El oficio de poeta como el de «juntaletras» es melancólico y suicida, por su intento de atrapar el tiempo y retener la «huella de la luz en sílabas de sombra» (Juan Luis Panero). Como la suerte es loca y a cualquiera le toca, hoy me ha dado por observarme, pero como se sabe los espejos no tienen memoria, son totalmente amnésicos y por tanto no se lo que hoy veré en ellos.
El contraste real de mi persona nunca me lo dio espejo alguno, sino más bien una foto reciente, y es que casi todos tenemos un alto concepto de nuestro estado físico.
Aprobando la imagen que nos devuelve ese espejo cada mañana, ya se que la primera impresión es francamente mala, pero después de un buen afeitado, la imagen cambia y lo que vemos nos oculta la realidad. La foto no.
No ocultó la realidad aquel espejo de palacio, a un paleto algo ya viejo, cuando a la corte llegó, pues admirado se quedó delante de un gran espejo, y su rostro contemplando dijo:
―«Voto a tal, que cara de animal tiene ese que me está mirando».
Igual era uno de esos espejos hechos en Lohr am Main ciudad alemana ubicada en Baviera. Dicen que de tal calidad eran que los que en ellos se miraban, estaban convencidos de que siempre decían la verdad.
Personalmente tengo que recuperar la serenidad, me digo mirándome hoy en el mío, en el cual empieza a no reconocerme, aunque ahora con mascarilla me veo los ojos, que como decía Platón: «son las ventanas del alma», y parece que así me quedo algo más tranquilo. Cicerón nos dejó aquello de que «La cara es el espejo del alma y los ojos sus delatores», y en román paladino nosotros siempre dijimos que «La cara es el espejo del alma».
Algunas culturas antiguas ya creían que los espejos reflejaban el «alma oculta» o la verdadera naturaleza de la persona.
El gran director de cine José Luis García Muñoz, ganador del Óscar en 1983 en la categoría de mejor película de habla no inglesa por «Volver a Empezar», le preguntaba a su espejo qué tipo de interés, si compuesto o simple, si renovable o a plazo fijo, le había cobrado a su amigo Manuel Alcántara: la calle, la ciudad, la noche, el mar, la literatura, el boxeo, los amaneceres, el arte, los «gin tonics de Larios» o esa anestesia llamada amor.
Por el resultado, D. Manuel ganó por goleada, está a la vista, pues como nos decía «Garci»: «Os ha vuelto mejores a quienes le habéis tratado y leído»
Aprovecho la oportunidad del blog y continuo con la parodia nacional. Olvidada ya la primera fase del fin del mundo, que fue por estas fechas el año pasado, ahora nos salen con que la política se mueve; ¡y de que manera!.
Uno de los cambios más notorios ocurridos durante nuestra vida en pandemia tiene que ver con el tiempo. Más que nunca, el de hoy se hace más presente por la incapacidad de aventurar el futuro. Por eso vivimos una época en la que que abundan las conspiraciones, aparecen tránsfugas, otros convocan elecciones porque han visto el plumero de los demás, los hay que dimiten y se lanzan a la aventura autonómica…¿Porqué será? Ya no se sabe en qué pensar ni a quien creer, pero me temo que la ignorancia siempre es arrogante, solo será cuestión de tiempo para que esta película de Berlanga, aprovechando que este 2021 se celebra el centenario de su nacimiento, ponga el letrero de the end.
¿En que espejo se miran? En ninguna página del manifiesto comunista de Marx y Engels se puede leer la palabra democracia y ¿estos son los orígenes del gobierno social-comunista que tenemos?. Ahora les vemos pontificando cual demócratas de toda la vida. ¿reímos o lloramos?.
Nunca el discurso del odio fue libertad de expresión.
Pero mejor no ahondar en la herida de tener que analizar, entre otras cosas, el nivel de quienes hoy asumen la gestión política, ya que siendo generosos su listón no llega a la medianía.
Caifás era yerno de Anás y naturalmente le sucedió en el cargo…, que poco ha cambiado la meritocracia en 2000 años.
Cuanto más vacía va una carreta al andar, mayor es el ruido que hace.
