SER ANTIMILITARISTA ES SER CONSTITUCIONALISTA. PERDIMOS EL BATALLÓN Y EL BARCO… Rafael Dávila Álvarez General de División (R.)

Soldados españoles en Irak

‹‹Dirigir una fuerza armada requiere enseñanzas previas. Cuando faltan cuadros de mando será ineludible improvisarlos. Pero no debe adoptarse la improvisación como método permanente y, sobre todo, no debe creerse que se ha logrado improvisar nada útil cubriendo los mandos con personas señaladas en la acción política, ignorantes de los rudimentos del oficio. Ellos mismos, cegados por su improvisación personal se niegan a aprender. Un acto revolucionario, una resolución oportuna y útil, no califican para mandar››. (Azaña. La Velada en Benicarló)

Dejándose la vida…

Nos estamos volviendo locos o hay muy mala intención en las palabras de este militante de Podemos que un día varios irresponsables lo elevaron a la categoría de Jefe del Estado Mayor de la Defensa. Responsabilidad también tuvieron los que no corrigieron su falta cuando siendo nada más y nada menos que miembro de la Reales y Militares Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo hizo unas declaraciones políticas antes de haber pasado al retiro. Una falta que cometida por cualquier otro le hubiese costado su cese inmediato y la propuesta para ser dado de baja de la R. y M. Orden de San Hermenegildo y retirada la Gran Cruz de la Orden. En cualquier caso si esa fue su opción allá él y sus consecuencias. Pero lo que no es admisible es que venga a dar lecciones de milicia y comportamiento, aunque solo sea por respeto a los que de uniforme se juegan día a día la vida en delicadas misiones solo por cumplir con la misión que la Patria les otorga. Y lo hacen como militares. Dice que ‹‹ser antimilitarista es ser constitucionalista››. Es un insulto. No creo que haya mucho interés en escuchar a este militante de Podemos  hablar sobre milicia cuando ya hemos visto cual era su meta y vocación. Militarista, antimilitarista, constitucionalista… trasnochado, decimonónico, un discurso que pretende llamar la atención una vez más. Esta es la política al uso de ciertos personajes que no dan para más. Su opción política le trae al pairo a la mayoría, pero la imagen y declaraciones que hace le desvinculan moralmente de toda relación con los ejércitos. Ser militar es un honor, ser soldado es un oficio que ennoblece y eleva a la persona a la categoría mayor que se puede alcanzar, el servicio a los demás, sean quienes sean. No es lo más apropiado alzarse como un intelectual de la milicia para decir sandeces con intención de ocupar unos minutos en los medios. Tuvo su tiempo, su momento y lo desperdició. Cuando pudo hacer y conseguir para sus soldados. Cuando tenía responsabilidad, un duro y sacrificado trabajo por hacer. Cuando tuvo que ser un militar de los pies a la cabeza y ponerse con gallardía al frente de su misión. Cuando la Patria le dio su confianza. Cuando sus hombres esperaban de su determinación. Aquel era su momento y no el de ahora. Ya ha pasado el tiempo para lo militar. Lo dejó mal y desarreglado.

La Velada en Benicarló

Es mejor volver al principio. Con Azaña, que lo explica muy bien en boca de Blanchart, comandante de Infantería, en su novela La velada en Benicarló.

‹‹Un acto revolucionario, una resolución oportuna y útil, no califican para mandar. Si el ranchero impide que su batallón se subleve o el buzo de un acorazado logra que la oficialidad no se pase al enemigo con el barco, déseles un premio, pero no me hagan coronel al ranchero ni almirante al buzo. No sabrán serlo. Perderemos el batallón y el barco››.

Creo que está claro y no necesito seguir desarrollando este desagradable artículo. Ignorantes de los rudimentos del oficio… militar. A pesar de él y a pesar de otros no hemos perdido ni el batallón ni el barco. Ha sido gracias a los militares, a los soldados a los que ofende.

Rafael Dávila Álvarez General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

12 julio 2017

EL REY Y LA BANDERA General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

El Rey y la Bandera

En las páginas de este blog pueden encontrar varios artículos dedicados a la bandera. Con devoción y fervor tratamos el tema de los símbolos de la Nación y cualquier pretexto es bueno para volver a hablar, recordar y enarbolar nuestra bandera roja y gualda.

Enarbolar: Levantar en alto un estandarte, una bandera… para que se vea bien. Una expresión acertada y querida por mí porque me recuerda una entrañable anécdota que paso a contarles esperando no descubrir un alma sino un sentimiento; que es muy parecido.

La bandera ondea en Zarzuela

El Rey y la Bandera

Era un mes de enero cuando como ayudante de servicio acompañaba al Rey Don Juan Carlos de regreso de unas audiencias militares en el Palacio Real de Madrid. El día intentaba despejarse de las pesadas y persistentes nieblas posadas en los encinares del Palacio de la Zarzuela. Al cruzar el último cinturón de acceso ya se podía distinguir la bandera sobre su mástil presidiendo aquel lugar, quizá el más simbólico de la Nación. Abrazada al mástil como formando parte de él parecía sin vida y apagada; casi ni los colores se distinguían. El día espeso y húmedo no la permitía desplegarse y ondear con prestancia.

