DAMA CADETE DOÑA LEONOR DE BORBÓN (I) Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Este es un artículo largo, muy largo, demasiado corto para la larga historia de nuestra Corona y sus avatares que para bien o mal siempre han ido al lado de la historia militar de España, porque todas las naciones, se oculte o no, se han construido y destruido con las armas o como consecuencia de ellas.

El ingreso de la Princesa de Asturias en la Academia General Militar de Zaragoza no ha sido la noticia del verano. Pronto fue olvidada y sustituida por la mugre informativa que nos asola. Después de unos días de detallada y oficial información dimos paso a la España profunda del chisme, la ofensa y la corrupción moral que se predica como doctrina social a cambio de lectores ávidos de morbo y de ver la paja en el ojo ajeno. Es un tipo de información que da dinero, educa en el borreguismo y deforma.

Conviene regresar, aunque solo sea un destello, al balcón desde donde se contempla la España con historia, la de la formación humana, la educación en valores intangibles y el respeto a la individualidad de cada uno sin olvidar que muchos dieron su vida por la unidad y construcción de esta gran nación: España; ya que es conocido que «La negligencia individual provoca un prejuicio colectivo, y la diligencia propia produce un triunfo colectivo». Norma de educación cívica y de convivencia cuando amas más allá de tus propias ambiciones.

Eso es algo que se tiene muy en cuenta en una Academia Militar donde se forma la individualidad para el conjunto, donde se deja de ser uno para ser compañía. Acertaba el Nobel española Cela: «La Infantería no es la masa, es la compañía».

La fundación de la Academia General Militar data del 20 de febrero de 1882 en Toledo (Primera Época. La Segunda Época abarca desde 1927 a 1931 en la ciudad de Zaragoza). Es el nacimiento del espíritu de la General. El de unidad en la vocación, el servicio, compañerismo, patriotismo, honor y valor, que reciben los futuros oficiales del Ejército de Tierra en su formación en la Academia General Militar de Zaragoza y que constituye la correa de transmisión que alcanza a todos los que visten el uniforme caqui de nuestro Ejército. La II República ordenó su cierre en un intento de acabar con la unidad del Ejército, con el único espíritu conjunto al servicio de la Patria. Hoy es preocupante el dato que reflejan algunas encuestas: «La disciplina y la jerarquía, así como los distintos rangos o empleos se consideran como una falta de democracia. En el caso de la disciplina, se ve negativo que sea acrítica y que se convierta en obediencia ciega. Se critica también el corte de pelo, el uniforme de la Legión y en general los uniformes por ser demasiado militares» (Observatorio sociológico sobre la percepción de las actividades, planes y programas del Plan de Cultura y Conciencia de Defensa. 2019).

Es difícil ser militar, arriesgado también, criticado, desconocido o ignorado, pero a pesar de ello los jóvenes españoles saben del amor a España y se integran con vocación y entrega absoluta al oficio de las armas.

Evoluciona el pensamiento, el mundo recorre caminos nuevos, cambian las costumbres y se avanza en ciencia y tecnología, pero las armas siguen siendo un oficio que da sentido al progreso, que defiende la convivencia, que pone orden ante la violencia, que permite el imperio de la ley y la justicia, protege los derechos humanos, la diversidad y cuida de los recursos vitales mientras preserva la naturaleza. Sin unos ejércitos modernos y eficaces el mundo no se sostendría ante los cada vez mayores y crueles ataques al hombre, a la soberanía e integridad territorial de las naciones y a los deseos de paz.

Los recursos cada vez son más escasos y el futuro que se divisa está plagado de riesgos y amenazas en un ataque sin precedentes a lo más elemental: la vida.

No creo que se necesiten muchas más explicaciones para respetar y sentir de cerca la vida militar. Así estaremos en mejores condiciones de entender y responder a la pregunta:

¿Por qué la Princesa de Asturias debe tener formación Militar?

Conviene aclarar que lo único legislado sobre la carrera militar del Príncipe de Asturias está en la Ley de Carrera Militar, a todas luces insuficiente.

