PEDRO SÁNCHEZ SE ENFRENTA A LA OTAN. ¿DORMIRÁ DE UNIFORME? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

España está en ruina. En lo que afecta a la Defensa solo cabe hablar de indefensión armada; la Defensa no existe. Dos ejemplos: nuestros soldados están mal pagados, mal valorados y nunca escuchados. A nadie le preocupan. Segundo: llevamos años, más de diez, incapaces de tener un vehículo de transporte para el combate de nuestra infantería que sigue desprotegida y usando el inadecuado y peligroso BMR, un ataúd andante.

No continúo enumerando las más graves deficiencias cara al futuro para que no me tilden de pesado ya que lo escribo a diario y suelo denunciarlo siempre que me lo permiten. Ahí queda para que sume entre la lista de desvergüenzas y que al menos sepamos de esta  irresponsabilidad y quienes son sus culpables. Sin olvidar lo que siempre anotamos: el futuro de nuestros soldados está sin resolver y conduce al paro.

La ruina española además de moral es económica. Vivimos con una deuda insoportable que ha arruinado además de las infraestructuras vitales y la sanidad algo en lo que debe sustentarse todo futuro y bienestar: la Defensa. Nuestra situación de desamparo, además de lo visto en las inundaciones de Valencia, en el vergonzoso apagón o en el caos ferroviario, (¿cuál será la próxima?), nos lleva a temer lo peor ante el más mínimo arreón armado por el sur.

Nadie debe llevarse las manos a la cabeza si digo que estamos  gobernados (presididos) por unos antimilitaristas entre los que hay de todo. Los que mienten, los que no saben de lo que hablan, los que saben demasiado del enemigo, los que adoptan una postura anti (España), incluso los hay que de armas y su uso saben un rato.

Tenemos una ministra de las armas que de ella dice su jefe que es una pájara y además le afea dormir con uniforme como  hipérbole de su militarismo (?). Nuestra ministra a las armas ahora las llama instrumentos o dice que a Israel no se le compran armas sino para protección de vidas. Nadie le preguntó si son desfibriladores lo que compramos por más de mil millones.

Una cosa cierta dijo dirigiéndose a la oposición cuando le achacó que «tuvieron a las Fuerzas Armadas sin munición, sin instrumentos, sin nada…». No le falta razón, pero entre medias queda claro el lenguaje y su sentido de la Defensa. Ni mencionar las armas, el armamento, palabras prohibidas entre «hombres de paz» aquellos de Zapatero, y que ella sortea llamándolas «instrumentos».

Instrumento son para ellos los soldados. Por eso nada de armas sino un Plan Industrial y Tecnológico para la Seguridad y la Defensa presentado como artimaña para salvar su Gobierno ante la que se le viene encima con el 5% que habrá que sortear en este mes de junio ante la OTAN. Un plan que es una falacia que incumplirá, como todas, no habrá tal plan, sino un arreglo cuando solucionen el lío que tienen organizado en el interior de Indra. Todo quedará en casa si los de la misma y antigua casa se lo permiten. Prisa hay, sí, mucha Prisa, y ellos me entienden.

En junio habrá que dar la cara ante la OTAN y el 5% exigido. Esto no es una broma y tendrán que descubrir las cartas. Ya no sirve esconderse tras la palabrería ni con las burdas maniobras de despiste para mantenerse en el poder. Llega la hora de hablar claro y explicar los juegos de ese PIB del que presume el presidente del Gobierno y que acertadamente le ha dicho la oposición que «el PIB no se come«. Tiene razón porque ahora puede ser que se lo coma a él. Los ministros de Defensa de la OTAN pretenden anunciar antes de la Cumbre prevista en La Haya el 24 y  25 de junio que los países miembros de la Alianza se comprometen a llegar a un gasto del 5% de su PIB de aquí al 2032. España hace agua y no está por la labor. El fondo de la negativa no está en una España solidaria, comprometida, fiable y con rigor en sus compromisos, sino en un Gobierno impropio que solo piensa en su permanencia a base de usar el tipo de armas menos permitido en una alianza: el engaño. Recurrirá a todo tipo de artimañas y por ahora se limita a pronunciar una palabra repetida por sus generales y que pronuncia sin saber lo que dice: capacidades. No al 5%, sino un compromiso valorado en función de las capacidades. Si es así desde luego España es la número uno porque esconde sus deficiencias a base de enviar soldados sin saber a donde ni para qué, sin razones justificadas y sin dar explicación alguna. Y lo más grave: sin capacidades.

