ESPAÑA 2020. LA DICTADURA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Pongan ustedes las imágenes y el color.

Dictadura. Elijan definición. Ambas son acepciones válidas.

  1. Régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales.
  1. En la Antigüedad romana, magistratura extraordinaria ejercida temporalmente con poderes excepcionales.

En el terreno de la lucha contra las fake news, dijo el general Jefe de Estado Mayor de la Guardia Civil, se trabaja en dos direcciones, <<por un lado evitar el estrés social que producen estos bulos, y por otro, minimizar el clima contrario a la gestión de crisis por parte del Gobierno>>. <<Todos estos bulos –añadió el general– los tratamos de desmentir por nuestras redes sociales>>. Pasado lo dicho, dicho queda, él ahí queda, y dado que el poder es tener expedita la facultad o potencia de hacer algo, el poder ha hecho, es decir, no ha hecho, y ha seguido haciendo lo que le viene en gana, que para eso tiene el poder, uniformado en este caso y el mediático también.

Poderes excepcionales tiene. Está a la vista. Dicen que temporalmente. Veremos.

Que velan por nuestra salud está también por ver y comprobar. ¿Qué salud?, ¿la de mi madre y tantos ancianos encerrados, muriéndose o esperando la muerte sin la visita o la despedida? Derechos humanos. ¿Hay mayor derecho?

Hablan de paralización en los juzgados por la pandemia y, los derechos por tanto, de los ciudadanos vulnerados. También son derechos humanos. Una vez más: imprevisión, retraso tecnológico, o lo que sea. En definitiva: escasa democracia; y ¡ojo! ¡no (me) levante usted la voz!

El ¿A dónde va usted?, se conjuga con el no saber qué hay que hacer. Es la mejor forma del autoritarismo. La interpretación. Todo es interpretable y luego vaya usted a quejarse al maestro armero. Mando yo, interpreto yo; ¡a mí no se me discute!; ¡caballero yo  no sanciono, es la Delegación del Gobierno…!: todo interpretable. Esa es la dictadura, la interpretación, que el intérprete ya saben quién es. La ley la marco yo, y en tiempos apropiados también juzgo y la interpreto yo. Los jueces con mascarilla.

Cuesta trabajo entender que el Parlamento no se reúna y si lo hace es a trozos, bajo cuerda, es decir todo acordado, acuerdo vendido y comprado y al que no, insultado.

Miren, me van a perdonar la grosería, pero hace algún tiempo les conté una anécdota que viene hoy al caso.

En la época en que por el Sahara, tan español, patrullaban nuestras queridas tropas nómadas, eran frecuentes los encuentros y desencuentros con las equivalentes fuerzas argelinas de vigilancia de la frontera. Fronteras difuminadas y difíciles de materializar en horizontes inabarcables y cambiantes paisajes dibujados al gusto del viento y la luz. Todo era igual, pero distinto según el momento y la intención de la mirada. Tierra de valientes y astutos soldados. El indomable desierto, como la pandemia, pone a prueba a los hombres. Uno de los que salió fortalecido en la contienda de aquella belleza hostil fue un pequeño -de estatura- comandante que solía acompañar a camello a sus patrullas por las difuminadas fronteras. El encuentro con las equivalentes fuerzas argelinas era frecuente y se producía dentro de esa cordialidad de los hombres del desierto, pero sin fiarse de la más mínima brisa. Se produjo un desencuentro en la soledad inabarcable, donde todo es nada y nadie.

-Estás en mi tierra. Has cruzado mi frontera.

Que sí, que no. ¿Dónde están las marcas?

-El equivocado eres tú…

Los nervios afloran. El diminuto comandante baja del camello. También el oficial argelino. Frente a frente se miran, sin hostilidad, pero con firmeza. Hay muchos propósitos hostiles que no van acompañados de enemistad. Cada uno defiende los suyos. Hay que mantenerse firme con todas sus consecuencias.

El comandante español parece más pequeño al hundirse en la arena abriendo ostentosamente las piernas. Se oyen sus palabras en el silencioso desierto. No es necesaria ninguna traducción. Todos entienden aquel idioma.

-¡Aquí la frontera la marcan mis cojones a modo de perpendículo!

En la soledad del desierto, en peligrosas condiciones: un valiente.

Parecido ¿verdad? Frontera por ley. Mandan de cintura para abajo. Nadie rechista (hasta ahora)

Cuando el Parlamento está enmascarillado, cuando legisla el ejecutivo y el judicial ha desaparecido, el calificativo no es valor, sino otra cosa. Libertad no es.

Políticamente pensar de cintura para abajo no sirve nada más que para los dictadores de poca monta.

Es el momento de usar inteligentemente: la calle, el poder mediático (a pesar de la mordaza impuesta por el dinero) y la cabeza.

