Es un juego divertido, simple imaginación, casi siempre, porque para ello solo es necesario viajar al pasado. Su estudio nos predice el futuro. Claro que no todo el mundo está capacitado para el estudio. Ni, por tanto, para adivinar más allá. Tampoco yo, pero recuerdo a un general de nombre Alcibíades que le cortó el rabo a su perro, para que se hablase de ello, no de otras cosas. Hoy el perro y su rabo están representados por el televisor, del que todos aprenden y hablan mientras nadie ve lo que ocurre. Así no hay profecía que valga, aunque te profeticen cual será el mejor coche eléctrico y la colonia que te hará triunfar.
Va a pasar. Pasará que al declive económico, se unirá un fuerte bajón demográfico, una paralización de la actividad creativa y un descenso del poderío militar. En un lado.
Los movimientos de signo antidemocrático, con su característico disfraz, definirán el camino hacia la República totalitaria. Nos invadirán de ideologías invisibles a través de los digitales impulsos.
Podemos caer en el error de la solución autoritaria. Es frecuente que las cesiones y el incumplimiento sistemático de la ley conduzcan a ello en este pendular movimiento tan frecuente en nuestra historia.
Estos frentes populares crean ilusiones entre las estructuras sociales más desfavorecidas e incultas, aprovechadas por los que viven y se reproducen en los cultivos de la permanente hostilidad. Ponen en guardia a otras estructuras que no se dejan ni quieren soltar lo de siempre.
Así no hay posibilidad de presentar resistencia. A pesar de la debilidad general: inmunodeficiencia.
Una crisis cualquiera, de cualquier tipo, hará emerger una figura, un iluminado, que se considere depositario de la legitimidad nacional.
Conocen ustedes el concepto de <<monarquía republicana>> de Duverger. Habrán notado que hablo de Degaulle <<una cierta idea de Francia>> que bien podría transportarse a una <<cierta idea de España>>.
Degaulle fue grande por su capacidad de unir intereses muy distintos. La descripción de André Malraux del elector gaullista: <<el ciudadano que en las horas punta se lanza a tomar el metro>>, debería ser tenida en cuenta por nuestra derecha egoísta y parcelaria; es una idea válida para ese <<rey republicano>> de la <<republicana monarquía>> que fuese capaz de aunar a las más dispares figuras de este entramado tan difícil de componer: España. Claro que aquí el metro no es el mismo para unos que para otros, ni la hora punta tampoco. Degaulle vino de vacaciones a España. Ciudad de vacaciones, que es gobernar, para muchos. Algo que debería tenerse en cuenta.
Estamos en época de debilidad: democrática. La ley, como el metro, no es igual para todos. A partir de ahí todo se derrumba. Vuelve el comunismo, a España, y lo hará vía revolución, como saben y gustan hacer. Es una profecía que está a la vista, sin necesidad de tener ningún don sobrenatural; aun cortándole el rabo al perro, se ve, se nota. Alcibíades, como el que ahora corta el rabo de los perros, decía que «la democracia era pura extravagancia». Para la Moncloa también, pero no lo dicen. Lo ejercen.
Sí. Les doy la única solución que veo: firmeza de gobierno contra este Gobierno, unidad de esos que son lo mismo, pero divididos en tres intereses, iguales, pero interesados, en algunos casos por supervivencia; y sobre todo autoridad y cumplir la ley. Hacerla cumplirla es también ley.
Si no es así podemos dedicarnos al bandolerismo.
Esperemos que ante los primeros conatos revolucionarios surja el milagro, es decir, que alguien reaccione y salga de esta peligrosa acción política que se está llevando a España por delante. Unidad. Como ellos.
Dijo Francois Mauriac de Degaulle: este hombre insoportable era un hombre inevitable. A ver si lo encontramos.
No profetizo nada.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
17 enero 2020