Decía el general Alejandre, Jefe de Estado Mayor de la Defensa entre 2017 y 2020: <<España no invierte en la seguridad global la parte que le corresponde y lo compensa parcialmente tratando de participar en diversas operaciones de mantenimiento de la paz a costa de un gran esfuerzo de sus militares y en cierto modo también a costa de la operatividad global de las Fuerzas Armadas>>. Soldados para tapar agujeros.

Nadie puede ni debe dudar de que pertenecer a la Alianza hace que España sea más fuerte y esté más segura. También es cierto que no hemos sabido vender nuestra situación geoestratégica y el potencial valor de nuestra situación en el sur de Europa y el control del Estrecho, junto al valor de nuestras tropas, aunque la política ha jugado con ellas y nos ha dejado muy mal en ocasiones de gran riesgo para nuestros  aliados. Donde las dan, las toman. Nuestro prestigio es escaso y nuestra relevancia nula.

Ya nos conocen. Somos un manso que recurre a la espantá cuando el peligro acecha.

Llega la hora de pasar por caja. Europa está en un mal momento. No es Putin, no es Xi Jinping, no es el cambio climático: es la economía. De normas y a base de funcionarios exageradamente pagados, de políticos enfrascados en el lujo y la hipocresía, de ideologías exigidas como una religión, del mal uso del dinero para el control de las libertades, nos han conducido a la ruina. Ahora ven un momento perfecto para hacer caja: una industria de Defensa que les proporcione pingües beneficios. No es Rusia el temor, son ellos mismos.

Una nación debería ser soberana para que nadie le diga cuanto ni en qué debe gastar para su Defensa, pero cuando se forma parte de una Alianza no se puede vivir de espaldas a ella, tampoco dejarse ningunear, pero sí poner encima de la mesa el sentido común y abrir el verdadero debate que exige saber qué queremos, de quién tenemos que defendernos y con qué. Calidad y cantidad de fuerzas apoyadas en una logística común. No se hará. El debate ahora se centra en el negocio iniciado y en el que España sueña con incluirse sin pagar, cuando su peligro está por el sur donde nadie mira ni a nadie en Europa le interesa. Es propiedad de EEUU y Reino Unido, y a España la han expulsado, abandonado.

El Ejército español es quizá el mejor Ejército del mundo, sin exageraciones, por sí mismo, sin contar armas y municiones. Somos un ejemplo en virtudes y eficacia en lo que es difícil que otro pueda competir. Eso ocurre desde hace tantos años como ejércitos tenemos, y ya nuestros tratadistas militares siempre se fijaron más en la virtud, algo que no ha ocurrido con los de otras naciones, que en los medios y organización, por otro lado históricamente lamentable.

¿Capacidades? Es decir, resumiendo, ahora mismo nuestra Defensa depende de una OTAN a  la que no pagamos y de una nación como Israel de la que nos alejamos después de ofenderla.

Y eso que la ministra duerme con el uniforme.

Un Ejército profesional es muy caro. Las armas lo son. Las coaliciones defensivas son exigentes e interesadas. Las relaciones internacionales marcan el devenir económico y militar de una nación: el futuro y el progreso. Los Ejércitos son cuestión de Estado y no caprichos de partido. La disciplina no lo puede todo.

El capítulo de «Personal» es de una gravedad cada vez más alarmante.. Cada vez se hace menos caso a ello y surgen situaciones que hacen peligrar la principal virtud militar. Los sueldos militares se congelan y olvidan, mientras hay diferencias entre unidades, precisamente entre las de combate y las que no lo son. Una clara brecha abierta en la mayor de nuestras sensibilidades.

Tenemos el mejor Ejército del mundo. No así la mano que mece la Defensa. Grandes dudas entre lo que somos y lo que deberíamos ser. Lo pagaremos todos por no pagar lo que la Defensa exige.

Así no se construye el futuro ni el progreso. Puede que así sea en Venezuela o en Cuba.

Llega la hora de la verdad. O pagas o adiós Europa.

En La Haya, los días 24 y 25 de junio se va a celebrar la próxima Cumbre de la OTAN. Antes, a primeros de junio, se celebrará una reunión de ministros de Defensa de todos los miembros de la OTAN en la que está previsto anunciar ese 5% de aquí al 2032.

El único que no está por la labor es el Gobierno de España. Se enfrenta a la OTAN, a Europa y sobre todo a sus socios de Gobierno. Ese es su temor.

