EL REY DON JUAN CARLOS I DE ESPAÑA. LA LLAVE DE LA POSICIÓN DEL 75 Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Leemos en Clausewitz un enigmático capítulo, sin desarrollar al completo, que lleva por título Llave del país. «La idea indeterminada y confusa que se esconde bajo esta antigua metáfora militar, se aplicaba tan pronto a la parte más descubierta de una país como a la más fuerte».

La simplicidad del ejemplo militar nos lleva a entender que en España si poseo La Zarzuela, símbolo del  Reino, posición donde ondea la bandera de la Nación, poseo el país. De manera que para un hipotético enemigo de España esa sería la llave maestra.

En buena estrategia hay que buscar un objetivo en quién centrar la mirada mientras se socava el conjunto. Nada como ir directamente a por la bandera, lo más elevado de la nación: acabar con el símbolo para que lo simbolizado desaparezca: La Corona: España.

Los ataques frontales producen muchas bajas y no suelen ser decisivos. Se impone la maniobra que se constituye en un juego del espacio con el tiempo. La cerradura de la posición del 75 era firme y a partir del 78 se reforzó con una «Constitución» que vigilaba la puerta y los interiores para que nadie asaltase las estancias.

El descuido y la complacencia de muchos bajó la guardia de las murallas. Los centinelas se dormían al calor del bienestar y la bandera languidecía perezosa, falta de viento para flamear. Era el momento de hacerse con la llave. «Decimos pues: si la palabra llave debe tener una significación determinada en estrategia, no puede designar nada  más  que una porción de territorio sin la posesión de la cual no  podemos exponernos a penetrar en un país». Lo penetraron. Cambiaron la llave y van camino.

Muchos son los que lo piensan: ¿El  Rey?, aunque nadie lo dice en voz alta. Ni en círculos reducidos porque quizá ya no los hay. Todos callan y nadie se fía, mucho menos del compañero de pareja. Demasiadas traiciones en el camino. Nadie quiere comprometerse con nadie ni con nada. Estamos ante la España cobarde ¡tienen tantos tanto que callar!

Mientras discutimos la amnistía se consume sin pausa, sin prisa, la mecha ya prendida: diez, nueve, ocho, siete, seis cinco…

España ha pasado de ser un modelo de convivencia a ser un Estado vengador. Calificar a la Nación no me atrevo ante su peso histórico. Como Reino ha sido de una grandeza incomparable. Todo ha terminado y ahora «el conjunto de los poderes y órganos de gobierno» nos enfrentan al abismo, no hay futuro. Estamos postrados ante un Estado vengador.

España vive en la anormalidad política, institucional e histórica. ¿Democrática?

¿Alguien puede explicar por qué el Rey de España D. Juan Carlos vive fuera de España en contra de su voluntad? ¿Quién (es) se lo impide (n)? ¿Cuales son las razones?

No se nos muestran los denunciadores, ni las acusaciones. Mientras lo hacían, en la manipulación de las redacciones, ocultaban su rostro no fuese alguien a escribir en el suelo. En las cuevas se han criado y de los pechos de una serpiente mamaron.

Así que se han ido retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos. No es la Justicia. No hay ley que se lo impida. No es el dinero culpable ni otra acusación ronda los juzgados.

Nadie a Don Juan Carlos ha echado. Echar a un Rey  equivale a hacerlo a la Corona, a la institución, a la dinastía que representa. ¿Entonces? ¿Quién (es) se opone (n)?

Evidente anormalidad que debe de tener algún oculto sentido para que nadie se atreva a poner negro sobre blanco.

¿Será la llave del país, de la que hablaba Clausewitz?

El Rey Don Juan Carlos I, que fue de España y sacó adelante a España, no  puede vivir en su nación porque… Nadie lo sabe.

Esos puntos suspensivos acabarán con España y será a jirones, cuando ya vemos los primeros desgarros de los traidores que se instrumentalizan desde sus cargos para la venganza institucionalizada. Cuidado con tirar de los extremos porque de acuerdo con Ortega acaba produciendo «una escisión del cuerpo social mediante una tracción continuada ejercida desde sus extremos».

