
General don Luis Carvajal Raggio
Hoy este humilde blog se viste de gala para recibir al General de División Excmo. Señor don Luis Carvajal Raggio, mi general y amigo.
Decimos en la Legión que <<con razón o sin ella>> y en este caso me asiste toda la razón y argumentos para decir que tengo verdadero respeto y admiración por el General Carvajal. Un soldado y un Caballero de la milicia.
Como Caballero legionario se estrenó en la vida militar. Legionario de a pie, sin más grado que ese, el de Caballero, que no es poco. De ahí a General.
Legión y Brigada Paracaidista es su bagaje. ¿Se puede pedir más? 32 años al mando de unidades paracaidistas. Jefe de la Brigada Paracaidista, siendo el único que, en principio y hasta su ascenso, ostentó ese mando de coronel. Cerca de 900 saltos en distintas y conflictivas situaciones con 3 heridas en acto de servicio.
Fue Jefe de la Agrupación Táctica “Madrid” (Bosnia i Herzegovina) UNPROFOR, con una labor destacadísima. En su segunda misión en BiH (IFOR, OTAN) ya siendo general, tuvo el reconocimiento de todos, por su magnífico hacer, hasta el extremo de ser el único entre civiles y militares que ostenta el título de “Hijo adoptivo de la ciudad de Mostar”.
Seguiría con su brillante Hoja de Servicios repleta de entrega y generosidad. Un ejemplo para todos, ¿Condecoraciones?: todas. No las necesita; el General Carvajal es un soldado, un Señor Soldado.
Gracias mi general y que suene la Marcha de Infantes para recibirte en este blog. Nadie como tú para hablar del Aniversario paracaidista.
Con mi respeto y el cariño a ti, tú mujer, tus seis hijos y diez nietos.
Siempre a tus órdenes mis General.
General Dávila.
SER PARACAIDISTA. SU ESPÍRITU 
Escribo a vuela pluma, seguro sin demasiado ordenamiento, pero en palabras de mi amigo el General Dávila, «sé que hay poco tiempo pero el corazón fluye rápido». Con el corazón y el alma escribo y espero se entiendan los sentimientos a pesar de la rapidez de los latidos.
Nuestra historia comienza en otoño de 1953, un 17 de Octubre cuando el Ministro del Ejército, el Teniente General D. Agustín Muñoz Grandes firmó la orden de creación de una Bandera Paracaidista del Ejército de Tierra, posteriormente la Bandera «Roger de Flor» I de Paracaidistas.
Un Oficial, Teniente de aquella primera Unidad, empezó a escribir nuestra regla moral: el Ideario Paracaidista, sus Mandatos y Promesas. El primero decía así: «Nuestro Historial. Paracaidista el libro de tu Historia está en blanco. No escatimes tu sangre para escribir en él páginas de gloria”.
Es el único que se ha reformado. Después de la campaña de Ifni, quedó para siempre:»En Ifni se abrió el libro de nuestra Historia .No escatimaré mi sangre para escribir en él páginas de gloria».
Un paracaidista componente de la heroica Sección del Teniente Ortiz de Zárate ,recién liberado del cerco, aún con los ojos febriles y las huellas del sufrimiento en el rostro, confesaba a un Oficial : «Mi Teniente, yo nunca me he preocupado de ésas cosas, pero allí arriba-señalando con la cabeza la posición-allí arriba me he dado cuenta de que Dios es lo fetén». La Tercera Sección de la 7ª Compañía de la Bandera » Roger de Lauria» II de Paracaidistas tuvo, en aquella acción, seis muertos y cinco heridos. Dos Medallas Militares individuales, Medalla Militar colectiva. El cerco duró nueve días. Aquella acción y otras muchas hicieron que aquel primer Mandato cambiara su redacción.
Todos los paracaidistas conocen y llevan grabadas en su memoria la palabras del Teniente Ortiz de Zárate al despedirse de su Jefe de Bandera:»Entraré en T’Zelata o en el cielo». Pero, tal vez, no sea tan conocido este suceso. Al recoger de su cadáver las pocas pertenencias que llevaba consigo, se encontró en un bolsillo una hoja manuscrita con una oración de la que me permito extraer unas frases:
«ORACIÓN DE GUERRA»
…Haz. Señor, que mi alma no vacile en el combate y mi corazón no sienta
el temblor del miedo… Haz que la sed, y el hambre, el cansancio y la fatiga, no
lo sienta mi espíritu… Que mi alma, Señor, esté siempre tensa, pronta al sacrificio
y al dolor. Que no rehúya, ni en la imaginación siquiera, el primer puesto en el
combate… Pon destreza en mi mano para que mi tiro sea certero. Pon caridad en
mi corazón para que mi tiro sea sin odio…
Concédeme, el perdón por mi soberbia. Quise ser el soldado más valiente de
mi Ejército, el español más amante de mi Patria. Perdona mi orgullo, Señor.
