Goya sin más cámara que sus pinceles lo dejó para la posteridad. Una de sus obras cumbres lleva un mensaje actual: El Coloso.
Un enorme y amenazador gigante surge de las montañas. Pánico. Todos huyen despavoridos. Menos uno. Vean el cuadro. Solo alguien se detiene, impávido, haciendo lo que debe: no huir. Es un burrito, en el que cae toda la responsabilidad. Se quedará solo ante el monstruo.
Estamos en esa situación: solos. El cuadro de Goya parece decir: ¡¡¡Si quieren ayuda que la pidan!!!, al burro viejo todas las cargas.
Ha quedado acuñada la frase «Si quieren ayuda que la pidan» como un eslogan que define todo un periodo trágico de la reciente historia de España. Es un insulto desde el altavoz más poderoso ubicado en La Moncloa, cuyo sonido de desconfianza nos desafía con inusitada soberbia.
La situación ha generado un grave estado de ánimo en los ciudadanos porque perciben, está demostrado, que la sociedad está desatendida. Cuando se dice desatendida no hay nada más que salir de casa, aunque ya ni dentro estás seguro.
Se vive con miedo.
Salir de casa, coger el tren, el avión, la carretera, ir al trabajo, el centro comercial, tu propia casa, los niños en el colegio, los abuelos, comer, pasear, hasta el mismo hospital, todo es un continuo desasosiego cuando noticia tras noticia te infunde un temor inevitable por el abandono y la desconfianza en todo y en todos. Nada es fiable, todo funciona bajo el síndrome del miedo, todo es un riesgo y una constante amenaza. ¿Es esto progresismo, es esto libertad? No, esto es crispación debida a la inseguridad.
Sales por la mañana de casa ya con las desgarradoras noticias, miedo da el tren, cualquier transporte, si llueve o nieva si hace calor o frío, todo da miedo, ¿sabes cual es la solución que te ofrecen?
-¡¡¡Si quieren ayuda que la pidan!!!
Nunca se oyó semejante insulto a la nación. Hay que salir de casa gritando, suplicando, mendigando ayuda. No hay nada seguro. Ni el hospital ni la comisaría cercana, ni el cuartelillo, todo queda bajo la supervisión del Parlamento que se encierra a escenificar la crispación, aunque no creen que vaya con ellos, todo lo tienen, todo lo mandan, el resto no sirve sin su autorización. ¡Qué miedo da España!
Nada funciona. España es un caos, una nación desaparecida en manos de la delincuencia, confundida la libertad con el libertinaje, a su libre albedrío los golfos y aprovechados, dirigida desde la incompetencia, también delincuencia, de que aquí todos valen, solo es necesario afiliarse a un partido y esperar la oportunidad.
Tenemos miedo de los mismos que deben protegernos, nadie sabe quien es amigo o enemigo, no hay huellas de identidad, todos somos potenciales delincuentes en una nación donde debes agachar la cabeza y someterte al dictado de los peores y más dañinos gobernantes de nuestra historia.
Todo tiene un límite y ese ha llegado. Cuando la sociedad tiene miedo algo muy grave se adivina en el horizonte. El gigante asoma tras la montaña. Solo hacía falta perderlo todo. Es el momento. Lo hemos perdido todo, lo que éramos y lo que queríamos ser.
Valencia, Castilla La Mancha, Andalucía es como si enteras hubiesen sido tragadas por la incompetencia. Así ha sido. La muerte junto al dolor del abandono. En ocasiones con desprecio que por extrañas medidas no te permiten ni ir a identificar a tus muertos. Ni contarlos.
Este sistema en el que se amparan ha colapsado y muestra sus vergüenzas, delictivas en muchos casos. El sistema está acabado y la evidencia está a la vista: ineficaz, incompetente a todos los niveles. Alguno con adjetivos que mejor no escribir.
Debemos pensar que cuando ya no tienes nada eres invencible. Ha llegado el momento de dejar el miedo: nada hay que perder, nada hay que temer, porque nada tenemos, nos hemos quedado flotando en un vacío existencial del que nada bueno puede venir. Ya nada nos queda, sino nosotros mismos. Debemos estar dispuestos a vivir sin ayuda, apañarnos entre nosotros y luchar por nosotros y nuestro futuro. No se puede vivir en la incertidumbre, en el miedo, en el temor al mañana, a salir de casa sin saber cuando volverás si es que vuelves, si te robarán los unos o los otros,
Nunca oí frase más dura: «¡Si quieren ayuda que la pidan!». Pues no. No le pediremos ayuda, sino que le pedimos que se vaya. Usted es el que necesita ayuda. Búsquesela.
Se acabó la delincuencia y el poder que ellos mismos se han otorgado.
Hoy España, la de verdad, la auténtica, llora desconsoladamente, porque cuando uno llora la muerte de otro en realidad llora por sus propias aflicciones.
¡Si quieren ayuda que la pidan!
Confiad en vosotros, en los vuestros, en los españoles de a pie, en los militares, en las Fuerzas de policía, bomberos forestales pero será entre nosotros. No se puede encima de lo que estamos sufriendo provocar más a la gente porque te hayan gritado y reprochado tu presencia y tu actitud. Es intolerable. El que tenga oídos…
No traiga, señor presidente del Gobierno del Reino de España más crispación, retírese a meditar o a contar nubes. Quedamos nosotros, el burrito que seguirá haciendo lo que debe hacer: levantar España mientras ustedes huyen despavoridos. Háganlo. Todos, el Congreso, el Senado, todos dimitan y que nuevas caras y nuevos talantes cojan de sus manos a esta España moribunda.
Estado de Emergencia sin declarar. España está en una emergencia que todavía tiene solución. Primero es atender a los que sufren. Con todo. No usen al Ejército con cuentagotas, sino como ellos saben, con orden y control, algo para lo que ustedes gobernantes demuestran estar incapacitados.
Antes de irse, señor Autoridad, alguien debería leerle la Ley Orgánica 4/1981, de 1 de junio, de los estados de alarma, excepción y sitio. Parece hecha para el caso, pero ya sabemos que con usted no hay caso, la ley es solo usted. Deseamos que no le pase por encima.
CAPÍTULO II. Artículo cuarto. El Gobierno, en uso de las facultades que le otorga el artículo ciento dieciséis, dos, de la Constitución podrá declarar el estado de alarma, en todo o parte del territorio nacional, cuando se produzca alguna de las siguientes alteraciones graves de la normalidad.
- a) Catástrofes, calamidades o desgracias públicas, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales o accidentes de gran magnitud.
- b) Crisis sanitarias, tales como epidemias y situaciones de contaminación graves.
- c) Paralización de servicios públicos esenciales para la comunidad, cuando no se garantice lo dispuesto en los artículos veintiocho, dos, y treinta y siete, dos, de la Constitución, concurra alguna de las demás circunstancia o situaciones contenidas en este artículo.
- d) Situaciones de desabastecimiento de productos de primera necesidad.
No perdamos el orden sobre nosotros mismos y el control de la situación. No olvidemos lo ocurrido. Luchemos, pero no admitamos que esta situación y sus culpables continúen.
El sistema ha colapsado. La solución está en sus manos. Decidan con la fuerza que da la serenidad y el buen juicio. Nada volverá a ser igual.
Deben darse cuenta que esta España es otra muy distinta a la que ustedes pretenden maniatar.
Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
4 noviembre 2024
