ZAPATERO Y LA PUERTA DEL INFIERNO Rafael Dávila Álvarez

Poco me importa. Si es que fuese un viento pasado. El daño que hizo queda y está allí y aquí, ahora. Perdurará. Debe hablarse de él para que nada inventen y pase a la historia como lo que fue e hizo: el mal para España.

Debemos tenerle presente para que los entendidos hagan un permanente estudio de su obra, la creación de una dinastía ahora encabezada por Zapatero II su heredero, sin personalidad, que basa su mandato en la irónica sonrisa y pegarse al peralte izquierdo para no salirse de la carretera que trazó el creador de la estirpe.

No traigo a colación al personaje por lo de Venezuela, que también, sino por  España, porque todos debemos ser desagradecidos con este personaje que levantó los vientos de venganza y linchamiento en la tierra que le vio nacer y, en agradecimiento, arrasó con pesticidas campos que son ahora paisajes yermos cuando antes eran de paz y concordia. ¿Necio o malo?

Quiebra de la nación, espanto de la historia,  mal viento que lo arrastró hasta La Moncloa en tormenta interna, un fuego fatuo que se alzó ante la debilidad de otros.

En el Rif El Raisuni se lo anunciaba al General Fernández Silvestre. «Tú y yo formamos la tempestad, tú eres el viento furibundo; yo, el mar tranquilo. Tú llegas y soplas irritado; yo me agito, me revuelvo y estallo en espuma. Ya tienes ahí la borrasca; pero entre tú y yo hay una diferencia; que yo, como el mar, jamás me salgo de mi sitio, y tú, como el viento, jamás estás en el tuyo».

Ha traído la borrasca a España y ahora va repartiendo vientos de agitación alabando allí donde se instala el crimen y el desgobierno dictatorial.

Sitúa a sus peones en los poderes que necesita. Hay que reducir a los católicos, a los monárquicos, al Rey el primero, que se haga una temporada republicano, le vendrá bien antes de la bastilla. Que no quede ni un conservador ni se conserve nada que tenga valores; morales. La inmoralidad en todo. Armas del no saber el bien.

Nadie notó que la Monarquía española es vínculo del catolicismo y que había que romper ambas y derramar su bálsamo, que España sin Corona es España sin Cruz y ello se logra recogiendo la moral comunista que es la dictadura del padrecito

Alguien debió soplarle lo de Julián Besteiro: «Ya dijo el Kempis que la tarde alegre trae la triste mañana».

Entendió que le habían dejado una herencia que tenía que gestionar porque equivalía a destruir España y, él que no sabe leer, aprendió solo una palabra: naciones. Hay que acabar con España: artículo 2 de la Constitución. Ahí está la clave: nacionalidades. Era la puerta del infierno

La abrió «Abajo la República burguesa de los capitalistas, los generales y el clero. Por la República  de los soviets de obreros, soldados y campesinos».

España, con perdón, ha retrocedido más de cien años. Aquello del 98 era una broma comparado con lo de ahora. Huele a azufre por todas partes.

Rafael Dávila Álvarez 

Blog: generaldavila.com

17 febrero 2021