CARLES PUIGDEMONT I CASAMAJÓ General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

 

Este verano hubo ultimátum: «O vuelve Puigdemont a España o se acaba nuestro apoyo», comunicaba Junts a Pedro Sánchez. Reunión de urgencia en La Mareta, Illa por lo catalán, Zapatero por aquello de los apoyos «exteriores» y Marlaska por si se les iba de las manos.

Hubo más visitas atlánticas, pero ya las conoceremos. Un lugar oficial de un presidente del Gobierno, aunque sea de veraneo, debe tener un registro de visitas indestructible y de acceso al menos por la Comisión de Secretos del Parlamento. La privacidad solo en un bis a bis o en la taberna de la esquina.

El problema se agrava porque ni la amnistía ni el dinero pueden con el verdadero objetivo: que Puigdemont vuelva a España sin ser detenido y puesto a disposición judicial.

El plazo ha caducado y ya no hay trato. Veremos si hay truco.

Carles Puigdemont sabe que la debilidad es el momento mejor para el ataque. Esperan hasta el turrón. Luego vendrá el año definitivo.

El independentismo busca un símbolo. Ha perdido la batalla y necesita recuperar terreno. Debe izar una bandera, cantar un himno y lanzar la voz de ataque para la victoria, alguien que encabece el asalto final: un símbolo encarnado. Bandera, himno y rey (del condado): Puigdemont.

Carles no significa gran cosa, es un pelele necesario para no dispersar el conjunto y fabricar a su alrededor una imagen que aglutine la lucha contra España. De ahí su importancia. El símbolo es más fuerte que el poder, es el verdadero poder sobre cuerpo y alma. Es la única realidad integradora. De ahí su urgencia y permanente referencia. Los de Junts creen representar  a la sociedad catalana. Muy democrático y común en nuestra querida España, te dan unos votos y ya crees ser.

La cataluña independentista tiene dinero, pero no tiene símbolo y desesperan porque saben que sin rey, conde al menos, no alcanzan. La lengua no es suficiente, se queda corta, notan que disminuye su influencia, hasta en la poesía, no hay manera de llevarla más allá cuando lentamente desaparece. Es ley y vida, más allá de la voluntad. El Toisón no ha sentado bien.

Anunciaban a Sánchez Albornoz la llegada de Don Juan Carlos a Argentina y el viejo republicano, que allí residía, contestaba: «Es España, España que viene a la Argentina».

Carles no es Cataluña. Ni parecido. Roca con Toisón efímero.

Carles Puigdemont es nadie. Nadie ataca con engaño, no con fuerza.

Odiseo se escapa de Polifemo gracias a, por un momento, esconderse bajo la nada. No puede haber integridad nacional cuando no hay nación. ¿Buscan un símbolo de unidad? ¿o de ruptura? Para alguno avanzar en convivencia es aceptar una ruptura, lograrla, aunque sea a base de romper la convivencia, violentamente si necesario fuere.

El llamado pluralismo político se transforma en  enfrentamiento político muy alejado de la pacífica práctica política. Enfrentamiento disgregador. Del enfrentamiento político se ha llegado al social, que es más peligroso. Estamos en la fase final y por ello buscan el símbolo. Quizá no vuelva otra oportunidad de romper con España y convertirse en esa cosa independiente. Bandera himno y rey. El símbolo que represente en este caso la radicalidad, exabruptos, descalificación, intransigencia y fundamentalismo. Quien sabe si algo más.

Carles Puigdemnoit i Casamajó no pasará a la literatura porque representa, o pretende hacerlo, una figura muy manoseada como todo lo que tiene gran significado en la vida. Pretende ser un símbolo, pero detrás no hay nada, todo es España.

Pretenden construir un símbolo para la independencia, para la Cataluña rancia del poder económico, un rey catalán que sea bandera, himno e historia que represente aquello de lo que carece. No es deseo nuevo, que ya encumbraron la bandera de los Pujol, o alguna Roca que jugaba a la tibieza con media sonrisa muy peligrosa mientras otros se introducían por la puerta trasera del palacio principal de Troya para dejar allí su caballo.