Por otra parte como el cementerio de la política está lleno de actores con fantásticas y fanáticas intenciones, conviene saber que a ese cementerio se entra pero a veces también se sale de él, y en cualquier momento puede haber una segunda oportunidad para actores con ideologías desaparecidas, lo que puede ser una buena noticia o una terrible amenaza.¡Cuidado!
Hay quien dice que en la vida unas veces se gana, y otras como en el deporte se aprende, pero últimamente los de a pie no hemos ganado ni aprendido cosa alguna, sinceramente hemos perdido.
Viendo actuar a sus señorías me pregunto ¿pero quien cuida de España? si los confesos antiespañoles que forman el Parlamento, solo quieren destruirla.
Esperemos que en las próximas elecciones hayamos aprendido la lección.
Tendríamos que mirarnos en el mismo espejo que lo hacen los franceses, en ese espejo de la plaza de toros de Arlés, las «Arenas de Arles» anfiteatro romano situado en dicha localidad del sur de Francia, calificada como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, cuando las 14.000 personas de los tendidos que asistían a la corrida de toros, de la inauguración de La Feria de Pascua, reaccionaron como una sola al intento de sabotaje de unos antitaurinos y «anti-systèmes», cantando en posición de firmes La Marsellesa.
Modestamente, estos hechos me recuerdan cuando me miro al espejo al levantarme, y me veo que en esta edad de jubilación que llevo, como una gran mayoría de españoles, duermo a pierna suelta con la conciencia tranquila, con unos muy escasos ahorros, llevando una vida de feliz clase media, y sobre todo con la suficiente dignidad y honra para intentar proyectar esa forma de vida entre hijos y nietos.
¿El espejo de estos días? Fue sin duda el de la Semana Santa.
En el Bajo Aragón donde me encuentro el acto más conocido e importante era la «Rompida de la Hora» que dicen por estas tierras. A las doce de la noche del Jueves Santo comenzaban a tocar miles de tamborileros en las localidades de la ruta: Albalate del Arzobispo, Alcañiz, Alcorisa, Andorra, Híjar, La Puebla de Híjar, Samper de Calanda, Urrea de Gaén (a excepción de Calanda que se inicia a las doce del mediodía del Viernes Santo). Coger un tambor y sumarse a cualquiera de sus cuadrillas, era la mejor forma de entenderlo, como hacía cada año en Calanda el antipático, contradictorio y ateo de Buñuel.
Su buen amigo Orson Welles lo definió como : «Hombre profundamente cristiano que odia a Dios como sólo un cristiano puede hacerlo…y naturalmente, es muy español».
Un estruendo acompasado de tambores, bombos y timbales se adueñaba del Bajo Aragón que no cesaba hasta el Sábado Santo, cuando dejaban de sonar al unísono produciéndose un silencio sobrecogedor.
Este año no han podido salir por las calles y plazas de esos pueblos, pero todavía me resuenan por dentro, donde quiera que me encuentre, esos sonidos tan penetrables como inolvidables. Esos redobles son como una forma de rezo, y recordamos como en su día Juan Pablo II dijo aquello de que: «tocar el tambor en las procesiones de Semana Santa era como rezar dos veces».
Aunque estaban prohibidas las concentraciones, los vecinos de esos pueblos me dijeron que han mantenido viva la tradición tocando los tambores desde los balcones de sus casas. No fueron días de multitudes pero si de tradición.
Parece como si la lluvia, que tanto nos preocupaba cuando llegaban estos días, haya caído ininterrumpidamente durante estos dos últimos largos años. No, no han salido las procesiones, ni hemos escuchado ese palo flamenco propio de estos días que son las saetas, de acuerdo, pero sí hubo «Semana Santa», la cual no se ha quedado para vestir santos como anuncian los más agoreros sin dios.
«Duele. Pero pasará. Y cuando sane, más alto vas a brillar…» (El Principito)
Un espejo nunca miente, siempre dice la creencia.
Con la última palabra en latín que Cervantes coloca, a modo de despedida en el Quijote digo adiós: VALE.
Ángel Cerdido Peñalver. Coronel de Caballería ®
Blog: generaldavila.com
7 abril 2021