¿Mira que si esto de la OTAN le cuesta el Gobierno al señor Sánchez? ¿O aceptará dormir de uniforme?

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

26 mayo 2025

Blog: generaldavila.com  

FIESTA NACIONAL DE ESPAÑA. DESFILE PASADO POR AGUA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

Jarreaba. Al agua cuando la sacas no hay cauce que la conduzca. Como a las tropas. Cuando las sacas del cuartel ya se sabe, volver de vacío es desolador. Vences o mueres, cualquier cosa antes del regreso con la derrota sin enfrentamiento. ¡Tantas horas de duro entrenamiento!

Jarreaba, llover no era suficiente. Pero para eso está el mando, que sabe hasta donde el esfuerzo, hasta donde la maniobra y cual es el punto a partir del cual el esfuerzo solo conduce al inútil desgaste.

No quisiera hablar del desfile del 12 de octubre de 2024, pero creo que es necesario aclarar algunas cosas de las que nadie habla porque no se atreve , porque no sabe, porque le da igual o porque mejor mirar para otro lado.

Nunca debió de realizarse ese desfile cuando se sabía de antemano con científica precisión que no iba a llover, sino que iba a jarrear como suelen decir las tropas. Recuerdo de mis años de joven teniente en operaciones especiales que el límite para saber si llovía y estabas mojado lo medía la elástica del calzoncillo, si esta daba de sí es que ya no admitías más agua. Eso era broma este sábado ya antes del desfile.

Nadie estuvo a la altura de tomar una decisión. Dejar pasar el tiempo y…

¡De frente!

Falta saber el porqué. Alguien debe dar una explicación.

Quizá haya sido una buena medida de guerra cognitiva para desviar la atención. Suspender el desfile dejaba encima de las redacciones la única noticia que había, alarmante, en un fin de semana crucial para lo que se viene encima.

En fin; nadie  ha rendido cuentas, pero someter a las tropas a este remojón prescindible y fuera de lugar no tiene motivo alguno en que sustentarse, no había nada que demostrar y el rigor y la sensata decisión era suspenderlo. No hablo de memoria. He sido durante dos años el responsable de la organización de este desfile, desde el más mínimo detalle al mayor y conozco muy bien su planeamiento y desarrollo. Se decide suspenderlo o no con al menos dos horas de antelación de la hora prevista para su inicio. No pasa nada ante adversas condiciones, sino todo lo contrario, comprensible y aceptado. Siempre se contempla otra alternativa que va desde iniciarlo con un retraso de horas, que era lo lógico dada la previsión meteorológica, o un acto alternativo. Pero eso hay tenerlo previsto como hipótesis más  peligrosa junto a otras que pueden darse. Decidir es una difícil responsabilidad, pero más lo es asumir sus consecuencias. Buenas o malas. Alguien ha cometido un grave error sometiendo a las tropas a un esfuerzo inútil que también supone un quebranto económico no baladí, aunque sea pólvora del Rey.

Dicho esto no lo está todo. Queda quizá lo más importante del espectáculo sin precedentes visto por la arteria principal de Madrid.

El pueblo no se quedó en casa y como si el sol inclinado de otoño se citase con las bayonetas, la alegría brillaba en la calle en un conjunto de colores que parecía una enorme bandera de España. Más que nunca el pueblo quería gritar en la calle ¡Viva España! y eso nunca mejor que junto a los soldados, la bandera, el himno nacional y el Rey. Déjenme que les diga algo para los que no estuvieron o no vieron por la televisión. Una parte notable del público era hispanoamericano, nuestros hermanos, a los que hay que agradecerles ese apoyo ahora más que nunca, ahora que ingratos y malvados dirigentes usan la palabra para desacreditar la gran obra de España que hermana pueblos. Hoy más que nunca es necesario proclamar como ejemplar la labor realizada por España en el Nuevo Mundo aportando su sangre, su fe y su lengua. ¡Viva la Hispanidad!

Los soldados desde el amanecer todo lo preparaban, el brillo de sus botas, la gorra bien calada, limpia el arma, que me vean bien maqueado, que me aplauda España. El que no conozca el murmullo del oscuro amanecer antes de un acto de servicio, en paz o en guerra, no conoce nada. Todos se mueven sabiendo cada paso que dan, el mismo olor de siempre, las voces justas, el lugar de cada uno, todo se rige por un código adquirido, por el orden de la disciplina, nadie se pierde. Una maquinaria humana perfecta, la más perfecta, la de los soldados españoles cuando inician algo importante y están bien adiestrados y mandados. Únicos y sin igual.

