‹‹Las Fuerzas Armadas tienen la misión constitucional de defender la soberanía nacional, la integridad territorial y el ejercicio de las libertades y los derechos de los ciudadanos y es obligación del Estado ejercer la competencia en exclusiva de ellas››. Lo ha dicho, y muy bien dicho, la ministra de defensa en la Sesión de Control al Ejecutivo del pleno del Senado. Parece ser que contestaba a uno de esos que, teniendo como meta ser independiente, le molesta la presencia de los ejércitos en Cataluña. Ven aviones de caza, submarinos y soldados por todas partes. Miran hasta debajo de la cama. Es una obsesión. Las palabras de la ministra extrañarían en cualquier nación con un desarrollo de su vida política normal. ¿A santo de qué viene eso? Se preguntaría la mayoría. Pero mira por donde en España hay que recordar lo que dice la Constitución en su artículo 8. ¿Por qué será? Menos mal que ha sido la ministra de defensa. A muchos de nuestros compañeros por decir lo mismo les han puesto en la tesitura de ‹‹o se va usted o le ceso››; unos se han ido y a otros los han cesado. Por no ser neutrales.
De repente en este oscuro horizonte hemos visto un punto de luz que indica el rumbo a seguir. Comprobamos que la dirección que llevamos en el blog es la correcta y por tanto, y como les decíamos en anterior artículo, mientras ellos sigan erre que erre, nosotros dale que dale.
Por un momento llegamos a pensar que nuestras tropas estaban exclusivamente para estar lejos, muy lejos, y aquí con incendios y nevadas ya nos llega. La ministra ha sido clara, precisa y contundente.
Se perciben dos mensajes desde el Gobierno ¿también desde el PP? Uno ya conocido y que siempre se apoyó por mayoría de sus votantes y otro tibio y desconocido, sin principios claros, que aún no ha sido verdaderamente refrendado en las urnas. Hoy la voz de la ministra de defensa ha sido clara mientras se oían otras voces, de su mismo nivel, o más, que suenan a chascarrillo cuando la mesa del parlamento catalán aprobaba una ley (?) para lograr una reforma exprés y llegar al referéndum. En fin cambiar las normas para acelerar la independencia. Otra vez al Constitucional. ¿Y van?
Cuando yo era niño en el colegio me contaron un cuento que nunca he olvidado. Una señora iba a visitar a una amiga y se llevó con ella a su hijo de corta edad. La amiga sacó un bote de cristal lleno de caramelos y se los ofreció al niño al que se le iluminó la cara. Introdujo la mano en el bote intentando coger el mayor número de ellos. Con la mano cerrada llena de caramelos el chaval no podía sacarla del bote, pero su codicia le impedía abrirla. La amable señora se acercó con cariño susurrándole al oído:
-Si abres la mano y los sacas de uno en uno podrás sacar la mano y el caramelo.
Los del 3% y sus extremos complacientes han metido la mano hasta dentro, pero no quieren ceder y soltar los caramelos. Untarles de vaselina de nada vale. Ahora, al ver su fracaso, buscan con ahínco que rompamos el bote. No hará falta. Esperemos. Soltarán los caramelos simplemente con unas ligeras cosquillas. ¡Pero ya! Mientras antes mejor o habrá que romper el bote para que saquen la mano. En cualquier caso siempre es bueno que alguien les recuerde lo que es España y su Constitución dice.
Hay que cumplir la Ley y estar preparados para buscarle, a quien la conculque, las cosquillas, es decir emplear los medios que al efecto se consideren más apropiados.
Alabamos de la ministra de defensa su rotundidad y claridad. Ante la ley no hay neutralidad sino exigencia de su cumplimiento y en su caso de hacerla cumplir. Los caramelos son para todos. La codicia rompe el saco y hasta el bote. En este caso ha sido el comienzo de la ruptura de España. Todavía estamos a tiempo de no romper nada. Pero algo habrá que hacer. A la Ley y al Constitucional ya vemos el caso que le están haciendo.
¡Ah! Y que no vayan de víctimas porque somos el conjunto de los españoles los que tenemos que sufrir su incumplimiento de Ley.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
9 marzo 2017