LA EXTREMA DERECHA EN LOS EJÉRCITOS General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

El Congreso, los señores diputados, andan muy preocupados con la extrema derecha y los militares. En mi larga vida militar nunca he conocido a nadie de extrema derecha y sí muchos rojos, más «coloraos» que el capote de Cagancho. A alguno, reconocible, lo mismo le daba la banda derecha que la izquierda, que lo único que le interesaba era estar en la alineación y que de él se hablase.

Si estrechamos un poco el cerco, puede que haya conocido a diestros, algún siniestro, y zurdos ya les he dicho. El último zurdo por todos conocido dio la espantada cuando legalmente no podía (legalmente) hacerlo y ha llegado a viceportador de cartera.

Reconozco que la banda derecha siempre fue mi favorita, porque yo era muy rápido con el balón en los pies. Admirador de Joseíto que era un extremo derecho del Real Madrid que jugaba con el número 7 a la espalda. Recuerdo que mi madre me cosía ese número en la camiseta blanca que  todos los años me traían los Reyes Magos junto a unas botas con tacos de cuero. No sé si eso me hace sospechoso y me invalida para ejercer como militar y como político. De lo segundo me invalido solo y de lo primero quizá sea esa la razón de haber llegado a general, pero sin pasarse, de División y ¡Uy!, que vigilarme, se lo he contado, ya me ocurrió. ¿Por lo del Madrid, por lo de Joseíto o por lo de Real? Todavía no lo tengo claro.

En fin, estas cosas de las bandas extremas, que ahora llaman carrileros para no emponzoñar tan loable lugar, no le interesan a nadie a no ser que entren en el campo gravitatorio del Código Penal Militar o de la Ley de Derechos y Deberes Militares (¿o era de deberes sin derechos?).

Cada uno es muy libre de elegir a sus amigos, incluso a sus compañeros, y no digamos las ideas. Claro que eso de elegir ideas propias es cosa de la libertad, algo que ahora está amenazado por las hordas que persiguen que sea posible decir lo que no se puede decir.

El Congreso ha aprobado crear una comisión para investigar «sobre la presencia de la extrema derecha en las Fuerzas Armadas y las eventuales intromisiones, injerencias e influencia de la misma, por medio de la jerarquía militar, en los poderes Ejecutivo y Legislativo».

El escándalo es mayúsculo, pero la noticia pasa desapercibida. Estamos de lleno en una dictadura de la izquierda en la que no se permite pensar, ni reunirse, ni preguntar sin ser espiado y controlado. Da miedo.

Las conspiraciones existen, pregunten y vayan a Roma. El rufián que quería vender una mula que cojeaba de la mano derecha, golpeaba de manera certera en la izquierda y la mula se enderezaba el tiempo suficiente para que el comprador picase. Se llamaba la venta a golpe de la izquierda, como ahora. Luego las quejas, ya se sabe, a la Unión Europea o a la ONU, donde la banda derecha no existe y solo hay carrileros de izquierda. Es el mundo éste tan divertido de los diablillos de la izquierda.

Pues ya está formado el equipo. Las Fuerzas Armadas penetradas hasta el corvejón por la extrema derecha, el Legislativo cañoneado por la artillería y el Ejecutivo Umenizado por el Estado Mayor de la Defensa. No sabemos si el Centro Criptográfico, el Nacional de Inteligencia y el Faro de Alejandría habrán sido afectados por la penetración, incluso que se hayan vacunado antes de tiempo; contra la ola lateral derecha. El ministerio de Defensa se encuentra aturdido y solo está tranquila la ministra que cada vez insiste más: ¿Qué hago yo aquí entre tanto tanto?

Todo muy democrático, pero a mí me preocupa mi pasado de extremo derecho de mi equipo de fútbol y no ser zurdo. Y aquel amigo que tuve rojillo y buena persona, que uno ya no se fía.

Ahora que lo pienso tampoco he vivido en pisos del lado izquierdo, pero en cambio las fracturas de huesos que a lo largo de mi vida he tenido siempre han sido por la izquierda: pierna, brazo, dedos. La cabeza bien, gracias.

Creo que soy un infiltrado y hasta ahora no me había dado cuenta. Pido disculpas y espero llegar a tiempo antes de que la Caballería enemiga me cerque y envíe a la gran hoguera que purificará mi memoria mientras arden en las plazas mis archivos, documentos, y los libros pecaminosos, contaminados por la verdad.

Maleducados, mentirosos, groseros, incluso algún traidor, aunque para eso hace falta inteligencia, haylos entre los poderes. Juez y parte también. Ordeno y mando mucho. ¿Infiltrados?

Luego dicen que lo del 23F fue de extrema derecha. Si es que no nos fijamos y no preguntan a quien sabe.