Cuando amanece nada queda por rematar. Todo en marcha, solo queda esperar, la orden, la mirada, el gesto, hasta que ya en la base de partida alguien da permiso y con las primeras luces se oye esa voz que empieza a cantar. Son canciones alegres, de la tropa, de guerra y paz, siempre de amores y sinsabores, pero esta gente inigualable, la tropa, antes de empezar cualquier cosa siempre le da por eso, por cantar. Si llueve o hace frío, calor o tempestad da igual, nada sienten más allá de que todo empiece; el sábado tocaba desfilar, Regulares, Guardia Civil, la Armada o el Aire, la Legión, en pura y envidiable rivalidad, alejados de decisiones que no fuesen alinearse, aire marcial, esas diagonales, ¡mi Cabo, mi Sargento…! ¡Sí, mi Capitán!

¡Sí, a la orden mi Capitán! Suena el cornetín ¡Atención general! ¡Firmes! ¡De frente…!

Aquello no era asfalto, era un río, era la mar, bromeaban ¡hemos venido a desfilar no a navegar!

No ha sido un desfile ¡Ha sido un desembarco!, en Madrid, pero de algo ha servido. Comprobar el espíritu de nuestros soldados que se crecen ante la adversidad, su alegría y disposición, las ganas que hay de España, un plebiscito aprobado por mayoría absoluta que aprobaba a la vez que reprobaba, soldados de España, la Bandera, el Rey, el Himno Nacional.

Fue a pesar de las inclemencias de todo tipo un día grande porque sirvió para ver a nuestros soldados, a España, que

“Todo lo aguantan en el asalto

pero no soportan que les hablen alto”

¿No os dabais cuenta de que a pesar del agua, de jarrear, era España que todo lo aguanta?

No se os ocurra hablarles alto.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

14 octubre 2024

 

 

 

LA FÓRMULA DEL JURAMENTO A LA BANDERA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Besando con unción la Bandera

«La bandera de España simboliza la nación; es signo de la soberanía, independencia, unidad e integridad de la patria y representa los valores superiores expresados en la Constitución» (Ley 38/1981 por la que se regula el uso de la bandera de España y el de otras banderas y enseñas).

Es una buena forma de empezar el año. Con el nombre de España en nuestros labios, con su bandera ondeando en nuestro corazón mientras recordamos el beso depositado entre sus pliegues. Es el símbolo de la patria y de su unidad.

Decían nuestras Reales Ordenanzas antes de que suprimiesen alguna de sus esencias: «La Bandera de España y el Himno Nacional merecen el máximo respeto y veneración. La Institución Militar es la encargada de la custodia, honores y defensa de la Bandera, como símbolo de la Patria y de su unidad». No busquen; estas palabras ya no figuran en las Reales Ordenanzas.

Algunas cosas han cambiado, con intención, sin razones que las avalen a no ser las partidistas o rencorosas fruto del desconocimiento del alma de aquellos que hacen del valor y del honor oficio y sacrificio. Con intención se ha trastocado la tradición militar olvidando que hay un mandato moral en nuestro código ético, en las Ordenanzas.

HISTORIA DE LA FÓRMULA DEL JURAMENTO ANTE LA BANDERA

Besando con unción la BANDERA

Entre los cambios uno muy sensible: la fórmula del juramento ante la Bandera. Decían nuestras Reales Ordenanzas que el juramento ante la Bandera de España es un deber esencial del militar, con él se contrae el compromiso de defender a la Patria aún a costa de la propia vida; su formula será fijada por Ley.

Es el beso a la bandera la huella permanente grabada a fuego y sangre en el alma de todo aquel que besa sus pliegues.

Como una sentencia suena la voz de mando cuando en formación se pronuncia la fórmula del juramento:

«¿Soldados juráis por Dios y prometéis a España, besando con unción su Bandera…?». El juramento sellado con un beso será la conciencia que te conduce moralmente por los caminos del servicio y la entrega a la Patria, incluso con la ofrenda de la vida si necesario fuera.

Besando con unción la Bandera

Rotundo aquel final: «…derramar, si es preciso, en defensa del honor e independencia de la Patria, y del orden dentro de ella, hasta la última gota de vuestra sangre», «… entregar vuestra vida en defensa de España».