En el diario ABC de ayer el abogado José Antonio García-Trevijano Garnica publicaba una Tribuna Abierta con el título de Alarma o despropósito. Dice en el párrafo final: <<Estamos ante una situación especial que requiere medidas singulares que se están adoptando sin el pueblo pero en su beneficio. Pues bien, resulta que eso es precisamente una dictadura>>.

Creo que está todo dicho. Dictadura y mucho caradura.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

19 mayo 2020

MIS PELOTAS A MODO DE PERPENDÍCULO General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

En seguida entenderán el significado del título que suavizo porque no soy dado a este tipo de vulgaridades cuando se realizan fuera de contexto. Así la malsonante palabra verán cómo alcanza toda su fuerza expresiva leída en su contexto.

En la época en que por el Sahara, tan español, patrullaban nuestras queridas tropas nómadas, eran frecuentes los encuentros y desencuentros con las equivalentes fuerzas argelinas de vigilancia de la frontera. Fronteras difuminadas y difíciles de materializar en horizontes inabarcables y cambiantes paisajes dibujados al gusto del viento y la luz. Todo era igual, pero distinto según el momento y la intención de la mirada. Es tierra de valientes y astutos soldados. El indomable desierto pone a prueba a sus hombres. Uno de los que salió fortalecido en la contienda de aquella belleza hostil fue un pequeño -de estatura- comandante que solía acompañar a camello a sus patrullas por las difuminadas fronteras. El encuentro con las equivalentes fuerzas argelinas era frecuente y se producía dentro de esa cordialidad de los hombres del desierto, pero sin fiarse de la más mínima brisa. Se produjo en uno de aquellos encuentros en la soledad inabarcable, donde todo es nada y nadie.

-Estás en mi tierra. Has cruzado mi frontera.

Que sí, que no. ¿Dónde están las marcas?

-El equivocado eres tú…

Los nervios afloran. El diminuto comandante baja del camello. También el oficial argelino. Frente a frente se miran, sin hostilidad, pero con firmeza. Hay muchos propósitos hostiles que no van acompañados de enemistad del sentimiento alguno. En asuntos tan delicados como los de las fronteras, los errores que se cometen por complacencia o benignidad son los más perjudiciales. Hay que mantenerse firme con todas sus consecuencias.

El comandante español parece más pequeño al hundirse en la arena abriendo ostentosamente las piernas. Se oyen sus palabras en el silencioso desierto. No es necesaria ninguna traducción. Todos entienden aquel idioma.

-Aquí la frontera la marcan mis cojones a modo de perpendículo.

El oficial argelino no entiende muy bien, pero se humilla. Baja la cabeza. Gestos de despedida y… ¡Con Dios…! Aquí no ha pasado nada.

Es la disuasión de la mirada, del gesto. El aplomo y seguridad hacen más que cien cañones. Se gana o se pierde por una actitud. La de perder siempre está emparejada con la cobardía, a veces llamada prudencia. Los límites son difusos como las fronteras en el desierto. Hay que tomar decisiones y clara actitud. Por pequeño que uno sea; de estatura.

‹‹La guerra es la comarca del peligro y, por tanto, el valor la primera y más importante propiedad del guerrero. De dos clases es el valor: valor físico o el valor en presencia del peligro personal, y el valor moral ante la responsabilidad, sea ante el tribunal de algún poder externo o ante el interno, esto es, la conciencia›› (General Von Clausewitz).

Ante la responsabilidad: el valor. Lo que no ha tenido Puigdemont cuando ha visto el gesto de quien marca la frontera: la ley.

Desde luego no es una cuestión de pelotas, pero cuando las fronteras se difuminan y los contendientes están a punto de convertirse en enemigos no está de más un gesto claro y rotundo: ‹‹Porque la guerra es la comarca de la incertidumbre; las tres cuartas partes de aquellas cosas en que se basa la acción en la guerra yacen envueltas en la niebla de una mayor o menor incertidumbre. Es indispensable, pues, aquí, un entendimiento exquisito y penetrante para llegar a descubrir la verdad con el tacto de su juicio›› (General Von Clausewitz).

Empezamos a descubrir la verdad en el momento en que la niebla se disipa ante su aparición. Pero sigue diciendo Clausewitz que la guerra es la comarca del azar. Aumenta la incertidumbre de todas las circunstancias y modifica la marcha de los acontecimientos.

Puede tardar el regreso y encarcelamiento de Puigdemot: cobardía, incertidumbre y azar.

De aquí a las elecciones faltan menos de dos meses.

La inseguridad en todas las hipótesis y la constante intromisión del azar hacen que en la guerra se aparezcan sin cesar las cosas de manera distinta a como se las esperaba. Estamos en guerra y son indispensables: inteligencia y valor. Hasta el final que no será el 21 de diciembre.

Dejemos bien marcada la línea de la frontera. Si es necesario… a modo de perpendículo. Como marcan las ancestrales leyes de lo confuso.

General de División Rafael Dávila Álvarez (R.)

Blog. generaldavila.com

6 noviembre 2017