‹‹Dirigir una fuerza armada requiere enseñanzas previas. Cuando faltan cuadros de mando será ineludible improvisarlos. Pero no debe adoptarse la improvisación como método permanente y, sobre todo, no debe creerse que se ha logrado improvisar nada útil cubriendo los mandos con personas señaladas en la acción política, ignorantes de los rudimentos del oficio. Ellos mismos, cegados por su improvisación personal se niegan a aprender. Un acto revolucionario, una resolución oportuna y útil, no califican para mandar››. (Azaña. La Velada en Benicarló)
Nos estamos volviendo locos o hay muy mala intención en las palabras de este militante de Podemos que un día varios irresponsables lo elevaron a la categoría de Jefe del Estado Mayor de la Defensa. Responsabilidad también tuvieron los que no corrigieron su falta cuando siendo nada más y nada menos que miembro de la Reales y Militares Órdenes de San Fernando y San Hermenegildo hizo unas declaraciones políticas antes de haber pasado al retiro. Una falta que cometida por cualquier otro le hubiese costado su cese inmediato y la propuesta para ser dado de baja de la R. y M. Orden de San Hermenegildo y retirada la Gran Cruz de la Orden. En cualquier caso si esa fue su opción allá él y sus consecuencias. Pero lo que no es admisible es que venga a dar lecciones de milicia y comportamiento, aunque solo sea por respeto a los que de uniforme se juegan día a día la vida en delicadas misiones solo por cumplir con la misión que la Patria les otorga. Y lo hacen como militares. Dice que ‹‹ser antimilitarista es ser constitucionalista››. Es un insulto. No creo que haya mucho interés en escuchar a este militante de Podemos hablar sobre milicia cuando ya hemos visto cual era su meta y vocación. Militarista, antimilitarista, constitucionalista… trasnochado, decimonónico, un discurso que pretende llamar la atención una vez más. Esta es la política al uso de ciertos personajes que no dan para más. Su opción política le trae al pairo a la mayoría, pero la imagen y declaraciones que hace le desvinculan moralmente de toda relación con los ejércitos. Ser militar es un honor, ser soldado es un oficio que ennoblece y eleva a la persona a la categoría mayor que se puede alcanzar, el servicio a los demás, sean quienes sean. No es lo más apropiado alzarse como un intelectual de la milicia para decir sandeces con intención de ocupar unos minutos en los medios. Tuvo su tiempo, su momento y lo desperdició. Cuando pudo hacer y conseguir para sus soldados. Cuando tenía responsabilidad, un duro y sacrificado trabajo por hacer. Cuando tuvo que ser un militar de los pies a la cabeza y ponerse con gallardía al frente de su misión. Cuando la Patria le dio su confianza. Cuando sus hombres esperaban de su determinación. Aquel era su momento y no el de ahora. Ya ha pasado el tiempo para lo militar. Lo dejó mal y desarreglado.
Es mejor volver al principio. Con Azaña, que lo explica muy bien en boca de Blanchart, comandante de Infantería, en su novela La velada en Benicarló.
‹‹Un acto revolucionario, una resolución oportuna y útil, no califican para mandar. Si el ranchero impide que su batallón se subleve o el buzo de un acorazado logra que la oficialidad no se pase al enemigo con el barco, déseles un premio, pero no me hagan coronel al ranchero ni almirante al buzo. No sabrán serlo. Perderemos el batallón y el barco››.
Creo que está claro y no necesito seguir desarrollando este desagradable artículo. Ignorantes de los rudimentos del oficio… militar. A pesar de él y a pesar de otros no hemos perdido ni el batallón ni el barco. Ha sido gracias a los militares, a los soldados a los que ofende.
Rafael Dávila Álvarez General de División (R.)
Blog: generaldavila.com
12 julio 2017