MILITARES: ¿GUERREROS DEFORMADOS POR EL INDUSTRIALISMO? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

«La Patrulla»: Obra de Ferrer Dalmau

La bofetada que la OTAN le ha dado en la mejilla izquierda a España debería hacernos meditar sobre nuestra postura internacional en materia de Defensa y en política Exterior. De paso no estaría de más tener un recuerdo para nuestros soldados que son los primeros en acudir a tapar la herida en cuanto surge una crisis internacional.

Como ya saben a la importantísima reunión de la OTAN con los máximos representantes de la industria de Defensa europea y norteamericana España no ha sido invitada.  La Alianza Atlántica no ha incluido a ninguna empresa española. En el plan para alimentar la guerra España no cuenta.

Quizá sea uno de los momentos más graves en nuestra errática Defensa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. No verán ni oirán nada en la campaña electoral. La Defensa no da votos, no interesa. Está supeditada a la industria.

¿Nuestros Ejércitos? La pregunta encierra un hecho clave.

Lo único que han descubierto los políticos en España es que los Ejércitos, es decir las Fuerzas Armadas, son una rentable empresa que puede dar muchos beneficios, individuales también. Que eso de los soldados está muy bien, pero siempre y cuando sea por el material, el armamento que necesitan, la industria que a su alrededor se mueve, es decir su valoración económica y rentabilidad. Lo demás es muy costoso, poco rentable, cosa del ministerio de Defensa que debe manejar con firmeza y fuerte control. Pareciendo que hace y haciendo lo contrario de lo que parece.

Los hombres, los soldados, son algo muy incómodo de organizar, de renovar y de asegurar su futuro. Démosles tanques y aviones, barcos y municiones y ellos que se limiten a su manejo, sin tomar decisiones ni tácticas ni estratégicas. También es necesario que la tropa tenga fecha de caducidad no vaya a ser que ganen la guerra y que su moral sea definitivamente de victoria y lleguen a tener sentido Patrio, cuando lo patriótico debe de ser únicamente la cuenta de resultados.

El futuro que quieren para nuestros soldados es el de un funcionario más que fiche y que obedezca sin preguntar por sus armas: esas ya las negociamos nosotros desde el minisdef.

¿Soldados? ¿Política de personal? ¿Debate sobre el presente y futuro de nuestros soldados?

Deben ser lo que decía el sabio Ortega y Gasset: «Guerreros deformados por el industrialismo».

Eso se pretende y es mucho el camino ya andado.

La OTAN, Europa y los Estados Unidos de América no invitan a España en un foro de armas para la guerra, un foro clave no para la industria de armas, que también, sino para el prestigio de nuestros ejércitos. Un golpe bajo donde más duele.

Ahora surge el gran interrogante: ¿debemos fiarnos nosotros de Europa, de la OTAN, de los Estados Unidos de América? ¿Por qué no les invitamos a un foro de Defensa Colectiva y que nos den a conocer los límites?

A partir de este punto debemos poner sobre el papel los temas candentes y pendientes.

Empecemos:

—Ceuta, Melilla, y Peñones

—Archipiélago Canario

—Gibraltar. El Centro de Inteligencia y polvorín alli montado.

—Estrecho. ¿Quién lo controla; la OTAN no?

—Marruecos…

—El Sahel

—El Sáhara…

—Cataluña; ya saben.

—País Vasco; ya saben.

Déjense de armas y suban un escalón. Ese donde está la nación: España.

Nuestros soldados no son máquinas revestidas de armas. Tampoco un organismo de Protección Civil empleado en misiones que nada tienen que ver con la suya gastando y malgastando sus recursos en cometidos que corresponden a otros organismos.

Nuestros soldados no son guerreros mediatizados por la industrialización.

Son hombres, los mejores soldados del mundo, que lo único que requieren es ser recordados, valorados, y sobre todo estar bien mandados.

¿Quieren detalles?

Junto al lamento del horror de la guerra surge el negocio de las armas. Un gran negocio que como nunca antes ahora sale a los escaparates de las naciones en guerra o no. Los medios de comunicación se cobijan a su sombra y en una página cuentan los horrores de la guerra y en la de al lado muestran los beneficios de la industria del armamento con sus piezas más modernas y mortales.

No verán ustedes organizar un foro para hablar de nuestros soldados, de su futuro, de los sacrificios que se impone a sus familias. No se ven páginas dedicadas a esos apoyos de todo tipo necesarios para las tropas en combate y sus familias. Los soldados son los grandes desconocidos y olvidados. Parecen soldados virtuales. Dentro de poco asistiremos a una industria del armamento que te venda el carro de combate con su tripulación incluida y un repuesto de garantía. El cañón más los artilleros, el avión con piloto y mantenimiento incluidos, incluso te vendan a un general con su Estado Mayor sin estrenar… Si se dan una vuelta por la redes sociales verán que las Academias de Estado Mayor están en youtube impartiendo lecciones diarias.

