ESPADAS PARA LA LIBERTAD. Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

La espada de Alejandro Magno estaba en el entendimiento, aunque la empuñase a caballo.

Alcibíades es un personaje que despierta en mí una gran curiosidad de índole militar, insatisfecha e inexplicable. Nunca he sabido el juego que se traía entre manos, si político, militar, o económico, pero de lo que no tengo ninguna duda es de su capacidad, inteligencia y dotes embaucadoras.

Es un personaje socrático y platónico lo que resulta una garantía por encima de mentiras y verdades subjetivas (la verdad es la subjetividad en Kierkegaard, pero eso será tratado otro día). Sobrino de Pericles y hoplita, credenciales que envidio y elevan su ya alto prestigio hasta hacerle un personaje de tal talla que llega a ser incomprensible. Hoplita, general o político, siempre fue él mismo sin dejarse llevar nada más que por su sabiduría. Quedan pocos ejemplos como el suyo, pero abundan los que quieren jugar a su semejanza y se quedan entre mitad chivato, mitad político, algo que alcanzan por la rama del estratego que nunca fue hoplita. Es un acertijo difícil, pero alguno me entiende.

Dicen que Alcibíades le cortó el rabo a su perro, para que se hablase de ello, no de otras cosas. La técnica se puso de moda y nos ponían fútbol y toros televisados (gratis) cuando las cosas estaban revueltas. No lo recuerdo, pero confieso que me gustan los toros y el fútbol y siento que se haya encarecido tanto que solo pueden asistir socialistas y podemitas, además a los palcos y barreras.

No es eso lo peor, sino el uso de la técnica de Alcibíades, que a cualquier chucho le cortan el rabo para que se hable de ello y no de lo verdaderamente trascendente. Hoy el perro y su rabo son los medios de comunicación, redes sociales, donde todos miran, no aprenden nada, ni nada ven de lo que ocurre.

Corte de rabo que desde la Mareta nos han hecho (y difundido) a todos los españoles este verano, a dictado, uno más, del veraneante del palacio real que fue.

Para evitar que pensemos en cosas tan raras como la libertad, el honor y el valor, la honradez y honorabilidad, nos cortan el rabo (de cualquier can) y usan para ello una espada que como todos ustedes saben fue el arma que acabó con las ataduras gordianas.

El arma individual más noble y conocida es la espada, la de la lucha cuerpo a cuerpo a la distancia que la vista te permite, la esgrima de bayonetas en el momento cumbre de la acción, cuando se enfrentan cara a cara los combatientes.

Pero mejor que la espada es el entendimiento y no el engaño ya que espadas hay traidoras o que pierden el sentido y razón como en un momento le ocurrió a Áyax. En su locura de mando desenvaina sin razón y sin honor y a mandobles acaba con el rebaño. Todo por las armas de Aquiles. La historia la tienen en Áyax de Sófocles, magnífica lectura para el verano ardiente.

Los catafrailes son unos inútiles que no sirven para el combate y ni que decir tiene el peligro que suponen metidos a políticos. Sobre todo cuando son ellos los que reparten las espadas y ciñen a los fieles estrategos con asiento a la luz y lumbre. No está hechas las armas para que cualquier desaprensivo las use y menos las reparta. Luego ocurre lo inevitable.

Así compran y compran todo, títulos y espadas, para un titular, para un desfile. O una ceremonia. Incluso las compran para la guerra, aunque sean de segunda mano o inservibles.

¡Qué casualidad! que los que más hablan de libertad y se oponen a ella blanden ahora una espada como ejemplo de lo que combaten: la libertad.

La técnica de cortarnos el rabo para que no hablemos de lo que preocupa, y que ya está aquí, se descubrirá pronto, cuando ya no hay remedio. Será el momento de las espadas.

Por la libertad.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

11 agosto 2022

LA PROFECÍA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Es un juego divertido, simple imaginación, casi siempre, porque para ello solo es necesario viajar al pasado. Su estudio nos predice el futuro. Claro que no todo el mundo está capacitado para el estudio. Ni, por tanto, para adivinar más allá. Tampoco yo, pero recuerdo a un general de nombre Alcibíades que le cortó el rabo a su perro, para que se hablase de ello, no de otras cosas. Hoy el perro y su rabo están representados por el televisor, del que todos aprenden y hablan mientras nadie ve lo que ocurre. Así no hay profecía que valga, aunque te profeticen cual será el mejor coche eléctrico y la colonia que te hará triunfar.

Va a pasar. Pasará que al declive económico, se unirá un fuerte bajón demográfico, una paralización de la actividad creativa y un descenso del poderío militar. En un lado.

Los movimientos de signo antidemocrático, con su característico disfraz, definirán el camino hacia la República totalitaria. Nos invadirán de ideologías invisibles a través de los digitales impulsos.

Podemos caer en el error de la solución autoritaria. Es frecuente que las cesiones y el incumplimiento sistemático de la ley conduzcan a ello en este pendular movimiento tan frecuente en nuestra historia.

Estos frentes populares crean ilusiones entre las estructuras sociales más desfavorecidas e incultas, aprovechadas por los que viven y se reproducen en los cultivos de la permanente hostilidad. Ponen en guardia a otras estructuras que no se dejan ni quieren soltar lo de siempre.

Así no hay posibilidad de presentar resistencia. A pesar de la debilidad general: inmunodeficiencia.

Una crisis cualquiera, de cualquier tipo, hará emerger una figura, un iluminado, que se considere depositario de la legitimidad nacional.

Conocen ustedes el concepto de <<monarquía republicana>> de Duverger. Habrán notado que hablo de Degaulle <<una cierta idea de Francia>> que bien podría transportarse a una <<cierta idea de España>>.

Degaulle fue grande por su capacidad de unir intereses muy distintos. La descripción de André Malraux del elector gaullista: <<el ciudadano que en las horas punta se lanza a tomar el metro>>, debería ser tenida en cuenta por nuestra derecha egoísta y parcelaria; es una idea válida para ese <<rey republicano>> de la <<republicana monarquía>> que fuese capaz de aunar a las más dispares figuras de este entramado tan difícil de componer: España. Claro que aquí el metro no es el mismo para unos que para otros, ni la hora punta tampoco. Degaulle vino de vacaciones a España. Ciudad de vacaciones, que es gobernar, para muchos. Algo que debería tenerse en cuenta.

Estamos en época de debilidad: democrática. La ley, como el metro, no es igual para todos. A partir de ahí todo se derrumba. Vuelve el comunismo, a España, y lo hará vía revolución, como saben y gustan hacer. Es una profecía que está a la vista, sin necesidad de tener ningún don sobrenatural; aun cortándole el rabo al perro, se ve, se nota. Alcibíades, como el que ahora corta el rabo de los perros, decía que «la democracia era pura extravagancia». Para la Moncloa también, pero no lo dicen. Lo ejercen.

Sí. Les doy la única solución que veo: firmeza de gobierno contra este Gobierno, unidad de esos que son lo mismo, pero divididos en tres intereses, iguales, pero interesados, en algunos casos por supervivencia; y sobre todo autoridad y cumplir la ley. Hacerla cumplirla es también ley.

Si no es así podemos dedicarnos al bandolerismo.

Esperemos que ante los primeros conatos revolucionarios surja el  milagro, es decir, que alguien reaccione y salga de esta peligrosa acción política que se está llevando a España por delante. Unidad. Como ellos.

Dijo Francois Mauriac de Degaulle: este hombre insoportable era un hombre inevitable. A ver si lo encontramos.

No profetizo nada.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

17 enero 2020