SANTANDER SE QUEDA SIN CALLE AL GENERAL DÁVILA: «A PASEO EL GENERAL DÁVILA» ¡QUE ALIVIO! Por General (R.) Dávila

 

¡Por fin!

¡Gracias! Señora alcaldesa de Santander. Ustedes se lo guisen y se lo coman. En junio, si Dios quiere y lo permite la autoridad competente (si me autorizan a entrar, que ya ni se sabe), estaré en esa bella ciudad a impartir una conferencia a la que está usted invitada. No le guardo el más mínimo rencor por retirar el nombre de una calle que lleva años vinculada con Santander: Paseo del General Dávila, que es una de las más largas de la ciudad y quizá de España. Une Santander con El Sardinero, un paseo magnífico y que domina la ciudad. En nombre de mi abuelo le doy las gracias y espero hacerlo personalmente si tiene a bien venir a escucharme. Está invitada. Seguro que aprende cosas nuevas de la historia de esta nación llamada España.

El nombre de la calle bien podía haber sido un monumento al humor cambiando el nombre simplemente y donde antes figuraba «Paseo del General Dávila» haber puesto «A Paseo el General Dávila«, ahorraban cambio de placas y hubiese tenido usted un reclamo más para el turismo y los ingresos municipales que al fin y al cabo es lo único que interesa.

Esto mismo ocurrió en Madrid donde mi abuelo tenía una calle pequeñita, céntrica, no con la simbología de la de Santander, y también fue retirada por una alcaldesa de cuyo nombre no quiero acordarme.

No es precisamente el nombre de una calle a lo que aspiraba mi abuelo, sino transmitirnos, como así ha sido, el alto sentido de servicio a España, la honradez y la humildad. Como no me gusta perder el tiempo en argumentar errores ni en dar explicaciones históricas, que usted conoce, y recordarle las promesas incumplidas por parte de muchos conocidos suyos y míos, me limitaré a repetir lo que ya le dije a aquella alcaldesa que lo fue de Madrid y que ya pocos recuerdan.

Suprimir el Paseo del General Dávila era un clamor popular, una necesidad que no podía esperar un día más. ¡Cuántos vecinos de Santander dormirán tranquilos sabiendo que la calle del General Dávila ya no existe! ¡Qué alivio! Se acabaron las protestas y reivindicaciones que colapsaban la administración municipal.

Creo que el cambio de nombre es otro error ¿Altamira? Mejor Barco-prisión Alfonso Pérez. ¿Lo recuerda?

En cualquier caso no vea ironía alguna en mis palabras, sino sincero agradecimiento por habernos liberado de  semejante yugo callejero. Estoy de acuerdo con usted en que mi abuelo, al que conocí y mucho me enseñó, hombre sabio, honrado y humilde, no debe estar en una calle de un ayuntamiento que con tanto fervor recoge las millones de peticiones que recibe a diario para suprimir la calle con su nombre. Es usted fiel  reflejo del sentir popular (de pueblo, que no sé si de partido político también). Por eso le doy las gracias.

No hace falta que me recuerde la ley de no sé qué memoria. Yo la llamaría ley de ideología. No hay mayor intransigencia y fanatismo que convertir el sectarismo, la ideología, en ley. Cuando no se convence con rigor histórico, con argumentos, se imponen las ideas por ley. Ya sabe usted lo que eso significa. ¿Le suena? Sabemos quién tiró la piedra, pero también sabemos quién la recogió, la volvió a tirar y esta vez escondió la mano. Cosas de la política de incumplimientos.

Prohibir es lo que mejor saben hacer.

En fin, señora alcaldesa, somos tres generaciones, tres generales apellidados Dávila, y lo que ni usted ni nadie puede retirar es la historia de esas tres generaciones y la memoria del servicio a España. No hay quien nos retire la libertad.

Hay que leer. Hay que estudiar. Y hay que dejar de interpretar la historia bajo el sectarismo de una ideología. Sin imposiciones y prohibiciones de las que España es pionera en Europa.

Gracias de nuevo, sin ironía, y siento decirle que yo nunca borraré Santander de mi memoria.

El general Dávila, mi abuelo, ha pasado casi desapercibido por su humildad y sencillez. Él junto al general Vigón fueron los cerebros de la táctica militar y los que desarrollaron todos los planes de guerra que dieron el triunfo a las tropas nacionales.

