Lo importante y grave no es la moción de censura para mover la presidencia, sino la moción de la Directora General de la Guardia Civil. No, no miren al Parlamento, miren hacia fuera, hacia el orden y la ley. El intento de moción en el Parlamento ha sido liquidado en segundos con una dimisión en la cúpula de la Guardia Civil y una cosa no puede tapar a la otra.
La dimisión de la Directora General de la Guardia Civil es un escándalo con precedente. Decir lo contrario sería olvidar quiénes son estos señores del nuevo socialismo en constante evolución y adaptación al ambiente. Especialistas en la confusión y el mimetismo para adoptar como propio cualquier comportamiento que les sea rentable. La moral no importa, sino los resultados.
Sería un error político que insistiésemos en la moción de censura cuando se ha abierto una brecha de tamaño descomunal con lo que esconde la dimisión del mando político de la Benemérita.
Quizá el PSOE quiera vivir una temporada más de las rentas, pero la realidad es mucho más grande y donde hay que mirar de una vez por todas es hacia la corrupción. Esa que le lleva a un presidente a preguntarse que cuánto cuesta una moción de censura después de bajarse del falcon para comprar bombones o ir de fiesta con los amigos. Esa corrupción que no lo es sino moral y que se centra en que es bueno para ti lo que para los demás es malo. Esa corrupción que confunde la justicia con el personalismo que ha inaugurado el periodo de la democracia presidencialista con un presidente que quiere pasar a la historia como el regente de nombre «El Democrático I» o «El Sostenible I».
Aquí, en esta dimisión, nadie acusa a nadie y es muy saludable porque solo se trata de que el marido de la Directora General de la Guardia Civil está imputado. Solo eso. Que no es nada. Mediador es uno más…, Marlaska no dimite, la nueva Directora General, pues eso: arropada.
Sus argumentos, los de la dimitida jefa política de la Guardia Civil, son suyos, pero solo suyos y no tenemos porqué creerlos o no creerlos. Se irán conociendo más y más y datos. Nadie la va a echar de menos. O no deberían. Aquí se viene a servir y «se es el último en comer, el último en dormir, el último en tener y el primero en morir». Te vas «al Rey servido y patria honrada». No pidas más.
Dimitir es decisión suya, no de los que manda a los que no deja ni bien ni mal. Solo se va a su casa, algo que es un hecho en sí que a nadie perjudica ni importa y tampoco para rajarnos las vestiduras, sino para saber las razones profundas y, sin duda, para que nos preocupemos por esas razones. Adiós sin más y que le vaya bien. Demos tiempo al tiempo para ver en qué queda todo; no estamos juzgando, estamos noqueados.
Pero el acto de dimitir es de ella, personal e intransferible y la imagen de hacerlo rodeada de altos mandos de la Guardia Civil como si estuviese apoyada y sustentada por ellos es inadmisible. Dimite ella y solo ella, sin amparo ni cobijo, sino como cualquiera que decide irse. Ese coro a sus alrededor descompone la imagen de su dimisión, suya y solo suya sin que la Guardia Civil deba pronunciarse más allá, ni con palabras ni con la imagen.
La Guardia Civil sigue y sigue honrada y con el honor intacto sin necesidad de dar amparo a quien dimite.
Lecciones de honradez ni una. La Guardia Civil no las necesita.
Por cierto: ¿Qué le pasa al PSOE con la Guardia Civil?
Memoria democrática condimentada con moción de censura a quienes se echan por encima a la Guardia Civil como si fuese una capa para cubrirse del frío o del calor.
Es un escándalo que hace días ha estallado y el arte de la política ha hecho que miremos en otra dirección cuando la tormenta está dentro.
La orden era: ¡Que no dimita antes de la moción de censura! Después; y moción olvidada.
Sin duda tenemos una oposición que me recuerda al pardillo que ha anidado en la hiedra del jardín y me deja tocar a sus polluelos.
¿O soy yo el pardillo?
Defínanme la situación: Máxima gravedad.
Serlo y parecerlo. Tener y no poseer.
Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
24 marzo 2023