El solemne compromiso no es algo reciente. Desde los Tercios de Flandes todo español que sentaba plaza como soldado adquiría el compromiso con el propio Rey, aunque el soldado español, a diferencia con otros vasallos,  no estaba obligado a jurar fidelidad y lealtad expresa ya que el juramento se sobreentendía por ser español, algo que llevaba consigo la lealtad a su soberano.

Besando con unción la Bandera

La fórmula del juramento introducida por Carlos III en sus Reales Ordenanzas (1768) ha servido de guía para las que posteriormente se han impuesto: «¿Juráis a Dios y prometéis al Rey el seguir constantemente sus banderas y defenderlas hasta perder la última gota de vuestra sangre y no abandonar al que os esté mandando en acción de guerra o disposición para ella? ». Los reclutas contestaban: «Sí, juramos», y el capellán rezaba por ellos: «Por obligación de mi Ministerio ruego a Dios que a cada uno le ayude si cumple lo que jura, y si no, se lo demande».

Desde aquel momento se institucionalizó el beso a la Bandera como símbolo del poder real desfilándose bajo sus pliegues como señal de acogimiento.

Es en febrero de 1927 cuando se establece una nueva fórmula: «¿Juráis a Dios, por vuestra fe, prometéis al Rey por vuestro honor, seguir constantemente sus banderas defendiéndolas hasta perder la vida, cumplir las leyes y ordenanzas militares y obedecer a quien en nombre del Rey se os haya dado a reconocer como para mandaros?».

¡Soldados: Juráis por Dios…

Los reclutas contestaban con un rotundo sí que repetían tres veces: «Sí, sí, sí». Finalizaba con el rezo del capellán: «Si así lo hacéis, que Dios y la Patria os lo premien y si no os lo demanden».

Siempre el juramento y el beso se realizaban formando con la espada del jefe de la formación y la Bandera una cruz como señal de fe y protección.

Con la llegada de la República en 1931 los cambios que se introducen en la fórmula del juramento acaban con la esencia y profundidad del juramento convirtiéndola en pura retórica administrativa que nada tiene que ver con el sentido ni con la historia del juramento a la Bandera. Dios desaparece de la fórmula y por tanto el juramento se cambia a promesa. Se hace constar (diría que rabiosamente) que la pregunta y la réplica al juramento se harán sin cruzar el sable con la bandera. También se obligaba a todos los miembros de los Ejércitos a realizar solemne promesa de adhesión y fidelidad a la República so pena de pasar automáticamente a la situación de retiro. Fueron muchos los que optaron por ello.

Estas eran los protocolos que impuso la República:

«Todos los Generales en situación de actividad o reserva y todos los Jefes, Oficiales y asimilados que no estén en la de retirados o separados del servicio habrán de prestar, en el plazo de cuatro días, contados desde el de la publicación de este Decreto en la Gaceta de Madrid, solemne promesa de adhesión y fidelidad a la República».

El texto de la promesa se ajustaba a la siguiente fórmula: «Prometo por mi honor servir bien y fielmente a la República, obedecer sus leyes y defenderla con las armas».

El acto de Jura ante la Bandera fue denominado Promesa a la Bandera Nacional y seguiría el siguiente protocolo.

«Pregunta: ¿Prometéis ser fieles a la Nación, leales al Gobierno de la República y obedecer y respetar y no abandonar a los que os manden?

Respuesta: Sí, prometo.

Réplica: La Ley os amparará y la Nación os premiará si lo hacéis, y si no, seréis castigados.

Jura de Bandera en la Plaza de España de Sevilla

La pregunta y la réplica se harán sin cruzar el sable con la bandera».

Legislación a todas luces rencorosa y que nada tenía que ver con las tradiciones españolas y de sus ejércitos.

Ni juramento, ni beso, ni tradición…

Por Decreto de septiembre de 1936 vuelve a modificarse y se recuperan los principales aspectos de la tradicional fórmula del juramento. Muchos hemos jurado ante la Bandera con aquellas palabras inolvidables; ya no podemos memorizar ninguna otra. No es posible cambiarlas por otras. Son la primera oración a la Patria, los cromosomas que llevan para siempre tu identidad genética. Ni una coma se puede cambiar. Así es y así debe ser: «Soldados: ¿Juráis por Dios y prometéis a España, besando con unción su Bandera, respetar y obedecer siempre a vuestros Jefes, no abandonarles nunca y derramar, si es preciso, en defensa del honor e independencia de la Patria, y del orden dentro de ella, hasta la última gota de vuestra sangre?». Los reclutas contestarán: «Sí, lo juramos».

