El tema es conocido por todos ustedes. He dedicado dos artículos a dar cuenta de la sorprendente decisión planteada por la ministra de Defensa en el Consejo de Ministros del pasado 31 de agosto y que por Real-decreto pasó a la reserva al vicealmirante Alfonso Carlos Gómez Fernández de Córdoba. Una decisión poco usual y sin motivaciones aclaradas que dejó estupefactos a todos los miembros de la Armada española y del resto de los ejércitos.
Se lo explicaba a todos ustedes de manera resumida (Ver artículo):

El vicealmirante Alfonso Carlos Gómez Fernández de Córdoba de capitán de Navío al mando del buque escuela Juan Sebastián Elcano
<<El almirante de la Armada española Alfonso Carlos Gómez Fernández de Córdoba fue destituido recientemente de su cargo en el ministerio de Defensa por no estar de acuerdo con la repetición de unas oposiciones a psicólogo militar realizadas con todas las garantías y ajustadas a derecho. La reclamación de dos aspirantes, eliminadas por un tatuaje de acuerdo con las normas dictadas por el ministerio, hizo a la ministra replantearse la convocatoria y repetirla. Lógicamente eso significaba un serio revés y perjuicio para aquellos que hasta ese momento habían aprobado todas las pruebas realizadas. Por tanto estos aspirantes, con las pruebas superadas, recurrieron la decisión de la ministra. La misma decisión que el almirante no compartía. El almirante al mantener su justo criterio fue cesado. A los pocos días la ministra pidió al Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada que, al ser cesado en Defensa, la Armada le asignase un destino irrelevante. El AJEMA contestó diciendo que eso no existía en la Armada y que allí todos los destinos son relevantes. La ministra, no sabemos si como reacción airada u otras causas que nos gustaría conocer, si es que existen, decidió mandar a la reserva al almirante, es decir truncar su carrera militar. Dicho en román paladino: mandó al almirante a su casa>>.
El caso es que el almirante ante la inexplicable decisión del Consejo de ministros recurrió la misma ante el Tribunal Supremo. Ahora la Sala III de lo Contencioso Administrativo, la misma a la que en su día perteneció la ministra, ha acordado admitir la medida cautelar solicitada por el almirante:
<<LA SALA ACUERDA:
PRIMERO.- Ha lugar a la medida cautelar solicitada por la representación procesal de D. Alfonso Carlos Gómez Fernández de Córdoba, por lo que queda en suspenso la ejecución del Real Decreto 1095/2018, de 31 de agosto, por el que se dispone el pase a la situación de reserva del Vicealmirante del Cuerpo General de la Armada don Alfonso Carlos Gómez Fernández de Córdoba.
SEGUNDO.- Imponemos a la Administración General del Estado las costas causadas en este incidente cautelar, en los términos fijados en el razonamiento jurídico octavo de este auto.
TERCERO.- Y ordenamos llevar testimonio de este auto a los autos principales>>.
El almirante vuelve a su situación de actividad, se incorpora a su carrera de manera relevante y debe ocupar el destino que le corresponda que siempre será relevante y de servicio a España, único motivo que le mueve en su carrera militar.
Llegados a este punto solo tengo que manifestar mi alegría por esta decisión que implica el retorno a su carrera militar en activo del vicealmirante Alfonso Carlos Gómez Fernández de Córdoba.
Este ha sido un caso, bajo mi punto de vista, en el que se ha actuado con precipitación, impulsos viscerales, imposición desmedida, poco tacto y haciendo uso de un estilo de mando desconocido y nunca usado en el ámbito militar. Desde el ministerio de Defensa entre la ministra y su directora general de Reclutamiento y Enseñanza Militar se han despachado a gusto contra un vicealmirante que se oponía a tomar una decisión en su opinión contra el reglamento establecido y sin los requerimientos legales necesarios; un almirante era poca cosa y la solución era dimisión y acabar con su carrera enviándole a la reserva. No entendemos muy bien la postura del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada que tuvo en sus manos darle un destino al vicealmirante sin cuestionar más el caso.
Ahora la justicia da la razón al vicealmirante. Habrá que darle un destino. La Armada gana, los ejércitos ganan. No se juega <<al ordeno y mando>> con los soldados. Aquí donde la más principal hazaña es obedecer hay que saber templar los ánimos, ser honrado, tener crédito y opinión para poder mandar.
Cuando uno se equivoca rectifica, se piden las disculpas necesarias, se repone el mal hecho y se dimite. La ministra de Defensa se ve obligada por la justicia a rectificar. El Real-decreto de todo un Consejo de Ministros, mal aconsejado, queda en suspenso.
Esperamos sus disculpas ya que no dimitirá. Pero ni lo uno ni lo otro llegará.
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
27 octubre 2018