Como abuelo le admiré y presumo de ser uno de sus nietos favoritos. Conservo su sable, su faja de general y su estilo, al que jamás renunciaré. Y algo que siempre llevó en su bolsillo, la reliquia de San Fidel. Ahora la llevo yo. Un hombre bueno que se retiró en silencio, igual que había vivido. Honorable, honrado y bueno. Le agradezco que colabore usted en ese silencio.

Por último recordar que mi abuelo era muy bajito y las ironías de la vida le llevaron a ser nombrado por Franco, Marqués de Dávila con grandeza de España. Títulos que le han sido retirados, como la calle. Quizá el nombramiento de Capitán General, que fue a título póstumo, llegó tarde. Claro que hay grandezas que van con la persona, y el tamaño se mide en la obra de su vida. Retirarle esa grandeza es un signo enrabietado que delata a quienes lo hacen desde su pequeñez moral.

Hoy he hecho algo que jamás me hubiera él permitido, escribir estas líneas y el artículo sobre la retirada de su calle.

Abuelo te pido disculpas. Acéptalas. Es únicamente por levantar una voz en defensa del honor y la honra.

Perdóname. Me hubiese gustado ser como tú.

Como seguramente muchos no sepan quien era el General Dávila, mi abuelo, les dejo una breve biografía.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

BREVE BIOGRAFÍA DE MI ABUELO EL GENERAL DÁVILA

Nació en Barcelona en 1878. De incipiente vocación militar alcanzó el grado de subteniente de Infantería (alférez) a los 17 años y al fallecer, inmediato a los 84 años, el de capitán general.

Tres campañas militares: Cuba, Marruecos y la de 1936-1939.

Sus características militares eran el estudio profundo, la permanente formación y la rigurosidad de su trabajo tanto como oficial de Estado Mayor o como jefe del Ejército del Norte. Su humilde caminar por la vida le han hecho un general casi desconocido cuando fue el cerebro de importantes hechos tácticos y estratégicos tanto en la guerra de Marruecos como en la de 1936-39.

Fue Jefe de la Sección de Campaña de la Comandancia General de Melilla entre 1919 y 1921. Rechazó el plan de ocupación de Annual, pero sus consejos fueron desoídos por el general Silvestre. El enorme esfuerzo físico y psíquico al que se vio sometido le hizo enfermar y tuvo que ser evacuado días antes del Desastre de Annual. Posteriormente preparó y documentó la operación sobre Alhucemas que culminó en el desembarco y recuperación del territorio.

Ascendió a Coronel por méritos de guerra en 1924 y a general de Brigada en 1929.

Se retiró con la Ley de Azaña al no admitir renegar de sus creencias monárquicas y religiosas dedicándose en este periodo a la enseñanza en Burgos, trabajando para el Círculo Obrero Católico.  A pesar de ello el gobierno de Azaña, que conocía su capacidad de organizador, le propuso ser nombrado Subsecretario del ministerio de guerra lo que rechazó.

Al estallar la guerra en 1936 se hizo cargo de Gobierno Civil de Burgos, formando desde sus comienzos parte de la Junta de Defensa Nacional..

En octubre de 1936 fue nombrado por Franco Presidente de la Junta Técnica del Estado y Jefe de Estado Mayor del Ejército. A la muerte del general Mola fue nombrado Jefe del Ejército del Norte y posteriormente ministro de Defensa Nacional.

En agosto de 1939 fue nombrado Capitán General de la 2ª Región Militar con sede en Sevilla, a la que amó profundamente y donde su hijo Manuel, también general y Medalla Militar, conoció a una bella sevillana con la que se casó. Mis padres.

Posteriormente fue Jefe del Alto Estado Mayor de Ejército, ministro del Ejército, Consejero del Reino y Presidente del Consejo Superior Geográfico.

Fue nombrado Marqués de Dávila y Grande de España.

Falleció en Madrid el 22 de marzo de 1962.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

 

 

SANTANDER DOS DE MAYO. ¿DÓNDE ESTÁ LA BANDERA CABALLEROS? General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

¿Dónde está la Bandera, Caballeros?

