ELECCIONES. PODÍA HABER GANADO ESPAÑA: LA DE LA ABSTENCIÓN. Rafael Dávila Álvarez

Podía haber ganado España y abrir el camino de la reconquista.

Se ha quedado en manos de la mitad y dispersa. Sin mando ni dirección. Fragmentada.

Creí ser libre y no tener que preocuparme más allá de una u otra forma de hacer política, opciones distintas, pero españolas, algo noble dentro del juego político; admisible. Después de estas elecciones en Castilla-León, que nos persiguen y atosigan, me veo en la obligación de participar en el circo montado, únicamente porque la preocupación aumenta. Lo hago sin cobrar y por tanto de manera independiente. No hay otra.

De todo lo escrito, por mí leído, de derecha, izquierda y centro, veo que todo y todos tienen arte y parte y escriben con intencionalidad de empresa. No hay más que la voz de su amo. Habla y opina quien paga, que no están los tiempos para quedarse en el paro y, con un mínimo gesto y aceptable sintaxis, te hacen un hueco como columnista o quinto columnista. Depende de la pasta.

¿Cómo el que escribe en el El País va a defender a Casado? ¿Cómo el que escribe en ABC va a defender a Sánchez?

Al Rey, Su Señor, dueño y máximo Consejero, siempre obediencia, que sube y baja en el parqué que es el pan nuestro de cada día. No hay más señor ni mayor soberano.

No hay libertad sin que la compre o la venda alguien. Cada día está más cara.

Podía haber ganado España y sembrar futuro de convivencia y unidad.

Líderes de paja. Atrevidos y locuaces  sin más conocimiento de España que las directrices del equipo de asesores y la abundante pasta, venga de donde venga, con muchas difusas y vagas ideas de gimnasio más que de biblioteca. La imagen convertida en abdominales. Alguno cree ser Alejandro a lomos de Bucéfalo; pero sin Aristóteles.

No hagan caso de las elecciones. El discurso ha quedado reflejado en los resultados: divide y vencerás. ¿De dónde procede ese discurso? Piensen: Qui prodest.

No ha habido vencedor ni perdedor en los partidos. Para ellos todo sigue igual y la diferencia está únicamente en el drama personal de los que tienen que buscarse la vida fuera de la política por perdedores nominales.

Pierde España. La España de la dispersión, de la desunión, del reclamo, de la soledad ante el reparto, de la envidia y del chollo.

Pierde la Libertad.

Se sucederán elecciones y lo que podría ser victoria y tranquilidad se convierte en protagonismo y engaño. Ganan ellos. Usted pierde siempre.

Hace unos años se inició una operación de gran envergadura, protagonizada por ¿quién sabe quién?, que introdujo en España a la antiespaña encabezada por Zapatero. Pasó lo que nunca creíamos que volvería a pasar y retrocedimos hasta comienzos del siglo pasado, con los mismos miedos y enfrentamientos. Terminó el juego limpio y empezó el juego del dinero, del Iberia Index, de los dosieres, de la información de cintura para abajo, de la inseguridad, información y contrainformación; y se fundaron partidos con esas bases: facciones. Divide y vencerás fue el lema.

Ahora muchos recogen frutos que no sembraron porque la cizaña sobresale sobre el trigo y es fácil mostrarse como el buen sembrador.

España es una nación con una larga historia en el mundo, con una labor civilizadora, cultural y cristiana como nunca jamás hubo ni habrá.

Solo fue necesario un buen mandato y unidad.  No se dejen llevar por cantos de sirena. Esa es de nuevo la necesidad. Un buen mandato, pero por encima de ello: la unidad.

¿A quién elegimos? Me resulta mucho más fácil decidir sobre a quién no elegir. He visto en mis largos años de mando a muchos que explicaban cómo se debía mandar y su estrepitoso fracaso cuando se les dio el mando.

Solo puedo darles un dato que suele ser eficaz. Quédense con el más humilde.

Hoy por hoy España está desgobernada por una moneda al aire.

Manda el vuelo de la moneda, del Falcon; el misterioso Falcon que nadie sabe a dónde va ni a quién lleva. Todos sueñan en embarcarse.

Así ya me dirán ustedes quién manda aquí.

No ha ganado nadie estas elecciones. Ha perdido España envuelta en lucha de facciosos. Porque en España, hoy, ahora, no hay partidos políticos, sino luchas entre perturbadores de la quietud pública; y así no hay quien gane.

Podía haber ganado España y no media España. La de la fragmentación. ¿Es que nadie se ha dado cuenta?

Quizá el 51´6 que no ha votado tenga el secreto. España hoy es pura y dura abstención. ¡Hartos de todo y de todos!

Vaciada no: silenciada.

No. Nadie parece haberse dado cuenta.

Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

16 febrero 2021