Don Juan Carlos tenía la costumbre, siempre, de dirigir su mirada a la bandera al entrar o salir de Zarzuela. Siempre. Para mí que muchos pensamientos iban y venían por su mente en aquellos breves segundos de significativas miradas. Un gesto involuntario que retrata sentimientos y quereres más que extensas biografías. La proximidad advierte los semblantes cuando emiten ciertas frecuencias del alma y que solo los receptores que están en sintonía llegan a captar.

-Rafa ¿No se puede hacer algo para que la Bandera esté siempre ondeando?

El interrogante dejó paso al silencio y aquel deseo fue asumido con la seguridad de que cuando se quiere se puede.

-Lo miraré Señor, y seguro que encontramos alguna solución.

Canto a la Bandera (Sinesio Delgado)

Que ondee la Bandera

La buscamos y no sin dificultad encontramos parte de la solución. Hubo propuestas de todo tipo y anécdotas sabrosas que demostraban el ingenio español. Pero de todas ellas sobresale la que pude comprobar en algún lugar donde las nieblas son frecuentes y el viento escasea. Ya les diré en otra ocasión donde pude observar tanta diligencia para que su bandera luciese en movimiento en cualquier circunstancia. Era un día de calma chicha y la bandera ondeaba majestuosa y rítmica como si con el viento se hubiese puesto de acuerdo para soplar solo en sus inmediaciones de manera suave y cadenciosa. ¿Cuál era la magia para que aquello sucediese sin aparente mecanismo que provocase el movimiento de la bandera? No daba crédito a lo que me explicaron. En la parte superior del mástil habían hecho unos agujeros  por donde salía el aire que lanzaba un ventilador allí situado y unido mediante unos cables a un pequeño motor colocado en la base del mástil. De manera sencilla e ingeniosa hacían flamear la bandera sin preocuparse del viento. Quedé sorprendido y seriamente pensé en aquella solución como la más práctica de todas.

Al final no fue necesario acudir al curioso artilugio, sino que encontramos un astillero español donde fabricaban las banderas para los barcos con un material especial tan sensible que con un simple soplo la bandera flameaba con la elegancia necesaria. Además los materiales con los que estaban fabricadas aquellas telas ofrecían una gran resistencia al deterioro por las inclemencias y paso del tiempo. La Bandera de España que preside el Palacio de la Zarzuela dejó de presentar un aspecto cansino y lacio para flamear con la debida elegancia.

¡Salve bandera de mi patria, salve!

No hay nada tan bello como la majestuosa danza del viento y la bandera. Se hace necesario enarbolar la bandera, que ondee allí en lo alto y desafíe al viento…

‹‹ ¡Salve Bandera de mi Patria, salve!

y en alto siempre desafía al viento››

Enarbolar la Bandera

Así empieza el Canto a la Bandera, composición de Sinesio Delgado que siendo ganadora de un concurso para poner letra a la Marcha Real se adoptó en 1907 como himno para ser cantado en los centros de enseñanza primaria. A Sinesio Delgado se debe también la Canción del Soldado. ¡¿Quién no la ha cantado alguna vez?!

‹‹Soldado soy de España

y estoy en el cuartel,

contento y orgulloso

de haber entrado en él››

O quién no recuerda sus estrofas recitadas:

‹‹ ¡Soldados!, la Patria entera

para nosotros sagrada

palpita en esa Bandera

que os entrega la Nación.

Traidor es quien la abandona

o la vuelve mancillada

y la Patria no perdona

el crimen de traición››

España somos tú y yo…

Hace unos días tomaba posesión de su cargo el Jefe de Estado Mayor de la Defensa. En sus esperanzadoras palabras recordaba unos versos del poeta José Luis Santiago de Meras. Merece la pena meditar despacio el poema completo. Es como enarbolar la bandera y que ondee allá en lo alto.

 

‹‹España somos tú y yo

y el hogar que nos ampara,

la tumba de nuestros padres

y el jardín de nuestra casa.

España es el cielo azul

que amanece en tu ventana,

y las montañas agrestes

que te velan y te guardan.

 

España es el limpio orgullo,

de la historia de la raza,

es el incierto futuro

donde pones tu esperanza,

y es tu voluntad de ser

español, cada mañana.

 

España son tus costumbres

y el idioma en el que hablas,

y el pan de trigo que comes

también es un poco España.

 

España es el padrenuestro

que rezas por la mañana,

y el rojo y gualda que pone

ese nudo en tu garganta.

 

España es el pulso alegre

de tu sangre alborotada,

porque el futuro que es tuyo,

también lo será de España.

 

España es la fe que tienes

en tus padres y en tu casa,

y cuando todos te falten

¡porque te juro, hijo mío, que la Bandera es España!

estará contigo España››.

 

También es España esa majestuosa danza del viento y la bandera. Es España la mirada de un pueblo y la de su Rey. Mirada a la bandera. ¡Siempre!

‹‹¡Porque te juro hijo mío, que la bandera es España!››.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

12 mayo 2017