LOS PRESIDENTES AUTONÓMICOS AHORA CAPITANES GENERALES. SOLDADOS A LA CARTA Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

No hay nada más amargo que verse sometido a las oscilaciones de un jefe vacilante en sus decisiones.

Desconozco la legalidad de la medida adoptada por el persistente pretendiente Sánchez, sólo presidente del Gobierno, por ahora. No sé si sus atribuciones llegan para tanto: Estado de Alarma a la carta, como todo, soldados a la carta y vacaciones a la carta (dos residencias veraniegas, que una no le llega). Supongo que la Ley no significa que algunos puedan hacer lo que les dé la gana con nosotros y partir España más de lo que está. Que los que aplican y los que interpretan la Ley hablen, si es que nada ni nadie se lo impide.

En el ejercicio del Mando es admisible la delegación de funciones, dentro de los límites adecuados, ya que tan malo es ser muy absorbente como ceder todas las atribuciones. Debe quedar claro, por encima de todo, que cualquier delegación de funciones no exime de la responsabilidad al que delega y sobre lo que delega. En la guerra tender a dejar en manos de los subordinados las atribuciones que te corresponden puede llevar a la derrota y a tener que dar explicaciones ante un Consejo de Guerra, que no es eso lo malo, sino los cadáveres que ha dejado tu irresponsable actitud. El jefe ejerce el mando con plena responsabilidad, que no puede compartir con nadie.

Delegar en situaciones de grave crisis exige diferenciar muy bien lo importante de lo accesorio. La aplicación del Estado de Alarma, sin duda, forma parte de lo principal ya que conlleva una limitación de los derechos fundamentales de las personas. Debe ser aprobado por el Congreso de los Diputados con carácter general y sin dejar de asumir el Mando (la responsabilidad) por parte de quien tiene la potestad de ordenarlo, el presidente del Gobierno. Otra cosa sería una dejación de funciones que, repito, no sé si la Ley lo permite.

Lo que sí sé, sin que nadie me lo explique, es que asistimos a nuevas fórmulas de uso y abuso de los ejércitos. La última es una ocurrencia de las muchas que se fabrican en las salas de máquinas de unos Estados Mayores que han perdido el horizonte de su misión y poco les importa sus capacidades si contento está quien las debe atender, lo haga o no.

Todo es interpretable, y ese es el problema, que todo depende, mientras nadie se oponga con argumentos y la Ley. Hoy por ti, mañana por mí.

Ofrecer 2.000 soldados a las comunidades autónomas como rastreadores es una misión fuera de lugar y, con claridad, sin nada que ver con las misiones de los ejércitos expuestas en la Constitución, en la Ley Orgánica de Defensa Nacional, ni en ninguna otra ley o reglamento.

Parecen más bien paquetes de soldados, cuadrillas, para salvar la ineficacia e imprevisión, de una inexistente Protección Civil o el empleo de mano de obra barata, disciplinada y cumplidora. Nadie piensa que es un recurso muy caro, delicado y de difícil empleo, que no está para echar mano de él para tareas que pueden y deben ser asumidas por otros colectivos. Todos sabemos lo que significa la disciplina, y el encuadramiento en unidades de eficacia con orden y control, lo que hace, sin duda, que acudamos a los Ejércitos cuando miramos alrededor y nos vemos solos. Claro está que la UME funciona, y muy bien, ¡solo faltaría!; y si en vez de Unidad Militar de Emergencias fuese Unidad Militar contra la Corrupción aquí no se movía un euro de su adecuado lugar. Pero no se trata de eso. A cada cual lo suyo. Y los soldados no están “a disposición de un presidente autonómico” (que por cierto, ¡hay cada uno!) sino de España. Va hasta en contra de su misión Constitucional de Unidad e integridad territorial e incluso me parece que lleva doble intención.

El fraccionamiento y las autonomías han llegado a los ejércitos. Los presidentes autonómicos ahora capitanes generales, con bandera, música, y Compañía de honores. Por eso decía el señor presidente, de manera persistente, que cada vez somos más un Estado federal. Ni eso.

Está cada vez más claro que este presidente ha venido para dividir España.

Por último y no menos importante, convendría saber, en todos los ambientes, incluso militares, que a los soldados se les manda, nunca se les manda. ¿Es necesario que explique la diferencia verbal? Pues sí: mandar de mando o mandar a paseo.

Lo segundo, ya que lo primero se desconoce.

Rafael Dávila Álvarez. General de División (R.)

Blog: generaldavila.com

27 agosto 2020