Te lo ruego por mis horas en vela…Te lo pido por mi guardia constante…Por mis
jornadas de sed y de hambre ,de fatigas y dolor. Si lo alcanzo, ya mi sangre puede
correr con júbilo por los campos de mi Patria y mi alma puede subir tranquila a
gozarte en el tiempo sin tiempo de Tu Eternidad.»
La memoria me lleva a otra efeméride que marcó la vida y la historia de nuestras fuerzas paracaidistas. Si el 23 de Noviembre de 1957 fue la entrada en combate con el resultado del primer caído el Caballero Legionario Paracaidista D. José Torres Martínez, primera entrada en combate que todas las unidades militares conmemoran. Para los paracaidistas hay otra fecha singular por el hecho diferencial de su capacidad para el combate: el lanzamiento de guerra.
El 29 de Noviembre de 1957, la 7ª Compañía efectúa el primer salto de guerra para reforzar la guarnición del fuerte de Tiliuin, preparar la evacuación de todo el personal – había además personal civil, mujeres y niños- y una vez enlazado con una Agrupación Terrestre ,proceder a la evacuación y destrucción del fuerte. Se llamó «Operación Pañuelo» por las pequeñas dimensiones de la Zona de Lanzamiento. El salto, y posterior abastecimiento aéreo de armamento y municiones, se efectuó con la protección de cinco Heinkel ( B-21) y el apoyo de los propios defensores del fuerte. Una salvedad. Con todo el cariño a nuestros hermanos del Ejército del Aire y de todas las unidades aéreas del mundo, no se conoce todavía el » milagro » de que todas las unidades paracaidistas hayan tomado tierra en las zonas previstas en combate. En esta ocasión es, precisamente el avión que transportaba al Capitán de la Compañía, lanzado a dos kilómetros de la zona. Como no hay mal que por bien no venga, el enemigo debió pensar que se pretendía envolverlos y salieron «por patas». Al día siguiente, se reorganizaron y atacaron el fuerte. La misión se cumplió cuando seis días después se establece contacto con la fuerza terrestre de la Legión y el 5 de Diciembre se arria la Bandera con todos los honores y un equipo de paracaidistas incendia y destruye el fuerte.
Aquellas duras, hermosas e inolvidables tierras, marcaron para siempre en la memoria colectiva el devenir de los Caballeros Legionarios Paracaidistas, como hoy lo son el Kurdistán iraquí, Bosnia i Herzegovina, Mozambique, Irak, Líbano, Afganistán, Mali, Kosovo, Paquistán…
El Gobernador General del África Occidental Española, General Gómez de Zamalloa, comunicó lo siguiente al Jefe de la Agrupación de Tropas Paracaidistas del Ejército de Tierra, Teniente Coronel Crespo del Castillo: «Nunca una nueva Unidad ha abierto tan brillantemente su historial de guerra como esa, hasta hace poco bisoña, Agrupación de Banderas Paracaidistas; y si hacemos honor al espíritu combativo, a la magnífica preparación física puestas de manifiesto siempre que hubo que hacer un supremo esfuerzo, y el valor ya reconocido y altamente acreditado en todas las operaciones en que ha tomado parte esa Agrupación, bien podíamos decir que el espíritu heroico de la Legión y el coraje de los infantes han reencarnado brillantemente en esos nuevos y heroicos legionarios paracaidistas. La brillante página de heroísmo escrita por la valerosa actuación del Teniente Ortiz de Zárate es un feliz comienzo para el historial de guerra de esa Agrupación y no dudo que nuevas páginas, todas ellas llenas de sublime heroísmo y sacrificio, harán honor a la gloriosa actuación de esas Banderas.»
Ahora, en los tiempos difíciles que vivimos, aquellos recuerdos me hacen meditar muchas cosas.
Efectivamente el ser humano tiende a valorar lo reciente, incluso lo inmediato y a tener muy lejano, en el recuerdo, las viejas, y no tan viejas, historias. Pero queramos o no ahí están y no debemos desprendernos de ellas y nuestra misión, la de los mayores, es transmitirlas con todos sus claroscuros.