Luego dicho Jefe añadirá: «Si así lo hacéis, la Patria os lo agradecerá y premiará y, si no, mereceréis su desprecio y castigo, como indignos hijos de ella. Soldados: ¡Viva España!» (Decreto de 13 de septiembre de 1936).

Y se besaba la Bandera formando la Cruz con la espada. Por Dios y por España.

La aprobación de la Constitución en 1978 trajo modificaciones en el texto del juramento a la Bandera.

Ley 79/1980: Para Jurar la Bandera de España se empleará la fórmula siguiente: «¡Soldados! ¿Juráis por Dios o por vuestro honor y prometéis a España, besando con unción su Bandera, obedecer y respetar al Rey y a vuestros Jefes, no abandonarles nunca y derramar, si es preciso, en defensa de la soberanía e independencia de la Patria, de su unidad e integridad territorial y del ordenamiento constitucional, hasta la última gota de vuestra sangre?»

Jura de Bandera en la Legión

Los soldados contestarán: «¡Sí, lo juramos!»

El que tomó el juramento replicará: «Si así lo hacéis, la Patria os lo agradecerá, y premiará, y si no, mereceréis su desprecio y su castigo, como indignos hijos de ella», y añadirá: «¡Soldados!, ¡Viva España! y ¡Viva el Rey!», que serán contestados con los correspondientes «¡Viva!».

Cambio a nuestro juicio sensato y que no modificaba sustancialmente el espíritu del juramento adaptándose a la recién aprobada Constitución.

Ya en el año 1999 la Ley 17/1999 de Régimen de Personal de las Fuerzas Armadas vuelve a introducir nuevos cambios:

«¡Soldados! Juráis por Dios o prometéis por vuestra conciencia y honor, cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?». A lo que los Soldados contestarán: «¡Sí, lo hacemos!». El que tomó juramento o promesa replicará: «Si cumplís vuestro juramento o promesa, la Patria os lo agradecerá y premiará, y si no, mereceréis su desprecio y su castigo, como indignos hijos de ella, y añadirá: «Soldados, ¡Viva España!», y «¡Viva el Rey!», que serán contestados con los correspondientes ¡Viva!

A mi juicio se comete el enorme error de suprimir dos párrafos de enorme tradición e importancia:

  • …besando con unción su bandera
  • …hasta la última gota de vuestra sangre

Inolvidables palabras, profundas y llenas de épica y rotundidad. Toda una lección de amor a la Patria. Una arenga para la sacrificada vida de soldado.

Nunca debieron suprimirse de la fórmula del juramento o promesa. Pero el paso estaba dado; solo faltaba culminarlo. Y se hizo.

Te devuelve agradecida el beso que recibió…

La Ley de Carrera Militar (39/2007) repite la fórmula de 1999 con una pequeña salvedad. Sin importancia ¿verdad? Se suprime a Dios. Y pasó desapercibido; casi sin comentarios. Las anteriores fórmulas en nada contradecían a la Ley, pero… ¿molestaba la figura de Dios?

«¡Soldados! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor cumplir fielmente vuestras obligaciones militares, guardar y hacer guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, obedecer y respetar al Rey y a vuestros jefes, no abandonarlos nunca y, si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?». A continuación, los soldados besarán uno a uno la Bandera y, posteriormente, como señal de que España acepta su juramento o promesa, desfilarán bajo ella.

Por último la misma ley introdujo la fórmula para que aquellos españoles que lo soliciten puedan manifestar su compromiso con la defensa de España, prestando el juramento o promesa ante la Bandera, con la siguiente fórmula: «¡Españoles! ¿Juráis o prometéis por vuestra conciencia y honor guardar la Constitución como norma fundamental del Estado, con lealtad al Rey, y si preciso fuera, entregar vuestra vida en defensa de España?».

Así llegamos al final de este relato. Algo tan importante para un soldado como es su jura ante la bandera. El compromiso de su vida. Consagrar su vida al servicio de España hasta derramar la última gota de su sangre. Compromiso sellado con un beso. A nadie se le pide tanto. Nadie da nada hasta que no lo ha dado todo. Morir cada día o el definitivo día. Sin pedir nunca nada a cambio, nunca, nada a cambio.

…formando la Cruz con la espada

Es un buen comienzo del año recordar aquel día, el día en que besamos con unción a nuestra Bandera.

Ten por seguro que en su momento te devolverá agradecida el beso que recibió.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog generaldavila.com

21 febrero 2022