Dictadura. Elijan definición. Ambas son acepciones válidas.
- Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales.
- En la Antigüedad romana, magistratura extraordinaria ejercida temporalmente con poderes excepcionales.
En el terreno de la lucha contra las fake news, dijo el general Jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, se trabaja en dos direcciones, <<por un lado evitar el estrés social que producen estos bulos, y por otro, minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno>>. <<Todos estos bulos –añadió el general– los tratamos de desmentir por nuestras redes sociales>>. Pasado lo dicho, dicho queda, él ahí queda, y dado que el poder es tener expedita la facultad o potencia de hacer algo, el poder ha hecho, es decir, no ha hecho, y ha seguido haciendo lo que le viene en gana, que para eso tiene el poder, uniformado en este caso y el mediático también.
Poderes excepcionales tiene. Está a la vista. Dicen que temporalmente. Veremos.
Que velan por nuestra salud está también por ver y comprobar. ¿Qué salud?, ¿la de mi madre y tantos ancianos encerrados, muriéndose o esperando la muerte sin la visita o la despedida? Derechos humanos. ¿Hay mayor derecho?
Hablan de paralización en los juzgados por la pandemia y, los derechos por tanto, de los ciudadanos vulnerados. También son derechos humanos. Una vez más: imprevisión, retraso tecnológico, o lo que sea. En definitiva: escasa democracia; y ¡ojo! ¡no (me) levante usted la voz!
El ¿A dónde va usted?, se conjuga con el no saber qué hay que hacer. Es la mejor forma del autoritarismo. La interpretación. Todo es interpretable y luego vaya usted a quejarse al maestro armero. Mando yo, interpreto yo; ¡a mí no se me discute!; ¡caballero yo no sanciono, es la Delegación del Gobierno…!: todo interpretable. Esa es la dictadura, la interpretación, que el intérprete ya saben quién es. La ley la marco yo, y en tiempos apropiados también juzgo y la interpreto yo. Los jueces con mascarilla.
Cuesta trabajo entender que el Parlamento no se reúna y si lo hace es a trozos, bajo cuerda, es decir todo acordado, acuerdo vendido y comprado y al que no, insultado.
Miren, me van a perdonar la grosería, pero hace algún tiempo les conté una anécdota que viene hoy al caso.
En la época en que por el Sahara, tan español, patrullaban nuestras queridas tropas nómadas, eran frecuentes los encuentros y desencuentros con las equivalentes fuerzas argelinas de vigilancia de la frontera. Fronteras difuminadas y difíciles de materializar en horizontes inabarcables y cambiantes paisajes dibujados al gusto del viento y la luz. Todo era igual, pero distinto según el momento y la intención de la mirada. Tierra de valientes y astutos soldados. El indomable desierto, como la pandemia, pone a prueba a los hombres. Uno de los que salió fortalecido en la contienda de aquella belleza hostil fue un pequeño -de estatura- comandante que solía acompañar a camello a sus patrullas por las difuminadas fronteras. El encuentro con las equivalentes fuerzas argelinas era frecuente y se producía dentro de esa cordialidad de los hombres del desierto, pero sin fiarse de la más mínima brisa. Se produjo un desencuentro en la soledad inabarcable, donde todo es nada y nadie.
-Estás en mi tierra. Has cruzado mi frontera.
Que sí, que no. ¿Dónde están las marcas?
-El equivocado eres tú…
Los nervios afloran. El diminuto comandante baja del camello. También el oficial argelino. Frente a frente se miran, sin hostilidad, pero con firmeza. Hay muchos propósitos hostiles que no van acompañados de enemistad. Cada uno defiende los suyos. Hay que mantenerse firme con todas sus consecuencias.
El comandante español parece más pequeño al hundirse en la arena abriendo ostentosamente las piernas. Se oyen sus palabras en el silencioso desierto. No es necesaria ninguna traducción. Todos entienden aquel idioma.
-¡Aquí la frontera la marcan mis cojones a modo de perpendículo!
En la soledad del desierto, en peligrosas condiciones: un valiente.
Parecido ¿verdad? Frontera por ley. Mandan de cintura para abajo. Nadie rechista (hasta ahora)
Cuando el Parlamento está enmascarillado, cuando legisla el ejecutivo y el judicial ha desaparecido, el calificativo no es valor, sino otra cosa. Libertad no es.
Políticamente pensar de cintura para abajo no sirve nada más que para los dictadores de poca monta.
Es el momento de usar inteligentemente: la calle, el poder mediático (a pesar de la mordaza impuesta por el dinero) y la cabeza.
En el diario ABC de ayer el abogado José Antonio García-Trevijano Garnica publicaba una Tribuna Abierta con el título de Alarma o despropósito. Dice en el párrafo final: <<Estamos ante una situación especial que requiere medidas singulares que se están adoptando sin el pueblo pero en su beneficio. Pues bien, resulta que eso es precisamente una dictadura>>.
Creo que está todo dicho. Dictadura y mucho caradura.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
19 mayo 2020