Hay tres imperdonables contra los que se dirige todo lo que se instruye y construye. Tres motivos de venganza: Transición, Corona, Constitución.

Hay facciones infiltradas en la organización que de manera sutil conducen el rebaño que se define con inocentes siglas, que no dicen nada, pero son la marca al hierro candente que caracteriza la historia más triste de los pueblos.

El Rey Juan Carlos fue el conductor de la Transición, de la Corona y de la Constitución. Lo hizo con mano hábil y férrea hasta culminar la democracia. No era fácil. Mantuvo la unidad de España y el prestigio internacional fue acrecentándose hasta ser una nación referente en el mundo. Algo imperdonable para el socialismo que irrumpió con aquel «Hay que aceptar la Monarquía como el mejor y más fácil puente hacia la democracia. Luego ya veremos», que sentenció Tierno Galván. Aceptaron el reto, el «ya veremos» lo convirtieron en un futuro de progreso para España hasta que regresó la torpeza y el rencor histórico socialista de antaño con dos gobiernos alimentados desde fuera y con España como objetivo: José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez. Habría que volver al 31 y si era necesario al 36.

La demolición supone empezar con los tres imperdonables citados: Transición, Corona, Constitución. Son dinero y luego Poder: ejecutivo, legislativo, judicial.

La  Transición ha sido denostada. La Constitución vulnerada. La Corona señalada. La llave estaba en La Zarzuela. A por ella…

¿Qué queda?

La anormalidad está en el conjunto, pero la que hoy señalamos del Rey Don Juan Carlos tiene muchas lecturas. Es solo una parte del recorrido. Habrá segunda parte.

Algunas de esas razones que llevan a tener al Rey de la Transición y la Constitución alejado de España saltan a la vista, pero para no reiterarme señalaré solo algunas:

-Apoderarse de «la llave del país».

-Desarticular, desprestigiar, desmontar la Transición y señalar a su mayor culpable. Recuperar la violencia y rencor socialista de antaño.

-Acabar de manera definitiva con la Constitución. Borrar la Ley de forma que se imponga el «Partido único».

-Llegar al final del recorrido a la República de repúblicas.

-Acabar con aquel proceso que cristalizó en 1969 con la aprobación por las Cortes de la designación de D. Juan Carlos como sucesor del Generalísimo a título de Rey.

-Demostración de fuerza: aquí mandamos nosotros. Buena prueba de que se puede echar a un rey sin que pase nada.

-Abril del 31: sin amparo legal ni ley que lo apoye expulsamos al rey de España y le declaramos delincuente. Sea. Agenda 2030+1.

Es palpable y objeto de terror comprobar que de todo este proceso salgan ganadores: el terrorismo y el independentismo. Debería hacernos pensar, pero puede que ya sea tarde después de haber educado a unas cuantas generaciones en un proceso sin retorno.

El camino recorrido no tiene vuelta atrás. Es terreno ganado de manera irreversible. Ha sido preparado meticulosamente y nadie se hace idea de las instituciones infectadas que han colaborado en el proceso. Nombres y apellidos que descansan como si hubiesen sido conductores de la democracia a la que minaban de manera hipócrita ¿o traidora? Algún día se sabrán sus nombres.

El dinero mueve guerras, pero cosas más sutiles y sencillas también. Si. Las de toda la vida.

Enumerar la lista de traidores aún es posible. No habrá rincón de la tierra que oculte su nombre, y menos los apellidos.

Han quebrantado la fidelidad y lealtad a quien todo le deben, han traicionado a quien trajo el sistema que se lo ha permitido y Él ha tenido que sacrificarse por la Corona de España.