Esta guerra se está convirtiendo en un negocio escandaloso y nadie hace sino atizar más el fuego e invertir en armas y municiones.

Aunque la fábrica de soldados esté desatendida. Pronto alguien se dará cuenta de su posible rentabilidad económica.

Los soldados combaten en el frente y mueren, las retaguardias polemizadas y distantes, las armas un negocio rentable.

Soldados: guerreros mediatizados por la industrialización.

Armas sí, soldados no.

Las armas dan dinero. Lo soldados… A lo mejor van camino de convertirse tambien en parte del negocio.

De nada sirven las armas sin el valor moral del soldado que las maneja. ¿O eso era antes?

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

19 junio 2023

LA OTAN DEJA FUERA A ESPAÑA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Toidos a una Fuenteovejuna

Hay guerra para rato y más de uno se frota las manos. Esto es un negocio que está dejando en pañales a la Primer Guerra Mundial.

El arte de la guerra está en decadencia desde que las trincheras se llenaron de piojos y mandos irresponsables que no sabían lo que significa mandar hombres ni conocían las tácticas de la guerra.

Ahora la guerra es la misma farsa de entonces: unos mueren en las trincheras y otros viven de ellas. Todo consiste en machacar las posiciones, que no queden ni las ratas, y que oleadas de soldados siembren los campos, antes de trigo, donde durante algunos años no se recogerá más fruto que el que produzca la chatarra bélica envuelta en sangre.

Es época de guerra y la industria de armamento es una inversión segura y muy rentable. La solidaridad y la cooperación alrededor de las armas son verdaderamente conmovedoras.

¿La OTAN? De entrada no… Decían los socialistas; hasta que vieron el negocio.

No hace muchos les hablaba de la flamante industria armamentística española de la que los socialistas son expertos directivos. Sería interesante constatar la lista de políticos y de militares retirados de alta graduación que se sirven de ella —de uno y otro color— inmersos en esta floreciente industria.  En el artículo No a la guerra. Sí a las armas les hablaba de la Feria Internacional de Defensa y Seguridad de España (FEINDEF) que celebraba su tercera edición en plena guerra de Ucrania en Madrid. Momento perfecto para posicionarse cara a la guerra, cara al negocio.

Tan sencillo como que los Ejércitos no importan, lo que importa es el armamento, la industria, la guerra que produce miles de puestos de trabajo, unos en el frente y muchos más en la retaguardia.

Así estaban las cosas, inversiones en la industria de armamento español, cuando la unidad y cooperación de la OTAN se viene abajo.

Hoy se celebra una importantísima reunión de la OTAN con los máximos representantes de la industria de Defensa europea y norteamericana. España ha quedado fuera.  La Alianza Atlántica no ha incluido a ninguna empresa española. Debe organizar un plan para seguir alimentando la guerra, pero España no cuenta.

No pretendo analizar el problema desde el punto de vista económico que debe ser gravísimo para esa industria española. Más grave bajo mi punto de vista es responder a la pregunta: ¿Por qué?

No hay razones de calidad, ni de seriedad en la fabricación, ni en la eficacia y rigor de nuestra industria. Me atrevo a aventurar que el problema es mucho más grave. Es el mismo que responde a las razones que ya henos expuesto por activa y por pasiva de que España nunca ha tenido un puesto militar relevante en la OTAN; nunca; a pesar de los intentos como ya les hemos contado y que se inauguró con el portazo dado a aquel que fue JEMAD español, Félix Sanz Roldán, que no superó ni la primera votación para ser el máximo cargo militar en la Alianza.

Asumamos la realidad: en el plano internacional desde el punto de vista militar no somos nadie. No lo somos no porque nuestros ejércitos no sean buenos, que lo son, los mejores del mundo, sino por nuestra famosa y extendida irresponsabilidad política y dentro de ella gracias a nuestra errática política militar que es capaz de retirarse con verdadera humillación de Kosovo o de Irak. Esas cosas no se olvidan. O tener un Gobierno infectado de políticos que parecen haberse pasado al enemigo.

Pues no; España no está invitada a la reunión para el negocio de las armas. La industria española se queda fuera con FEINDEF o sin ella. Esta no es su feria

La guerra es hombres y materiales. Los materiales españoles se quedan sin negocio en esta guerra de la OTAN. Los hombres esperan en Letonia, Turquía, el Báltico, el Mediterráneo… Esos no cuentan en la cuenta de resultados.

El enfado de la ministra de Defensa, Margarita Robles, y su no participación en la reunión de hoy de la industria de la Defensa europea y norteamericana para la producción armamentística les importa un bledo.

El presidente del Gobierno de España no sabemos de lo que habló con Biden ni de lo que habla cuando recorre Europa en el mystere.

No tenemos el más mínimo peso específico ni en Europa ni en el mundo. Abramos los ojos. Recoges lo que siembras.

Fruto de nuestra política Exterior y de Defensa.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

15 junio 2023