No quería creérmelo. Incluso cuando me enviaron la foto pensé que era un montaje. Quisiera equivocarme, pero es real. Santander. Homenaje a los héroes del Dos de Mayo. En el monumento a Pedro Velarde en la plaza Porticada. Pedro Velarde y Santillán, capitán de Artillería, era de Muriedas, en el Valle de Camargo. Es el verdadero artífice del levantamiento del 2 de mayo en Madrid. ‹‹Es preciso batirnos; es preciso morir; vamos a batirnos con los franceses››. Murió dejando en su ejemplar actitud el futuro de España. Son las páginas más gloriosas de la unidad, de amor a España, de patriotismo popular. Fue la rebelión de la Nación, del pueblo español. Una fecha que solo tiene un nombre, sin intermediarios: España. La tierra de los españoles, la soberana e independiente tierra española que no admite injerencias de nadie.

Era un día para hablar solo de España. Y españolear.

Santander rinde homenaje al héroe, capitán Velarde, y deposita a los pies de su monumento una corona de laurel. Hacen la ofrenda la alcaldesa, doña Gema Igual, y el Delegado de Defensa en Cantabria, coronel de Infantería de Marina, acompañados de dos reservistas que representan a los ejércitos de Tierra y Aire. Asisten las autoridades civiles y militares. La alcaldesa habla y recuerda la importancia de aquellos acontecimientos en el devenir de la historia de España y la necesidad de aprender de ellos.

Suena el Himno Nacional.

Preferiría no contarlo.

Una ofrenda sin los colores de España

Por primera vez veo depositar una corona de laurel ante un monumento a los héroes sin el lazo de la Bandera de España. Por primera vez veo a un soldado español portar una corona en homenaje a sus compañeros muertos en aras a la unidad e independencia de España, sin la cinta con los colores de la Bandera de España. En el acto más firme de sentido patrio, el más popular y ejemplar, protagonizado por el pueblo español; en el rotundo homenaje a la Nación española, de norte a sur, de este a oeste, la corona de laurel no lleva el lazo con la Bandera de España.

No hay excusa ni error posible. Cualquier cosa se puede esperar de los representantes políticos, pero jamás hubiese pensado que los soldados rindiesen homenaje a los héroes del Dos de Mayo sin los colores de su Bandera. Y menos el día de la lealtad, de la unidad de España.

Podría seguir escribiendo mientras la indignación se apodera de mí.

No hay excusa. Alguien debe darnos explicaciones.

Quisiera que fuese un error y que alguien rectificara mis palabras. Quisiera equivocarme. Pero llevamos mucho tiempo en el que nos olvidamos de España. Un olvido más; o algo más que un olvido. Hay olvidos ejemplares. El que es fiel en lo poco…

‹‹¿Dónde está la bandera, caballeros,

que dos pueblos enteros

con su anchuroso pabellón cubría?››

En el rotundo homenaje a la Nación española ¿Dónde está la Bandera, caballeros?

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

4 mayo 2017

CALLE DEL GENERAL DÁVILA (II) General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Calle General Dávila en La Roda

-Buenas tardes. ¿Sabe usted dónde queda la calle del general Dávila?

– Por supuesto. Mire aquella que sube hacia la iglesia. Es muy pequeñita, pero principal. Está en el centro.

-¿Pero no estaba en esa zona Casa Juanito? Yo siempre paraba ahí cuando iba a Murcia.

-Efectivamente, enfrente mismo arranca la calle del general. En casa Juanito también paraba Don Juan Carlos cuando estaba en la Academia de San Javier. Cuando la carretera nacional pasaba por aquí paraban mucha gente. ¡Ahora ya…!

Como habrán adivinado me encontraba en La Roda. En ‹‹La muy noble y muy leal Villa de La Roda››. Alguien me había dicho que allí había una calle que llevaba el nombre de mi abuelo. Merecía la pena ir a pasar el día y descubrirla. Inolvidable; para repetir. No dejen de visitar La Roda y reposar su encanto y gastronomía.

Al buen hombre que me indicaba el lugar donde estaba la calle quise tentarle un poco y seguí preguntando ya que capté enseguida su buena disposición.

-¿Usted sabe quién era ese general Dávila?

-Sí, sí… era un general muy importante de Franco; fue ministro y estuvo de capitán general en Sevilla.

Me sorprendió y entonces insistí con algo más directo.

-Mire usted, se lo pregunto porque yo soy el general Dávila.

Imagínense la cara que puso el hombre hasta que le aclaré que yo era una tercera generación de generales, mi abuelo (el de la calle), mi padre, y yo.

Aquél buen hombre me estrechó la mano y me acompañó hasta el pie del rótulo donde ponía: CALLE GENERAL DÁVILA.