Esperemos que haya servido para algo porque mientras discutimos la amnistía, se consume la mecha ya prendida: diez, nuevo, ocho, siete, seis, cinco…

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

20 febrero 2024

CERCO A LA CORONA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Ya se sabe que todo depende de quién lo dice, o escribe, y de quienes lo oyen, o leen.

Lo dice ABC, en su editorial 25-02-2020: Cerco de Sánchez a la Corona.

Que lo diga yo no tiene mayor importancia. No se la den.

Aunque lo veo de la misma manera que el monárquico diario. Opino desde esta guerra de guerrillas para la que nos hemos preparado. De serranía en serranía, por los collados de paso y los puntos que los dominan. Tierras de bandoleros. Quedaré señalado.

Viene a cuento de la última: el nombramiento de una diputada del PSOE presidenta de Patrimonio Nacional, un organismo público que controla y administra todos los bienes del Estado que proceden del legado de la Monarquía. Siempre se ha evitado la politización de este organismo por elementales razones.

Aquí, ahora, no se da puntada sin hilo y la guerrilla Sánchez-Iglesias ha iniciado la ocupación de pasos y collados.

Cerco a la Corona, dice ABC, ¿o previene? Hace el diario monárquico un repaso sobre el <<extraño comportamiento de Sánchez respecto a la Corona>> y nos recuerda las numerosas suplantaciones, <<donde no han faltado gestos y estrategias en las que el líder socialista parecía ser el propio jefe del Estado>>, terminando por recordar el día y el lugar: <<No, no parece que fuera un error que Sánchez y su esposa se colocaran en aquel besamanos de los Reyes en el Palacio Real>>. Era la llave del país.

Podemos entenderlo de muchas maneras, aunque solo hay una verdadera, un significado significable y entendible. La finalidad del cerco es cerrarle al cercado todas las salidas para apresarlo o rendir su voluntad. Es el significado de sitiar. Es así más fácil de entender; utilizando el lenguaje táctico.

El general C. Von Clausewitz dedica todo un capítulo en su libro De la Guerra a hablarnos de la Llave del país: <<Si existe una localidad, sin posición de la cual no es posible arriesgarse a penetrar en el país enemigo se la podrá denominar, con razón, llave del país>>. En aquellas palabras, Clausewitz dice: <<… se aisló y se escogió entre todos los atributos posibles de la llave los de las regiones más elevadas del terreno>>. Los puntos que lo dominan.

Era la guerra, distinta, de ocupación del terreno, físico. Montes y ríos, ciudades y carreteras. Hablaban los cañones y desplegaban los soldados. Hoy es otra cosa; la guerra.

Pero no se equivocaba, sino que se adelantaba a los tiempos, el general Clausewitz. Siempre la llave de un país está en lo más elevado. Su ocupación es la victoria sobre el conjunto.

La localidad, sin posición de la cual no es posible arriesgarse a penetrar en el país se llama Monarquía. Lo más alto. A por ella. En España. La quieren apresar, rendir su voluntad. Es la unidad que representa; es la unidad de España. Un cuento viejo, escrito con sangre en las páginas de nuestra historia.

<<Es España. España que viene…>>, decía Sánchez Albornoz desde el exilio ante la visita del Rey.

El cerco se estrecha.

Queda clara la maniobra de cerco.

<<En el principio fue el Rey…>>, dijo don Leopoldo Calvo Sotelo refiriéndose a la difícil y pacífica <<Historia de la Transición>>.

Estabilidad, moderación, equilibrio y punto de referencia de todos los españoles.

Sobre todo y por encima de todo: Símbolo de unidad y permanencia, símbolo y exponente de la nación.

Por eso en el principio fue el Rey y buscan apoderarse de la Llave de la nación. Es el final y el comienzo de otra cosa ya conocida y dolorosa.

A la tercera va la vencida. ¿Alguien pensaba que la Monarquía no iba a ser uno de sus primeros objetivos?

Sigan ustedes en el mundo de Yupi. Nación, Monarquía, y Omella (Monseñor), que se vaya espabilando. Es de manual.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

2 marzo 2020