El independentismo quiere bandera y no la encuentra. El símbolo que aúne y reúnan voluntades no existe.

Carles Puigdemont i Casamajó es un último intento con el que la rancia clase poderosa y rica, los intransigentes que siguen en Ítaca, quieren llevarse la convivencia.

Sánchez lo tiene mal porque ha querido vender lo que no es suyo y España es una roca muy dura para que cualquier traidor quiera engañarla.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

29 octubre 2025

 

 

CERCO A LA CORONA. General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Ya se sabe que todo depende de quién lo dice, o escribe, y de quienes lo oyen, o leen.

Lo dice ABC, en su editorial 25-02-2020: Cerco de Sánchez a la Corona.

Que lo diga yo no tiene mayor importancia. No se la den.

Aunque lo veo de la misma manera que el monárquico diario. Opino desde esta guerra de guerrillas para la que nos hemos preparado. De serranía en serranía, por los collados de paso y los puntos que los dominan. Tierras de bandoleros. Quedaré señalado.

Viene a cuento de la última: el nombramiento de una diputada del PSOE presidenta de Patrimonio Nacional, un organismo público que controla y administra todos los bienes del Estado que proceden del legado de la Monarquía. Siempre se ha evitado la politización de este organismo por elementales razones.

Aquí, ahora, no se da puntada sin hilo y la guerrilla Sánchez-Iglesias ha iniciado la ocupación de pasos y collados.

Cerco a la Corona, dice ABC, ¿o previene? Hace el diario monárquico un repaso sobre el <<extraño comportamiento de Sánchez respecto a la Corona>> y nos recuerda las numerosas suplantaciones, <<donde no han faltado gestos y estrategias en las que el líder socialista parecía ser el propio jefe del Estado>>, terminando por recordar el día y el lugar: <<No, no parece que fuera un error que Sánchez y su esposa se colocaran en aquel besamanos de los Reyes en el Palacio Real>>. Era la llave del país.

Podemos entenderlo de muchas maneras, aunque solo hay una verdadera, un significado significable y entendible. La finalidad del cerco es cerrarle al cercado todas las salidas para apresarlo o rendir su voluntad. Es el significado de sitiar. Es así más fácil de entender; utilizando el lenguaje táctico.

El general C. Von Clausewitz dedica todo un capítulo en su libro De la Guerra a hablarnos de la Llave del país: <<Si existe una localidad, sin posición de la cual no es posible arriesgarse a penetrar en el país enemigo se la podrá denominar, con razón, llave del país>>. En aquellas palabras, Clausewitz dice: <<… se aisló y se escogió entre todos los atributos posibles de la llave los de las regiones más elevadas del terreno>>. Los puntos que lo dominan.

Era la guerra, distinta, de ocupación del terreno, físico. Montes y ríos, ciudades y carreteras. Hablaban los cañones y desplegaban los soldados. Hoy es otra cosa; la guerra.

Pero no se equivocaba, sino que se adelantaba a los tiempos, el general Clausewitz. Siempre la llave de un país está en lo más elevado. Su ocupación es la victoria sobre el conjunto.

La localidad, sin posición de la cual no es posible arriesgarse a penetrar en el país se llama Monarquía. Lo más alto. A por ella. En España. La quieren apresar, rendir su voluntad. Es la unidad que representa; es la unidad de España. Un cuento viejo, escrito con sangre en las páginas de nuestra historia.

<<Es España. España que viene…>>, decía Sánchez Albornoz desde el exilio ante la visita del Rey.

El cerco se estrecha.

Queda clara la maniobra de cerco.

<<En el principio fue el Rey…>>, dijo don Leopoldo Calvo Sotelo refiriéndose a la difícil y pacífica <<Historia de la Transición>>.

Estabilidad, moderación, equilibrio y punto de referencia de todos los españoles.

Sobre todo y por encima de todo: Símbolo de unidad y permanencia, símbolo y exponente de la nación.

Por eso en el principio fue el Rey y buscan apoderarse de la Llave de la nación. Es el final y el comienzo de otra cosa ya conocida y dolorosa.