Vista de la calle general Dávila en La Roda

-Los hubo de un lado y de otro. Como aquí y en todas partes. Los unos de unos y los otros de los otros, pero todos somos los mismos e iguales. Ya nadie discute por eso. Ahora hay otros problemas. Aquí nos gusta recordar las cosas de viejos, así las llaman la juventud, y no está de más tener los nombres en las calles para el recuerdo. Pero bueno entre nosotros, por ahora, nadie se plantea esas cosas. Ya digo, tenemos otros problemas. Aunque claro con tal de salir en la tele, vaya usted a saber…

-¡Con Dios! Amigo, y gracias.

-Gracias a usted y un placer estrechar la mano de un general. Lo recordaré siempre que por aquí pase.

Así terminó mi visita a ese bello rincón manchego: La Roda. ¡Volveré!

Parece que llega el momento de que la Calle general Dávila de Madrid deje de llevar ese nombre por decisión de la alcaldesa -cuyo nombre he olvidado-  y una Comisión que ha encontrado un buen negocio de publicidad en esto de la revisión histórica. Algo habrán aprendido, aunque cuando se parte de cortas o preconcebidas ideologías es muy difícil asumir la historia.

Por lo que tanteo, entre ellos (alcaldesa y comisión) y los madrileños hay un abismo insalvable de educación, respeto y buenas maneras; a favor de los madrileños claro. En fin, gracias señora alcaldesa y comisionados. Sin acritud y con sinceridad: ¡Gracias!

Un soldado no está para monumentos ni para rotular calles sino para cumplir con su deber y, acabado este, dar paso al siguiente que ocupe su puesto en formación. El que destaca lo hace por mérito de los demás, razón por la que los nombres colectivos sean más justos que los individuales. Eso le oía decir yo a mi abuelo.

En Santander la Calle General Dávila es la más larga y me atrevería a decir que famosa. Une Santander con El Sardinero. Hace unos meses estaba sentado en una de sus terrazas que dan al mar cuando el camarero se acercó amablemente.

-¿Es usted el general Dávila?

-Pues sí. Usted dirá.

Paseo del general Dávila en Santander

-Está invitado señor. Yo fui legionario con usted en Viator, Tercio Tercero. Pero hoy la invitación es doble. Por usted y los viejos tiempos y por su abuelo que tiene la calle más grande y bonita de Santander.

Pues que lo siga siendo por el tiempo que juzguen conveniente.

Al llegar a Madrid cogí en la estación un taxi para ir a Príncipe de Vergara donde tenía una reunión. El taxista me comentó que venía de allí de llevar a una señora algo mayor y que cuando se montó en el taxi le dijo que la llevase a la calle general Mola.

-Señora ¿Será Príncipe de Vergara? ¿no?

-No caballero. He dicho y repito general Mola, pero si se empeña en llevarme a Príncipe de Vergara, pare que me bajo.

-Mire señora, yo la llevo a usted a general Mola o al mismísimo Valle de los Caídos. ¡Estaría bueno!

Pon rótulos; quita rótulos. Códigos postales, direcciones, nombres absurdos o malintencionados…

Las calles están para pasear y vivir en paz. Estos avanzados ediles y asesores van de otra cosa que se confunde con el contenido de las esquinas, farolas y papeleras. El olor y aspecto es mejorable y Madrid lo sabe, pero aguanta. Ya no se leen los rótulos de las calles; hay que bajar la cabeza, mirar a donde pisas y proteger la nariz.

Más de cien generales dan nombre a las calles de Madrid

Más de cien generales dan nombre a calles en la Comunidad de Madrid; cerca de treinta en Madrid capital. Seguramente ninguno de ellos por voluntad propia. No necesitan rotular nada que no sea su hoja de servicios y conservar el amor y respeto de los suyos.

La historia ahora se conforma con una ley caprichosa aprobada bajo el sectarismo de una ideología. En ella se amparan para remover y revolver nombres con incultura y flagrante fraude a la historia.

Ayuntamiento de Madrid

El dinero parece suyo. Madrid aguanta. No sabemos hasta cuando. Esperemos que no se atrevan también a cambiarle el nombre. La uniformidad, la impuesta, y el mal gusto se van imponiendo. Todo es posible y todo se va cumpliendo. Quieren que lleguemos tarde a la historia y a la verdad; para ello cuentan una historia suya. Pero eso es algo imposible; la verdad acaba floreciendo incluso en los lugares más áridos y sectarios.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

22 marzo 2017