Soy amante de las tradiciones; nos son dadas por herencia histórica, pero eso viene por sí sólo. Debemos amarlas para transmitirlas y requieren cariño, constancia, esfuerzo para mantenerlas vivas y no permitir que nos las transformen al capricho de personas que no entienden, o sí, pero que quieren hacer daño. Que quieran suprimir reglas morales e incluso unidades gloriosas ¿Qué son si no, qué significan desde el «Santiago y cierra España» de los albores de nuestra Nación, nuestros guiones, nuestros uniformes, canciones, gritos, Credos e Idearios, la oración paracaidista?
Me dirijo a los que hoy celebran sesenta y seis años de su creación. Tenéis, la obligación, hasta física diría yo, de mantenerlas. Añadid vuestra entrega, vuestro valor, la permanente disponibilidad, vuestro afán de vivir, y morir si es preciso, por España. Con todo ese conjunto sí podréis ser los mejores soldados de la Patria. Aprended que hacer don de uno mismo debe ser la clave de vuestra vida.
Creo profundamente en el ejemplo. El ejemplo es la forma más elocuente de hablar en silencio. No creo que haya otra manera mejor de enseñar. Entiéndase, el buen ejemplo. Los paracaidistas tienen un elemento que lo facilita sobremanera: el salto en paracaídas. Por sí solo crea un entramado especial entre tropa y mandos, indestructible. Cuando un joven paracaidista ve a su lado a su Sargento, su Capitán, su General, con su mismo equipo y salta junto a él, se queda reflejado en todas sus actitudes posteriores. Han compartido, sin diferencia alguna, otra forma de entrar en combate.
Por ello hoy también me asalta el recuerdo, lleno de respeto, a los veteranos, conocidos o anónimos, excelsos todos, que entregaron su vida, su quehacer diario, sus heridas a la empresa más noble: la Patria. Los jóvenes que hoy formarán celebrando su Aniversario, tendrán el privilegio de contemplar a hombres que han dado sello y vida a la Brigada Paracaidista. Son testigos y actores del espíritu maravilloso de esa Unidad. Una Unidad que respira esencia, que no necesita de grandes manifestaciones porque es profunda, de íntima convicción. Esa esencia está hecha del perfume más sutil, el perfume del amor a España. Aprended de las viejas cicatrices, de las arrugas de los años, porque entregaron lo mejor de su vida; y con ellos ved, con los ojos del alma, a los mejores, a los caídos en combate, en salto en paracaídas, en acto de servicio o después de toda una vida en la milicia. Vedlos porque están formados y son muchos. El ejemplo siempre.
El camino que nos propone la vida militar no es nada fácil, y nadie ha dicho que lo sea, pero es el camino. Y ése andar se convierte en algo que te arrastra porque nunca, nunca estarás sólo. Quien lo ha vivido lo sabe. Y por encima de todo, ese Dios y Jefe nuestro. Una antigua oración de un paracaidista.
«Dame, Señor, lo que te sobra
Dame lo que no se te pide nunca
No te pido el descanso
Ni la tranquilidad del alma
Ni la del cuerpo
No te pido la riqueza
Ni el éxito, ni incluso la salud
De todo esto, Dios mío
Se te pide tanto
Que no debe quedar nada ya
Dame, Señor, lo que te sobra
Dame lo que otros rechazan
Quiero la inseguridad y la inquietud
Quiero la tormenta y la pelea
Y que me lo des, Señor,
Tan definitivamente
Que yo esté seguro de tenerlo siempre
Pues no tendría valor de pedírtelo de nuevo
Dame, Señor, lo que te sobra
Dame lo que otros no quieren
PERO DAME TAMBIÉN EL VALOR
LA FUERZA Y LA FE.
No hace demasiado tiempo tuve una conversación con un viejo paracaídas. No, no desvarío, todo el que ha saltado ha hablado con su paracaídas alguna vez. He visto y oído reconvenciones y felicitaciones. Me contaba lo siguiente:
«Vine al mundo, me decían, en un taller, pero yo siempre supe que venía del cielo, de una ilusión. Un día me llevaron a Alcalá de Henares. Había una nueva Unidad en un cuartel viejísimo ¡sí que tenía cicatrices!, pero enseguida me di cuenta de que se respiraba un aire especial. Hablaban de la Legión, de Montaña. Uniformes nuevos, diferentes; en la cabeza una boina negra y los mandos los días de gala, una teresiana con la parte superior también negra.