En el artículo 2.2 dice: «El Príncipe de Asturias podrá desarrollar la carrera militar y tener los empleos militares que, mediante real decreto, determine el Gobierno, que queda facultado para establecer un régimen propio y diferenciado teniendo en cuenta las exigencias de su alta representación y su condición de heredero de la Corona de España».

Y posteriormente en la disposición adicional primera:

«La carrera militar de Su Alteza Real Don Felipe de Borbón, Príncipe de Asturias, se ajusta a un régimen propio y diferenciado regulado mediante real decreto aprobado en Consejo de Ministros, basado en el régimen del personal de las Fuerzas Armadas y teniendo en cuenta las exigencias de su alta representación y las circunstancias que concurren en su persona como heredero de la Corona de España».

No hay nada más legislado sobre la carrera militar del Príncipe de Asturias, sino un real decreto sacado ad hoc para la carrera militar de la Princesa Leonor, sin recorrido legal ni futuro para la Corona.

Todo queda en ese condicional «podrá desarrollar…» que se traduce en voluntad del Gobierno. Ni siquiera del Rey.

Contestemos ahora al porqué del ingreso de la Princesa de Asturias en la Academia Militar, aunque antes permítanme compartir con ustedes un comentario.

¿Conocen alguna carrera, profesión, oficio, trabajo… en el que se firme un contrato por el que te comprometes a dar tu vida en defensa de la vida de los demás?: solo la militar.

«¿…si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?».

De manera que parece lógico que quien va a asumir el Mando Supremo de las Fuerzas Armadas (Art. 62 h de la Constitución) conozca de cerca a sus soldados y se forme como el primero de ellos.

Son razones evidentes que pueden ustedes leer en el Real Decreto mencionado 173/2023 de 14 de marzo. Pero hoy quisiera traerles otras razones más profundas que las que recogen las disposiciones legales; son las morales e históricas cuyos sentimientos y valores no sabría recoger la Ley.

Lo contaré de manera gráfica porque, aunque ya contado, el hombre necesita escuchar muchas veces el relato para no olvidarlo o cambiarlo por otro.

En su libro Arte del Buen Mandar Español el general Bermúdez de Castro nos cuenta una bella historia:

En cierta ocasión se encontraba el Tercio de Antonio Leiva, el mejor discípulo del Gran Capitán, pasando revista por el Veedor cuando a lo lejos se divisó un tropel de jinetes que se aproximaba.

— ¡Es el Emperador!, gritaron los oficiales.

Los tambores y pífanos rompieron a tocar la Marcha Real.

Detuvo el Emperador su caballo, descabalgó de un salto y se incorporó a la cabeza de la primera compañía. Tomó un arcabuz y ordenó que empezase la Muestra. El Veedor, sorprendido, nombró al Emperador en voz alta:

— ¡Su Majestad Don Carlos de Gante, Rey de las Españas, Emperador de Alemania!

Terció el Emperador su arcabuz, quitóse el sombrero y oyéndole todo el Tercio contestó:

¡Presente y armado!

Desde aquel momento el Emperador quedó hecho primer soldado arcabucero de la 1ª Compañía del Tercio de Infantería de Milán. Su haber pasó a cobrarlo el soldado más viejo.

Ser soldado es una honra hasta para el Monarca. Un soldado es algo más que Caballero y solo exige el buen trato de la patria y la consideración que le da ceñir una espada.

El jefe debe ganarse la consideración del soldado y, si lo alcanza una bala o le hiere el acero, compartir su destino.

Deberían saberlo los que pretenden que un soldado se muera en la tristeza de ver su patria quebrada y rota por los pusilánimes.

«Un pueblo que pierde sus virtudes y le falta el valor a sus soldados, está llamado a desaparecer».

«Presente y armado». Quedó hecho primer soldado.

Dama Cadete Doña Leonor de Borbón: ¡Presente y armada!

Decía el Rey Don Juan Carlos a su hijo Don Felipe, Rey de España, el día que fue filiado como soldado:

«Que las Fuerzas Armadas, modelo de lealtad y disciplina, sigan formando a nuestros jóvenes y montando la guardia permanente de España. Y que todos y cada uno de nosotros, sepamos cumplir con nuestro deber».

Que así sea.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

11 septiembre 2023

Blog: generaldavila.com