REBELDÍA. José María Grande Urquijo. Coronel de Infantería DEM (R.)

La rebeldía es un tipo de comportamiento humano caracterizado por la resistencia o el desafío a la autoridad, la desobediencia de una orden o el incumplimiento de una obligación sea o no justa la causa. Por lo cual, la rebeldía puede ser positiva o negativa dependiendo del propósito.

Pareciera, pues, que la rebeldía es una actitud que no siempre es bien vista por la sociedad. Quizá se debe a que es rompedora y no todos se sienten cómodos con eso. Pero lo cierto es que la rebeldía es el principio generador del cambio. Mientras el mundo exista, habrá injusticias, dictaduras y Gobiernos corruptos, y si nadie se opusiese y nadie se revelase, esas injusticias durarían para siempre. Es el rebelde el que salva el barco cuando todos han aceptado morir. Rebelarse contra la injusticia es lo que genera cambios.

Son los rebeldes los que han cambiado el mundo. Y su rebeldía nos ha dejado muchas enseñanzas. Pensar contra la corriente del tiempo es heroico; decirlo, una locura. A las personas que piensan diferente siempre se les ha señalado, y cuando además lo manifiestan, se les ha perseguido.

Noam Chomsky hace una dura crítica sobre el servilismo de algunos hacia el poder y dice que “si yo no la traicionara me avergonzaría de mí mismo”. Mijaíl Bakunin, principal ideólogo del anarquismo, cansado del sometimiento de su pueblo a las injusticias y a los desmanes de la clase dominante dijo “algún día el yunque, cansado de ser yunque, pasará a ser martillo”. No me resisto a citar una frase de Arturo Pérez-Reverte “la rebeldía es el único refugio digno de la inteligencia frente a la imbecilidad.

Otegui, jefe de EH Bildu, brazo político de ETA dijo en 2016 “para que España sea roja, antes tendrá que ser una España rota”. No se puede ser más claro. Esta secta, tras pactar los Presupuestos con Sánchez, dijo en el parlamento vasco: «Vamos a Madrid a tumbar definitivamente ese régimen». Qué país es este en el que el vicepresidente segundo del Gobierno afirma «yo no puedo decir España, yo no puedo utilizar la bandera rojigualda».

Nuestra querida España, debido a una estúpida ley electoral, está siendo gobernada por partidos políticos independentistas, terroristas y comunistas que no creen en ella y que pretenden romperla para alcanzar sus metas. ¿Hay que seguir soportando esto?

Pues eso.

José María Grande Urquijo. Coronel de Infantería DEM (R.)

Blog: generaldavila.com

14 noviembre 2020

Comentario del día EL “ORO” DE PUERTO HURRACO General de Brigada Adolfo Coloma Contreras (R.)

ORO

¿Pueden imaginar que, para resumir un lúcido y amplio período en la historia de España como el que estamos viviendo, alguien se le ocurriera hacer un retrato de Puerto Hurraco, pedanía de Benquerencia de la Serena, provincia de Badajoz, el domingo 29 de agosto de 1990, cuando dos hermanos de la familia Izquierdo, la emprendieron a escopetazos con la familia rival, los Cabanillas y como resultado perdieron la vida 9 personas y 12 resultaron gravemente heridas?

Pues esta es la impresión que he sacada tras asistir al estreno (6 personas en la sala en un multicine de Madrid) de la película “ORO”, del director español Agustín Díaz Yanes. Se trata de un mal y tardío remake de “Aguirre o la cólera de Dios”, que tanto dio que hablar en la década de los 70, obra del cineasta alemán Berner Herzog, uno de los creadores del denominado nuevo cine alemán caracterizado por la exaltación del antihéroe.

Confieso que iba ilusionado a este estreno por tres razones: Un intento de quitarme el mal sabor de boca que, como cine histórico español, me había dejado la película “1898, los Últimos de Filipinas”. Su director, Díaz Yanes, con dos premios Goya y muchísimas nominaciones. Pero sobre todo, el hecho de que figurase en el elenco técnico mi admirado Arturo Pérez Reverte, como guionista junto con Díaz Yánez, aparte de ser el autor del relato corto sobre el que se basa la película.

Lo que les digo. Una total decepción tan solo paliada por el buen hacer de alguno de los protagonistas y un cuidado vestuario. La película discurre permanentemente entre dos caudales que fluyen a raudales: el agua de una lluvia que no cesa y les hace caminar por regatos  infinitos; y la sangre, que brota de la rabia y de las entrañas de todos y cada uno de los personajes.

No hay lugar para  el sosiego, ni el consuelo de la religión, ni un atisbo de disciplina, ni el recato que puede imponer una dama y su criada en tales circunstancias, ni un mínimo de raciocinio que no sea la codicia del oro.  Y sí, codicia la hubo en la conquista como arrojo en los conquistadores ¿Pero hemos de reducir, nosotros los españoles, obra tan gigantesca como fue la Conquista de América a esa simplificación tan surrealista como falaz?

No, querido Arturo. Esta vez no. He leído y disfrutado de todas tus obras, especialmente las que tratan de las miserias y las glorias de los soldados, en cuya piel te metes y nos metes a los lectores con una facilidad pasmosa. No hay lenguaje en esta obra, ni el del bravo del siglo XVI con el que ocupaste brillantemente tu sillón en la Real Academia, ni la jerga del “puterío de cubierta” al que nos acostumbraste en la Sombra del Águila o en Cabo Trafalgar. Esperaré con paciencia a tu próxima creación, pero esta vez, no. No me leeré tu relato “Oro”.

No se molesten en ir a ver la película.

Adolfo Coloma

GB (R) del ET

Blog: generaldavila.com

12 noviembre 2017