A la tercera va la vencida. ¿Alguien pensaba que la Monarquía no iba a ser uno de sus primeros objetivos?

Sigan ustedes en el mundo de Yupi. Nación, Monarquía, y Omella (Monseñor), que se vaya espabilando. Es de manual.

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

2 marzo 2020

ESPAÑA, EL ORDEN CONSTITUCIONAL, EL REY General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Si algo les molesta a los secesionistas y demás personajes de mal vivir en España, es el Rey, la Monarquía. Si pudiesen, lo primero que harían es mandarle a embarcar a Cartagena.

A los españoles nos pueden engañar y colarnos un relato tan falso como su procedencia. No a la Corona que sabe cuál es su misión, la fuerza y el valor moral que representa en una España que pasa por los momentos más difíciles de sus últimos años.

Demostración clara son los continuos ataques al Rey de estos personajes enemigos de España porque saben que la Corona es el lugar de la unidad, el símbolo de España unida, y el mayor obstáculo, quizá ya el único, a sus ansias de destrucción. La Corona es unidad, un rey somos todos nosotros.

Recuerda D. Carlos Seco Serrano: <<Cuando Don Juan Carlos realizó su primera visita a Argentina, alguien preguntó al gran historiador Sánchez Albornoz, viejo republicano azañista residente en Buenos Aires, cómo contemplaba él ese acontecimiento. Don Claudio contestó: “Es España. España que viene a la Argentina…>>.

<<Es su símbolo moral, la encarnación del pueblo español>>.

Es la unidad por lo que suspira España, ahora, en estos momentos de incertidumbre; es la estabilidad que estamos a punto de perder en una contienda política en la que el Rey debe estar por encima de ella. Miremos bien el desafío y no perdamos la referencia ni el lugar. Ser Rey de todos los españoles significa que lo es por España, todo por España, de toda España.

Las reacciones al discurso navideño de la Corona son la mejor prueba del significado y moderación del Rey en estos momentos. El Rey ha hablado de España y de la Ley, la Constitución, algo que ha irritado a los separatistas. Bien. Eso está bien; y es consecuente.

Cada uno hace su lectura. En la mía destaco:

Una preocupación Real: <<…el deterioro de la confianza de muchos ciudadanos en las instituciones, y desde luego Cataluña, son otras serias preocupaciones que tenemos en España>>.

Ser conscientes de nuestras fortalezas y debilidades: <<…sin caer en los extremos, ni en una autocomplacencia que silencie nuestras carencias o errores, ni en una autocrítica destructiva que niegue el gran patrimonio cívico, social y político que hemos acumulado>>.

Una exigencia: <<La voluntad de entendimiento y de integrar nuestras diferencias dentro del respeto a nuestra Constitución, que reconoce la diversidad territorial que nos define y preserva la unidad que nos da fuerza>>.

Es lógico que unos cuantos se hayan visto señalados y eso les haya provocado una irritación de urgencias. Es el acierto de las palabras del Rey.

Lo único que me preocupa es que no nos percatemos de la advertencia Real: <<El progreso de un país depende, en gran medida, del carácter de sus ciudadanos, de la fortaleza de su sociedad y del adecuado funcionamiento de su Estado>. Más claro no se puede ser.

¡El que tenga oídos, que oiga! ¿Estaremos sordos?, ¿o adormecidos?

Hubo ya un momento en la reciente historia en el que el Rey tuvo que dar órdenes tajantes ante un golpe de Estado:

<<He ordenado a las autoridades civiles y a la Junta de Jefes de Estado Mayor que tome todas las medidas necesarias para mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente>>.

Que no nos quede la menor duda de que ahora también se respetará el orden constitucional dentro de la legalidad vigente.

Que tampoco lo duden los separatistas.

Fue el humanista toscano Marsilio Ficino quien recomendó para el picor de la piel los ajos. Aquí decimos: El que se pica, ajos come. ¡Velay!

General de División (R.) Rafael Dávila Álvarez

Blog: generaldavila.com

27 diciembre 2019