internacionales.

No olvidemos que hay unos hombres que contraen el compromiso de defender a su Patria, España, aun a costa de la propia vida y que lo hacen en un acto tan trascendente como sencillo, el juramento ante la Bandera de España. Es un buen momento para recordar que el juramento o promesa no es una fórmula protocolaria ni un formulismo para posteriormente incumplirlo. Es por eso y por ello, su juramento ante la Bandera de España, por lo que sirvieron o murieron nuestros compañero en Bosnia, Iraq, Afganistán y en tantos lugares del mundo. Lo hicieron hace veinte años, diez años y mil años. Lo hicieron y lo seguirán haciendo, por ustedes, por todos nosotros. Es nuestra obligación, la de España, españoles e Instituciones, recordarlo y recordarles.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

26 noviembre 2021