Si yo fuese la ministra dimitiría. Sería una forma de salvar eso tan conocido e importante para los soldados y marineros. Algo que se reconoce por las obras y no por los enunciados. Porque cuando uno se empeña, sin antes oír y analizar, empaña su quehacer, se despeña y pierde; mal perder cuando es obstinación, reto, asunto personal, que aquí se van a enterar quién manda.
Siento cierto desasosiego porque podía habérsele evitado tanto malestar, sufrimiento, a un buen oficial de la Armada y a su familia, a todos los soldados que, con inquietud, hemos seguido este inconcebible navegar por oscuros y agitados canales. No merecía la pena tanto sufrimiento personal, no el de la ministra por supuesto, ni de nadie del ministerio, que ven pasar las agigantadas olas como el que cuenta las nubes, sino de la familia militar.
Hablo del proceso que ha tenido que vivir el almirante de la Armada española don Alfonso Carlos Gómez Fernández de Córdoba hasta que la justicia le ha dado la razón en su batallar contra la injusta decisión que el Consejo de Ministros tomó por indicación de la ministra de Defensa, señora Robles, que en términos entendibles y prácticos significaban apartarle de su brillante carrera militar, por capricho, ordeno y mando, desde luego sin explicación dada ni audiencia concedida. Todavía hoy, después de la sentencia del Tribunal Supremo, que le da la razón, el almirante se pregunta el porqué de aquella decisión de todo un Consejo de Ministros contra un humilde servidor de la Patria. Le gustaría saber que derrota equivocada dio a su nave como para que detuvieran su navegación. ¿Por qué?, sigue preguntándose el almirante. A eso no hay juez en la tierra que responda.
No quiero alargarme demasiado. Solo quería dar cuenta del final, por ahora, y mostrar la sentencia que da la razón al marino de nuestra Armada, que vuelve definitivamente a la actividad a la espera del merecido destino que le corresponde entre sus compañeros. Quería solo hacerme eco porque es una gran noticia para el almirante y para el resto de soldados y marineros, para el conjunto de las Fuerzas Armadas. Desde este blog hemos ido dando cuenta de todo el proceso y hoy más que nunca lo hacemos con la alegría de este final. Esperemos que sea así, el final, cosa que entraña serias dudas conociendo contra quien se juega la partida.
Salvo error u omisión, pidiendo disculpas por mi desconocimiento e interpretación de una sentencia, y salvo que los abogados me digan lo contrario, la resumo extrayendo los que a mi juicio son sus párrafos claves:
<<Declarada la nulidad del Real Decreto 1095/2018 y entrando en las pretensiones de plena jurisdicción anudadas a la anterior, se pretende al amparo del artículo 31.2 de la LJCA el “pleno restablecimiento” de la situación jurídica lesionada por el acto anulado. Tales pretensiones son las reseñadas en el Antecedente de Hecho Cuarto de esta sentencia y se escalonan en una principal, una segunda subsidiaria de la anterior y una tercera más subsidiaria a las dos anteriores, todo lo cual se ordena en estos términos:
<<1º La pretensión principal es que se le «reconozca el derecho a reincorporarse en servicio activo» y que tal reincorporación lo sea «en un puesto de los previstos para el empleo de Vicealmirante en el que exista disponibilidad»
2º Subsidiariamente, que si al día de dictarse esta sentencia no hubiere tal puesto, que se le reconozca el derecho a que se le destine «en el próximo que quedara vacante».
3º Subsidiariamente a dicha pretensión subsidiaria, que de no haber vacantes de Vicealmirante al dictarse sentencia, que «en el ínterin se le nombre asesor del AJEMA».
4º Y en todo caso que se adopten las medidas necesarias para el pleno restablecimiento de esa situación jurídica individualizada, incluyendo las retribuciones dejadas de percibir como ADIPER, puesto al que debería haberse incorporado el 24 de septiembre de 2018>>.
Más claro agua.
Uno de los Siete Sabios de Grecia, Solón de Atenas, dejó escrita una máxima: ‹‹Que los ciudadanos obedezcan a sus superiores y éstos a las Leyes». Está claro que la ley debe primar sobre la autoridad ya que esta precisamente se fundamenta en el propio ordenamiento jurídico.
Calderón de la Barca explicó un sentimiento muy nuestro:
<<Nunca la sombra vil vieron del miedo
y aunque soberbios son, son reportados.
Todo lo sufren en cualquier asalto.
Sólo no sufren que les hablen alto>>.
Remata Quevedo: <<quien ordena lo que no hace, deshace lo que ordena>>.
La justicia ha tenido que entrar en el ministerio de Defensa a poner orden. Habían levantado la voz.
¡Enhorabuena Almirante! Bienvenido de nuevo a bordo.
2 EL ALMIRANTE VUELVE A LA ACTIVIDAD
3 ¿QUÉ OCURRE CON EL VICEALMIRANTE?
General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez
Blog: generaldavila.com
23 marzo 2019