Pronto caí en manos de unos hombres a los que llamaban plegadores que me trataban con mimo. La vida era apasionante y de todo menos tranquila.
De repente un nuevo viaje, a Sidi Ifni nos dijeron ¿Para qué nos llevaban? Me puse a escuchar y me enteré que había guerra .A mí me daba lo mismo, yo en paz o en guerra debía dejar a mi paracaidista en tierra apto para todo. Algunos paracaídas, ya mayores, los llamaban» paracaídas de cargas», y a ellos les cupo el honor de ser los primeros en entrar en combate pues abastecían puestos aislados, de víveres, munición, combustible… y moral. Ya empezaba a estar harto de sus «batallitas “. Pronto me llegó mi oportunidad. Iban a dar el primer salto de guerra y yo fui seleccionado. Recuerdo decirle a mi plegador: pliégame mejor que nunca. Me miró ofendido y me dijo: lo haré como siempre, estaré seguro de mi trabajo, te plegaré como si yo fuera a saltar contigo.
Tuve la suerte de ser asignado al Jefe de la 7ª Compañía, el Capitán Sánchez Duque. Era la madrugada del 29 de Noviembre de 1957. Cuando el Capitán saltó empecé a oír imprecaciones no publicables ¡Estábamos muy lejos de la zona de lanzamiento! Abrí mi campana todo lo que pude, procuré no balancearme y llegar a tierra lo más suave posible. Fue una sensación maravillosa cuando, además, oí que había sido un éxito. Mi misión estaba cumplida ¡Cuántas veces había oído ¡POR ENCIMA DE TODO ESTÁ LA MISIÓN! Allí me quedé en tierra dispuesto a morir como mi homenaje a aquellos paracaidistas en su primer salto de guerra. No fue así, pues me recogieron y en una vetusta camioneta que, entre paracaidistas y legionarios tenían que empujar en las cuestas, volvimos a Sidi Ifni. Recuerdo que un niño de los evacuados del fuerte, con la curiosidad propia de la edad quiso ver un paracaídas; vino hacia mí y al rato se recostó, cansado por las emociones de esos días. Lo acogí con cariño y entre mis pliegues quedó dormido. Otra manera de ser útil ¡Cómo me gustaría saber de ese niño!
Abandonamos el territorio y definitivamente me instalé en Alcalá de Henares. Mientras estuve en activo, lancé a cientos de paracaidistas, y ahora ya viejo y retirado del servicio, el Dios de los Ejércitos me concedió un último premio, pues de aquellos primeros paracaídas yo solo pasé al Museo de la Brigada y allí permanezco. Allí estoy si queréis verme y hablar de viejos recuerdos ,de ideales que creo eternos: Patria, sacrificio, generosidad, responsabilidad, ejemplo, valor ,disciplina ,humildad… esos «algos «del SER PARACAIDISTA.
Por cierto, soy un burro, no he dicho mi nombre, me llamo INTA T-6R número 29.11.57
Mi homenaje al Caballero Legionario Paracaidista D. Antonio Ortiz Pérez ¡Con nosotros! primer caído en salto de paracaídas y a tantos otros que, desgraciada y gloriosamente cayeron después.
Me hablan de tiempos difíciles, pero conociendo a estos hombres y mujeres A PESAR DE TODO, estoy seguro de que vendrán tiempos mejores. Un viejo Paracaidista, Infante y Plegador, General retirado, vino no hace mucho a verme y me lo confirmó. Hablamos en la soledad del Museo, mucho tiempo y mientras lo hacíamos,me pasaba la mano con -yo lo sabía- cariño y agradecimiento infinitos. Paracaidas y Paracaidista siempre unidos.» Adiós amigo mío, volverán tiempos mejores y lo veremos» repitió y con paso leve por el peso de los años, se fue.
Aquí, en mi silencio, con mis nostalgias y recuerdos, con los nombres de los paracaidistas, a los que ayudé a cumplir su misión , grabados en mi seda pienso en la frase que dejó escrita Antoine de Saint-Exupéry en su libro Tierra de Hombres:»El hombre se mide cuando se enfrenta al obstáculo».
Y cerrando los ojos, musitando la oración paracaidista «Señor Dios y Jefe nuestro…» me dormí en sueños de gloria, mecido por los buenos vientos.
Madrid, 23 de Febrero de 2020. General de División (R.) Luis Carvajal Raggio
LXVI Aniversario
Blog: generaldavila.com
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