Mi nombre es David López Manzanedo y fui cabo Caballero Legionario en el Tercio Gran Capitán en la década de los 90.
Ha publicado varios textos míos a través del general Salom y le agradezco su difusión pues solo son divagaciones a solas que con su publicación, ayudan a confrontar la nostalgia de otros Legionarios como yo que vagan a la deriva con esta sensación constante de descontemporaneidad, al ser educados con valores de otro siglo, para un mundo que ya no existe pero aquí náufragos nos encontramos de este.
Le envío una oda que he escrito sobre el centenario de La Legión.
Realmente es un burdo símil de otra que me cautivó de pequeño en mi infancia y es la oda al dos de mayo de Bernardo López García.
Cada vez que la leo por más años que pasan, no puedo evitar que los pelos se me pongan como escarpias.
Soy consciente de que mis estudios básicos jamás llegarán al alcance del nivel literario que requiere una fecha como el centenario, pero ante la ausencia de formación, solo puedo ofrecerle mi pasión.
Le copio y pego la composición que espero sea de su agrado y si lo tiene a bien, el publicarla.
Atentamente un saludo Legionario.
EL SIGLO DE PLOMO SARGA
Sopla el aire de tu historia vibrante portando honores,
desde el siglo que hoy acabas hasta Dar Riffien en sus albores.
Canta al mundo tu leyenda letra muda de canciones,
de gargantas fieles rotas y devotos corazones;
de cornetas desgarradas e insolente estruendo en tus tambores.
Cantando un siglo de historia de muchas penas y harta gloria,
de epopeyas en la hazaña.
Que no le faltó infame inmerso en iracunda saña, para difamar tu nombre al que nada empaña
del que irrefutable verdad, nació tu labrada fama.
No surgió tal menester que no fuese superado,
no menguaste con rifeños mucho menos polisarios.
Fue el arrojo tu divisa al constante sol africano.
No mellaron tu denuedo los sirocos saharianos,
ni densas dunas afganas ni el invierno yugoslavo.
Siempre abierta con agallas deidad por camisa sagrada,
que nobles pechos vistieron con galante humilde por sorda medalla.
Fieles de inescrutable fe que adorándote a tu sombra perecieron,
con paupérrimos sepulcros en la nada para aquellos que por ti todo ofrecieron.
No cupo demora en tus huestes siempre prestas sin cuestionarse,
ávidas de pronta justicia a impartir donde faltase.
Dispuesta a partir mil lanzas sin que ninguna quebrase,
pues no lloró el angustiado sin que tú lo consolases.
No negociaste la vida apostándolo todo a la muerte.
Dádivas no requeriste ni favor de buena suerte,
dejando a elección de tu Cristo si creyolo conveniente,
formar en el tercio del cielo con otros diez mil valientes.
Empadronada en primera línea siempre presta a la batalla,
no frenole a tus leones los cañones o metralla
ni el viento cargado de plomo, que siempre sopló de cara.
No quedose tu bravura sin dar la talla en lid alguna,
que cuando sangre vertir te pidieron mar hiciste de ella el cielo,
sonrojándose la luna y envidiándole el infierno.
Eterno exiguo premio, ancestral y postrimero,
del que en justa causa hierve, mucho gana y todo pierde y le niega otro mañana
al que privan silenciada,
dos metros de tierra hostil tan angosta y africana.
Marchando en verdes columnas la hierba a tu paso medra,
de sarga sangre vertida que tan suelo ingrato riega.
Por múltiple enclave de tumbas que faltas quedan de tierra,
de bosques desarbolados por tanta cruz de madera.
.
Legislan de a doce tu alma cual salvas de rudo cañón,
que no queda sitio en tu credo a retirada o rendición.
Sonido prohibido en tus notas ahogado en ¡Ataque Legión!
Blocados perdidos de olvido vendidos con precio a bastión.
Veo en tus nuevas formas de viejos modos el arte,
de espada con puño en Castilla y de punta en todas partes.
De excelsas banderas sagradas que al mundo fuiste a mostrarle,
que tierras y pueblos extraños nacieron al bautizarles.
Llevados por botas altivas a sombra de tu estandarte,
allende los mares las olas sin nada que los frenase.
Testigo envidiosa la historia que tuvo que conformarse,
con ver tu nombre en su cenit marcado por gran linaje.
Oigo el eco de tu herencia, de viejo morrión oxidado,
de bosque de picas frondoso en recio cuadro cerrado.
Rodelas por pechos abiertos y apóstoles doce colgando,
de pólvora hedor que hace bruma con plomo en el aire rasgando.
Rezumas por todo costado la esencia de aquel legado,
otrora por todos temidos más nunca subordinados,
a reyes foráneos o extraños ni leyes sin castellano,
feroces en la victoria e insolentes derrotados.
Aroma a bushido de oriente impregna tu credo de fe,
por normas de fiel cumplimiento que imbuyen a todo tu ser.
Con tablas que ley legionaria trasforman en culto y deber,
no cabe en el mundo conducta más llena de honra y de prez.
De tristes almas errantes tu credo supo forjar,
islotes que rompen las olas del mar de mediocridad.
Con tinte de aquellos valores de siglo que hicieron brillar,
las grandes virtudes y nobles que hoy dicen no tienen lugar.
Fluyeron distintas fes con misma e igual devoción,
supiste hacer santo y dogma de altar mayor La Legión.
Siniestra y leal compañera, alerta y siempre presente,
pues no se sintió el legionario más querido que en la muerte.
Fuiste plebe para el don y alta alcurnia del don nadie,
al aunar en misma suerte los distintos avatares,
de aquellos buscando fama u olvido de sus pesares,
redención para ávidos proscritos de segundas oportunidades.
En curiosa paradoja incurres TÚ, Cristo de la Buena Muerte,
que legionarios te condujeran a correr tan convulsa suerte.
Legionarios hoy altivos te portan y escoltan perennes,
pues no les faltó último abrazo regando la tierra ardiente.
Faltándole no pocas páginas al libro veraz de la historia,
que siempre serán harto exiguas a tan magnánima gloria.
Narradas con sangre propia ninguna mejor te adorna,
memoria y leyenda a la par de muchos valientes te honra.
El sueño del joven alférez su siglo ve culminar,
promesas firmadas con sangre que vieron su realidad.
Filántropa idea gestada a orillas de Cagayán,
que gesta tan bélica y única pudiérale apadrinar.
¡Legión! gritará la historia los cuatro vientos al son,
que habrán de cantar tu gloria sin ocaso a tu esplendor.
¡Legión Inmortal! te dicen cual timbre de tu blasón.
¡Legión de pie ante los hombres, de rodillas solo ante Dios!
Cabo Caballero Legionario David López Manzanedo
Tercio Gran Capitán I de La Legión
I Bandera 1 compañía
Blog: generaldavila.com
16 febrero 2020