A esta Comisión de investigación del Congreso, muy de derechas ella, les señalaría a quienes deben preguntar, pero vistos mis antecedentes no me atrevo. Si señalo en la dirección correcta, esa a la que no quieren mirar, estoy perdido.

¡Mira que no haberme dado cuenta hasta ahora que corría la banda derecha como Joseíto!

Un humo de venganza aturdirá las mentes embriagadas por el poder y la risotada de las algaradas callejeras, sin límite, solo hasta que sus almas reconozcan el paraíso de tierras ennegrecidas y yertas al que aspiran.

Añado: Me avisan de fuentes siempre mal informadas que la orden del Reglamento de Orden Cerrado «derecha mar» va a ser suprimida y a partir de un Real Decreto se dirá: «podemos más». La de «izquierda mar» seguirá como está y la de «media vuelta mar» será suprimido por la Ley de Memoria Histórica, no vaya a ser que volvamos.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

4 marzo 2021

 

PABLO IGLESIAS TURRIÓN General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Dos reyezuelos camino del laberinto

Nunca hubiese dedicado una palabra a este personaje, pero al comprobar que tiene bloqueada mi cuenta de twiter he creído que es una buena  faena y que merezco una vuelta al ruedo. Como mínimo.

No me gustan los mansos porque reculan en tablas y no hay manera de sacarles un pase.

Poco ha faltado para llegar a las manos. Casi; si el Congreso hubiese estado lleno. En el minicongreso de Patxi ya se ha visto lo que hay y lo que no hay. Crispación; o más. La izquierda iglesias arremete acusando de golpe de Estado a todo lo que se menea y la derecha nadie sabe quién es ni a donde se va cuando se va. Nada mejor que atacar con las mismas armas. Estamos en la política del golpe de Estado. ¡¿Pero dónde está el Estado?!

Al que beneficia toda esta escenificación es al presidente. Desaparecido. A lo suyo. Como el cristal atravesado por la luz divina y con el esplendor del que ha salvado a la nación: 30.000 muertos (?) (cifras oficiales) le avalan.

Él se prepara el futuro: Montilla y el Gasolinero, Pepiño Blanco, de consejeros a Enagás. Corro a darme de baja. Todos son futuro que trabajan para mañana, el suyo.

No conozco un político pobre. Sí que existe Cáritas Castrense. ¿No se le cae la cara de vergüenza a la ministra y a alguno más? Algo así como Enagás.

Arde España y el incendio se propaga entre pobreza y desesperación al no existir solución a la vista. Unos cuantos viven bien y seguirán haciéndolo; otros, menos cuantos, resistirán; otros, muchos menos cuantos, no aguantarán el tirón.  Arriba y abajo. No habrá piso intermedio.

Deberíamos unir fuerzas y entre todos, unidos, buscar, si es que quedan, esas cosas de solidaridad, convivencia, ayuda al prójimo, caridad, incluso justicia. Justicia. Entre la caridad y la justicia siempre ha habido roces y poco entendimiento, como entre el saber y no saber nada, como un misterio que solo termina cuando todo termina. ¿Caridad o justicia?

En política es frecuente la confusión. Alguno incluso quiere ser eterno. <<En Roma, conversé con filósofos que sintieron que dilatar la vida de los hombres era dilatar su agonía y multiplicar el número de sus muertes>>, pero sin saber que <<por sus pasadas o futuras virtudes, todo hombre es acreedor a toda bondad, pero también a toda traición, por sus infamias del pasado o del porvenir>>.

Alguno, muy seguro de sí mismo, ha incendiado las naves que le llevaron a la tierra que cree suya. Mejor haber dejado arribada una en lugar escondido y seguro. La huida a tiempo.

Recuerdo cuando me contaron un cuentecito de Jorge Luis Borges: Los dos reyes y los dos laberintos:

Había dos reyes, uno de las islas de Babilonia y otro rey de los árabes.

Con el andar del tiempo vino a su corte el rey de los árabes y el de Babilonia hizo entrar al árabe en su laberinto para burlarse de su simplicidad. Vagó afrentado y confundido hasta la declinación de la tarde cuando imploró socorro divino y dio con la puerta.

Vuelto a Arabia estragó los reinos de Babilonia e hizo cautivo al rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: ¡Oh, rey del tiempo y substancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni muros que te veden el paso.

Luego le desató las ligaduras y lo abandonó en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea con Aquel que no muere (Borges. Los dos reyes y los dos laberintos).

¿Cómo había titulado este artículo? ¿Pablo Iglesias Turrión? No lo recordaba.

Creo haberme equivocado. Más ético y estético sería: dos reyezuelos en su laberinto.

¿Quién llevará al desierto a quién?

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez